sábado, 19 de diciembre de 2009

poemas de lauri garcía dueñas

Lauri García Duenas, El Salvador










Los vencidos









Los vencidos esperan la media noche para hablar a solas
con los fantasmas anodinos
y auto compadecerse
para que nadie los escuche sollozar entre los almohadones
cuando no es necesario
que los demás se den cuenda que chapoteamos en el fango
más tristes que los tristes

Nadie por supuesto se pregunta por los vencidos cuando allá dentro hay tanta dicha
nadie se preocupa por nosotros cuando llega la hora de las bodas y las fuentes
mucho menos aquellos que quedaron enteros y entraron oriundos al salón,
a costa de quebrarnos las costillas y arrancarnos las uñas

los que nos quedamos afuera de esos salones de celofán –por ahora-
suspiramos convulsos
y agitamos un trago con aceituna en la antesala de la podredumbre
para saludar a la soledad que es la condena contemporánea de los abandonados

los vencidos somos así
exagerados para describir las lágrimas que nos provocó el fin del amor
el término definitivo de los contratos y las heridas con papel
insultamos
al gigante que hizo trizas las muñecas
con la frialdad del asesino
y el cinismo del traidor

la historia obvia totalmente la existencia de los vencidos
y los cuentos de finales felices no incluyen postdatas que nos narren
la frustración de la bruja que no pudo envenenar a Blanca Nieves
o la consecución existencial
de las hermanastras que lloran en los rincones del pan
por haber perdido al príncipe que se fue con la chica de la zapatilla

los vencidos tomamos de más
fumamos de más
y lloramos ridículos al repasar
las canciones de pasados inalcanzables y clausurados por nuestras odiosas muecas

los vencidos vamos por ahí mascullando maldiciones
arrastrando la nube negra de la que huyen los felices
y hasta los infelices
que consiguieron rozar los pies y explotar el polvo
para volver a ser los mismos

Y en la cruda tarea que consiste la recapitulación
esto es lo que queda de nosotros, los vencidos:
un montón de huesos de aves
platos sucios
pocos muebles
explicaciones
eufemismos de fraudes y fiascos
una caja con cartas de ayer

y sobras

Nosotros,

sal de cadáver,
esperamos
levantarnos
de entre las cenizas
recoger los vidrios rotos, cada vez más rotos
recuperar, por fin,
el temple que nos robó la derrota

y volver a empezar






Los infelices




Nos vieron arrastrando los restos de aquella noche en que nos unimos
como pulpos viciosos tras las cortinas de una habitación prestada
ingenuos y sucios
hacíamos el amor entre antorchas vivas
Fue hace ya tanto tiempofantasmas de cadenas
esquinas rotas de un retrato milenario
serpientes en caída librepantomimas
El público nos abuchea, somos payasos
repeticiones inservibles de maquinarias sociales
las suposiciones apuntan a que deberíamos dejar de comportarnos
como cíclopes seniles
genitales de sangre y suspiros
¡Hay la crítica
!espiral devoradora de júbilos
Pero regresan las risas y en la intimidad rozamos los pies
invocando la pasión que nos parió hace tiempo
como placentas de ballenas
Solos, volvemos a ser los mismos
Regresan las risas y en la intimidad nos fundimos como pulpos
viscosos
almas pétreas/ resistencias
delgadez entre los muros
Al rozar los pies
cuando explota la mañana en rayos de sol y polvo
entre las sábanas tibias y olorosas a nosotros
dejamos de ser los infelices que todos conocen
vencemos el escarnioy no somos más
la nostalgia






