sábado, 22 de febrero de 2014

UNA LECTURA ANALITICA DE LA “LITERATURA SALVADOREÑA EN EL PERIODO 1960-2000”

Alfonso Velis Tobar,
poeta, narrador, ensayista y crítico salvadoreño.




ENSAYO


            UNA LECTURA ANALITICA DE  LA “LITERATURA SALVADOREÑA EN EL PERIODO 1960-2000”
¿Cómo  Jorge Vargas Méndez y  J. A. Morasan? ¿Organizan su discurso literario? ¿Cómo aportan al Proceso Histórico de la Literatura dentro de la crisis misma de los estudios de la Historiografía Literaria Salvadoreña?
Alfonso Velis Tobar
Carleton University, MA
El Salvador- Canadá.






-I-
         Esta es una lectura analítica de cómo los autores Jorge Vargas Méndez y J. A. Morasan. Organizan su recuento de la “Literatura Salvadoreña en el Periodo 1960 a los 2000”[1] editado el 2008. En todo caso, tiene que ver con la crisis misma en los estudios de la Historia del fenómeno literario salvadoreño, causas y factores de esa crisis. ¿Cómo plantearse hoy en día, el estudio de la historia de la literatura salvadoreña? ¿Cómo explicar cuáles son las relaciones de la historia con la literatura?  Los dedicados a los estudios de la historiografía literaria, debemos estar sabedores de las teorías del conocimiento de la literatura misma, como de otros instrumentos: la sociología materialista,  la semiología, el New Criticismo, el Formalismo Ruso, la llamada “Literatura Comparada”,  las orientaciones del pensamiento de George Lukács,  de Adolfo Sánchez Vásquez, de Lenin, de Mao, de Lucían Goldman, de Marx, Mariátegui y  otros teóricos modernos: Noam Chomsky, Jacobson, Roland Barthen, Terry Egleaton,  Ana Pizarro, Beatriz Gonzales Stephan, etc.  Cuestionan el factor de la sociedad, orientan sus trabajos filosófico históricos, teórico metodológicos y de crítica histórica sobre la historia de la literatura. Todo en torno a saber aplicar una estética materialista de la literatura y sus problemas.  Orientan el estudio de la literatura en sus  relaciones funcionales con los procesos económico-sociales o históricos sociales, dentro del marco interpretativo de la filosofía de la praxis. Y enseñan mucho a ver con más claridad las cosas. etc. Es decir si queremos ser historiadores de la literatura, cuando menos debemos saber manejar el “método generacional”, a partir del método dialectico mismo, cuestionar, interpretar la creación literaria de épocas, grupos, obras y autores en el tiempo. Con este análisis, tratamos sin presumir de maestros, de ordenar mejor nuestra literatura Salvadoreña en el proceso del tiempo. Como investigador, tuve que estudiar por años el problema y conocer otras experiencias en este campo. Entre las tareas a trazar, una primordial es primero,  cuestionar ¿Cuál es la actual situación de la crítica literaria en El Salvador y cómo ha funcionado hasta hoy? Claro estamos acostumbrados, amoldados, a esa crítica de algunas redes virtuales, revistas, páginas literarias en que la crítica oficial (desde el pasado mismo) ha emitido acerca de la literatura. Razonando, no puede haber historia sin crítica de fondo, de lo contrario, sería solo mera cronología (“esqueleto sin carne, solo hueso”, valga la metáfora), sin ningún fundamento científico de la ciencia literaria con la filosofía de la historia. Pues la crítica es instrumento de primera mano, por sus funciones mismas que le competen, la crítica ayuda a construir, interpretar, cómo diseñar mejor esa historia literaria. ¿Y nuestra crítica literaria cómo anda? (¿Sí, es, que alguna vez la hubo?) Aparte de algunos estudiosos en el país, los pocos críticos que se conocen, brillan más por su ausencia, al no percatarse, ni pillar todavía sobre esta crisis de la historia y de la crítica misma dentro del problema en general. Creo muy necesario plantearse primero antes que todo esa problemática. Nadie dice nada al respecto. Por lo menos, Ricardo Roque Valdovinos, el poeta Roberto Cea, parece que les interesa el problema historiográfico del país, opinan de vez en cuando, conozco sus aportes,  pero ahí se quedan, no proponen soluciones a esta problemática. Aquí en El Salvador, no hay crítica literaria, ni mucho menos se practica con frecuencia intelectual; y no es porque de vez en cuando, brote un oasis de agua cristalina, como sucede en el desierto ( E). Por tanto también debemos saber del proceso de la historia, de la política, de la producción literaria del medio en que nace y del desarrollo histórico de la sociedad, de la cultura misma a la cual pertenecemos por identidad misma.
         Entonces es un reto a la Cultura oficial y oficiosa del Estado, a los “investigadores salvadoreños”, a las academias universitarias, a los talleres, grupos literarios, que gustan de estos estudios, donde se necesita pasión, responsabilidad de trabajo para procesar el seguimiento histórico de la producción literaria nacional. No es un hecho fácil, creer, que es solo de soplar y hacer botellas. En todo caso, la elaboración sistemática, teórica, filosófica, crítica en los estudios de una nueva Historia Literaria en El Salvador, desde un principio ha tropezado con dificultades propias, insuperables hasta hoy. Se debe de plantear ese problema, qué hacer para superarlo. Primero, admitir, esa ausencia de método científico para tratar el proceso histórico de las letras. Y aunque algunos emitan de vez en cuando importantes juicios de valor, en la medida que contribuyan, a construir esa nueva historia literaria que tanto necesitamos. Segundo, se presenta otro problema, la falta de “Investigadores” ¿Dónde están? Me atrevo a decir, que no tenemos la dialéctica de los métodos científicos generales de la investigación. Ni mucho menos tenemos historiadores de la literatura salvadoreña. ¡Que me corrijan si estoy equivocado! ¡Y Parece que los investigadores están como ocultos en el medio!          
         Por ello alegra que surjan investigadores, a ejemplo los compañeros Jorge Vargas Méndez y J. A. Morasan. Enaltece su trabajo: “Literatura Salvadoreña 1960-2000”, editado en memoria de poetas y escritores (sin olvidar obreros, campesinos, profesionales, sacerdotes, maestros, niños, mujeres mártires  del periodo), muertos de una u otra manera,  algunos a la par de su labor literaria;  ahí está la obra de cada quien. Es bueno rescatar a la historia, a la cultura esa obra de los héroes que dieron la vida en lucha revolucionaria;  algunos que lograron sobrevivir ahí están para contarla; otros trágicamente cayeron, no vieron el final por el cual luchaban, caen en aras de ese ideal, antes de los Acuerdos de Paz en 1992(parece ser que no cuajaron), que ponían fin a una revolución sangrienta de doce años (1980-1992), desgastándose ya de valiosas vidas. Resultado 75 mil muertos, 10 mil desaparecidos y un millón de exilados. El pueblo también un tanto frustrado después del cese de fuego, inconforme, no obtuvo las mejoras sociales que pudo haberse conseguido. Pues todo sigue igual como dice la canción, lo único que unos más jodidos que otros, mientras otros vende patrias acaparando en medio de la crisis. Sobre todo manejados por el neoliberalismo, esa burguesía criolla, ultraconservadora, cómplice de los grandes problemas sociales de nuestra historia. Un pueblo siempre sometido por una derecha recalcitrante. Claro según la coyuntura, poder arrebatado democráticamente por el gobierno revolucionario FMLN en el 2009, que representa actualmente esa esperanza del buen vivir que queremos para los salvadoreños. Y a  la par de esa problemática social, andan los ideales, las utopías, la imaginación de la literatura, su praxis, su militancia por la justicia social, la democracia y la libertad. ¡Conscientes los creadores de la situación de lucha de clases que vivimos! ¡La poesía nos lleva a la revolución de ayer y seguir ahora concretizando programas sociales que ataquen los males que nos aquejan!
