LA
POESÍA COMO ARTILUGIO LÚDICO, METAMORFOSIS POÉTICA DEL JUEGO EN «JUGANDO CON
ASTURIAS»
DE
LA POETA CLAUDIA HÉRODIER
No es
casual que Claudia Hérodier, destacada figura de nuestras letras nos sorprenda
en esta ocasión con un libro: «JUGANDO CON ASTURIAS» y no es difícil entender
su actitud: saltan a mis ojos dos escrituras, la de Claudia y la de Asturias,
hermanadas ciertamente por lo lúdico y que deviene de las vanguardias, en este
caso del dadaísmo y surrealismo, sustentos de nuestra poeta y Asturias. Llama
la atención, además, el que sea a través del soneto y no del verso libre que
suele ser más dócil para este juego de artilugios verbales. El adjetivo lúdico aplicado
a manifestaciones de orden estético o intelectual fue introducido por Johan
Huizinga en el prólogo a su Homo ludens, obra en la que el historiador holandés analiza el papel que
desempeñó el juego en la historia de la humanidad, en especial en lo que
respecta a lo literario. Huizinga parte de la premisa de que el juego es
anterior a la cultura y arriba a la conclusión de que las características
esenciales del juego no le deben nada a ese complejo constructo que llamamos «civilización». (Johan
Huizinga o de la literatura como juego de Flavio Crescenzi)
Para el escritor Flavio Crescenzi, Huizinga estudia deliberadamente la
lírica como pura función lúdica, función que sólo disminuye cuando pierde
contacto con lo musical y se acerca a lo intelectual o reflexivo. La poesía
épica, cuando deja de ser recitado público para convertirse en lectura, también
rompe su conexión con la esfera lúdica. Sólo la poesía dramática conserva
siempre su relación con el juego; el léxico técnico que le atañe así lo indica.
En latín, el concepto griego de drama equivale a ludi (-orum), o sea, “juego”,
es decir, el drama es «jugado». Paralelamente, los ludi eran en Roma
espectáculos ofrecidos al pueblo para diversión u honra de las divinidades.
Ludia (-ae) era la bailarina o actriz cómica que “jugaba” con el público.
Ludius (-ii), el actor que hacía lo propio. La misma actitud espiritual del
público frente al espectáculo, el «vivir» la ficción, era también parte del
juego, tal como lo eran los disfraces, las máscaras y demás caracterizaciones.
En el caso de Claudia Hérodier esta situación no le es ajena, pues ella viene
de los influjos del teatro por la vía paterna, D. Edmundo Barbero, (actor y
director de teatro), español y a quien vi poner en escena obras de Albert
Camus. Su capacidad histriónica pervive en toda su obra, instantes diversos de
su discurso poético; ha sido capaz de expresar su experiencia emotiva sobre
situaciones dramáticas e históricas. Al igual que Asturias, Claudia Hérodier,
de posición rebelde, nos transmite en estos diecinueve sonetos una enorme
sensibilidad y la condición de vida de este pueblo, la lucha por sobrevivir y
una alegría trágica en nuestro trópico. Como el escritor guatemalteco, Claudia
Hérodier, escribe dichos sonetos con singular dramatismo y una plástica que a
ambos le son comunes.
Esta filiación con la escritura de
Asturias, no se suscribe, en mi opinión, con esta obra: «JUGANDO CON ASTURIAS», sino con libros como: «ESTE
ES MI GRITO», en donde encontramos bloques de poemas: «EN MEDIO DE LOS CAMPOS
DE CADÁVERES», «LABRADOR-ALFARERO» que marcan a su vez una cercanía con la
poética de Walt Whitman. Una de las mayores cualidades de la obra de Claudia
Hérodier es el lenguaje; sus representaciones adquieren por ella especial valor
plástico, ese natural barroquismo que tanto llama la atención en las novelas de
Asturias es más que evidente, pero que, Claudia Hérodier lo hace suyo para
jugar en su propia cancha con la poesía, a manera de hermanar ambas literaturas:
«Ayer y el hoy, fugaces noche y día. / Exequias son. Cambiante mapa humano. / Leños
candentes. ¡Mundo soberano! / ¡A volver con remos y con velas, fantasía!»
