EL
ESPEJO COMO RESURRECCIÓN E IDENTIDAD, EL AUGURIO REVELADO DEL ANHELO DEFINITIVO
Escucho
el eco de una palabra que resonó
antes
que la palpitación del oído golpeara, y se estremece
la
caja roja del corazón simple como un cuchillo.
JUAN JOSÉ SAER
Un
bosque se abre en la memoria y el olor a resina es útil al corazón.
Vi
las esferas del sudor y los insectos en la dulzura;
luego,
el crepúsculo en sus ojos;
después,
el cardo hirviendo ante el centeno y la fatiga de los pájaros perseguidos por
la luz.
ANTONIO GAMONEDA
La transfiguración del entorno al poema
constituye una conquista del poeta. Y sin que desee hacer una evocación
simbolista, entre alma y naturaleza se trata del yo del poeta frente a una
existencia externa. José Siles González, poeta consumado cuya poesía va del
aquí a lo trascendente, de la herencia de lo terrenal a una escritura que va
más allá de su propia voz. Como una especie de vidente se adentra en diversos
espejos, místicos, mántricos, alumbrados. Su libro: «Espejo de monos
alumbrados»,[1]
es una obra que deslía su experiencia de vida, asociando y evocando realidades,
ese mundo de ideas y sueños del cual no escapamos porque estamos ligados a él indisolublemente.
Al respecto, C. M. Bowra considera a Verlaine, Baudelaire y Mallarmé como la
vanguardia de ese movimiento, que incluye a todos los poetas que «intentaron
manifestar una experiencia sobrenatural con el lenguaje de las cosas visibles,
y en los que casi cada palabra es un símbolo, ya que está utilizada no según su
uso corriente, sino por la asociación que evoca con una realidad más allá de
los sentidos».[2]
Espejo de monos alumbrados,
está constituido por cinco apartados, el primero se corresponde con el título
del poemario. No sé si esta primera parte tenga que ver con el eslabón perdido
en el contexto de la evolución humana convertida en lo que somos hoy en día. Existen
múltiples propuestas para explicar este fenómeno, una de las cuales fue
planteada por el genial filósofo y etnobotánico Terence Mckenna[3] en su teoría conocida como
«The Stoned Ape» («El mono dopado»). En ella Mckenna propone a la
psilocibina, la sustancia activa en los hongos alucinógenos y que pertenece a
la clase de las «triptaminas», como la principal responsable de este salto
evolutivo. Según esa versión, uno de los grupos de homínidos consumió, buscando
alimento, hongos alucinógenos. La consecuencia fue la aceleración en el
desarrollo de la corteza cerebral, lo cual eventualmente derivó en el
nacimiento del lenguaje, consagrándose así un salto neuroevolutivo. «El mono
alumbrado y su evolución», título del primer poema, nos remonta precisamente a esa
teoría de Mackenna, el desarrollo progresivo de habilidades del primate a lo
humano. Y no es de extrañar porque Siles, más allá de la poesía es un hombre de
ciencia; traer esos postulados teóricos a la poesía en particular demuestra que
no existen barreras entre cielo y tierra. El poema de Siles dice así: «bajo los
efectos de una atávica sustancia / alucinógena, / tal vez el más original
manjar / probado por los dioses, / nada más descender de los árboles, / creyéndose
por fin todo un erectus, / se erigió, además de bípedo, / en rey de la tierra /
con erguidos aires de / pensador griego, / y, gracias a los efectos / de
exóticos hongos, / algo se iluminó en sus adentros, / llegando a disfrutar / varios
días en un minuto, /miles de años antes de la existencia» … (Siles: El mono
alumbrado y la evolución, pág. 15).
Tenemos por otro lado el espejo, palabra
clave en este entramado poético, el espejo poema a través del cual vemos ese proceso
de evolución y, a menudo de degradación de la humanidad. El espejo ha sido un
recurso recurrente en la literatura a lo largo de los siglos, utilizado por
escritores para explorar temas de identidad, autorreflexión, dualidad y
realidad. A través de diversos enfoques y contextos, el espejo puede ofrecer
una profunda introspección sobre los personajes y la narrativa; en el espejo
suelen enfrentarse a una contemplación de sí mismos, de sus decisiones y de su
papel en la historia. El espejo refleja no solo su apariencia física sino
también sus emociones, conflictos internos y evolución. Por ejemplo, en «El
retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde, el espejo y el retrato sirven como
conductos para la exploración; el espejo también puede simbolizar la
autorreflexión y el análisis de uno mismo. En la literatura, los momentos
frente al espejo a menudo marcan puntos críticos en los que los personajes
deben enfrentarse a sus propias verdades y engaños. Estos momentos pueden ser
catalizadores para el cambio o para el reconocimiento de aspectos ocultos de su
personalidad. En «Madame Bovary» de Gustave Flaubert, Emma Bovary usa el espejo
para enfrentarse a su descontento con su vida.