        En ese periodo de la literatura que plantean los compañeros, ocurren tantas cosas insólitas dentro de la lucha política en diferentes momentos. Surge la organización revolucionaria, las masas de trabajadores fueron convirtiéndose  en montañas de protesta, como ríos acrecentándose con los días, los años, vendría el estallido de los 80s,  ahí íbamos apoyando al pueblo contra la represión militar, desde 1970 a 1992. Claro problemática, que tiene antecedentes históricos, desde la insurrección popular de 1932, con la derrota del pueblo, se sufre la imposición de trece años con la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez,  pero depuesta en 1944 por las fuerzas democráticas y entre ellas algunos intelectuales antifascistas. Se impone un poder, que retranca las mejoras del pueblo. Poder que llena de pánico y de cólera, poder surgido que se fortalece, sobre la base de la explotación y del asesinato masivo del pueblo salvadoreño. Pues a partir de 1932 a periodos posteriores, el régimen militar mejora su maquinaria represiva. El imperialismo siempre entrometido violando nuestra soberanía. Vienen los golpes de estado, las fachadas democráticas, los gobiernos, imposición de coroneles y generales, fraudes electorales, la demagogia, las organizaciones paramilitares, los escuadrones de la muerte, víctima el pueblo,  sufriendo la problemática. Surgen los partidos de la social democracia, contra una administración fascista. Y en ese espíritu hay una literatura con sentido de participación liberadora, en búsqueda de nuestra identidad nacional, de nuestros valores auténticos. Un periodo beligerante entre 1980-90s. de sueños, canciones y tragedias con sentido épico de la historia nacional. A la par del dolor la esperanza; no solo por tener el cielo por asalto, sino por conquistar libertad, felicidad de un futuro luminoso, como soñaba el poeta Alfonso Hernández y otros que cayeron por ese ideal.
       ¡Lastima grande! Lamento que Jorge Vargas Méndez y J.A. Morasan, como investigadores no vieron la literatura salvadoreña con otra visión de mundo. No la palparon más sensible a imagen social de su contenido, no la cuestionan desde un marco sociológico más ordenado. Y explicarla no quiere decir que a los “ayotes” hay que llamarles “mangos”, la literatura es conocimiento, una forma de la conciencia social que refleje esa ficción de la realidad histórica, como decía Lenin,  la literatura  es como “espejo de su tiempo” (cuando habla de Tolstoi)[2], sin olvidar que somos parte de esa historia de la literatura hispanoamericana por relaciones históricas, lengua, etnia, cultura e identidad nacional.
       El trabajo de los compañeros, es “valioso”, especie de “manual monográfico” diría, brinda información del desarrollo de las letras en el periodo planteado. Lo mejor animar su trabajo, útil al historiador, al investigador, al estudiante, aporta a los registros historiográficos de la literatura. Todo se logra con disciplina, perseverancia.
        Ahora quisiera situarme con Uds. para examinar su enfoque, los problemas fundamentales que plantea su estudio en el seno expositivo de la literatura salvadoreña. Primero, todo investigador deberá conocer el proceso de la literatura; tener conciencia de la historia misma y visión socio- histórica de la política en su desarrollo. Manejo de un método de trabajo al procesar el material recopilado, uso de referencias, juicio crítico personal y apoyo de otros investigadores. Y lo más importante, tener por orden alfabético una bibliografía literaria de base. Los compañeros fallaron al no ofrecer esa Bibliografía con criterios de investigación sociológica de la literatura, clasificada por áreas, épocas históricas; por ejemplo, registrar las  antologías y toda clase de estudios por géneros del periodo.[3] Algunos datos los mencionan en sus notas. Aunque escasa su bibliografía electrónica, pudieron proporcionar una red importante, recurso de comunicación, que empequeñece el mundo, por la promoción e investigación de la historia literaria; aquella que aporte a la dinámica del proceso de cómo construirla a través de un método científico apropiado, que ayude a trazar el imaginario social de nuestra literatura en su proceso histórico.
            Pretendo con este análisis de lectura orientar en base a mis estudios académicos en este campo profesional de las letras que profeso.[4]  Lo digo con humildad por experiencia propia, a todos aquellos dedicados al estudio historiográfico de la literatura. Los compañeros hicieron buena labor, al registrar literatura, con abundantes notas, extendidas a unos y precaria para otros, ideas redactadas con estilo periodístico y democrático. Su manual presenta como telón de fondo algunos aspectos sociopolíticos en que surge esa literatura,  ubicándola por décadas desde los sesentas a los dos mil, pues ya hablan de grupos, autores y publicaciones en torno a revistas o páginas virtuales que surgen después de la  posguerra.[5]
        Creo que Uds. debieran volver sobre este problema y ser más explícitos, concretizar más, donde faltó cuestionamiento; deben saber exponer el pensamiento básico que los guía dentro del quehacer cultural. Esto es fundamental por los grupos, obras, que han surgido en el país. Cómo se explica esa visión de mundo de las promociones literarias de cada momento del periodo hasta llegar a la época de postguerra? una nueva coyuntura política, con otra secuela de problemas sociales que la misma guerra dejó después de 1992, viene la reconstrucción, la deportación de muchos jóvenes por los gringos que no miraban el futuro, surgen las maras acechando la muerte en una esquina, el crimen organizado, la mafia las drogas, el hambre, la miseria latente, la frustración social, el aparente desarrollo moderno, el falso progreso (demuestra solo el atraso en que vivimos), el consumismo desenfrenado, la desintegración social, el despotismo neoliberal, la dolarización impuesta, por causa de los vende-patrias, corruptos del sistema junto a sus gustos y bacanales. Entonces me hace pensar, que serán las Generaciones en avanzada, dentro del proceso social de la literatura misma, a quienes se presenta el compromiso de valorizar tanto la historia y la literatura dentro de un marco de justicia social, de respeto a los derechos humanos. Tenemos que darle una nueva importancia a la literatura en la educación, la mejor lectura para las jóvenes generaciones. Es reto para todo creador, a su imaginación, su genio, sus emociones mismas.  Las emociones también acompañan al proceso de conocimiento del mundo, de la realidad. Lenin lo decía: “sin emociones humanas nunca hubo, no hay ni puede haber búsqueda humana de la verdad” [6] debemos crear con espíritu de convivencia humana, igualitaria en beneficio para todos.
-II-
          De antemano exhorto, a Vargas  Méndez y J.A. Morasan, a que sigan la investigación con anhelo más en grande ¿No habría sido mejor para Uds. un estudio serio de la literatura salvadoreña de los últimos cincuenta años en el cual pudieron enmarcarla o trazar todo el proceso en el siglo XX? Bien o mal en su esquema los autores muestran honestas intenciones de rescatar la literatura, pues contribuye al desarrollo de la cultura. Ahora en cuanto a seguir preguntándonos, conforme al método aplicado. ¿Cómo organizan su discurso literario? ¿Cómo  plantean la literatura?  Eso es discutible, cuestionable. Y aquí lo enfocamos con ética, con fines constructivos de crítica a la  crítica de cómo tratar la filosofía de la literatura, es fundamental explicar su relación dialéctica con la historia y sus problemas. Pienso que aportan en contenido, pero con respeto ético digo a los compañeros, su trabajo carece de un “juicio crítico coherente de fondo” en relación al periodo que describen, carece de un análisis estético su trabajo; en el cual no aprovecharon la oportunidad de plantear esos problemas de la literatura. Siento que no generan movimiento a la literatura, no hay cuestionamiento concreto por parte de ustedes. Por ejemplo, no veo rompimientos, grandes momentos, estancamientos, florecimientos de la literatura salvadoreña, expuesta con más objetividad en su método que adoptan.
