Sandra Marisol Aguilar, El Salvador
II
Como si derramar gotas de sangre sobre cuerpos sin vida
Nos llevara de regreso al lugar donde perdimos las agallas
Como si ahogar los gritos en mitad de la noche
Impidiera a los demonios despertar en nuestros sueños
Como si tragarse las palabras bastara para callar al pensamiento,
O cerrar los ojos alejara de la mente las formas silenciosas del dolor cuando amanece
Como si acumular frustraciones en la frente le devolviera mocedades a los huesos
¿Y de qué sirve caminar sobre la arena si una tras otra las olas borrarán cada pisada?
Si ni siquiera el aire está esperándote para ser respirado,
Y la tierra ya no anhela abrazar de tus miserias aquellos gramos que perdiste al elevarte en el pasillo de tus miedos
Porque las manos no te alcanzan para soltarte madrugadas
Entre murmullos que desvelan al mecerse telarañas
Porque en silencio hasta la muerte duele menos
Y en la penumbra la humedad se hace mayor.
III
Hoy la noche ha oscurecido más que ayer
Hoy las manos no sostienen ni siquiera pensamientos de cartón
Pesan más los pasos lentos del tejado bajo el viento
Porque el semblante es humillado por el ácido rocío que gotea en las ventanas
Y el frío seco es el verdugo de los sueños mancillados
Y se desarma la piel entre sábanas rasgadas
Y las paredes se levantan sin cubrirnos las espaldas
Porque hoy la noche es enemiga en el cuartel donde se extinguen en silencio
los gemidos de aquéllos a los que ya nadie escucha
Y se derrite el tiempo en los relojes
Y agoniza la luna en las aceras
Porque hoy la noche ha decidido no volver.
IV
No es más grande la tristeza por llorar bajo la lluvia
Ni el calor es más ligero cuando viene desde adentro
Las horas todavía manan sangre
Pero la luna no es distancia para huir de la tormenta
Y tu sombra no es más sombra por dormir en un espejo.
V
Que es un par de manos sino la calma oculta en el licor de una botella
Una laguna de mirada
El rostro vacío de una sed que no se va
Es tarde
El aire se corroe en la ventana
Suena lejos el latido de la tierra
Y el chasquido de los huesos ahoga el hambre acumulada en las entrañas
Soy solo gotas dibujadas en un brazo de madera
Agua que cae y golondrinas que no duermen.
I
Mírame de lejos y no intentes tocarme
Que tengo la piel puesta con pedazos de alfiler
Mírame de lejos y respira despacio
Que el menor de los suspiros sería capaz de desarmarme
Mírame de lejos pero no busques mis ojos
Confórmate sabiendo que los tengo abiertos.
Mírame de lejos y no intentes tocarme
Que tengo la piel puesta con pedazos de alfiler
Mírame de lejos y respira despacio
Que el menor de los suspiros sería capaz de desarmarme
Mírame de lejos pero no busques mis ojos
Confórmate sabiendo que los tengo abiertos.
II
Como si derramar gotas de sangre sobre cuerpos sin vida
Nos llevara de regreso al lugar donde perdimos las agallas
Como si ahogar los gritos en mitad de la noche
Impidiera a los demonios despertar en nuestros sueños
Como si tragarse las palabras bastara para callar al pensamiento,
O cerrar los ojos alejara de la mente las formas silenciosas del dolor cuando amanece
Como si acumular frustraciones en la frente le devolviera mocedades a los huesos
¿Y de qué sirve caminar sobre la arena si una tras otra las olas borrarán cada pisada?
Si ni siquiera el aire está esperándote para ser respirado,
Y la tierra ya no anhela abrazar de tus miserias aquellos gramos que perdiste al elevarte en el pasillo de tus miedos
Porque las manos no te alcanzan para soltarte madrugadas
Entre murmullos que desvelan al mecerse telarañas
Porque en silencio hasta la muerte duele menos
Y en la penumbra la humedad se hace mayor.
III
Hoy la noche ha oscurecido más que ayer
Hoy las manos no sostienen ni siquiera pensamientos de cartón
Pesan más los pasos lentos del tejado bajo el viento
Porque el semblante es humillado por el ácido rocío que gotea en las ventanas
Y el frío seco es el verdugo de los sueños mancillados
Y se desarma la piel entre sábanas rasgadas
Y las paredes se levantan sin cubrirnos las espaldas
Porque hoy la noche es enemiga en el cuartel donde se extinguen en silencio
los gemidos de aquéllos a los que ya nadie escucha
Y se derrite el tiempo en los relojes
Y agoniza la luna en las aceras
Porque hoy la noche ha decidido no volver.
IV
No es más grande la tristeza por llorar bajo la lluvia
Ni el calor es más ligero cuando viene desde adentro
Las horas todavía manan sangre
Pero la luna no es distancia para huir de la tormenta
Y tu sombra no es más sombra por dormir en un espejo.
V
Que es un par de manos sino la calma oculta en el licor de una botella
Una laguna de mirada
El rostro vacío de una sed que no se va
Es tarde
El aire se corroe en la ventana
Suena lejos el latido de la tierra
Y el chasquido de los huesos ahoga el hambre acumulada en las entrañas
Soy solo gotas dibujadas en un brazo de madera
Agua que cae y golondrinas que no duermen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario