sábado, 1 de junio de 2013

ANTOLOGÍA POÉTICA DE RAFAEL MENDOZA

Rafael Mendoza, El Salvador




 Rafael Mendoza, (El Salvador,1943).  Es un poeta fundamental de la literatura salvadoreña, centroamericana e hispanoamericana, como uno de los fundadores de la Vanguardia salvadoreña, junto con otros poetas que han hecho meritoria labor. Rafael Mendoza aspira a condensar su expresión en su espacio y tiempo sin estridencias más que la emoción  dilatada, lírica en su acepción más estricta. Durante mucho tiempo fue coeditor de la Revista Literaria “Cinco negritos”, la que marcó sin duda un hito en nuestro quehacer cultural. Poeta reflexivo y hondo. Cultiva, además de la poesía, otros géneros. Previo y tras la guerra civil, su poética ha estado marcada por  esos acontecimientos históricos. Desde luego, el componente político en su poesía adquiere resonancia y peculiaridades que no se repiten en otros poetas. Levanta el verso como quien lo hace con una antorcha. El poeta Mendoza tiene, pues, una experiencia de vida riquísima. Es sonetista consumado.
En la entrega siguiente, vemos al poeta Mendoza con la brillantes que siempre le caracteriza. Cultor, por lo demás, de las formas clásicas de la poesía. (André Cruchaga, 01.VI.20013)



ANTOLOGÍA




CREPUSCULO CON DEVOLUCIONES LÚDICAS


El horizonte puede ser la mejor compañía cuando se vive solo
tropezando con espectros que saltan a la superficie desde sus                                                                                (circunstancias 
y nos reclaman por no agradecerles lo oportunos que parecen ser.
Después de todo son felices en su equilibrio ejemplar
cumplen sus propósitos de año nuevo
contestan su correspondencia
no meten ruido entre los sueños ajenos.

Por tanto, vale la pena escaparse por esa hendidura interespacial
con los barcos las nubes las escaladas de los troveros inmortales
las derrotas recién lavadas y las ganas cotidianas
de caer en el pecadillo del rey David
con cualquier voluntaria accesible y vulgar.

Entendamos que esto apenas es un apunte que a lo mejor
nadie se atreverá a rescatar cuando suba la marea, la profetizada.
Para mientras, me parece que debo seguir entreteniéndome
con adivinar el curso de esos azacuanes migratorios
y los caracolitos que devuelve a la playa por las noches
el viejo camarada Neftalí
bajo los astros que tiritan cada vez
menos azules a lo lejos.





BRINDIS CON FANTASMA AL ATARDECER



Como todas las tardes
y con el mismo aire de solemnidad
alzo mi vaso de cerveza frente a los cascos chamuscados
de mis naves.

Bebo a solas.
Con la vista clavada en la espuma de mi bebida
blanco velamen liberado en almas de trigal.

En mi mente las olas baten viejas agendas
desmemoriando nombres que alguna vez  tuvieron música
y decidieron retornar a los seres de donde los rapté.

Al otro lado de estas costas
Gorgias Markos mi amigo cantará
tras la jornada de la vendimia
y las mozas colectoras se regazarán entre los viñedos
para dejarse alcanzar por sus amantes.
¡Ah delicia de ambrosías que esos mozos  muy pronto libarán
de los rosados y secretos labios a sus ansias brindados!

Pasa la niña de los higos de regreso a su casa.
El viejo guardafaro sube cabizbajo
dejando la estela de su pipa y despertando con ella
la imagen de mi padre.
Al oro del atardecer las sombras
vuelven sumisas a posarse en las alturas
y los ecos de antiquísimas batallas
al épico crujir.

Todo pues parece tan normal
en este rincón olvidado del mundo.

Y sin embargo tú Luzmila L.
has hecho surgir este pequeño discurso frente a un mar
que jamás te acariciará
como acaricias tú mi soledad.

Sea entonces por ti fantasma amado
mi brindis en este véspero bajo las Pléyades
que se aprestan a salir de su escondite
a contemplarse en el inmenso espejo azul.

                                               (En algún lugar del Mediterráneo, 2000).