       En todo caso este análisis, pretende orientar ese seguimiento coherente, dialectico, sociológico de la literatura como reflejo mismo de los problemas nacionales dentro la historia. Falla que detecto, cómo guían su pensamiento. Primero. Parten del contexto político Latinoamericano, de lo “general” a lo “particular”, debió ser lo contrario. Partir directamente del aspecto histórico socio político “lo nacional” a lo internacional (la “parte” por el “todo”), como de hecho ya estamos inmersos en los problemas sociopolíticos del continente; de una u otra manera, por esa inercia de flujos y reflujos de la historia misma; por esa convivencia humana entre los pueblos (inmersos hasta con las “divisas económicas”) de los que creen haber encontrado su sueño americano, quienes, mandan sus “dól(a)(o)res”, que amortiguan a salvar en parte la perenne crisis económica del país. También de por medio histórico, existen las relaciones sociales de producción económica, políticas, culturales, comerciales, manejados con poder, por los grandes consorcios económicos transnacionales, para subsanar las necesidades materiales de subsistencia de todos los pueblos, sin importar ese sacrifico de explotación injusta de la fuerza de trabajo de los más pobres, originando dependencia, sometimiento, como lo demuestra la historia misma en NUESTRA AMERICA; soñamos una América libre del imperio, como la que aspiraba José Martí. Como decía Simón Bolívar, no nos dominarán por la fuerza sino por la ignorancia; como patriotas, tenían dignidad humana, espíritu anticolonialista. Si vivieran, estarían pronunciándose, como lo hacen los patriotas de hoy, batallando contra el neocolonialismo de una globalización neoliberal que el imperio impone, todo por sus intereses hegemónicos en el mundo. Claro luchar contra el interés de las transnacionales, pues el tiburón más grande se alimenta, queriéndose comer al más chiquito, al más débil, donde el poderoso encuentra recursos que explotar o saquear. Creo que todos los pueblos de Latinoamérica y el Caribe debemos construir una unidad en la diversidad para transformar nuestra sociedad en una más justa para todos luchando contra la rapiña,  el manejo, la opresión todo por la justicia social de los más pobres. Por tanto debemos reflejar la verdad de la historia de nuestros pueblos donde la imaginación literaria es capaz de aportar en ese camino también.
        Otro punto, cuando los compañeros organizan su pensamiento, no era necesario relatar en síntesis la historia política, de unos cuantos países de Latinoamérica, ejemplos de dictaduras, cuando somos todos los países latinoamericanos, que de una u otra manera padecemos los manejos, las agresiones o padecían el problema de las dictaduras, amparadas por el imperialismo, con la venia de las oligarquías nacionales. Al respecto los autores, en ese sentido debían tomar en cuenta en el análisis mismo, la visión sociopolítica en el análisis de la cultura, rubro literatura que se identifica con los intereses nacionales. Y la verdad como los compañeros bien lo saben, la literatura misma, no puede estar exenta, ni ignorar o ser indiferente a los problemas sociales dentro de la historia. Siguiendo como método, el pensamiento de Lenin sobre el arte y la literatura, aplicándolo a lo nuestro, pensar, casi toda la literatura salvadoreña del siglo XX y en el periodo más álgido 1960 al 2000. Siempre la literatura ha jugado un papel relevante, valiente en el proceso revolucionario, porque con la literatura y el arte se vino desarrollando una conciencia nacional de participación liberadora más profunda, en el espíritu de algunos creadores, incluso conscientes de su situación de clase, es decir de los intereses del pueblo mismo. Lenin, como otros teóricos, hizo una contribución inestimable a la teoría marxista del espíritu popular de la literatura  y el arte. “El arte pertenece al pueblo. Y debe tener sus raíces más profundas en la entraña misma de las vastas masas trabajadoras. Debe ser comprensible para esa masas y amado por ellas. Debe unir los sentimientos, el pensar y la voluntad de las masas y elevar a estas. Es imposible explicar la evolución del arte (la literatura) si se le considera aisladamente del desarrollo histórico de la sociedad (y por lo tanto de la vida del pueblo”)[7] Es decir, donde se refleje la atmosfera de ese acontecer nacional. A propósito también Roque Dalton en sus teorías decía que  si la literatura creada hasta hoy en El Salvador: “¿Es capaz de darnos una visión de conjunto de nuestro desarrollo social, de la lucha de clases que ha impulsado ese desarrollo?  ¿Parece ser que no? Pero si lo más importante de esa literatura se ha producido en los últimos cincuenta o sesenta años, es decir el lapso en que nuestro país ha llegado a ser un yermo semifeudal  y dominado por el imperialismo norteamericano, con una gran masa campesina desposeída por un lado,  una voraz oligarquía terrateniente por el otro y en el medio una incipiente y débil clase obrera, una pequeña burguesía enajenada y un germen de burguesía nacional sin perspectivas de desarrollo. Pero sospecho que la cuestión no es tan simple.  (….) Dilucidar en una forma definitiva el problema de la tradición cultural salvadoreña para incorporarla a nuestras obras con un nuevo sentido del desarrollo cultural”.[8]
        Y ¿por qué no contarla desde la imaginación misma de la literatura, como reflejo histórico de esa tradición nacional desde esa realidad salvadoreña que influyan con fuerza sobre la mente y el sentimiento?  No ignorar que estamos dentro de un proceso de cambio, en nuestra historia y El Salvador,  casi satélite que lo siento del imperialismo norteamericano, que nos quiere como robotizar o ya nos tiene dentro de su órbita globalizadora neoliberal, sometidos a una oligarquía, retrograda, de capital dependiente de monopolios extranjeros, con ambiciones sobre nosotros de poder social, político. No podemos negar de haber tenido de por medio todo el tiempo, ese manejo descarado, insoportable del imperialismo, amenaza nuestros destinos como pueblo.  Aquí en mi país en ese periodo de la literatura de los 60s a los 2000, siempre nos dimos cuenta, como los técnicos norteamericanos, se fueron introduciendo desde los ministerios, las corporaciones bancarias, instituciones semiautónomas, fusionados como asesores, promotores, administradores de empréstitos sociales, en programas de desarrollo, según dicen y hasta de asesorías militares, formando alianzas entre otros países para fortalecer su hegemonía y defensa en la región; asesoría técnica, practica, desde el pasado de cómo reprimir al pueblo por aire y por tierra saqueando y amoldando con artimañas nuestra economía; y fortalecer su plan de contrainsurgencia para hacerle la guerra al pueblo; llegaron los asesores gringos, algunos encontraron aquí hasta la muerte dentro de esa batalla campal, y es el poder de los “business”(negocios), implantados que ya tienen poder y han venido a formar un nuevo poder dentro de la nación, como dice el investigador académico Jorge Narváez, en una de sus tesis “verdadero “cordón umbilical” que ata a El Salvador a la férula de los monopolios yanquis.[9] En todo caso es imposible sofrenar a un pueblo como el nuestro, que intenta conquistar su libertad por estar sometido desde afuera y desde adentro. Todo  eso de fondo tenían los compañeros Vargas Méndez y J.A. Morasan, que cuestionar, juicio crítico, sociológico, dentro del desarrollo de la literatura. Pues lo hacen en seco. No supieron armonizar el trabajo teórico político, cultural, con lo estético literario,  incluso era necesario plantearse primero, dentro de la problemática misma, cuestionando la historiografía literaria existente, analizándola hasta en su crisis misma del proceso histórico del periodo planteado. Es urgente una discusión a fondo del problema.
       Entonces tener bien claro, es a partir de esta década de los sesentas y ante un momento de coyuntura, del heroico triunfo de la revolución cubana en 1959, quien es ejemplo para el mundo, y quien a través de la Revista CASA de las Américas y la historia misma,  tanto ha influenciado en nosotros con la literatura y hasta con la gesta del Che y Fidel, acción heroica que el imperialismo no veía con buenos ojos por esa década y no solo comienza a boicotear económicamente a la heroica revolución cubana con intentos de neutralizar su proceso revolucionario(que le costaría sangre si se atreve), tales como en Granada, Panamá etc., Pensar también esa  década del sesenta, el imperialismo comienza a jugar en Latinoamérica una política “contrainsurgente” con fines a neutralizar todo movimiento revolucionario gestándose hasta hoy a nivel continental. Se desarrollan programas como la AID (Agencia interamericana de desarrollo), anda de por medio hasta la CIA en generales, ministros y embajadores (miembros a sueldo), programas de aparente ayuda como la Alianza para el Progreso que funciona en América Latina y en 1961 se realiza también la Conferencia de Punta del Este, donde se establece la estrategia de dominación para el continente, en colaboración con las burguesías dependientes, si bien en El Salvador la estrategia económica imperialista fracasa, como en el resto de América Latina.[10] Es decir todos los recursos técnicos e intelectuales del imperialismo norteamericano son puestos al servicio de esa “contrainsurgencia”. Se piensa que la universidad norteamericana pasa a ocupar un papel importante preparando cuadros claves de intelectuales, profesionales, que cumplieran estas funciones de la política del imperio al exterior.[11]  Pues desde entonces aquí  en nuestro país, a partir de nuestros grandes problemas nacionales, ya se manifiesta hasta hoy un sentimiento antiimperialista, rebelde con el espíritu de Farabundo Martí a la cabeza, contra los amos del sistema, todo un pueblo en lucha, jugándose la vida, a través de una conciencia nacional de participación liberadora para buscar otro sistema más justo y más humano para todos.