El
espejo también puede cuestionar la naturaleza de la realidad y la percepción.
En la literatura, los espejos pueden distorsionar la realidad, presentando
versiones alternativas de los eventos y personajes. Este recurso permite a los
escritores jugar con la percepción del lector, creando historias que exploran
el límite entre la realidad y la ilusión. En «El Aleph» de Borges, el espejo
sirve como un elemento que desafía la percepción y la comprensión del infinito
y lo absoluto. representar la verdad, la sabiduría o incluso la vanidad. en «Blancanieves»
de los Hermanos Grimm, el espejo mágico es un símbolo de la verdad y la
obsesión por la belleza. Desde ese ese espejo Siles hace una crítica mordaz, al
menos es lo que creo ver en siguiente fragmento: «Algunos chimpancés de
Nashville / babean con el country,
viendo / bambolearse las tetas de Dolly Parton, / aunque los simios más ebrios
del Bronx prefieren otros alivios, / como el reguetón o el rap; /mientras, los
gorilas de Rio de Janeiro se chiflan / y casi mueren por la samba en sus
favelas de culto, / sin darles tiempo a deleitarse, mientras deliran, / esquivando
la pequeña bala / de una bonita pistola azul, / disparada con toda la alevosía
desde infierno / por la voz rota de Tom Waits.» (Siles: Los monos colocados y
su infructuosa búsqueda de armonía, pág. 16).
El
segundo acápite de este poemario, intitulado: «Manadero de místicos mántricos,»
a ciertos personajes, hechos históricos y a algunas posturas filosóficas, como
el caso de Martin Heidegger. Para saber hacia dónde nos lleva el poeta, veamos
que nos dice el diccionario al respecto de la mística[4] se define como algo
relacionado con la vida espiritual y contemplativa que busca la unión con la
divinidad, o con el misticismo, una doctrina religiosa y filosófica que
enfatiza la experiencia directa y personal de lo sagrado. Y lo mántrico[5] que deriva de
"mantra", que en sánscrito significa "pensamiento" o
"instrumento mental". En el contexto de las religiones hindú y
budista, los mantras son sonidos o palabras sagradas que se recitan para
diversos fines, como invocar a la divinidad o para la meditación.
En
la búsqueda, el hallazgo del rastrojo, la contemplación, la verdad en cuyo
sendero se encuentra la verdad; luego, en «El sosiego nocturno del limonero en
su eterno retorno», el poeta le da vida con cierto halo de misticismo al árbol:
«… en ese instante de incorpóreo silencio, / una flor de azahar despliega sus
alas blancas, / emanando el aroma del fruto / mientras la piel del limón, que
pierde su resplandor, / contempla el desmayo lento del azahar / sin reproches,
sin gimoteos, / sin desasirse de su frágil nostalgia / en tanto la niebla sitia
al limonero, / mitigando en su nocturna guardia / el fulgor de las profecías» …
(Siles: El sosiego nocturno del limonero en su eterno retorno, pág. 38). La
clave de este apartado del poemario se cifra en dos referencias esenciales: la
que lo vincula a una tradición literaria y la que lo presenta como un
espacio-producto elaborado artísticamente. En efecto, como más adelante
indicará el poeta hablar de mística y mantra en poesía es hablar de los ojos
que lo contemplan, de las lecturas que han configurado esa mirada y del gozo
estético derivado de la conciencia.
Aunque
a veces el mundo se deshace como la arena, pensando en Blake, lo cierto es,
según Siles, «Aún quedan rosas originales y cosmopolitas en la vasta pradera
del pensamiento», de lo cual tengo mis reservas, el poeta de manera osada nos
dice: «… no hay murallas que limiten su horizonte, / ni cadenas que aprisionen
su verdad, / en cada mirada, en cada susurro, en cada suspiro / Por fin late la
libertad del ser al recapacitar.» En la siguiente estrofa del poema citado, el
poeta adopta una postura de escepticismo como desvirtuando lo antes expresado.
