Balcón del vértigo, DPI, El Salvador, 2014
ARTÍCULO
BALCÓN DEL VÉRTIGO: LA CLARIDAD EN LA PALABRA DE
ANDRÉ CRUCHAGA
publicado por: Tres Mil
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Jorge Arturo, escritor costarricense plasmó hace algunos
años: “La poesía es un espejo que muerde”, verso alojado en mi pecho como un
haz guiándome por senderos difuminados, canto sirviéndome de luz dentro de una
barcaza en medio del océano.
“…en cada letra
que escribo las consonantes se desangran, /igual que los ríos cuando los
muerden los peces”, escribe André Cruchaga (Nueva Concepción, Chalatenango,
1957) para entrar en calistenia, sondear el piso donde trajinará e irnos
inyectando de versos la vida, o por qué no decirlo: de ese espacio que le ha
sido dado y como al maná lo reparte en las símiles.
Filosofando
sobre los versos de André Cruchaga, cree un espacio, la atmósfera se me fue
dando a medida me adentraba en los poemas de este poeta cuya palabra da visos
de quedarse entre nosotros, pero a la vez ser universal, por eso no me
sorprende cuando me habla de Aristóteles, Descartes o Megan Fox.
Nuestro entrañable amigo no requiere presentación, bastará con decir que ha sido jurado en certámenes a nivel internacional, entre ellos XVI Bienal literaria José Antonio Sucre (Venezuela 2007); Primer concurso de relatos breves El portal voz (Madrid, España).
Nuestro entrañable amigo no requiere presentación, bastará con decir que ha sido jurado en certámenes a nivel internacional, entre ellos XVI Bienal literaria José Antonio Sucre (Venezuela 2007); Primer concurso de relatos breves El portal voz (Madrid, España).
Su labor
literaria sigue y en la actualidad posee más de una docena de títulos
publicados, es el eje motor de una página de poesía en la web denominado Arte
Poética, además de haber sido traducido al rumano, catalán y otros países que
escapan a mi memoria.
Balcón del
vértigo (Dirección de Publicaciones e Impresos, mayo 2014) es un libro que
destila vida, luz, sombra, sueños y esperanza por un amanecer equitativo, el
poeta pestañea, sube a su barca para viajar desde su Barataria querido hasta
los confines del espacio sideral.
Agregaré que el
poeta André Cruchaga no permite embustes, por eso se desangra en cada verso y
hace de la vida el Leit Motiv hasta acicalarse en imágenes literarias
impregnadas de frases añejadas en su subconsciente:
“Nunca he aprendido la claridad de los tejados mojados/ por la lluvia; no sé si el moho trabaja junto a la noche/ o si, recorrido el sol, queda un poco de luz en mis pupilas”…
“Nunca he aprendido la claridad de los tejados mojados/ por la lluvia; no sé si el moho trabaja junto a la noche/ o si, recorrido el sol, queda un poco de luz en mis pupilas”…
Cuando se
comenta un libro, se aprende a leer entre líneas las símiles, y en este arco
iris de versos el poeta André Cruchaga se desnuda ante la palabra cuyas
imágenes literarias no tienen límites.
El trabajo de
un poeta no es dejarse sobornar por la desidia, sino acicalarse día a día,
romper los esquemas preestablecidos, hurgar en las diferentes ramas del arte;
Filosofía, Química, Aritmética y escudriñar en ellas las razones del ser, por
eso el vate perdura, porque sabe descubrir en medio de la niebla el
caleidoscopio literario.
Ulises Masis,
autor del libro Amo mi soledad, escribió en 1990 que “El poeta es la plomada de
su tiempo”, y vaya que no se equivocó, pues en eso estriba la labor de un
escritor que ha trajinado en estas ligas, que ha quemado velas, pero además ha
comprendido que no debe dejarse guiar por el instinto, pues los laureles
llegarán con el tiempo.
André Cruchaga
ha vivido las auras del despotismo extremo en esta pequeña aldea, pues sintió
la desidia de los años empotrados en las manos del verdugo, por ello testimonia
con sus versos el luto guardado en su alma y no puede callar, sorprendiéndonos
con los siguientes versos:
“En las manos tengo todavía los días de la tortura. / La
humedad bestial en la cama de la fatiga, / y la pena como un desastre en los
jardines./ La miseria es una letanía funeraria agazapada en folios y manuales”…
Desde mi óptica,
André Cruchaga tiene muchas velas recorridas, horas insepultas anegadas como
huevos de codornices en el atril de la palabra, por eso es que leer a este
poeta chalateco es hacer un alto en nuestro trajinar diario para- como en un
desierto- tomar agua de la madre pura llamada poesía.
En El Balcón del vértigo el poeta ha subido a los andamios de la vida, eso permite que en su lectura –metafóricamente hablando- encontremos versos amalgamados entre sí, que son faros de luz en medio de un océano, versos donde cave el amor y de una forma sutil nos cante:
En El Balcón del vértigo el poeta ha subido a los andamios de la vida, eso permite que en su lectura –metafóricamente hablando- encontremos versos amalgamados entre sí, que son faros de luz en medio de un océano, versos donde cave el amor y de una forma sutil nos cante:
“Te lo he dicho
tantas veces cuando jugamos a los dados/ de tus poros, cuando los ojos del
hambre espían en tus ingles,/ cuando el zacate de paja se quema en nuestras
pelvis./ En el tapiz de nuestra piel han caído inviernos inverosímiles/ las
escaleras del aliento nos han puesto a prueba de todo”…
Cuando el poeta
toca el tema erótico, no hace más que apuntalar la coraza con que se ha
vestido, por eso recrea la imagen con guirnaldas y en sus versos deja un sabor
en la retina, escritos hechos sin pudor ni temor a la beatería.
Pero no hablamos de un erotismo burdo cayendo en la pornografía, hablamos de un erotismo que gusta y regusta, porque leer este tipo de poesía es como manantial “In crescendo”:
Pero no hablamos de un erotismo burdo cayendo en la pornografía, hablamos de un erotismo que gusta y regusta, porque leer este tipo de poesía es como manantial “In crescendo”:
“Desde el
interior de tu pubis, la luz compensa toda la oscuridad/ que su materia golpea
con braceo de peces”…
Con las líneas
anteriores me siento más que compensado al tener en mis manos Balcón del
vértigo, e invito a los lectores a darse un “tours” por los océanos que habitan
en Barataria, que el poeta André Cruchaga recién ha abierto el garaje de sus
sueños para seguir cantándole a la vida.
Luis Antonio Chávez
Ciudad de los quemados
Junio 25 de 2014