          En fin deploro tantos vacios en su libro, donde debiera haber coherencia en su discurso literario. Examinando en detalles. Por ejemplo, cometen el error, de ni siquiera mencionar algunas influencias vanguardistas, “hablo de esa vanguardia” la nuestra, debieron cuestiona la propia, gestada hasta nuestros días, vemos el espíritu creador literario en El Salvador, con influencias nuevas, dentro de nuestra propia atmosfera de coyuntura histórica. Las promociones de ese periodo 1960-2000, digamos mejor, somos poetas, escritores de “Pos vanguardia”, en búsqueda a nuevos estilos y formas estéticas. Por ejemplo se pudo tematizar, la nueva narrativa salvadoreña, en la poesía, el teatro y sus grupos, su visión de mundo en boca de autores y personajes, como característica de esa búsqueda de nuestra expresión creadora. Esos son rompimientos en literatura en sus formas y contenidos que los compañeros no supieron ver con claridad, por experiencia o estudio. Creo que falló en su texto, cómo explicar, en forma más ordenada, más didáctica, los géneros literarios, su evolución histórica en el desarrollo de la cultura misma. Cada escritor necesita de un marco de ubicación generacional dentro de una tradición nacional que rescatar en sus auténticos valores culturales.   
          Siento que faltó en algunos casos ir a fondo en su investigación, porque para el 2008 en que publican su estudio, hay autores ahí registrados con escasa información; a ejemplo, mi generación de los 70s en adelante. Pienso, que pudieron diseñar un capítulo especial de Literatura y Revolución en El Salvador (1980-1992), cuáles autores aportan al proceso. Como debió hacerlo también Luis Gallegos Valdés en su “Panorama”, quien evade la discusión de la literatura, deja olvidos que desear con su obra, se queda apenas en el amanecer de su puesta al día hasta los 80s, según él. Quién, ya ante sus ojos en los 80s hay una generación literaria dentro de una problemática histórica. No se podía ser miope al proceso que se vivía. También los compañeros no tuvieron visión de la literatura desde una estética materialista (“estética extrema” según concepto como llama Miguel Huezo Mixco [12] ), tampoco los culpo, pero debieron enfatizar la llamada “literatura de testimonio”, de la que tanto se ha venido hablando hasta hoy. ¿Quiénes autores aportan desde esa estética? dentro de una “cultura de Resistencia” para decirlo así; literatura que se caracteriza en casi toda Centroamérica. En especifico, Nicaragua, Guatemala y El Salvador, focos de problemas sociopolíticos en la región dentro del periodo en cuestión. Y con más intensidad desde los cincuenta en Guatemala, la revolución de 1954. Siempre la CIA asesorando bajo agua a derrocar gobiernos progresistas, como el de Jacobo Arbens en Guatemala. Llegados a los 70s la lucha se intensifica, sigue la CIA derrocando gobiernos como el de Salvador Allende en Chile (1972), pueblos que desean emprender justos cambios y darle cabida a la democracia en Centroamérica, en Latinoamérica. En 1979, triunfa la Revolución con el espíritu de Sandino en Nicaragua, derrocando al tirano Anastasio Somoza. Gesta que estimula ese proceso de lucha en El Salvador, luego estallaría en los 80s la guerra revolucionaria, causas: el irrespeto a los derechos humanos, la desigualdad social, la lucha de clases, la injusticia social, contra un régimen de terror apoyado por el imperialismo para reprimir. Por eso el pueblo organizado,  bajo el estandarte de Farabundo Martí valientemente supo enfrentarse a un ejército nacional, tecnificado por el imperio. Tanto poesía y narrativa testimonial surgen en el periodo violento por experiencias vividas. Debieron plantearse ese “testimonio”, diría otro género que brota en Centroamérica, una literatura determinada por los mismos factores de violencia e injusticia en la región. A veces lo mencionan en las tantas notas de su recuento esquemático, con poco juicio crítico de su parte. Por eso con honestidad digo, a veces la lectura de su manual, me llevaba al tedio mismo. Otra observación, no puede olvidarse de aquí en adelante en nuestra literatura, un apartado, referente al teatro, poesía, novela,  historia, cuento y ensayo teológico de reflexión espiritual cristiana, me refiero a la llamada “Literatura Romeriana” que profesa de fondo la teología de la liberación. La imagen de Monseñor Romero, ente inspirador, símbolo de la crítica académica del teatro latinoamericano[13]. Poetas, artistas nacionales, internacionales inspirados en su vida y su obra. Como parte de esa epopeya o tragedia moderna Monseñor Romero es un icono de justicia poética dentro de la historia de ese periodo. Incluso no tenían que olvidar hasta sus Homilías y Cartas Pastorales, como saben, género característico llamémosle “literatura de Oratoria Sacra o Mística con criterio popular”, propia de nuestro marco histórico. Los compañeros, tenían que hacer un apartado del tema, incluso mencionar hasta los escritos teológicos del obispo luterano Medardo Ernesto Gómez (1945) y de otros como el pensamiento social de los jesuitas, Jon Sobrino, Rodolfo Cardenal, Ignacio Ellacuría etc. Pues nace del sector progresista de la iglesia ese tipo de literatura con pensamiento social cristiano y  justo compromiso en la lucha popular. Así como fijar su atención en los ricos veneros populares del folklore nuestro.
        En lo referente a la lucha social hay mención en sus notas a la ligera, los compañeros pudieron enfocar esa llamada “literatura de guerra.”  Pudieron hacer apartado especial, solo de los poetas y escritores mártires caídos en ese proceso de lucha revolucionaria, presentando muestras poéticas o narraciones de esa literatura que venimos hablando. Se cuentan experiencias, la lucha en el frente de guerra. Especie de literatura trunca, decapitada que nació y se entrega con sangre, que tiene sus causas dentro de una conciencia social. Digo que nuestra revolución es otra epopeya nacional propia de nosotros de la época moderna. Una literatura liberadora de espíritu épico muy testimonial en Centroamérica.  Aunque citan casos de la militancia de aquellos mártires en las notas en forma desordenada. También olvidan dentro del mismo contexto, aquella literatura que expresa sentimientos, denunciando las vivencias de tortura en las ergástulas cárceles de la dictadura, de quienes desde un yo cuentan los padecimientos que sufrieron por el régimen fascista, me refiero a los testimonios de: Nidia Díaz (“Nunca estuve sola”), de Ana Guadalupe Martínez (“Las Cárceles Clandestinas”), de Cayetano Carpio (“Secuestro y Capucha”), (“Miguel Mármol”, las “Historias prohibidas del Pulgarcito”) de Roque Dalton y de otros. Esa es literatura compañeros, se debió registrar refleja la historia. También debieron elaborar “Un Índice hipotético” mejor organizado en sus temas, creo que los compañeros, no pudieron de fondo interpretar la literatura con temas en relación al proceso histórico cual plantean.
         Faltó en su investigación, rescatar la llamada “literatura anónima”, que tiene sus orígenes históricos, su razón de ser como literatura prohibida, censurada por el régimen. Nace por las mismas contradicciones sociales, ideología, la represión, amenazas de muerte.  La psicosis, por la persecución política. Todo ese pánico  ante un régimen de terror que se vive. Literatura clandestina, anónima,  en todo caso el pueblo mismo es autor. En fin tenían que diseñar en su temática esas literaturas en mención.  En fin la obra demuestra lamentables vacios. Hacen referencia a lo académico pero no fueron suspicaces a mencionar. Me refiero a las “tesis o monografías literarias universitarias” (no citadas aquí por cuestiones de espacio[14]) en los estudios literarios del periodo tratado. Según mis investigaciones hay aportes desde los departamentos de letras de la Universidad “José Simeón Cañas” UCA, la  Universidad Nacional de El Salvador y por otras, como pude constatar en los programas de estudio con requisitos de graduación en el campo de las letras.  