Veamos: «Pero en la sombra prosigue el acecho de un riesgo, / el adoctrinamiento
enroscándose como una serpiente, / buscando sigilosa y tenaz el emponzoñado
adocenamiento / del frágil sueño de la conciencia, / y sin sosiego ni cuidado
alguno / acabar marchitando los pétalos más bellos y peculiares / de una rosa
original y cosmopolita,» … Siles: Aún quedan rosas originales y cosmopolitas,
pág. 40).
He
aquí el centro neurálgico de la poesía de siles y en particular de este libro:
la experiencia vital transfigurada que se hace visible en la palabra. Hay un
ensimismamiento e intuyo que es el de la vigilia, del mantra que trasciende la
identidad de la condición humana. Pareciera que Siles habla a solas entre la
muchedumbre y hasta cierto punto derriba el mito para confraternizar con él,
ecos de una cultura perdida, tal sus palabras. Es indiscutible el legado dejado
por la antigüedad y la insoportable crudeza de la verdad. «Allá, donde no hay
lecciones por impartir, / ni dioses que adorar, / ni pecados que confesar, / ni
poemas que escribir, / ni conocimientos pendientes, / ni casas que ocupar, / ni
dones que otorgar, / ni cuentas que confiscar» … (Siles: La insoportable
crudeza de la Verdad, pág. 61).
Interesante
resulta en esta segunda parte, el recurso de la referencialidad literaria con
la cual se hacen referencia o alusión a otras obras, autores, eventos
históricos, mitos, leyendas o incluso elementos culturales y sociales. Esta
referencialidad puede manifestarse de diversas maneras, tales como citas,
alusiones, parodias, y reescrituras. Estas referencias nos permiten enriquecer
el texto, crear un diálogo intertextual, rendir homenaje, o incluso subvertir o
criticar las obras originales. Lo podemos ver en poemas como: El Templo de la
Verdad en Pattaya, héroes y dioses y dioses del Olimpo, Nefertiti, El dorado
exilio del rey de Punicia, Dionisos, y la Oda al dasein pasional de Hanna
Arendt Y Martin Heidegger. Todo este entramado sirve de sustento para construir
el poema, invocando, retrotrayendo esos pasajes, personajes acontecimientos.
Entre citas (epígrafes) y alusiones, Siles elabora su polifonía. Conviene
agregar ejemplos clásicos de este recurso: «Don Quijote de la Mancha» de Miguel
de Cervantes, «Ulyses de James Joyce», «Cien años de soledad» de Gabriel García
Márquez, «La Odisea» de Homero.
Cierra
esta segunda parte del libro con dos poemas interesantes: «Del Vacío de la Nada
a la Nada del Vacío» y «Oda al dasein pasional de Hanna Arendt Y Martin
Heidegger». El poeta, aunque se decanta por el amor de Martín y Hanna, no deja
de palpitar en esa vertiente del existencialismo. Nos habla de la Nada y el
dasein.[6] En su forma más auténtica de
existir está enraizada en su contexto y a las relaciones con otros seres. Sólo
se puede dimensionar esta obra de Siles si la contextualizamos desde este punto
referencial. La comprensión del ser del dasein requiere una consideración de su
temporalidad, es decir, de cómo su existencia se desarrolla a través del
tiempo. El dasein experimenta su ser como un ser-en-el-tiempo, y esta
experiencia temporal influye en su comprensión de sí mismo y de su mundo. Asociado
a lo dicho está la Nada, pero la Nada no existe desde el punto de vista de la
física. Este concepto es paradójico y desafiante, Sartre argumenta que la
conciencia humana está caracterizada por la capacidad de negar y de crear la
nada, lo que permite a los individuos trascender su existencia factual y
ejercer su libertad. Atenidos a esto, el poeta nos dice: «Piensas en tu
incapacidad para entender nada / de la Nada, / y te sientes muy cerca de todos
los vacíos / sin norte. / Y, sin aviso previo, / caes sin red al abismo de
los recuerdos.»[7]
(Siles: Del Vacío de la Nada a la Nada del Vacío, pág. 62). Cierro esta parte
con un fragmento revelador: «En la Selva Negra, Heidegger, treinta y cinco / años
después de ser engendrado por un hombre / mucho más coherente y sencillo; / un
casi humilde tonelero católico, / sacristán y devoto / de la piadosa y
embriagante / sangre de cristo en barril; / le susurró cosas íntimas de Platón
a una / Joven judía, casi niña, de Hannover, / una tal Hanna Arendt, quien,
ávida de trascendencia / y despiadadamente sedienta de anhelo, / se dejó
invadir por ese amor mágico y tabú / al que suelen aspirar los superdotados / ungidos
por las quimeras del escándalo.» Siles: Oda al dasein pasional de Hanna Arendt
Y Martin Heidegger, pág. 64). Y «en el final de su historia se enlazan como
testigos mudos» …
«Griegos, si aún recordarais algo de
lo que fuisteis: ¡Saltad!» constituye la tercera parte del poemario. Vuelven
los mantras danzando en su caligrafía. Emergen Homero y Heráclito en el
imaginario del poeta, el confín de los primeros tiempos al presente; en la
ebriedad onírica, las brumas y la evocación pericliana como para desentrañar
los fantasmas de aquél: «Pericles aspiraba a desentrañar / a través de su
propio fantasma, / en aquel lúgubre sueño, / su vida, enigmas de sombras, / y
recordar lo más encantador de su torpe existencia, / pero su vida era tan
sombría, / que el sueño se le fue de las manos / y sólo consiguió producir / una
atroz serie de escenas donde, / lo funesto y fúnebre acaparaban / un escenario
desolador / en irreversible descomposición.» (Siles: Onírica y fallida
evocación pericliana, pág. 76).