Gato azul




un gato azul devora un bollo de estambre a la mañana
como engulle –de noche- la piel disecada de su colega minina
los ojos se le pegan a las sábanas, bosteza molesto al tener que abandonar la cama
esparce espuma de afeitar sobre su pelaje, para apartar el vello del trasfondo
lava los rastros blanquecinos de la humedad de los revuelcos nocturnos
recuerda -con todos los disgustos- el frío de la loza
el hielo que lo hizo tan temprano erizarse
hace cuentas abruptas de lo largo que le depara la jornada
se estira, contra su gusto, para espantarse la melancolía
y se tira un rato al sol, orgulloso
como todos los días
el gato azul prefiere no ser morado
disimula todo lo que tiene de cariñoso
lucha a contra luz para aminorar el amor que lo invade
y lo distingue de tantos otros gatos grises
tan tristes y solos
espera –entre masturbaciones- la llegada de la otra noche
para bailar en el entablado la próxima melodía
cómo ansío tu voz ronroneándome al oído
ese miau contagiado de agónica lujuria contenida
Ay el gato azul, tan poco probable
Ay la noche espesa, tan largamente añorada
Ay la luz de la luna sobre tu rostro agatado y azul
Ay tus manos de felino tímido sobre mis tetas y mis uñas
Ay tus gritos esféricos de éxtasis y confesión
Ay mis palabras para consolarte cuando devorás un bollo de estambre a la mañana
y tenés que abandonar –inconforme- la madriguera de mi vientre tibio

viernes, 18 de diciembre de 2009

tres poemas de elisa huezo paredes

Elisa Huezo Paredes, El Salvador



LA VOZ DEL PUEBLO





No más odio ni venganza
fruto amargo de la guerra;
queremos paz y justicia
sin temores ni violencia.
No más sangre de inocentes
mancillando nuestra tierra,
no más crímenes ocultos
ni traición tras de las puertas.

Seremos un pueblo noble
que no se ampare en la fuerza;
Si libres queremos ser
tendremos el alma enhiesta
que temple nuestras acciones
y nos limpie la conciencia.
Pero ante todo, exigimos
que se cumplan las promesas
rescatando nuestras vidas
hundidas en la miseria.

Ha pasado ya el combate
confiamos en que no vuelva,
hoy el refulgente Símbolo
entre nosotros ondea:
La Paz como Dios, sin verle,
habita en nuestra conciencia.
Que mantenerla sepamos

para que siempre esté cerca,
sin alejarse jamás
guardando nuestras fronteras.
!Gloria al pueblo que recobra
con sacrificio, su tierra,
aunque abonada con sangre
será Patria sin cadenas
ofreciéndonos la Paz
como impoluta vivencia.

Se ha unido la misma savia
de equidad e inteligencia
para encontrar el futuro
que nuestros hijos esperan.
Que conservemos la Paz
como tesoro y presea:
Ella, como Dios, sin verle,
habita en nuestras conciencias.







LA VOZ DEL POETA





"Que la paz de los sueños y los cantos"
se establezca en el mundo para siempre"
CLAUDIA LARS.





¿La paz, qué es, espíritu o esencia?
¿qué materia le da sustancia o vida?
Ni vida ni sustancia, es una ciencia
que los pueblos abonan con su herida.

la Paz está en las almas adherida
a las Siete Virtudes de excelencia,
solo puede anidar en la conciencia
que al Bien y a la Razón se encuentra unida.

Es la Paz la Verdad que fue donada
al Espíritu Santo. Destinada
como símbolo azul de Epifanía;

si la Paz en el alma está despierta
ni el cobarde ni el vil hallan abierta
la puerta que, a la Paz radiante, guía.






CANTO A LA RESURRECCIÓN Y A LA VIDA




Y Salvador te llamas, tierra ungida
con el óleo bendito de la alianza:
Salvador de ti mismo y la esperanza
que nuevamente te ha vuelto a la vida.

¿Cómo no ser así, si siempre erguida
tu llama te salvó de la acechanza?
tu pueblo fiel espera la bonanza
pues siendo Salvador, salvas la vida.

!Tierra del Salvador, revienten huertos,
frutos y verde campo florecido;
dejemos reposar a nuestros muertos:

Su sangre con la nuestra se ha fundido.
Ahora, Salvador, estamos ciertos:
Tu Nombre es el de Cristo y cristo has sido!..

jueves, 17 de diciembre de 2009

dos poemas de rafael gochez sosa

Rafael Góchez Sosa, El Salvador



Poema del retorno


He vuelto. Estoy aquí.

Respiro por la herida de esta noche,
por los huecos ladridos de mil perros, por la luna
vacía de los huérfanos,
por lo que está presente y sin embargo lejos.