        Otra cosa que les recomendaría  a los compañeros poner al día el avance de la literatura hasta el momento que se vive,  valorizada desde sus orígenes. No olviden que la creación tiene un proceso dialectico en el espacio y el tiempo. Porque espero que sigan su trabajo. Digo esto porque recuerdo haber leído en la Revista “Diálogos” (INHUDES) dos aportes del seguimiento de la literatura salvadoreña desde la Colonia del mismo compañero Vargas Méndez, si mal no recuerdo en mis lecturas del pasado, sería bueno emprenderlo de nuevo.  También los compañeros fallaron desde el punto de vista técnico, académico, sepan ese tipo de trabajo socio histórico debió ir precedido del llamado  “Índice Onomástico”, es justo porque hacen uso de muchas citas entre las notas, falta por orden alfabético, esa referencia a los comentarios críticos a los autores  citados en el texto y número de página. (Para Ejemplos: Melgar Brizuela, Luis. 274 / Argueta, Manlio. 295).  Insisto ese índice, como recurso didáctico hubiera facilitado el buen manejo del libro  cuando  se necesita dato importante. En nuevas ediciones tienen chance de enmendarlo. Es más pudieron agregar un “Índice de obras citadas”, desde sus títulos mismos por orden alfabético, para manejo de las pocas muestras literarias intercaladas, lo ideal hubiera sido una  antología más sistemática de poemas, fragmentos de autores o libros más significativos del periodo, como gozo en su lectura. También pudieron incluir una “Iconografía de autores, obras”, apropiadas, como sabe plásticamente visualizar sus trabajos “sociohistóricoliterarios” el compañero José Roberto Cea, ilustrando con rostros de escritores, poetas, recortes a facsímil de periódicos, revistas, portadas de obras,  poner ojo artístico de la imagen social de la realidad misma que circunda la mirada. Sobre todo por la facilidad visual electrónica de hoy. También quiero decirles  hay una “Fe de Errata” en la obra,  páginas 9 y 21, dice “Armado” Herrera, debe decir “Armando” Herrera, la única que he podido detectar sobre un compañero del que dan injustamente pocos datos.
        Pues olvidaron a Delfy Gochez Fernández, cayó en una pacifica marcha de estudiantes de la UCA hacia 1979, si mal no recuerdo, poeta de verso delicado, de lucha y esperanza. Olvidan a Mauricio Ceballos, a Pablo Díaz Zúñiga, poetas jóvenes que cayeron en la calle, prometían mucho. Olvidan a nuevos narradores como Víctor Hugo Mata Tobar, portador de cuentos y una novela “Los tres santos patronos”, a Antonio Velis portador de cuentos, escritos de reflexión social cristiana, a Roberto Ramírez, a Alfonso Montoya Ibarra, a Rodrigo Exequiel Montejo, narrador de testimonios históricos. Olvidan la labor de Reynaldo Echeverría, ahí está su crítica. Olvidan la poética de Octavio Martínez, a Camilo Balqui, el testimonio heroico del Capitán Francisco Mena Sandoval (“Del Ejercito Nacional al Ejercito Guerrillero”), a López Vigil, a Fred Van Deber,  al norteamericano Samuel Clemens (“Guazapa”), solidario médico veterano de la guerra del Vietnam. A María Cortina, a Francisco Metzi. Todos cuentan sus experiencias en el frente de guerra. Todo eso es literatura de guerra. Creo que ignoran a Metzi Súchit Mendoza López,  narradora y poeta, solo la nombran,  veo pocos datos de Roberto Lara Martínez. Por eso les digo que el libro carece de algunas valorizaciones individuales a la obra literaria. Olvidan cuestionar el “caso Roque Dalton”, su militancia, inmersa en el periodo desde 1960, problemática revolucionaria en 1975, icono de nuestra literatura, poeta de rompimientos estéticos en el desarrollo de la poesía nacional y latinoamericana.  ¿Dónde están las grandes líneas de renovación y revolución que se proponen algunos grupos o autores conocidos? Recordar la labor extraordinaria de Santiago Consalvi con el Museo y la Palabra, El grupo Maíces, la labor editorial de ASTAC. Olvidan al grupo teatral Sol del Rio treintidos, grupo revolucionario del movimiento de cultura popular (MCP). Labor universitaria que da inicio a un teatro de Vanguardia con los aportes de don Edmundo Barbero, escritor, actor viviente de la guerra civil española (1936-1939).
       De la literatura escrita desde el exterior como producto de la diáspora,  evidentemente faltó más información que ya existía para cuando publican su libro en 2008,  olvidan la labor de la Casa de la Cultura de El Salvador en San Francisco California. El proyecto cultural de Vancouver, labor cultural del Comité de Solidaridad con el Pueblo de El Salvador (COSPES) desde London, Canadá, coordinado por: Jorge Herrera y Alfonso Velis Tobar.  En 1989 se funda el Taller Literario “Alfonso Hernández” en London, en honor a un poeta nuestro caído en 1988, símbolo de la revolución, promovíamos siempre, como ahora, la literatura, la poesía salvadoreña; o estábamos colaborando de una u otra forma con la causa hacia los 80s, a los 90s (quizás formándonos con más cimientos intelectuales de la filosofía de la literatura), escribiendo poesía, promoviendo la cultura, haciendo campaña política, solidaria con la revolución en apoyo al pueblo salvadoreño en su guerra  justa por la liberación nacional. Ignoran a Julio Henríquez (murió en Hamilton, Canadá), a Paul Fortis de Carleton University and Toronto University, lingüista y narrador. A Juan Carlos Velis Paniagua, guionista, actor y autor de teatro de Windsor University, Canadá. Olvidan a Raúl  García, quien parodia con su relato “El Vomito” estimulado por la lectura “El Asco” de Horacio Castellanos Moya, punza la despersonalidad de la sociedad norteamericana a diferencia de la fabula El ASCO de Moya en que Edgardo Vega es absorbido por la sociedad Canadiense. Olvidan también a Jorge Kattan Zablah, a Mario Bencastro,  Martivon Galindo, los Ángeles, California, junto al escultor Dagoberto Reyes. A narradores como Federico Lucho Palacios, a Vladimir Monge y otros nuevos escritores desde Europa, México, Suiza.  Debió mencionarse esa labor de Carlos Ernesto García, desde Barcelona, España.        
         Por  tanto el libro demuestra un desbalance crítico, promocional no muy ordenado, de algunos autores que surgen en la década del setenta en adelante. En mi caso, ya veníamos publicando poesía, breves ensayos, en revistas y páginas literarias, Casas de la Cultura desde l975 con Horacio Castellanos Moya, Mario Noel Rodríguez, en el Papo Cosa Poética y en la Pagina Literaria de Diario El Mundo, “La Golondrina” a cargo del compañero Miguel Huezo Mixco, nos reuníamos en su casa hacia 1975. En 1976 habíamos fundado el Circulo Cultural  “Francisco Gavidia” en la Universidad Nacional, integrado por Adaly Cubias, Antonio Reyes, Ali Adolfo Castaneda (teatro), poetas Nelson Brizuela, (Carlos) Alfonso Velis Tobar, jefeado por José María Cuellar. El poeta David Hernández, nos presentó en el Suplemento “Salamandra” # 2. Diario El Mundo 6/11/76,  publicando poesía  y un fragmento de la novela inédita de José María Cuellar, extraviada en la editorial universitaria. Sí, es que no desapareció con las  tomas por esos años por parte del régimen represivo del Coronel Molina, tomándose a fuerza bruta con armas y tanques, los recintos universitarios. La lucha estudiantil o de masas nos fue alejando, cada quien por su lado pero unidos en el fondo de la justa lucha liberadora. Pero Vargas Méndez y Morasan en su planteado esquema me hacen aparecer hasta mediados de 1985, exacto al momento en que soy miembro activo de los Cinconegritos de Diario El Mundo, en un momento difícil. Entonces ahí hay desbalance histórico en ubicar las voces en el tiempo correcto. No profundizaron su investigación, yendo a consultar, páginas, revistas de la época, las que a veces citan, pecan de una falta de visión cultural, con las disculpas del caso; aunque cueste aceptarlo, pues eran fuentes al alcance de sus ojos. 