Cualquier acercamiento a ese poeta alicantino
deberá basarse, aunque sea a manera de conjetura en una consideración de todos
aquellos lugares desde donde parecen entramarse y disociarse las ramas de su
pensamiento. Siles sintoniza con el pasado (la herencia griega en nuestra
cultura occidental) y el presente literario, con todo lo que supone
intercomunicabilidad; es decir, la evidencia de un profundo diálogo
transtextual. Para ejemplificarlo tomemos el siguiente texto: «Recordar, es
desentrañar la maraña, / donde las crudezas más bárbaras / cubren su violencia
con ropajes de escalofrió sintético, / allá donde los espejismos son todo / porque
no hay más entelequia / que resista el tacto del frío / y sucumba al brillo
lacerante del hielo / como el reflejo de una / simple y fugaz cerilla
desvaneciéndose en el frío / …una vida polar perdida.» (Siles: Donde el otoño
me lleve, pág. 80). el poeta se torna un peregrino y construye su propia
epopeya, la geografía que abre los caminos de la memoria, la historia
incendiada de sepultureros, a veces los tugurios cobijando la vida, su mórbido
espíritu.
Desde la poesía nórdica antigua, Siles
nos trae a las Valquirias[8] e instala su curioso
proceso de meditación. «Recuerdo entre los pegajosos / sudores de aquella noche
en vela: / un atardecer de color poniente / con el sol ya agotado / pero aún
dorando / el líquido derramado en tu piel / mientras, enteramente enervada, / tus
curvas / se alzaban convexas y majestuosas / como la Cleopatra de Elizabeth /con
los pezones empinados / y la mirada guerrillera, / sin tregua ni cuartel,
indomable y atigrada, / poseída por un único propósito: / la caza mayor del
deleite más vandálico. / Así, mi dulce y algo rústica / Valquiria, adoradora de
Odin, / te recuerdo sin sombra de melancolía: / despertando entre el paisanaje
/ el atavismo / más ardiente y mestizo / del deseo original.» (Siles: Valquiria
despertando al húmedo poniente, pág. 91). Todo esto es curioso porque estamos
hablando de mantra-movimiento, que a su vez se vuelve mantra y tiempo, en los
que encontramos reflexión, recreación. En buena parte de poemas de Siles, encontramos
una condensación muy simbólica e ideológica, el espejo, la identidad, la
revelación. El lector advierte que dentro del poema se venerando una especie de
«mise en abîme»[9]
«En el sentido de la noche en Atenas», pág. 96, en el proceso de creación
ocupan lugar importante los sueños y fantasmas también, fundamentan lo
fundamentan el lenguaje y los lugares enunciados: «La noche, casi resignada, se
deja / caer sobre un triclinio en la cima / de una acrópolis cercada / por
violentos espartanos / y moribundos apestados. / La noche, tras mucho meditar /
no halla respuesta a tanta penumbra. / Aunque ha sido abandonada por un sol / lento
y empachado de luz, / harto de estar siempre atento / para cumplir con su más
universal / oficio de astro: brillar sin tregua, / parir gigantescos destellos
/ para que resplandezca el alba ateniense / cuajando de ecos cotidianos / emitidos
por aves, gatos, perros y sofistas / en las calles, templos y plazas de la
humillada polis» …
«Sinfonía de hachas y hogueras: versos
de alumbrados ajusticiados» corresponde al título de la cuarta parte del
presente poemario. Empecemos por dilucidar el concepto de «sinfonía» en
contexto de los poemas. Podemos decir que implica la idea de una combinación
orquestada de elementos diversos que, aunque pueden parecer caóticos o
dispares, forman un todo cohesivo y significativo. Las hachas son herramientas
asociadas con la destrucción y la transformación. En la poesía, pueden
simbolizar la ruptura de viejas estructuras, la lucha contra obstáculos o la
necesidad de cambio. La imagen de las hachas puede sugerir violencia, esfuerzo
y resistencia, pero también puede implicar la posibilidad de renovación y
construcción a través de la destrucción. A su vez, Las hogueras son fuentes de
luz y calor, y en poesía suelen simbolizar purificación, pasión y destrucción.
