viernes, 27 de abril de 2007

Noche, eterna veta_Poema de André Cruchaga

Fotografía: André Cruchaga




Noche, eterna veta



Sombra de palabras esta noche
En el grito, hielo del cuerpo,
Ruido de caracoles abriendo la memoria,
Desvalido libro la respiración de la brisa,
Ceguera la sombra,
Mudas las horas del pecho,
Lamiendo la sangre sobre infinita hojarasca.
Hay puntos suspensivos como pétalos
De arena derramada
En el insomnio de desvelado humo.
Hay líneas de granito en la boca:
Siglos de ácida palpitación, hilos de espera,
Sin jamás purificar el fuego,
Fuego que en su misterio,
Consume en eterna veta.

Todas las horas caen en el delirio de la ceniza:
Desembocan en los periódicos,
En las rodillas postreras de la vigilia,
En el lento espejo de la lluvia y las campanas,
En esta soledad, llaga prolongada de los nichos,
Hasta romper los diques y volverse río.

"Es un algo triste… estar a solas con la vida":

Vivir, temblar, en el frío del desamparo,
Morder playas de granito,
Cuchillos de profunda mordedura;
Ver ojos inmóviles y emociones rotas
Al trasluz de amarillos pétalos.
Pero esta soledad es así. Esta sombra.
Este pulso ausente de turgencias,
Este vacío de montañas, barcas y besos,
Césped y follaje, humedad y risa.

"Es un algo triste… estar a solas con la vida",
Morder el hierro del calendario
Y respirar su herrumbre de gastada geometría.
Lo que hay en cada uno es el residuo
De vivir el desvelo,
Desparramar la sangre del tacto
En la feroz pasión de las entrañas,
Gusano de la esperma, atónitas alas de la locura.

La saliva de la noche borra los párpados:
Nada hay después, salvo límites, cipreses.
La forma de todas las ausencias es tangible.
Veo pájaros rotos: ciénaga de hollín
Supurando en la llaga del aliento.

"Es un algo triste… estar a solas con la vida".
Barataria, 24. 04. 2007
***
Contrapunto
Por esa veta eterna de a noche, se desangra, en surtidor de imágenes, fantasma cabalgando la metáfora, la voz poética que a pesar de todo, no se conforma. Se resiste al ancla, a la condensación. Parte el nudo y flota, aún sus cáscaras tienen sabor de nido.

Siempre digo que ni los muertos se conforman. Cómo, aleteando todavía una brizna de sangre, corazón, hilo de piel, peluse dans le brouillard....puede el poeta dejar en reposo la palabra y transgredirse para desaparecer en la ignominia de la nada?. No es posible. El hilo está allí, en la rueca del tiempo, inaugurando siempre la puntada en el envés del paso que sirve de resorte y a pesar de la ceniza, o de la escarcha de los días, del sinrazón, del desamparo. La voz no se resigna y sale a poblar ya sea con blanconegro, tornasol, contraluz, paisaje de exterminio o de desesperanza...

Qué fuertes o qué ciegos son los mounstruos! No importa el sabor, el trago apremia y no se vale claudicar.

Con mi cariño habitual,

María Eugenia Caseiro
Miércoles, 25 de abril de 2007 11:39

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