       Otra observación importante, error que detecto desde el principio de su lectura. No había por qué hacer separaciones en el recuento de autores y grupos en el periodo, al trazar sin querer líneas fronterizas o imaginarias, entre escritores de mayor edad que nos anteceden, con las posteriores promociones más jóvenes del periodo en curso; quienes se juntan, empalmando con los 70s. los 80s. La generación de la guerra y hasta con autores de postguerra (1992) como lo estamos viendo. Todavía  dentro del periodo hacia 1974 en adelante la dicha de tener vivos a poetas como: Hugo Lindo, Vicente Rosales y Rosales, Claudia Lars (19-1974), Geofroy Rivas, Salarrue, Serafín Quiteño, Ítalo López Vallecillos, Roberto Armijo, José María Méndez, Álvaro Menéndez Desleal, Lilian Serpas, Roque Dalton, Rafael Menjivar, Matilde Elena López, Melitón Barba, Ricardo Bográn, Jorge Campos, Ovidio Villafuerte, Luis Gallegos Valdés, Edmundo Barbero, Rafael Gochez Sosa, Lilian Jiménez, Hildebrando Juárez. Valorizando de todos ellos, aquella obra literaria más significativa, quienes desarrollan su obra a lo largo de esos 40 años, algunos morirían en ese periodo antes o después de los 2000, cada quien con su merito, pues son conocidos, despuntando algunos de ellos en el compromiso político. Con esa línea imaginaria que trazaron los compañeros, dejan como a escondidas la “balanza creadora”. Como si la mayoría de los escritores mayores que nos anteceden, ya hubieran claudicado, cuando están o estaban creando dentro del periodo indicado. Y a quienes de ellos los citan con frecuencia por su crítica que aportan en sus notas antológicas: Manlio Argueta, Roberto Cea, David Escobar Galindo, Alfonso Quijada Urias, etc. Toda esa forma de cómo organizaron la literatura del periodo, no permitió enfocar el desarrollo de un discurso coherente, critico generacional, acerca de la obra de aquellos autores “coetáneos” (por su edad), y “contemporáneos” que somos todos (por vivir en la misma época).  Como si los autores que nos anteceden desde 1950 en adelante ya no existieran en su labor creadora dentro del oleaje generacional del periodo hasta el momento que estoy escribiendo. Pues toda creación ante la historia tiene un proceso dialectico por tanto no había necesidad de hacer esas separaciones imaginarias, tenía que destacarse. Sucede a veces un escritor que no descolló en su juventud sorprende con una obra de madurez en sus posteriores años.
       En cuanto al poeta e investigador José Roberto Cea (uno de los que más trabajan en este campo), con todo respeto, estoy en desacuerdo, cuando dice que “Hay metodología en este libro que nos enseña”,  pienso hermano que es de lo que más adolecen los compañeros,  y no es culpa suya, lo valioso son los empeños, sus esfuerzos, sin menospreciar lo estudiosos que demuestran ser; y eso de que la obra “nos enseña”, no lo niego. Con franqueza, viviendo en el exterior (gracias al apoyo bibliográfico de Roberto Cea, Melgar Brizuela que a veces me dan), admito, como investigador experimentado, leía el libro de un solo tirón y luego dos lecturas más, ilustra, quiere decir que funciona en parte, pude de jóvenes escritores, debido a mis lejanías, conocidos por referencias desperdigadas en mis investigaciones, hoy tengo una mejor imagen de ellos después de su lectura.  
       Luego cuestionando el periodo expuesto.  Parece ser que ciertas vetas creadoras del periodo planteado, no cuajaron con su obra hasta la fecha, ahí están muertos unos, vivos otros, enfrentado o sometidos a ese oficio neoliberal, enclaustrados dentro del medio, pues el neoliberalismo ya los ha mediatizado, algunos frente a un momento de coyuntura, ya se ahogan y otros en sus paraíso terrenal se quedan. Luego según el parecer de Cea, “Denunciando el consumismo que ha neutralizado a muchos autores que empezaron muy rebeldones, y unos terminaron hasta los cachos, como asesores ministeriales de los peores gobernantes que hemos tenido”… Y otros que el sistema mismo se los agradecerá “se han hecho o son publicistas del sistema para crear más consumistas”[15], alienando, enajenando reflejando una realidad aparente, siguieron a su manera en el “compromiso con la literatura”, algunos solo del diente al labio,  sin militancia en aquel instante, más que solo en retorica. Porque concerniente a una postura de conducta moral, hay algunos autores que prometieron a nivel de grupo,  no cumplieron aquellas líneas renovadoras y de revolución que se propusieron. Pues que se juzguen aquellos así mismo, ante lo planteado en sus manifiestos literarios al momento en que surgen. A diferencia de otros que están o se llevaron su sueño hasta la tumba, fueron más consecuentes con su oficio. Y experimentaron algunos la persecución, el exilo, la cárcel, la tortura, dura clandestinidad, incluso algunos militaron en el Partido Comunista Salvadoreño, por esos años. Se cree que otros mencionados se los ha chupado el neoliberalismo, en cuanto que sus expresiones estéticas y conducta,  amoldados a lo que no tendrá trascendencia, siguen las “expresiones epidérmicas”, lo superficial en la poesía, “hay más promesas que realizaciones”, hay otros de merito que la salvan y se salvan por ser consecuentes con lo que se propusieron. Esos tienen trascendencia creadora, aunque no hayan hecho en grande su obra, pero muy significativos en esa conducta moral. Y otros el tiempo mismo se encarga de írselos comiendo, como nos pasa a muchos, pero si haces o surges con una obra de trascendencia tu memoria prevalece dentro de la historia. Para otros que el tiempo ya pasó, no trascendieron, ni con su  obra creadora hasta la fecha, lo dicen nuestros ojos; claro siempre debemos estar lucidos en esa “locura con método” como dice el hermano Alfonso Quijada Urias, que tanto merito ha dado a la poesía, dándonos cuenta de las cosas en relación a estos problemas de la literatura, que no solo es gozo de espíritu, sino una forma de la conciencia social, de conocimiento del mundo, para concientizarnos y concientizar esa realidad nacional ante la historia que enfrentamos. Y por cierto, tenemos una literatura de autores valiosos a rescatar. En todo caso, es tu obra misma, la que te identifica hasta en tu manera de ser,  te salve o te condene, a la par de esa conducta moral de la que venimos hablando, tu proceder consecuente con tu creatividad con lo que sabes decir. Sin dejarte como creador  absorber muchas veces del sistema, mejor que te incomode lo injusto de este mal estado de cosas; no cayendo en el conformismo, en el burocratismo, se necesita de mucho heroísmo de no ser tentados, entregando la conciencia a los que les interesa esa literatura egoísta en vanos intereses de la clase dominante, de no vender tu alma a los diablos consumistas del sistema economicista que padecemos, ni que te agarren de “puerquito” como dice con gracia Cantinflas,  ni te tomen como instrumento robotizado de sus quehaceres laborales. Cea irónicamente dice que muchos autores de este periodo  “se quedaron en la infancia de muchachos – viejos que todavía esperan su realización o madurez creadora.” Cea sabe ver de un vistazo ese periodo, algunos ya pasaron ese buen tiempo y no se ve claro su panorama, diluidos en su obra misma, estancados en una o sin posición, quizás soñando en el premio nacional de cultura, quizás ganarse la lotería o quisieran irse lejos muy lejos huyendo de las temporadas de este infierno que pasamos. Otros todavía están empollando su obra dentro del detritus de sus vivencias existenciales; enfrentando la sobrevivencia cotidiana, gozando del sistema o frustrados del mismo; satisfechos, pasándola acomodados al oportunismo que con destino forjado cayó en sus manos,  otros quizás tronándose los dedos, otros sobreviviendo con honestidad moral, a otros los ha caracterizado el burocratismo, quizás drenando algunas veces el sistema neoliberal, “cara” de hacerte el  “maje” el “loco” mejor dicho, conformes con Dios, con su estomago. Y por allá algunos becados para servicio laboral de los programas de desarrollo con intereses creados, otros apartaditos los tienen, ganando imagen neoliberal o mejor dicho de esta Neo globalización liberal ante los intereses mismos del imperio y del sistema injusto en que vivimos. De hecho pocos, algunos de ese periodo, son los que reflejan esa claridad, otros incapaces de dar luminosidad. Se quedaron en “Penumbra” (dice Cea), porque no han podido cuajar su obra. Se quedaron sin temas para crear. Otros hasta cambiaron su manera de pensar, frustrados de su lucha que con heroísmo emprendieron en el pasado contra un enemigo devorador con quienes hoy quizás gozan sus hipocresías. Pues estamos frente a otras coyunturas.  Esta anda por los aires en vísperas todavía o se quedaran ya en el paso del olvido, pues que se animen. Donde hay posibilidades creadoras, les digo no hay que decaer hasta el último suspiro la poesía, siempre la poesía, esencia misma de la creación, necesidad social indispensable del alma que hay que mantener.          