Las hogueras pueden representar la quema de viejas ideas, la lucha ferviente
por la verdad y la justicia, o el proceso de transformación a través del fuego.
Además, las hogueras evocan un sentido de comunidad y ritual, donde la gente se
reúne en torno al fuego para compartir historias y experiencias.
Con el panorama anterior, en el poema
intitulado: «Ideas para rediles ideales», pág. 105, el poeta nos sumerge en una
intensa y dramática destrucción, es la metáfora que da lugar a una realidad de
confrontación y transformación, el desuso, las masas que convergen y, a menudo
se encapsulan. «Ideas / Superficiales / donde todo es corteza / cáscara
envolviendo realidades paralelas / donde no existe nada más allá del simulacro,
/ Ellos precisan de una seguridad quimérica / cubriendo sus pieles con capas de
limo adoctrinantes / donde todo se despeja apelando a la santa apariencia / y a
un miedo colectivo a la verdad / acabando, finalmente, inmersos en masas
adictas / de las ideas sublimes, casi eternas / ideas de cartón / aparentes / Ideas
para rediles ideales / con la afectación de los fluctuantes.» Si se quiere, hay
una realidad delirante en todo esto. Siles nos pone el tapete sobre la mesa: «Redimir
todo lo pasado en el hombre y transformarlo» como diría Nietzsche.[10] «El prometeico y
prometedor vínculo del ser humano con el conocimiento se presenta, histórico o
intrínseco, casi tautológico, evidente, y así lo han puesto de manifiesto
numerosos poetas y filósofos desde la antigüedad.»
En «Oda a los profetas de la
corrección» y «Oda a los pescuezos más rebeldes de Castilla», Siles nos deja
saber lo siguiente: crítica contra aquellos profetas que carecen de valores y
mantras negativos. Las palabras tienen un poder inmenso, y los mantras, sean
positivos o negativos, pueden influir profundamente en nuestras vidas. Un
mantra es una frase o conjunto de palabras que se repite para influir en la
mente humana. La palabra en seudo profetas, distante en mi opinión de Fuente
Sagrada[11] se puede abordar desde
varios ámbitos y períodos históricos, pueden derivar en impactos emocionales
fuertes con consecuencias psicológicas e incluso físicas. Ante la destrucción
que ocasionan el poeta a través de su palabra desvela y desanda, el camino, no
como recta final sino como sentimiento de verdad y vida. En la primera oda, «Oda
a los profetas de la corrección», pág. 107, nos remite a nosotros mismos como
fuente doctrinal: «Desde el Atlas encadenado hasta la Fuente Sagrada, / tus
ideas desafían las sombras de una vulgaridad / poblada de expresiones tan
mezquinas como advenedizas, / casi complacientes con toda suerte de cadenas / que
atando corto el alma de las palabras / transforman cada frase en un acechante
polvorín, / siempre a punto de estallar» …
«Oda a los pescuezos más rebeldes de
Castilla» constituye una reflexión profunda sobre la vida, una crítica hacia el
espíritu negro de nuestro mundo, donde los líderes del bien hacer han
desaparecido para adentrarnos en el poder del mal en calidad de víctimas; y
aquí la desigualdad social, política, cultural, económica… Siles, no vuelve la
espalda a la realidad del quehacer poético. Transita las calles de la historia,
se asoma a la trivializada e insoportable realidad «real» con la que fraterniza.
Frente a este mundo de adoctrinamientos seculares, intenta llevar a su habitar
una posible armonía con su entorno cultural, Intenta, y lo consigue, con este
poemario. En este orden de ideas se alza su voz: «En el rugido del cosmos,
entre estrellas destinadas / al abismo, resuena el eco de los siglos murmurando
/ desde el espíritu negro del universo, donde las almas condenadas, / cumplen
un eterno suplicio, la más grande tortura. // En la mañana de un día de abril
cualquiera / fluyendo la hecatombe de los comuneros en la carnicería del tiempo,
/ donde la luz de la verdad vuela a lomos del viento / alcanzando Villalar,
justo, para rendir la bandera, / se erige el cadalso para cortar las cabezas
del movimiento / comunal: Juan de Padilla, Juan Bravo, Francisco Maldonado.» (Pág.
