Portada y contraportada del poemario
El Centro Cultural Rolando Elías me ha hecho llegar a través de su directora Cony Elías, el poemario: Homenaje a Fray Luis de León, Ed. Rubén H. Dimas, El Salvador, bajo el cuidado de la editora y también poeta Aída Flores escalante.
Este homenaje a Fray Luis de León, como dice el autor: "Escribí esos 24 sonetos en dos jornadas, entre una medianoche y otra, en abril de 1986, en plena guerra civil --quién lo diría-- cuando en las afueras de mi casa rondaban los heraldos de la muerte, resonaban incesantes los ecos de la fusilería y por las calles corría mucha sangre derramada por el conflicto fraticida." A continuación transcribo el prólogo del libro en liras:
Este homenaje a Fray Luis de León, como dice el autor: "Escribí esos 24 sonetos en dos jornadas, entre una medianoche y otra, en abril de 1986, en plena guerra civil --quién lo diría-- cuando en las afueras de mi casa rondaban los heraldos de la muerte, resonaban incesantes los ecos de la fusilería y por las calles corría mucha sangre derramada por el conflicto fraticida." A continuación transcribo el prólogo del libro en liras:
___________Prólogo en liras________
Yo el soneto escribía
mientras lloraba con el viento fuerte
la Patria en agonía.
Todo era símbolo pálido de muerte
y el país sollozaba en esa suerte.
la paz se sustentaba
sobre una cementera de canciones,
donde el alma sangraba.
Era el país un choque de ciclones,
de mentiras, de odios, de traiciones.
Yo estaba tras la puerta
con miedo de la muerte, agazapado.
Pues que esa muerte cierta
se daba por seguro y descontado
que tendría al país ensangrentado.
¿Estaba yo tranquilo
o más bien escondido y pesaroso
con el alma en un hilo,
despierto, pensativo, doloroso,
cuando el país era un obscuro foso?
El foso de la guerra
consumía cadáveres. Yo alzaba
otro cadáver de la tierra.
El mío que cantando se salvaba
a tono con el salmo que rezaba.
El salmo de la vida
defendía el baluarte de mi casa.
Ahí encendida
la luz inextinguible que traspasa
la oscura sombra con ardida brasa.
La sombra era el país
mis ojos mortecina lucesita
brotando en la raíz.
En la raíz del canto. Ese que habita
la vida que en la muerte resucita.
Y también al revés:
La muerte que en la vida se da cita.
Puesto que ya al derecho y al envés,
es la misma la sangre manuscrita
que salpicó la historia y quedó escrita.
El buen Fray Luis dispense
estas liras por prólogo que escribo;
y que conmigo piense,
que en solidario afán yo así me adscribo
a pacífica grey que en él revivo.
La luz de los poetas
es la que nos reúne en esta cita
de salmos y profetas.
Que ella cure mi frente de su cuita
Y que así sea por aeternan vita.
Rolando Elías,
Noviembre de 1986.
mientras lloraba con el viento fuerte
la Patria en agonía.
Todo era símbolo pálido de muerte
y el país sollozaba en esa suerte.
la paz se sustentaba
sobre una cementera de canciones,
donde el alma sangraba.
Era el país un choque de ciclones,
de mentiras, de odios, de traiciones.
Yo estaba tras la puerta
con miedo de la muerte, agazapado.
Pues que esa muerte cierta
se daba por seguro y descontado
que tendría al país ensangrentado.
¿Estaba yo tranquilo
o más bien escondido y pesaroso
con el alma en un hilo,
despierto, pensativo, doloroso,
cuando el país era un obscuro foso?
El foso de la guerra
consumía cadáveres. Yo alzaba
otro cadáver de la tierra.
El mío que cantando se salvaba
a tono con el salmo que rezaba.
El salmo de la vida
defendía el baluarte de mi casa.
Ahí encendida
la luz inextinguible que traspasa
la oscura sombra con ardida brasa.
La sombra era el país
mis ojos mortecina lucesita
brotando en la raíz.
En la raíz del canto. Ese que habita
la vida que en la muerte resucita.
Y también al revés:
La muerte que en la vida se da cita.
Puesto que ya al derecho y al envés,
es la misma la sangre manuscrita
que salpicó la historia y quedó escrita.
El buen Fray Luis dispense
estas liras por prólogo que escribo;
y que conmigo piense,
que en solidario afán yo así me adscribo
a pacífica grey que en él revivo.
La luz de los poetas
es la que nos reúne en esta cita
de salmos y profetas.
Que ella cure mi frente de su cuita
Y que así sea por aeternan vita.
Rolando Elías,
Noviembre de 1986.
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