He regresado. Vengo
a decir flores de olvido, la voz
desamparada en los ciclos del hambre,
el corazón
del agua para la sed viajera.
Vengo de allá, de donde mariposas resuelven
sus colores sobre el llanto.

Vengo del labio
donde el beso no llega porque perdió las huellas
del amor.

Vengo
del fuego negro y pordiosero que adivina
la sombra en el insecto. Vengo del húmedo
recuerdo que deja un crepúsculo
de invierno, de las uñas del miedo sobre la madrugada
y sus aires de viuda
solitaria, del ámbito del loco
que amanece
desnudo porque las ropas queman.

Vengo del vaso enfermo que la razón impone
para negar sonidos,
lluvias,
miel.Vengo...

Cuando me fui, cuando dejé las cosas
de frente contra el muro, todo era tan distinto,
tan personal, tan mío.

Mío el mar. Mi lámpara mi lámpara.
Mis coplas sólo mías. Mi pan era mi pan.

El muro
recogiendo carcajadas amaneció
en alcoholes sonámbulos
distantes del silencio.

Y me fui. La piedra supo alimentar cansancios.

Y conocí el desvelo con que gritan
los ciegos sus auroras. Llegué
al dolor, al carruaje tirado por dos ecos,
al teatro donde un hombre
decapita a su hermano, donde una madre
aborta; donde un poema vive, no se escribe.
Allí creció mi edad de ciervo atormentado. Allí
me nació barba de espuma. Allí supe
sabores en lágrimas
candentes. Allí apagué mi vanidad
deforme.

Hoy he vuelto.

Estoy aquí para enseñar
regresos,
para pedir perdón a los abuelos, para ofrecer
y compartir mi cena, para hablar
por la herida que me sangra,
para sembrar
la luz y cosechar estrellas.
©Rafael Góchez Sosa
(De Voces del silencio, 1967)





Explicaciones desde la banca de un parque


Muchos de los que me leen
piensan
que soy un hombre raro, escéptico, pequeño dios.

No.
Soy un hombre común
como cualquiera.
Me citan para jurado en causas criminales.
Porto cédula de vecindad.
Como.
Defeco.
Doy mi voto en tiempo de elecciones.
No crean que me la paso sólo bebiendo.
No.
Tengo mujer e hijos.
Tengo empleo
y me han afiliado
al Seguro Social.
Soy como ustedes, un ser corriente.
Juego.
Fumo.
Me gustan las muchachas en minifalda.
Hay deudas
y anhelo sacarme el gordo
de la Lotería Nacional.

Ahora bien,
lo que pasa es que ciertas cosas penetran en mis venas y circulan.
Hacen que mi barba crezca blanca. Que
mis ojos lloren por los ciegos.
Y
si duermo, sueño que hay mucho amor en el mundo.

Sucede que cuando soy jurado
en causas criminales
no sé si condenar o absolver al reo.
Si leo los periódicos
me duele saber que han hallado
dos cadáveres en la Puerta del Diablo
o que anoche
hubo recogida de putas
o que en la madrugada alguien se desangró
frente al Hospital Rosales.

Y
resulta
que ya no duermo bien.
Y la digestión comienza a fallarme.

Sucede
que un poe
desapareció en mi tierra.

Los gringos
hunden barco con gas nervioso.
Onassis
cada minuto es más rico.
La guerra en Vietnam no termina.
Duvalier
mata patriotas en Haití.

Y vuelvo al librium.
Y el librium
no me hace dormir.

Esta, la pequeña diferencia. La pequeña.