108).
Esta
cuarta parte tiene varias claves para la reflexión, desde la Utopía de Tomas
Moro, Sir Walter Raleigh, El Dorado, Proust y podría seguir la lista, algunos
personajes más que como profetas demonios, explotadores y asesinos. En este
punto me quedo con: «La decapitación sin aspavientos ni descontrol del autor de
la Utopía».[12]
(Pág. 110). «En tiempos turbulentos, entre copas frondosas de árboles, / y
profundas raíces que alcanzan los entresijos de la ti erra / brilla el
inverosímil recato de un condenado muerte, / Thomas Moro, tras escribir su Utopía / bien
ajustadas sus muñecas y cabeza / al cepo donde en lo alto de la Torre de
Londres inmovilizan, / a todos los que, aun a riesgo de sus vidas, / insisten tercamente en mantener el decoro / negándose
a tragar sapos y culebras, / comulgar con ruedas de molino, / o cubrir su arte
de indolencias y desidias inmerecidas.»
En
esta cuarta parte, casi al final, Siles nos recuerda que los sueños demasiado
fugaces no suelen ser reales y que los seres humanos, elevados a pro-hombres no
lo son del todo, llevan mantras oscuros. Como parte de esa historia de la
América conquistada, vilipendiada y saqueada a la que perteneció Darío, está la
muerte de Almagro[13] «irrumpe la muerte en la
intimidad obscena / de la celda, sin apenas un reproche/ del condenado que,
orgulloso, anhelaba su decapitación / en ceremonia pública y frente a su
enemigo, / su paisano más amado: Pizarro.» En otra estrofa el poeta se refiere
la doble muerte de este personaje. «Diego Almagro, sin embargo, / Sí fue
ajusticiado después de estrangulado / en el cadalso instalado en la Plaza
Mayor, / y atado e inerme despojado de hálito / ante Pizarro, el destino se
cumple, / decapitando a un cuerpo / que, aunque dicen es Diego de Almagro, / apenas
representa poco más que un fardo» … Siles: La doble ejecución en Cuzco de Diego
de Almagro, pág. 117). La base histórica de este poemario es importante por
cuanto destaca en su línea poética el nivel de conciencia del poeta, desvela el
descrédito de muchos personajes de nuestra historia pasada y presente, revela
excepcionalmente, personas y hechos históricos, desnombra las incidencias, búsqueda en todo caso, existencial
u ontológica a la manera heideggeriana. La la hoguera y a la decapitación
siguen hoy en día, actualizadas esas prácticas de tortura para aniquilar al
adversario y la disidencia y a menudo eufemísticamente, la compasiva innovación
para ajusticiar las brujas del siglo XXI.
«Tomando
ron bajo las estrellas en la popa del líricus», es título de la última parte de
este poemario. La poesía, con su capacidad de capturar la esencia de los
sentimientos y emociones, ha sido un testigo constante de los hechos
históricos. Desde las épicas antiguas hasta nuestros días, los poetas han
utilizado la palabra para narrar y reflexionar sobre los acontecimientos que
han marcado a la humanidad. A través de ésta, los hechos históricos se
transforman en relatos vívidos que trascienden el tiempo y el espacio. La
poesía puede verse como denuncia social y política: Muchos poetas han utilizado
su arte para denunciar injusticias y provocar cambios sociales. La poesía de
Pablo Neruda, por ejemplo, es rica en contenido político y social. En su obra «Canto
General», Neruda relata la historia de América Latina, desde la colonización
hasta los movimientos de independencia, utilizando su voz poética para dar vida
a los hechos históricos y alentar la lucha por la justicia. Debemos acotar que
la poesía está vinculada a la memoria histórica; la poesía también juega un
papel crucial en su preservación. A través del poema, el poeta puede mantener
vivos los recuerdos de eventos significativos, asegurando que no sean
olvidados. La obra de poetas como Anna Akhmatova, que escribió sobre los
horrores de Stalin y la persecución en la Unión Soviética, es un testimonio de
cómo la poesía puede ser un acto de resistencia y memoria. Siles no es ajeno a
ello y en particular en esta obra.