GUAGUANCÓ


Veo la isla desde aquí.
Hermosa. Verde. Flaca
pero limpia.
Es la única que respira pureza.
La única que mantiene sus bosques
sus tortugas y sus caimanes
y también sus lanzas apuntando al monstruo
que merodea amenazante.
Veo su resplandor desde aquí.
Sale de las sacras osamentas
de sus hijos más amados.
Sale en cantos en obras de amor
en más cantos en más obras
de amor y sacrificio.
Veo la isla desde aquí.
No sé si los cíclopes que moran en tierra firme
se explicarán tanta belleza, pero yo
cada vez que la veo agarro fuerzas
para seguir en mi balsa de versos
y ya casi sin amigos
tratando de salvarme del naufragio
de este sistema neoliberal.
               




                   POSTAL  A GIOCONDA BELLI


Si por casualidad, señora,
se entera de que una vez entré a su casa en Managua,
déjeme explicarle que ello obedeció
a la urgente necesidad de un  teléfono
y que lo hice con  la venia de su jardinero
actitud refrendada por el amable recibimiento
de su ama de llaves.

Fue una oportunidad que jamás imaginé tener
(y que la empedernida amante
de la poesía de usted que es mi esposa,
envidia hasta la fecha).

En realidad,
no sé que me sorprendió más:
si el pórtico de modesto señorío,
el himno que himnaba el sol dentro del ámbito,
el diseño interior de equilibrados triángulos
o la escalera dominando el centro de ese mundo,
poeta,
tan a la medida de usted,.

De paso he de aclararle que no fue mi intención
asustar a los ángeles guardianes de aquel recinto
quienes salieron volando por la ventana
bajo la cual se encuentra el aparato ansiado.
Espero que tan sacras entidades
no hayan tardado mucho en regresar.
Debió ser duro para ellos encontrarse tan solos
en ausencia de su hermana mayor
y encima de eso ser sorprendidos por un intruso
que no llevaba un libro de su propia factura
para identificarse en el oficio.
Por tanto, poetísima, hágame usted el favor
de transmitirles a los tales
mis más sinceras disculpas.

Rafael Mendoza (el viejo).
Managua, diciembre 2001.





                        SOLO POR EL DEBER DE INFORMAR


Cada mañana me visita la sirena azul
la única que se ha atrevido a escupirles la cara
a los mascarones de proa en tránsito.
Amo el color de los estambres que pueblan su cabeza
ese encendido tornasol madreperlado
su cintura zodiacal tan sensitiva
su diminuta concha nácar.
Viene y no nos decimos nada.
Simplemente nos vemos el uno al otro
casi como mortales casi
como protagonistas de la rutina.
Si.
Amo a la Sirena Azul. Señora
de los suicidas excelsos.
Y el hipocampo lo sabe.




DEL MAR Y SUS VOCES


Si te hubieras quedado conmigo,
si no te hubiera importado más la ruta de los cormoranes
hubiera podido enseñarte a escuchar las voces del mar
a distinguir los siete tonos que emergen de sus dominios.

Son terribles las voces del mar.
Cuando hay tormentas nos increpan,
suenan a culpas.
Si en calma están las aguas, son gemidos
que parecen provenir de almas perdidas
en busca de su paz.
Y casi siempre, al atardecer,
es la palabra creadora
que sigue nombrando nuevos mundos dados a luz
más allá de la Osa Mayor.

Si te hubieras quedado conmigo
en este puerto borrado de todas las cartas de navegación.
Hoy el amanecer sería tan distinto.
Yo podría escuchar todas las voces del mar tranquilamente
y no tu adiós interrumpiéndolas hasta la eternidad.

Si te hubieras quedado conmigo.
Si no te hubiera importado más la ruta de los cormoranes
que los cormoranes mismos.
Si hubieras sido una con el mar
sus voces
y mi voz.
Cinco tanguemas (poemas con aire de tango)




A Alejandra Olmos



MAS ALLA DE ESTE TROPICO DE FIEBRES


Si al frío de esta noche le doliera el silencio
como me duele el miedo de volverte a encontrar,
desandaría a riesgo de enloquecer los páramos
que mi canción anduvo por enseñarte a amar.

Cansado ya, cansado de verbos y adjetivos
con que tu voz se mofa de mi resignación,
me asalta la tristeza de que no haya otro mundo
más allá de este trópico de fiebres en que estoy.

A mi no me perdonan  tu dios ni los inviernos,
que año tras año atisban por el mismo balcón,
el haberte olvidado en las notas cristales
de la más primavera estación que brilló.

Me torturan los garfios agudos de tu risa
en el final peldaño de aquel tardío tren,
que me dejó en la vieja estación del olvido
atado a la cadena de un beso que no fue. 