       Se dice que los creadores debemos ser conciencia crítica, coadyuvar al cambio social, esperanzadores a una vida plena del hombre integral. Por otro lado entra, el no dejarse llevar en nuestra labor, solamente por los certámenes literarios, que caracteriza a la mayoría de autores del periodo. No es justificación, en parte hay razón, surgen obras de valor, se consiguen medios económicos, de publicación, y no es que sea malo, ¡vaya está bien!, pero pensar conscientes, que ellos, no son el “non plus ultra” de la literatura, ni “el barómetro de los intelectuales”, la literatura es calidad y no cantidad, como lo saben decir muy bien Roberto Cea, Manlio Argueta, roque Dalton,  entre los más grandes poetas y novelistas contemporáneos, con merito en galardones internacionales (hay premios de Casa de las Américas). Lo cuestiona Manlio Argueta,  en un artículo a los escritores jóvenes de 1970 en adelante, los invita hacer suyas abiertas para la discusión de  las páginas de la famosa Pájara Pinta (1972, #66) El libro debió resaltar esa “época de oro” de la Pájara Pinta que supo promover la literatura nacional. Sin quedarnos dormidos en los laureles, porque también los he ganado. Claro, no lo niego, los concursos estimulan la facultad creadora, como búsqueda editorial en ese sentido. 
       No queda más que reconocer a Vargas Méndez y Morasan por su aporte porque después de Juan Felipe Toruño con su: “Desarrollo de la Literatura Salvadoreña”, publicado en 1957. Los aportes de Luis Gallegos Valdés con “Panorama de la Literatura Salvadoreña” en 1962. Y de María de Membreño con “Literatura de El Salvador” (1958). Y otro antecedente, las síntesis literarias en distintos idiomas rescatadas en mis investigaciones[16], a todos bien o mal agradecer sus esfuerzos. Desde que el poeta y periodista Román Mayorga Rivas, en 1882 publica la primera Síntesis que llama “Literatura del Salvador”,  para una revista de Buenos Aires. De Juan Ramón Uriarte en 1939, publica en “Páginas Escogidas” su “Síntesis Histórica de la Literatura Salvadoreña”, discutibles sus enfoques.  Entonces es significativo, a casi  60 años se conozca este libro de Jorge Vargas Méndez y J. A. Morasan (sin olvidar los aportes de José Roberto Cea en la evolución histórica del teatro, la pintura). Entonces el recuento de los compañeros, vino aliviar un poco la crisis de la que hemos hablado. Pero los autores investigaron más que Gallegos Valdés la literatura de los 80s, aportan (incluso más que ciertos trabajos que circulan: “Diccionario de Autores Nacionales”, de Carlos Cañas Dinarte. “Cien Escritores salvadoreños” de Roxana Beatriz López y Mujeres en la literatura salvadoreña” del grupo de autoras Refugio Duarte y et al). Afirmo, tanto a Gallegos Valdés, como Vargas Méndez y J.A. Morasan, (los mencionados), falta en sus trabajos un  análisis crítico de valoración estética de la literatura en su desarrollo histórico. 
      Siento que los autores para salir del paso se valieron a la rápida, únicamente de las notas literarias que encontraban a su paso como si buscaran como rellenar vacios que debieron cuestionar, de ahí algunos nombrados a medias o ignorados otros, por eso digo que no hay un buen balance en apariciones en cuanto a forma y contenido. Este libro da información más propicia para los Diccionarios. Aunque ambicioso en su contenido. Ese desgaste técnico cae en el método que aplicaron. Muestran la literatura salvadoreña como en “Rayos X”. “Refractada”, en “transparencia” (sin ánimo de ser duro ni trivial la comparación); en todo caso soy el único responsable, no me retracto de lo dicho y diga de aquí en adelante, aunque para otros no tenga razón. Pues siendo honesto conmigo mismo seré honesto con los demás. Y no quiero que los compañeros, vayan a interpretar mal mi punto de vista crítico que les formulo con respeto, pues doy sentido de crítica a la crítica con ética al cuestionar cómo elaboran su obra, cómo la organizan. Está bien que como estimulo citen a muchos. Pero soy de los que piensan que debemos rescatar la obra literaria más representativa del país, tanto a nivel nacional como internacional. Además conscientes de ir descolonizando la conciencia en la medida que se debe de ir descolonizando también la sociedad. Pues la nuestra ya lo bastante manipulada por la fuerza imperial neo colonizadora, muy evidente ante nuestro ojos, pues siempre hago hincapié dentro del problema mismo que cuestiono.
        Yo creo que los autores, como previo estudio a su obra debieron plantear, primero, la “Crisis de la Historia Literaria Salvadoreña y sus causas, ante la crisis misma de la crítica a los estudios del fenómeno literario, aprovecho el espacio para dar ese grito de alerta. En todo caso tenemos una tesis al respecto y el primero que lo planteo como problema antes de pensar en el quehacer de una nueva historia literaria bien elaborada. Roberto Cea en sus “Palabras preliminares”, debió plantearlo por lógica, ¿qué paso? Lo hace en tácito. Muy escueto su cuestionamiento, pero hay mucho de cierto en sus “palabras”, su crítica punzante, sarcástica.  Cea tira parejo, allá cada quien agarre lo suyo. Tanto Presentador y autores debieron hacer alusión a ese estancamiento de la historia literaria y a qué factores obedece la crisis, en parte debido al subdesarrollo mismo de la cultura. Para que después resulte un proyecto del seguimiento histórico de la literatura. En resumen vemos que hay entusiasmo en estos estudios pero hay dolencias y vacios que llenar. Su discurso está ausente de crítica, no hay un balance entre el contenido individual o colectivo del proceso histórico de la literatura en El Salvador dentro del periodo. En cuanto a las entrevistas está bien incluirlas como “apéndice” de la obra. (Muy dolorosa la de Lilian Coto Vda. de Cuellar, esposa de José María Cuellar, da testimonio de su esposo y de sus hijos (Claudia y José, “Chepito le decía yo) que cayeron en su militancia dejándola en soledad como madre). Se pudo ser estratégicos de escoger más entrevistados para detectar mejor visión de mundo. Pudieron incluir otras entrevistas del pasado que conozco o de otros jóvenes, publicados en páginas y revistas literarias de la  época, hubieran dado más visión a través de preguntas formuladas para encontrar respuestas no comunes ni muy subjetivas. Aunque las entrevistas no caben en este tipo de estudios. El trabajo incluido de Joaquín Meza al periodo de los 80, muy interesante pero descriptivo. Es decir, no solo se trata de hacer una cronología de autores y obras, sin antes lo ampare un juicio crítico, sociológico de la literatura como velo de fondo cuestionando el proceso. En fin justificamos esos errores involuntarios.  Son honestos los compañeros, aceptando esos olvidos que deben ser corregidos en otras ediciones con el fin de hacer cada vez mejor las cosas. En todo caso, es problema de método el de los compañeros, vibra su buena intención, dar conocer el acontecer literario de un periodo en que ocurren dolorosos acontecimientos históricos que sorprenden, a la luz de tu compromiso, tu militancia, tu conducta moral (como la planteaba el poeta “Otto René Castillo (1936-1967), tu imaginación, la fantasía misma, lo mágico de la realidad, lo fantástico, la fabula, el testimonio, vienen  manifestándose con ese coro de poetas, dramaturgos, novelistas, cuentistas, ensayistas salvadoreños y extranjeros, que escriben de la problemática histórica, algunos descarnando con valentía una literatura como reflejo mismo de nuestra realidad nacional salvadoreña. En ese sentido esa es la historia literaria que necesitamos. De manera que los felicito compañeros, sigan investigando, indagados del método científico dentro del desarrollo de la sociedad, dando  movimiento a nuestra literatura en su proceso histórico, entonces verán con mejor óptica social su ordenamiento, a  raíz del dolor de este sacrificado pueblo que se niega a morir./AVT/02/14
Bibliografía consultada
Cea, José Roberto.  Palabras preliminares a Literatura salvadoreña del periodo de 1960-2000. Jorge Vargas Méndez y  
           J.A. Morasan, Venado del Bosque, San Salvador, 2008.