Si
bien los hechos pueden no ser políticos, aunque lo son, no escapan de lo
social. Tomemos, por ejemplo, el poema: «Recuerdos de la pantera urbana y
cosmopolita que recitaba ‘La tripulación del Liricus´ en el café cantante del
muelle 23». Seguramente este texto deviene de La leyenda del Liricus[14] que se remonta a los tiempos en que los mares
eran vastos y misteriosos, llenos de peligros y tesoros ocultos. Este
majestuoso barco surcaba los océanos con una tripulación valiente y diversa,
cada miembro aportando habilidades únicas que eran esenciales para la
supervivencia y el éxito de sus viajes. De este poema, destaco dos estrofas:
«La
pantera urbana y cosmopolita jamás llegó / a comer magdalenas con las
adolescentes / adoctrinadas por Marcel, / no lo precisaba, dado que declamaba /
con su voz grave y firme de contralto, / más propia de una cantante de ópera, /
ciertamente algo áspera…portuaria, / que de una vedette de café cantante, / los
versos del poemario que un viejo / tripulante del Líricus le regalara / cuando
apenas era una niña.» La otra dice: «Fue bendecida en la pila escrupulosamente
pura / donde se alivia el pecado de hermosura / y recitaba con la firmeza / de
la que endereza sobre la marcha / el rumbo de la entonación / del poemario “Los
tripulantes del Líricus” / intuyendo que la dotación / al completo de aquel
navío / hundido hacía décadas en el Cabo de Hornos, / especialmente, los más
viejos y beodos, / la escuchaban con la atención / exclusiva de aquellas almas
malditas, / espíritus de náufragos deslizándose fantasmagóricamente / por el
escenario del Café Cantante del puerto 23, / ahogados justo donde copulan el
Pacífico y el Atlántico.» (Siles, pág.132).
No
obstante, el desconcierto y la perplejidad de cara a la realidad vivida o
evocada, Roland Barthes nos advertía que la multiplicación de las escrituras es
un hecho moderno que obliga al escritor a elegir, que hace de la forma (y
contenido) una conducta y provoca una ética de la escritura […] No hay
literatura sin una moral del lenguaje. La poética de Siles bucea en diferentes
hechos históricos para ampliar el conocimiento, mismas que rebasan
sistemáticamente la anécdota, igual que superan, como hemos repetido, el
carácter metapoético ocasional. Concluyo con unas palabras de María Zambrano: la
cuestión ética en lo que respecta a la poesía moderna no solo se resuelve, sino
que nace, a partir de la entrega total, del compromiso del poeta con las
palabras y con la búsqueda de una realidad superior, será la búsqueda de la
«verdad». Mientras tanto el dolor sigue ahí de bruces frente a Satanás en medio
del hipo de los monos que describe el poeta con su grandilocuencia de bárbaros.
De hecho, son: «Identidades fugitivas y depredadoras / persiguiendo con
esmerada avidez / todo lo que no son / y escapando de sí mismas / …para llegar
a ser / asumiendo la intensidad del hierro al rojo vivo / que estampa la marca
de unas ideas / adquiridas en las últimas rebajas / de los grandes almacenes / de
identidades.»
André Cruchaga,
Barataria, El Salvador, 08.05.2025.
[1] Siles,
José. Espejo de monos alumbrados. EDICIONES VITRUVIO, Colección Baños del Carmen,
nº 1039. 1ª. Edición 2025.
[2] La
cita corresponde al ensayo: Proyecciones del paisaje interior simbolista en
tres poetas de vanguardia: Vallejo, Borges, Neruda. Pág. 16
[3] Terence
Kemp McKenna (16 de noviembre de 1946 - 3 de abril de 2000) fue
un etnobotánico y místico estadounidense que abogó por el uso
responsable de las plantas psicodélicas naturales.
[4] https://dle.rae.es/m%C3%ADstico, la definición
para efecto de este trabajo se ha extrapolado lo que consigna la RAE.
[6] Es
el término que utiliza Heidegger para referirse a la existencia humana en su
forma más auténtica. A diferencia de otros seres, el dasein tiene la capacidad
de reflexionar sobre su propia existencia y cuestionar su ser. Esta capacidad
de auto-reflexión y auto-cuestionamiento es lo que distingue al dasein de otros
entes y lo convierte en el foco de la ontología heideggeriana.
[7] El
subrayado es mío y se utilizado para destacar la paradoja del vavío y la Nada.