Y allende las augustas cabelleras del trigo,
que en el campo se mecen, para mi ya no hay sol.
Y sin embargo el frío de esta noche no puede
entender como duele, cuando duele el amor.
  



CÓMO PINTAR LA AURORA



Cuando digan las rosas tus sílabas alondras
al viento que se cruza frente a mi ventanal,
sabré que la distancia pudo más que las fuerzas
de tus alas gaviotas, y que no volverás.

Soñé que llegarías por fin una mañana
toda madreperlada, desde el fondo del mar,
desenredando alegre tus cabellos de diosa,
cabalgando en la ondina de una aurora triunfal.

Refugiado en mis miedos de renovados filos
organizo batallas contra la soledad
que tu nombre dejara a un costado del frío,
del frío que hoy es mío como de nadie más.

Y ahora que me asisten tus recuerdos más tercos,
cómo increpar al fuego que no nos abrigó;
cómo pintar la aurora con inéditos vésperos
que no tengan tus labios pronunciando el adiós.

Tal vez tras el deshielo de esta tristeza encuentre
el alma que animaba mi ser antes de ti.
Y si te la llevaste en la piel, mala suerte.
Quédatela. Yo puedo sin ella revivir.
       



EL GATO DEL RECUERDO


El gato del recuerdo me engatusó la calma
y tañiste en mi mente tu agudo diapasón.
Lejos sonó una vieja guitarra desbarriada
y la risa sin dientes de algún clown se apagó.

A veces cuando asaltas a sí  mis emociones
quisiera que un dios cierto me borrara de ti.
Pero el clásico mito nada puede hacer por que sueltes
el odio con que quieres estar atada a mi.

Y en noches así, inútiles, carentes de sonatas
o cargadas de líricas excusas del dolor
¡Cómo pesan  las alas cuando remontan sueños!
!Cómo hieren  las finas aristas del rencor!

Pero por suerte el pájaro transparente que llevo
revoloteando siempre dentro de mí, al cantar,
desarma a tu fantasma, cuando como hoy ataca
y lo regresa al hielo del que logró escapar.

Y por eso es que el gato del recuerdo no logra,
por más que haga el intento, llenar mi soledad
con las gárgolas fieras que suelen criar las penas
de un amor que no pudo salvar su dignidad. 
                           



DONDE YACEN LOS VERSOS


Al final de los trenes solo tu nombre queda
aguardando un otoño que pudo ya empezar.
Desde alguna metáfora que no da a ningún sueño
él creerá que lo nombran y deseará volar.

Aunque el hielo interponga sus acerados filos
en todos los recuerdos que quedan de los dos,
deseo que tus noches sean  tan sólo un tránsito
a la luz, que no sufras el eco de mi voz.

Verás por las ventanas del cuarto que fue cómplice
de nuestras insaciables jornadas de pasión,
aquel banco del parque donde por vez primera
sentí que tu mirada desgarró mi razón.

Y la vieja Araucaria marcada con las fechas
de todos los encuentros nuestros, proyectará
su sombra sobre el piso donde yacen los versos,
aquellos tristes versos que no recordarás.

Los versos que nacieron con el más duro estío,
como espigas en piedras, pero que el sol salvó.
Ojalá que te abrigues con ellos, aunque ignores
que en esos versos muertos también me morí yo.




POR LAS MISMAS PALABRAS




Vendrás de mis recuerdos un jueves por la tarde.
Y yo desde mis viernes te sentiré llegar.
Removerás cenizas del fuego que encendiste
ayer,  pero que nunca nos volverá a quemar.

El tiempo transcurrido se instalará de nuevo
entre las azaleas del parque en que esperé
durante largas noches borrarte de mi mente
como viviendo un tango que no tiene final.

Verás en la hojarasca con que el otoño alfombra
los días ayer nuestros desde el mismo balcón,
las huellas de otros seres que amándose transitan
por las mismas palabras que dijimos los dos.

Las tímidas palabras primeras del encuentro,
o quizás las maduras palabras del amor
que exige desnudarse de prejuicios y darse
con la libertad plena que suelta la pasión.

Vendrás de mis recuerdos exacta de adjetivos
exacta de canciones y con tu exacta voz
pronunciarás mi nombre, como quien llama a su alma
pero yo estaré lejos, asido a otro calor.


(Septiembre 2011 – Enero 2013)