martes, 2 de junio de 2009

Poemas de Lia Karavia

Lia Karavia, Grecia








Te amo
Te amo porque eres fuerte.
Podrías sostener en tu puño
un jacinto
sin provocarle dolor alguno.
Te amo porque eres ético como el animal.
Seguro como la naturaleza.
Fecundo como la lluvia.
Humilde como los ríos
que desembocan en el mar.
Perfecto como el círculo.
Y sobre todo
inalcanzable
como la línea del horizonte
en un largo viaje
“Dibujos en el agua”, (1956)

Trad. Marta Silvia Dios Sanz
“Poetisas Griegas contemporáneas”,
Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos,
Universidad de Chile, 2006



¡Mira qué momento!
Mira qué momento!
Ahora que se colmaron de aromas los senos de las jóvenes,
ahora que se han fortalecido los brazos de los jóvenes,
¡mira qué momento eligió!
Ahora que esbozaron una sonrisa los labios de las jóvenes,
ahora que brillaron los ojos de los jóvenes,
¡mira qué momento!
Y se extienden para recibir todas las manos de las jóvenes,
pesadas se aceleran las respiraciones se los jóvenes,
¡mira qué momento eligió!
Y yo
sola debo quedar
“Dos momentos de hierro”, (1960).

Trad. Marta Silvia Dios Sanz
“Poetisas Griegas contemporáneas”,
Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos,
Universidad de Chile, 2006




Lo que motiva mi silencio
El que os habléis con tal bellezaes
lo que motiva mi silencio, Pablo Neruda,
Yanis Ritsos, Langston Jius.
Sin embargo, hago una excepción esta noche
porque vosotros no habéis visto a mi amado
con torso desnudo en el claro de luna
las espaldas de mármol
los brazos de dura luzel largo cuello de cisne
vosotros no habéis escuchado su tierno suspiro
que ensancha su tórax de guerrero mítico
y no seria justo
dejar que se deslice este momento en el olvido
sin hacer elogio de tal valentía.
“La señal”, (1973)
(Trad. Lia Karavia)




La razón por la que callo
La razón por la que callo
es la gran belleza de vuestra palabra
Pabro Neruda
Yannis Ritsos
Langston Hughes. (1)
Pero esta noche hago una excepción
porque no visteis mi amado
torso desnudo a la luz de la luna
con hombros de mármol
brazos de intensa luz
cuello de cisne
vosotros no escuchasteis
su gemido suave
que ensancha su mítico tórax
listo para combatir
y es en verdad una pena
que quede sin alabrar
tanta gallardía.
(1) Langston Hues (1902 – 1967),
el más importante poeta Norteamericano de color.
“La señal”, (1973)

Trad. Marta Silvia Dios Sanz
“Poetisas Griegas contemporáneas”,
Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos,
Universidad de Chile, 2006




Por cada verso un por qué
A veces me parece
que hay gente no más.
La soledad infranqueable de silencios.
La soledad de la indiferencia.
Como el fin del mundo.
Por cada verso un por qué.
Un amargo para quién.
“La señal”, (1973)



Estrangulador de pájaros
Sus dedos largos
propios para trabajar el esmalte y el marfil
para sacar palomas del fondo de los sombreros
para copiar papiros en monasterios
para agitar la batuta
enfrente de una orquestra
o simplemente para tocar tiernamente.
Pero él
quería ser
estrangulador de pájaros.
“La señal”, (1973)




Cuando la magia desaparece
Cuando la magia desaparece
las horas adquieren sus sesenta minutos
las palabras su sentido preciso
y la muerte planta esta
casestrechando el anillo inexorable.
“La señal”, (1973)




Antes la construcción
Te quiero hablar ahora
antes del inicio
ahora que nuestra casa puede ser
toda de piedra, toda de madera
o no ser jamás
quiero que tú sepas cuánto te amo
un momento antes de la construcción.
“La bandera y la señal”, (1976)





Debe existir todavía
Debe existir todavía alguna vena.
Antiguamente dónde golpeaba el pico
sonaba oro.
Bastaba que rasparas la pared
para que rodasen esferas brillantes.
Descendías dos, tres mil metros
y las venas en vez de escasear
se espesaban.
Debe existir todavía
en alguna parte, entre las duras rocas,
algún metal inexplorado.
Avara no soy, tampoco presumida
Pero para alguien que se acostumbró a tanta riqueza
amargo es vivir en completa privación.
Parece que entiendes de yacimientos
sobre todo una seguridad tal que
me dejaba siempre asombrada
como si fuera siempre aurífera.
Te espero entonces, humildemente.
“La bandera y la señal”, (1976)

Trad. Marta Silvia Dios Sanz
“Poetisas Griegas contemporáneas”,
Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos,
Universidad de Chile, 2006





Te tengo no te tengo
Te tengo no te tengo
te poseo no te poseo
te veo en sueños
sobre popas de naves que van partiendo
me tiendes tus manos
eres no eres aquél que me llama
te espero no te espero
tú llegas siempre imprevisto
me guías en una habitación obscura
donde con una serie de metamorfosis
tú te pones agua, fuego, aire, dragón y paloma
con mi voz tú recitas poemas
que yo misma podría, desearía o tendría que escribir
y pues tú te duermes en mis brazos
y me quedo y no me quedo sola.
“La bandera y la señal”, (1976)




Poemas de amor disfrazados
Era un gran globo y lo inflábamos riéndonos, una vez tú otra yo, aspirábamos e inflábamos tan fuerte que nos mareábamos, todo se arremolinaba a nuestro alrededor, cómo si estuviésemos embriagados, ven, mi turno ahora, no recuerdo quién comenzó primero pero inflamos los dos como locos, el globo crecía, crecía, nunca habíamos visto un globo tan enorme y brillante, creerías que podría llevarnos a los dos alto en los cielos, y la primera vez no tuve miedo, no pensé en ningún momento detenerme, ni en detenerte, Dios mío, no ha vuelto a suceder, es como si renaciera ligera, inocente, ven, mi turno ahora, una gran aspiración, ZAS – el ruido nos sorprendió más que asustarnos, observábamos nuestras manos vacías extrañados, cómo es posible, tan brillo, tanta embriaguez – no recuerdo quién fue el último que sopló - ¿ qué importancia tiene? Nos detuvimos mirándonos mutuamente, no desesperadamente, sino tiernamente.

