Manuel Ramos, El Salvador
______Hagamos llorar al sacerdote… ____
Hagamos llorar al sacerdote
que comience contando de abuelita
y termine en los prados verdes
que sudó mientras corría al llegar aquí.
Hagamos que salte, que muerda su lengua
y suplique compasión
que le quite el amor
a ese crucifijo que lo insulta
mientras se ahoga con sudor y sangre
de una herida junto a sus labios.
Dejemos que corra, que caiga,
que queme las bancas de su iglesia
mientras cree desnudar a Dios frente a sus feligreses.
Olvidémoslo en los atrios,
como al monaguillo bajo el santo disfrazado.
Finjamos saludarlo
y que extienda la mano
al quitar la nuestra,
que intente abrir la puerta olvidando que ya lo ha hecho.
-sí-
hagamos llorar al sacerdote,
que diga cuanto quiera
cuando todos se marchen,
para que nadie sepa que se equivocó nuevamente.
Que llore entonces
y saque sus marionetas y lo acompañen
mientras se le aplaude al maniquí
que dejó con su sotana al frente.
-sí-
que salga por la ventana
y siga llorando como todas las niñas
que hizo sentir miserables
por haber besado a su primer amor.
-sí-
hagamos llorar al sacerdote.
Que encuentre vendiendo y comprando
trozos del hábito con el que se ordenó,
que lo vuelvan escoba, bandera, paño
-dignidad de dignidades-
que se peleen por él.
-sí-
que llore
-es mejor así-
Que insólito vague
______Hagamos llorar al sacerdote… ____
Hagamos llorar al sacerdote
que comience contando de abuelita
y termine en los prados verdes
que sudó mientras corría al llegar aquí.
Hagamos que salte, que muerda su lengua
y suplique compasión
que le quite el amor
a ese crucifijo que lo insulta
mientras se ahoga con sudor y sangre
de una herida junto a sus labios.
Dejemos que corra, que caiga,
que queme las bancas de su iglesia
mientras cree desnudar a Dios frente a sus feligreses.
Olvidémoslo en los atrios,
como al monaguillo bajo el santo disfrazado.
Finjamos saludarlo
y que extienda la mano
al quitar la nuestra,
que intente abrir la puerta olvidando que ya lo ha hecho.
-sí-
hagamos llorar al sacerdote,
que diga cuanto quiera
cuando todos se marchen,
para que nadie sepa que se equivocó nuevamente.
Que llore entonces
y saque sus marionetas y lo acompañen
mientras se le aplaude al maniquí
que dejó con su sotana al frente.
-sí-
que salga por la ventana
y siga llorando como todas las niñas
que hizo sentir miserables
por haber besado a su primer amor.
-sí-
hagamos llorar al sacerdote.
Que encuentre vendiendo y comprando
trozos del hábito con el que se ordenó,
que lo vuelvan escoba, bandera, paño
-dignidad de dignidades-
que se peleen por él.
-sí-
que llore
-es mejor así-
Que insólito vague
con un enjambre de soledades en la espalda…
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Manuel Ramos. Nació en Mejicanos, San Salvador, en 1987. Estudiante de quinto año de la licenciatura en Letras en la Universidad Nacional. Miembro fundador del taller los tímidos y el Grupo Literario El perro muerto. Ha publicado en el diario Co-Latino, revista Humanidades, La Huesera Colectiva, La Mandolina Esquizofrénica. La mayor parte de su obra aún es inédita y se ha dado a conocer por medio de recitales donde ha tenido participación. En el 2008 obtuvo el tercer lugar en el Certamen Universitario de la Universidad de El Salvador.
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