[8] Las valquirias o valkirias (del nórdico
antiguo: valkyrja, 'selectoras de caídos en el combate') son dísir,
entidades femeninas menores que servían a Odín bajo el mando de Freyja,
en la mitología nórdica. Su propósito era elegir a los más heroicos de
aquellos caídos en batalla y llevarlos al Valhalla donde se
convertían en einherjar. Esto era necesario, ya que Odín precisaba
guerreros para que luchasen a su lado en la batalla del fin del mundo, el Ragnarök.
[9] mise
en abîme, expresión acuñada por André Gide. Y se refiere a: La puesta en abismo
y la interpretación La puesta en abismo añade una dimensión de complejidad a la
obra, invitando al espectador o lector a reflexionar sobre los niveles de
realidad y representación. También se puede utilizar para comentar la obra en
sí o para criticar las convenciones artísticas.
Este dispositivo es particularmente popular en las
obras posmodernas, donde se utiliza para deconstruir las ideas tradicionales de
autoría y verdad.
[10] Friedrich
Nietzsche, lo expresó de esta manera: Como poeta, descifrador de enigmas y
redentor del azar, les enseñé a trabajar en el porvenir y redimir creando todo
lo que fue. Redimir todo lo pasado en el hombre y transformar creando todo «Así
fue», hasta que la voluntad proclamara:
[11]
En el ámbito religioso, «fuente
sangrada»se relaciona con el sacrificio de figuras sagradas, como en el
cristianismo, donde se hace referencia a la sangre de Cristo como fuente de
redención y salvación. La sangre derramada por Jesús durante su crucifixión se
considera una "fuente sangrada" de vida eterna y perdón para aquellos
que creen en él. expresión «fuente sangrada» se remonta a las antiguas
civilizaciones, donde la sangre ha sido siempre un símbolo de vida y muerte. En
las culturas mesoamericanas, por ejemplo, los sacrificios humanos eran
practicados para apaciguar a los dioses y asegurar la fertilidad y la
prosperidad de la comunidad. La sangre derramada en estos rituales se
consideraba sagrada y vital para el equilibrio del universo. La poesía ha
explorado la "fuente sangrada" para expresar dolor, pasión y
sacrificio. Poetas de distintas épocas han recurrido a esta imagen para
transmitir la intensidad de sus sentimientos y la lucha interna del ser humano.
[12]
Tomás Moro, dejó un gran legado.
canonizado como santo por la Iglesia Católica en 1935. Su vida y obra han sido
honradas y celebradas como ejemplo de integridad moral y defensa de los
principios religiosos. La influencia de Moro en el pensamiento político y
filosófico moderno es incuestionable. Utopía sigue siendo una obra de
referencia en estudios sobre teoría política, justicia social y organización
comunitaria. Su vida y sacrificio han inspirado a generaciones de pensadores,
escritores y activistas que buscan un mundo más justo y equitativo. sigue siendo un faro de inspiración para
quienes buscan construir un mundo mejor basado en los principios de equidad y
paz.
[13]
Uno de los capítulos más destacados de la vida de Almagro fue su alianza con
Francisco Pizarro. Juntos emprendieron la audaz expedición que culminó en la
conquista del Imperio Inca. A pesar de las dificultades y los conflictos
internos, los dos conquistadores lograron subyugar a los Incas y establecer el
dominio español en la región. Sin embargo, esta asociación también estuvo
marcada por la rivalidad y las disputas sobre la distribución de las riquezas y
territorios conquistados. La relación entre Almagro y Pizarro se deterioró
rápidamente tras la conquista del Imperio Inca. Las disputas sobre la división
de los territorios y el poder llevaron a una guerra civil entre los
conquistadores. Almagro fue capturado tras la batalla de Las Salinas en 1538 y
fue ejecutado poco después. Su muerte marcó el fin de una era de exploración y
conquista, dejando tras de sí un legado complejo y controvertido.
[14]
el alma artística del Liricus
residía en Sofía "La Musa" López, quien llenaba el barco con música,
poesía y relatos de tierras lejanas. Sofía tenía un talento natural para el
entretenimiento y su presencia ayudaba a mantener alto el ánimo de la
tripulación durante los largos días en el mar. Sus canciones y cuentos se
convirtieron en parte de la tradición del Liricus, recordando a todos que,
aunque la vida en el océano era dura, también podía ser inspiradora y hermosa. El
Liricus no solo era un barco, sino una comunidad de individuos excepcionales,
cada uno de ellos fundamental para la gloria y la supervivencia en las vastas y
misteriosas aguas del océano. Juntos, enfrentaban desafíos, descubrían nuevos
horizontes y forjaban leyendas que perdurarían en la memoria de todos los que
escucharan hablar del magnífico Liricus y su valiente tripulación.