“La bandera y la señal”, (1976)
Trad. Marta Silvia Dios Sanz
“Poetisas Griegas contemporáneas”,
Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos,
Universidad de Chile, 2006




Requiero una palabra viajera
Requiero una palabra viajera
más rápida que una paloma viajera
flexible como las ondas grandes
etérea pero palpable
una palabra que pueda ir hasta ti
como los vientos fuertes de norte
como los ferrocarriles pero sin fronteras.
Quizás una letra sola – Alpha
ese que exprime el primero, mil y diez miles
una nota de música, una exclamación de alegría
y el principio de todo.
Un sonido que podría ir intacto hasta ti.
“A” como Amor.
“Después de los treinta” (2005)



Por fin
Sin pasión, por consiguiente sin anhelo.
Sin anhelo, por consiguiente sin angustia.
Sin angustia, por consiguiente sin lamento.
Por fin la vida llega a ser fácil. Pero también sin poesía.
Y la vida llega a ser sombra de vida ya.
“Después de los treinta” (2005)




Yo soy dos mujeres (Doble ambiente)
Yo soy dos mujeres.
Una habita la casa de su infancia
cuida los jarros de flores
ajusta los péndulos
alimenta a los niños – sus niños
asiste los primeros pasos de su bebé
los últimos de su abuelo
toma en sus brazos la cabeza cansada de su marido
y él se siente reposado
se siente como el adolescente
que fue el día de su primero encuentro
toca los límites de la inmortalidad y duerme feliz.
Después ella se desliza por la cama
suelta su cabello largo
sus ojos se transforman de estrellas en soles
la otra mujer no ilumina – ella brilla
lee los diarios del mundo
escucha la música de los países
va descalza sobre los campos sobre las florestas
vuela sobre los tejados sobre las fronteras
y visita a su amado prisionero
su amado marinero en alta mar
va de luto por su amado muerto
fusilado, traspasado, ahorcado
tiene también el tiempo para hacer cosas en su lugar
montar barricadas
mecer los huérfanos cantándoles en diversas lenguas
omnisciente por amor y por éxtasis
pero siempre retorna antes de la aurora
tira su túnica de magia
recoge sus cabellos, se inclina sobre la cama
toca la frente serena de su marido
y le prepara el café de la mañana
antes de despertar al resto de la familia.
“Después de los 30”, (2005)




Hipsofobia
Y como nadie puede soportar para siempre
el vértigo de la altura
es tiempo de arreglar la casa, de acabar mis estudios,
de cuidar de mis relaciones públicas.
“Después de los 30”, (2005)




Hay que inventar de nuevo las palabras
(A Berta Alicia Cantu de México)

Hay que inventar de nuevo las palabras.
Las que existen son olvidadas
o no bastan
sobre todo cuando un amor inesperado viene
sorprendente como cada amor
no bastan aún para lo cotidiano
penas y alegrías, la ternura, el sueño, la muerte.
Hay que inventar de nuevo las palabras
Para hacer el cotidiano más real
Inventarlas para hacerlas verdades.
“Después de los treinta” (2005)



Matricida
No. No como Orestes.
Sin el pretexto de ser un forastero
oriundo de Davlis de Fókida.
Declarando que nació aquí
que se crió aquí y, sin embargo, un extraño
que se dirige a una extraña
un desconocido a una desconocida.
Un matricida virtuoso
porque otros asesinan al padre por el trono
al hermano por los derechos a la herencia
- lejos de él tales pensamientos -
virtuoso porque él asesina en nombre de su virtud
tal vez aún en el del clero
y encontrará - ya ha encontrado - testigos para defenderlo
Apolo y algunos otros
con inamovibles argumentos
No es madre la mujer así llamada por parir a un hijo
la así llamada madre simplemente hospedó la semilla en sus entrañas
extraña a un extraño.
Un matricida, más aún, sin hierro
solo con palabras de hierro, la más heladas.
No como Orestes.
Referencias a Esquilo - “Coéforas” versos 674 y 677y
“Eumenidas” versos 658-660.

“Nueva enumeración” (2006)




Mi jardín
Cada mañana en mi jardín los pájaros gorjean.
Despiertan en los árboles. Despiertan los árboles.
Que bueno, vosotros pensáis.
Pero mi casa esta situada
en el medio de la ciudad, en el medio del mundo
lanzafuegos locos la sacuden
lanzados fumíferos pasan silbando
caen por veces dentro por veces fuera del patio
tenemos miedo de las nubes – hasta ayer las nubes
eran ángeles, Pégasos, benignos gigantes
naves con las velas desplegadas
ahora la lluvia veneno
los árboles se cuerean muriendo
cada tarde mi jardín esta lleno
de pajaritos muertos.

“Cincuenta” “Nueve enumeración” (2006)


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