«La poesía, al mismo tiempo, es juego
sagrado y juego festivo.» Según Huizinga, «en su función primitiva de factor de
cultura arcaica, la poesía nace en el juego y como juego. Es un juego sagrado,
pero dentro de su santidad permanece siempre, sin embargo, en el límite con el
esparcimiento, la broma y diversión». (Johann Christoph Friedrich von Schiller.
Poesía ingenua y poesía sentimental, Buenos Aires, Editorial Nova, 1965.) La
peculiaridad lingüística en este punto resulta sustancial, así lo advierte Giuseppe
Bellini, cuando dice en su trabajo: «LA NARRATIVA DE MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS
ENTRE MAGIA Y DENUNCIA», cito: «Alejo Carpentier subrayó esta característica,
que brota de la necesidad de "nombrar las cosas”. En el mundo en el que el
novelista vive todo queda por nombrar, y lo de nombrar las cosas significa
tomar conciencia de ellas, y al mismo tiempo crearlas, darse cuenta por fin de
las peculiaridades de su propio mundo.» Claudia Hérodier muy acertadamente hace
honor a este señalamiento: «Mas como es timonel entre los ojos, / va bogando
hacia nuevos desafíos / con sus velas bravías. Misteriosas.»
Cualquier actividad poética, cualquier
técnica literaria, coincide con las características del juego. La cantidad
silábica, el ritmo y la rima en el verso; la sintaxis; el sentido figurado; los
sentimientos de realce y rigidez, de regocijo y distensión, generalmente,
pertenecen a la esfera lúdica. Las reflexiones que de su propio proceso
creativo han hecho poetas y escritores así nos lo demuestran. (Flavio Crescenzi)
Y así lo demuestra Claudia Hérodier en este poemario: la presencia de su mundo,
del mundo, del país nuestro se hace viva, no sólo en cuanto significan los
rasgos característicos de la naturaleza salvadoreña y guatemalteca, sino por
los problemas humanos que lo caracterizan y que en la poesía de Claudia
Hérodier como en la narrativa de Asturias se manifiestan a través del lenguaje,
ese lenguaje onomatopéyico y a menudo picaresco.
Claudia Hérodier es una poeta incisiva y
vigorosa en su poética: «Combatir por las cosas es costumbre, / ¿mas quién por
uno mismo que combata, / logrando el amo fiel, fiel mansedumbre?» Y, aunque no
se crea, hay, también, esa atmósfera quevedesca y ese tremendismo del
superrealismo. Este poemario, breve, si se quiere, pero muy intenso es «sugestivo
laberinto» en el cual la poeta ha entrado y del cual sale ilesa «jugando» ―dice
ella̶― con Asturias, aun en la denuncia. «y así nos deja a todos el desvelo / de
moler las mazorcas con el seno / ¡y defender su vida con un diente!» Creo que
su poesía, toda, busca la definición de la complejidad espiritual de la gente y
del mundo nuestro, de nuestros asolados seres por la precariedad. Claudia Hérodier
lanza su voz y siente que, en esta hermanación con Asturias, descubre su propia
riqueza, esa personal esencia de un rumbo, el de la luz y los desvalidos de
nuestra tierra, el de la historia y su escenario de charcos.
En el imaginario del sonido está la
actitud de poeta. A través del silencio conquista la intimidad con la
naturaleza: «quema la noche del silencio. Huesos... / Los oye trabajar mi
pesadumbre.» El silencio visto aquí como antítesis del sonido puede simbolizar
fuerzas antagónicas como la humedad y lo seco, tal como apunta Igor de
Gandarias, refiriéndose al «Imaginario musical en la obra
de
Miguel Ángel Asturias» Hay estructuras musicales muy singulares que no solo
denotan el conocimiento del lenguaje sino el cocimiento de la técnica
asturiana, nunca fácil. Claudia Hérodier lo hace de manera magistral como ese
juego que juegan nuestros niños descalzos. Si Asturias nos lo dice en voz de Guacamayo:
«de la mañana a la tarde de la tarde a la noche de la noche a la mañana»;
Claudia lo hace de esta manera: «para comprar el bien que no hace daño, / aquel
bien espumoso de mar que bien cabría.» a manera de anillos rítmicos como lo
llaman los especialistas.
