Mauricio de la Selva, El Salvador.
Fotografía scaneada de Panorama de la Literatura Salvadoreña,
de Dn. Luis Gallegos Valdés
ENTREGA
Quiero entregarte,
la piedra inmemorial temblando en mi agonía
que hasta esta hora última
en que aúno mi verso en tu recuerdo
me ha rodeado la frente con su corona inmensa.
Voy a entregarte, patria,
los labios palúdicos del campo
que absorben la aurora y los claveles
cuando hay un recodo en la esperanza.
Quiero entregarte
lo que era y lo que soy cuando te canto;
atrás voy a dejar lo que en tu oído
no sea musical para tus hijos;
atrás ha de quedar como flor chisporroteante
caída hasta la lengua de la hoguera;
atrás, para que entre limpia a tu regazo
esta humilde canción que es el intento
de aprovechar la fuerza de mi origen
y encaminarlo al rostro tuyo, que tando
y tanto
Ha vaciado mi sed de amarte cerca.
atrás voy a dejarlo porque si no dirían
que esta suave bandera naciéndome en las manos
no alcanza para envolver tu cuerpo.
ENTREGA
POEMA PARA DECIR A DISTANCIA
-RUEGO
Me tiembla el párpado de presentir tu lágrima
y el beso de recordar tu cielo.
Devuélveme la palabra
que se rasgó en la ausencia.
No le enseñes al día mi amanecer llorando
ni la pupila espesa en que subí a la tarde
donde la flor se ahoga de saberme lejano.
Patria,
¿Qué haces si necesito algún poema
que escriba este dolor tras los recuerdos
y el pecho gris por la nostálgia herida?
Dame la mano para subir a tu ángel.
Puedo morir en cualquier letra del canto
y no volverme a sentir bajo tus alas.
Mañana, en cualquier parte del mundo
me tomarán las huellas digitales
comprobarán de nuevo mi estatura
y creerás que el viento me zurcido la boca.
Dame la mano....Devuélveme la palabra.....
Bien valgo, patria, la verde sonrisa del paisaje
y el cálido beso de mi ausencia retornada.
Concede que al expresar tu nombre,
mis ojos en tu suelo rieguen
acuáticas y mínimas estrellas.
Permite al menos quitarme esta camisa
para que veas más claro entre mi pecho
como guardo tu amor y tu reflejo.
*Poemas tomados de “POETAS JÓVENES DE EL SALVADOR”, de José Roberto Cea. El Salvador, 1960.