Pero soy ciudadano corriente.
Buen marido, buen padre de familia.
Hasta voy a misa.
Ah, también toso y tengo algo de viejo verde.
©Rafael Góchez Sosa
(De Poemas para leer sin música, 1971)

miércoles, 16 de diciembre de 2009

poemas de teresa andrade

Teresa Andrade, El Salvador



Pasillo para gatos





Nos encontramos cinco calles abajo
y la cocina dejó de ser el refugio de las ratas.
Nos encontramos para cruzar las calles
y desperdiciar el cigarro a la vuelta de la esquina,
el comedor dejó de ser el lugar perfecto para esconderse
tras los manteles que nunca han de mover.
Nos encontramos para esconder el laberinto de los ojos
y cargar las compras de la semana.
El espejo dejó de robarnos personalidad
y el televisor dejó de ser el centro de atención de los miedos y los quejidos.
Nos sentamos en el parque de la esquina
ha construir murallas al lado de nuestros pies
porque los zapatos viejos estorban en el closet
y dejamos que la ropa se fuera acumulando en el sillón.
Ya para qué seguir con el calvario de los gatos maquillados.
Dejaremos de encontrarnos
y tal vez la próxima semana nos tomemos un café.





Amor, hay días en que vigilo el pasto desde aquí
Y se me da crecer en la tierra
Como un parásito orgulloso de su baile.

Hay días en que respirar se me hace constante
Y me parece una molestia para el vecino,
Pero él no sabe que padezco de estas perversiones,
Ignora que he dejado de ser artificio de colmena
Y que he construido un plano bajo el suelo
Donde ni él cabe ya.

Amor, desde hace días he visitado las plazas públicas
y el comercio se me hace molesto
pero suelo encabezar las filas de las tiendas al dos por uno para no perder
la costumbre,
como cuando vaciábamos el bolsillo izquierdo llorando de culpa
y temblando de orgullo.

Está vez me he cansado de caminar,
De tomar el autobús,
De esperar que alguien me lleve en su carro,
Me he aburrido de ver el cielo
Amor, la crisis de la vida normal se acumula en el ojo
Mejor busquemos un poco de tierra
Y comenzamos a independizarnos del humus subterráneo
Y crecemos como parásitos robustos
En la boca de los gatos.
Amanece al borde de la calle
Pasiva,
Respira la humedad de planta subterránea
Con las ojeras más grandes que la culpa.
Asemeja una pregunta bajo el brazo.

Deja de silbar, pequeña conciencia.

Deja que el norte camine un poco más al sur.

Hay noches en que velar a los gatos es lo único que parece sostenerte,
Pero también los basureros guardan tesoros oxidados.
Olvidas que los perros te salvaron la vida
En el dibujo de aquel ocaso metamorfoseado.

Deja de olvidar,
El olvido solo mata 27 neuronas por hora
Y ya no puedes perder menos del doble.

Camina pequeña conciencia en los ojos del escarabajo de oro
Y restaras las horas de las arrugas que te dejaron los sueños.

Ya no queda más que volver a la inconciencia
Y desdibujar la cara
Volverse 1igual a 1
Y la suma vuelve a dar lo mismo,
Pero ya dejó de molestarte la comida fría.

martes, 15 de diciembre de 2009

cuatro sonetos de daniel eguizábal

Daniel Euizábal, El Salvador








Carta de pájaros





La noche proyectada en cada lágrima
junto al hilo más débil del insomnio;
llega el día goteando su aluminio
junto al sol desgajado en cada rima.

La tarde es colegiala boina roja
con piernas de un amor que se eterniza;
me seduce a robarla así de prisa
en la foto del verso en que se aloja.

Ay, vida de mi vida voy cansado:
por gloria del amor, gloria del dolor
la infancia de vivir enamorado.

Ay, la orilla de un número enroscado
trae la carta salobre del dolor
y un silencio que escarba equivocado.






Los espejos del azar





¿Quién me empuja a trotar entre la hierba?
¿Tú, Amor eterno; soga que te escondes?
¿Tú la onda quemante que responde
al filo del trinar que tanto enerva?

¿Y quién me envía andar sobre las aguas?
¿ El enfado de un gen que se resiste,
la palabra de un dios que me reviste
o este miedo a morir entre las aguas?

No sé quién llama a las puertas del azar
con la fuerza de un fuego indivisible
porque canta con canto irredimible.

¡ Que alguien dance sobre un río hasta alcanzar
la ruta de una onda navegante
o el sino atormentado y desafiante!







Las criptas y los bronces






¿A quién espero en lo alto de esta noche?
-húmedas criptas y un gemir de bronces-.
Un latir de alas bulle en su derroche
y alguien grita y me habla desde entonces.