Dalton, Roque, “Poesía y Militancia en América Latina”  Pág.  12- 20. Casa de las Américas, año III Nro. 20-21, Sept.-  
           Diciembre, 1963, La Habana, Cuba.
Huezo Mixco, Miguel. “La casa en llamas” (La cultura salvadoreña en el siglo XX) Arcoíris, 1996.
Lenin. “La literatura y el arte”, Editorial Progreso, Moscú, URSS, 1979
Narváez, Jorge. “Roque Dalton: La Escritura Testimonio. Printed 1993.New York University.Ph.D 
Velis Tobar, Alfonso. Contribución al problema de la crisis de la historiografía literaria salvadoreña en     
         Centroamérica.  Planteamiento del Problema y tareas qué hacer. (Inédito, 2013)

Alfonso Velis Tobar. Coordinador del Taller Literario Salvadoreño “Alfonso Hernández”, símbolo de la revolución salvadoreña. London. Canadá-El Salvador. Centroamérica.




[1] - A lo referido, véase  de Jorge Vargas Méndez-  y J. A. Morasan. “Literatura Salvadoreña 1960-2000”. Ediciones Venado del Bosque. Imprenta Criterio, San Salvador, Centroamérica, 2008.

[2] - Véase de Lenin “La literatura y el Arte”. Editorial Progreso. Moscú. Printed URSS, 1979. Pág. 7.
[3] - Véase de Alfonso Velis Tobar Bibliografía General de las Fuentes Historiográficas de la Literatura Salvadoreña desde siglo XV  hasta la primera década del siglo XXI”. Criterios Bibliográficos. Clasificada por géneros, áreas, temas  y épocas culturales. (Inédito, 2013)
[4] - Véase de Alfonso Velis Tobar: “Contribución al problema de la historiografía literaria salvadoreña en Centroamérica. Planteamiento del problema. Análisis de la situación. Tareas qué hacer”. Proyecto de investigación para los estudios de una nueva “Antología General e Historia Critica de la Literatura Salvadoreña”(inédito, 2013)
[5] - A ejemplo, la gran labor del periódico Colatino, con la publicación más importante, ahora el Suplemento Cultural Tres mil que coordina el poeta Mauricio Vallejo Márquez, su labor con la Fragua, y otros de sus entusiastas colaboradores y la labor de André Cruchaga, su Arte poética, El Torogos en su laberinto, ambos con esa red de embajadores en la diáspora de Canadá, Norteamérica y Europa promoviendo nuestra cultura por medios electrónicos.
[6] - Véase de  Lenin. Reseña. Obras Completas. t. 25. Pág. 112.
[7] -  Lenin. Ob. Cit. Pág. 12.
[8] Roque Dalton,” Poesía y Militancia en América Latina”  Pág.  12- 20. Casa de las Américas, año III Nro. 20-21, Sept.- Diciembre, 1963, La Habana. Pág. 14.
[9] -Véase de Jorge E. Narváez. “Roque Dalton. La Escritura Testimonio”. Printed 1993. New York University. Ph.D. 1982. Pág. 42-43.
[10] -Ibídem. Pág. 80.
[11] - Ibídem Pág. 79.
[12] - Véase de Huezo Mixco, Miguel. “La casa en llamas” (La cultura salvadoreña en el siglo XX) Arcoíris, El Salvador, 1996, Pág. 50.

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[13] - Existen según  investigaciones los dramas: “El Martirio del Pastor” (Costa Rica, Editorial Educa, .1983), del costarricense Samuel Rovinski.  Citamos algunos ensayos con sentido crítico y estético de la obra, desde  lo ideológico que denotan, unos a favor de la acción del prelado como: El ensayo de Daniel Gallegos: “El martirio del pastor: teatro documento de un asesinado” (Diario “La Nación”/18/Octubre/1987) Se destaca la crítica de Víctor Valembois en “Hito trascendental” (Revista Dominical “La Republica”. /8/Noviembre/1987) “El Martirio del pastor: El  proceso espectacular y su proceso de producción”. “La Dramatización de lo inmediato” del profesor académico Mario Rojas. Phd Catholic University, Washington. EEUU.  Alfonso Velis Tobar MA. de Carleton University, Ottawa, Canadá, escribe: “El Martirio del Pastor “del costarricense Samuel Robinski. “Una Lectura analítica. La visión histórica testimonial del drama sobre la vida y la muerte de Monseñor Romero en Relación al conflicto salvadoreño” (inédito). Y existe otra crítica venenosa de sus detractores como: La crítica de Andrés Sáenz, su ironía se inicia desde el titulo mismo “El Fastidio del espectador”, negativa respuesta. Piensa y tilda el espectáculo, como un “panfleto seudomarxista”. Saen es punzantemente  toma una posición reaccionaria, a la temática épica del pastor y a los otros críticos que parten de una visión  realista inmersa en una problemática histórica del país. Otro drama: “La ofrenda de Escarlata” del Francés Jean Pierre Nortel, estrenada en Europa, causando mucha conmoción como tragedia moderna. Aquí hay un Monseñor con dimensión más humana en su mensaje pastoral y cristiano. Tengo en mi archivo un manuscrito, que pulsa nerviosamente correcciones a mano del dramaturgo y critico salvadoreño Pepe Rodríguez Ruiz, quien me la obsequiara se titula: “Muerte en la consagración o la consagración de la muerte” (Pieza dramática en cuatro retablos,  inédita). El venezolano Juan Carlos Gene, escribió “Golpes a mi puerta” y el alemán Gehard Fries, escribió “Oscar Romero”, lamento no conocerlos todavía.  El dramaturgo Miguel Ángel Chinchilla quien escribió  “Romero crucis” en una de sus notas habla de otro drama desconocido para mí:Y Romero un sendero de justicia” de la Fundación Huellas, la desconozco. Así hay poemas, novelas, cuentos, esculturas, pinturas, cinematografía, videografía, cancioneros popular religiosos en relación a nuestro valiente pastor a veces tomado en cuenta como personaje en las narraciones.
[14] -Para conocer tesis o monografías académicas a los estudios de la literatura salvadoreña, requisitos de graduación universitaria. Consúltese, de Alfonso Velis Tobar “Revisión del estado actual en que se encuentra la historiografía literaria salvadoreña. ¿Quiénes sus propulsores? ¿Qué han hecho al respecto? ¿Antecedentes históricos?  De los supuestos conjuntos de la literatura en existencia. llámense panoramas, desarrollos, simplemente literatura salvadoreña. Método y formas de cómo distribuyen su discurso histórico literario. Cronología de reseñas literarias de la literatura salvadoreña (Inédito, 2013)
[15] - Véase  de José Roberto Cea,  “Palabras Preliminares” Literatura Salvadoreña  Periodo 1960-2000. De Jorge Vargas Méndez y J.A. Morasan, Venado del Bosque, 2008. Pág. 13-15.
[16] - Véase de Alfonso Velis Tobar. “Recuento de las Reseñas literarias”. Revisión del estado actual de la historiografía literaria salvadoreña.(inédito, 2014)