Tu cuerpo
He besado tu blanco cuerpo de mármol solitario,
hermético refugio en la noche,
árbol de nieve encendida,
río de limpio estaño.
En ti descansan los ojos con el ámbar más puro,
que de día parecen carambolas detenidas,
pequeños y nublados soles.
He besado tu cuerpo de tierno nácar,
delgado cuerpo nacido de las sombras siempre distante,
cuerpo que derrumba los elevados muros,
porque siempre del mar obtienes la fuerza.
Tu cuerpo no perece, vuela, no se consume, renace siempre.
He besado tu bronco cuerpo con la ternura de una brisa,
como si se tratara de una pluma recorriéndolo,
como la seda en una lenta caída,
como una llovizna interminable.
Tu cuerpo es mi raíz al mundo.
hermético refugio en la noche,
árbol de nieve encendida,
río de limpio estaño.
En ti descansan los ojos con el ámbar más puro,
que de día parecen carambolas detenidas,
pequeños y nublados soles.
He besado tu cuerpo de tierno nácar,
delgado cuerpo nacido de las sombras siempre distante,
cuerpo que derrumba los elevados muros,
porque siempre del mar obtienes la fuerza.
Tu cuerpo no perece, vuela, no se consume, renace siempre.
He besado tu bronco cuerpo con la ternura de una brisa,
como si se tratara de una pluma recorriéndolo,
como la seda en una lenta caída,
como una llovizna interminable.
Tu cuerpo es mi raíz al mundo.
Tus ojos
Puertas de ámbar puro y luminoso
que se abren siempre al mundo. Sus contornos
diminutas almendras esmaltadas
de atardeceres plenos y lejanos.
Están cerradas esas claras puertas
al llanto que no cesa de apretarte.
En esas claras puertas veo al mundo
como inmenso recinto de cenizas.
¡Cuánta lumbre serena, honda en tus ojos,
y cuánto me han negado de su brillo!
Al fondo, lejos, sin límite, miro
tus claridades y tus altas noches,
unas olas castañas detenidas,
cuando abres para mí tus finas puertas.
Así, desde la sombra y la nostalgia,
suplico fuertemente en el encierro:
mírame con piedad hasta la muerte.
que se abren siempre al mundo. Sus contornos
diminutas almendras esmaltadas
de atardeceres plenos y lejanos.
Están cerradas esas claras puertas
al llanto que no cesa de apretarte.
En esas claras puertas veo al mundo
como inmenso recinto de cenizas.
¡Cuánta lumbre serena, honda en tus ojos,
y cuánto me han negado de su brillo!
Al fondo, lejos, sin límite, miro
tus claridades y tus altas noches,
unas olas castañas detenidas,
cuando abres para mí tus finas puertas.
Así, desde la sombra y la nostalgia,
suplico fuertemente en el encierro:
mírame con piedad hasta la muerte.
Sismo y reposo
Prolongado sismo,
con tus bellos latidos, siempre nocturnos,
los incendios desatas en mi corazón,
y me traes el gozo de pájaro suelto,
y me rindes con los sellos de tus claros besos,
y vuelo con tus alas doradas, tan delicadas en sus formas,
cruzando tu memoria.
Tu movimiento de blanco sismo,
así de fuerte, vivo como la tierra,
estremece mi suelo abandonado,
el suelo donde sólo el dolor duerme,
el suelo acaso el más agrietado.
Pero también de tu cuerpo nace el reposo,
el escaso, el oculto.
Reposo siempre en tu cuerpo descubierto,
como una diminuta flor que escondes tanto,
no la miras llorar, no la miras morir en tu cuerpo.
¿Sismo y reposo, dime por qué tu desprecio?
con tus bellos latidos, siempre nocturnos,
los incendios desatas en mi corazón,
y me traes el gozo de pájaro suelto,
y me rindes con los sellos de tus claros besos,
y vuelo con tus alas doradas, tan delicadas en sus formas,
cruzando tu memoria.
Tu movimiento de blanco sismo,
así de fuerte, vivo como la tierra,
estremece mi suelo abandonado,
el suelo donde sólo el dolor duerme,
el suelo acaso el más agrietado.
Pero también de tu cuerpo nace el reposo,
el escaso, el oculto.
Reposo siempre en tu cuerpo descubierto,
como una diminuta flor que escondes tanto,
no la miras llorar, no la miras morir en tu cuerpo.
¿Sismo y reposo, dime por qué tu desprecio?
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