No es cenizas el grito que palpita,
no es mano amiga, no es el pan, ni abrigo;
es grito que conozco porque agita
la sola luz que tengo por testigo.

No hay norte ni sur, ni hay fronteras,
esa lumbre es un cosmos que delira
y es eje de la esencia porque gira.

Gira y no sé cómo aunque quisiera;
pero sé que pregunta por mi lira
y es trampa de un ayer que si me mira.







Rascacielos sobre el río






De noches y auroras voy herido
como un río que cruza un rascacielos;
no sé si hay sol o luna en mis desvelos
o si huyo tras el túnel presentido.

La muerte me cabalga a todas horas,
la vida es el cristal que se me incrusta;
quiero ver al jinete que me asusta
transpirando el cristal por lo que llora.

Emboscados de ira los silencios
y a punto de gritar con gran demencia
violentan a la nada y me dan vida.

Caballo de fuerza el ayer marchito
cabalga como nuevo y es un mito;
como un duende que juega con mi vida.

lunes, 14 de diciembre de 2009

tres poemas de silvia elena regalado

Silvia Elena Regalado, El Salvador









Conversación con Dios







I

Alguno que otro día
me amanece el deseo de invitarte un café
y abrazarme a la certeza con la que me nombraste para siempre.
Quiero escuchar como respira en vos el universo,
descubrirme en el milagro sin edad de tus pupilas.

Días en los que necesito darte gracias
por lo que me concediste infinito,
por la posibilidad de hacer y re-inventar
cada trozo de vida a mi propia semejanza o a la tuya,
Por la angustia y la fe en lo que anhelo,
por la alegría simple de los frutos.

Vos sabes que este amor mío renegó tanto de nombrarte.
Se ufanó de sí mismo,
evadiendo el diálogo cara a cara,
refugiándose en tu sustancia,
cumpliéndote en los principios
pero sin la humildad serena de aceptarte.

¿De qué he huido?
Si todo rumbo me devolvió tu aliento;
si toda libertad sin vos siempre fue cárcel.
Aquí estoy otra vez,
como emergiendo del útero materno:
confiándote mi vida,
abandonándome a tu ímpetu
despertando a tu amor
fundiéndome en tu nombre.
(Desnuda de mí)








II


No quiero buscarte en la derrota,
sostenerme en tu fuerza cuando flaqueo.
Yo quiero esta alegría limpia de intereses,
este nombre tuyo llenándome de flores,
ser parte de tu aliento si respiro.
No quiero que este amor sea una falacia teórica,
un acuerdo callado
mientras la vida me habla en voz alta,
mientras alguien me grita
y yo vuelvo la espalda.
¿Tendrá sentido amarte,
si soy una más en la tragedia humana?
¿Si me resigno al miedo y no asumo la vida
con la misma pasión que me heredaste?
¿ Si cargo con la culpas, si te pronuncio,
pero no me perdono?
¿Si etiqueto a los demás desde mi pequeñez
y no te descubro en ellos por tu grandeza?
No debes responderme.
Quiero ser tu respuesta.
(Desnuda de mí)








Nací con la lluvia







Nací con la lluvia
en el mes más apretado
de los temporales.
Yo que soy tierra
Fértil-desierta,
que guardo el fuego
y no lo dejo pasar de largo,
que me respiro,
que vuelo,
que soy el viento.
Yo, eterna tierra
verde palabra.
vine en la lluvia
broté de llantos
sentí el abrazo
tibio de un pozo
antes de ser
la luz
el aire.
Y quizá por eso
soy el designio
brutal del agua.
me precipito
hasta el estruendo
claro
silvestre
de la humedad.
(Desnuda de mí)




Florecer en vos



A veces he florecido sola
en una oscuridad
que abismó mis gemidos.
He florecido
en aguas y en desiertos
donde no hubo luz
para encender
el color de cada pétalo.

Amor
llevo a cuestas
un torrente de sol y clorofila
un grito ahogado
que enloquece
buscando la libertad
del estallido.

Quiero florecer en vos
brotarme de corolas
de olores y de mieles
ser una flor eterna
sobre tu tallo
verde.
(Desnuda de mí)