Si una de las preocupaciones más
patentes en la narrativa de Asturias es «plantear con el mayor realismo y
emotividad, a nivel de detalles, como imágenes visuales, las diferentes
atmósferas naturales y sociales que sirven de marco a las acciones presentadas»,
Claudia no pierde ese recurso en su poesía: «Flotan las llamas, baile de la
intriga. / Ante los ojos montan la querella, / por ver quién puede más en la
fatiga, / de subir en silencio su centella.» O el siguiente terceto, «En la
cumbre del fuego un duende bobo, / baila, poseso, en chispas, danzón fiero, / ebrio
de luz, del fuego derretido.» Claudia
recurre entre otros procedimientos a la descripción de sonidos, a imágenes de
algún modo, cinematográficas, kinestésicas, como es el caso: «Las aves
bambolean sus caderas / huyendo del llamado del abismo.»
Lidia Morales Benito de Université libre
de Bruxelles. Bélgica, nos dice: «Toda narración ficcional provoca que el
lector se abstraiga de su entorno al ser invitado por el texto a participar de
una realidad nueva. La literatura lúdica añade a este proceso un artificio
pactado entre el escritor y su lector que les permite a ambos adentrarse en una
esfera distinta por medio de unas determinadas reglas de juego.» Así la voz de
Claudia Hérodier nos invita, nos hace partícipes de este «juego» de turbulencia
dramática, una voz que sangra sobre muchas grietas con sus manos de barro sobre
la cara. «Los autores lúdicos (cito de nuevo a Lidia Morales Benito, tal el
caso de Claudia Hérodier, se sienten altamente atraídos por las peculiaridades
y posibilidades de la lengua. La seducción lingüística los invita a jugar con
sus constituyentes, reciclándolos y recombinándolos hasta sacarles los
entresijos y explorar así sus limitaciones. De este modo, buscan crear una
sublengua que les permita plasmar su particular visión del mundo pero que, a su
vez, les sirva para modificar los parámetros lógicos de la realidad
circundante. Por la misma razón, sus textos rebosan de juegos estructurales y
conceptuales.»
Con este libro «JUGANDO CON ASTURIAS»
escrito a mediados de 1996, nos encontramos con el desborde creativo mostrado
por la poeta para presentar diferentes facetas de la realidad salvadoreña. Un
poemario de sonetos de gran calidad artística, centrado en un argumento: lo
humano. « Feroz y fulgurante en sus centellas, / blandiendo grandes
velas sobre un potro,/ navega pues el hombre sobre tierra.» Aunque nuestra poeta no se ha decantado por la
narrativa como fue el caso de Asturias que escribió poesía: «Sien de Alondra», «Clarivigilia
Primaveral», «Ejercicios poéticos en forma de soneto sobre temas de Horacio»,
etc. Claudia ha sido forjada y su expresión arraigada a la salvadoreñidad. La
realidad de El Salvador le ha ofrecido, y todavía le ofrece, abundante material
a la ficción lírica y dramática para una radiografía del país de ella y del
país de Asturias. Todo en ella es vuelo lírico y delicadeza extraordinarios: y
así, «La arruga agrieta el rostro. Ciega. Muda. / En silencio devora las
edades. / Se hiela, palidece, llora, suda, / la vida que camina junto al Hades.»
Ella dirá que en lo que escapa ama lo que pervive y quizás tenga razón genuina
como el fermento de sus palabras.
André Cruchaga,
Barataria, 22 de abril de 2023.