domingo, 3 de enero de 2010

poemas de edgar iván hernández

Edgar Iván Hernández, El Salvador



Glosa de La Cuidad Errante





Recogida te llevo en el camino
y eres con migo La Ciudad Errante...
Detrás del pensamiento y la sonrisa
el que sabe mirar sabe encontrarte.

De: Ciudad Errante
Claudia Lars





I

Eres la ciudad que crece en las palabras, por eso me refugias, me estremece tu lluvia y tu sed. Tus voces apócrifas me acompañan, me condenan a tu fuero y envejezco, sin perder las viejas formas de amar. Me dispara la trazadora de tu locura, tus sílabas en las que vuelo en el único viaje.
“Recogida te llevo en el camino”

II

Camino con antiguas certezas, sobre nuevas calles, y lejos quedan mis pasos vanos. Ciudad herencia en mis avenidas y en mis desmesuradas plazas. En el coro de los transeúntes avanza mi voz
“y eres con migo La Ciudad Herrante...”




III

Renazco muriendo, muero como nacido. En mercados, estadios y bulevares. Poco envejezco en la muerte de mis hermanos. Venzo la ciudad de pasos hermosos y trágicos. “Detrás del pensamiento y la sonrisa”






IV

Eres la ciudad que me detiene en diciembre y me devuelves días amados, llanos de amor y humanos versos
“el que sabe mirar sabe encontrarte”








Glosa de la ciudad estremecida






“Estoy aquí, ¡ciudad estremecida!
-Alzada de tu aliento y tu sangre,-
contra tu corazón de amargos fuegos
y tu nombre cubierto de cadáveres.”

De: Ciudad bajo mi voz
Claudia Lars




Canto viviendo el amanecer adelantado y encuentro nuevos pasos. Me quito la camisa del desaliento y la ciudad me da su fuerza, sublima mi martirio, en cada palabra y en cada verso.
“Estoy aquí, ¡ciudad estremecida!

El pasado y el futuro me estorban mi alegría. La vida me atrapa, en el perfil de su amanecer, mis ojos y mis brazos están lacerados, bajo el invierno infame, se clavan en mi cabeza, las voces de la ciudad, que me defiende de toda ceguera.
Salto a las calles sobrevivo a sus fantasmas, soy cadáver en bancarrota por avenidas de ilusión, busco mi paraíso robado en medio del bullicio de mi ciudad “Alzada de tu aliento y tu sangre,”

La ciudad empequeñece mi corazón y encuentro al que soy: niño en asombros gigante en dolores. Encuentro la felicidad la descubro en el milagro y el fuego En la ciudad escucho sílabas eternas, voces de amor abrazos y ruegos, niños buscándose sin encontrase almas acorazada, avenidas de historias prescritas aduladores, paciencias remendadas, joyas y ojos tatuados, con el lenguaje reptante de la vanidad “contra tu corazón de amargos fuegos”

Valoro el recuerdo de un hogar lejano en el secreto, paisajes tapizados de naranjales, ancianos que beben en vasos de fuego.
He visto la ciudad con tanto veneno y con tan poco amor. He visto que amor dura meses, incluso años y el odio dura décadas, siglos
“y tu nombre cubierto de cadáveres.”






Elegía de Catedral 1990


A: Oscar Arnulfo Romero.




Domingo de Catedral
Domingo de tus ojos
llorando en el misterio
Domingo de pájaros
bebiendo el vino de tu voz
Los cuatro vientos de los mares
vuelcan su sangre en tu memoria

Casaldáliga
ha venido a soportar tu sombra
de Amate eterno
Desde Roma saludan tu sueño
Desde el dolor hasta tu voz
hecha esperanza

Miles ha venido a tu casa
desde el mar a tu amor
desde los silencios hasta tus labios
Han venido a compartir
tus descalzas heridas

El incienso de tus crónicas sube
hasta el mayo eterno de tus bondades
mientras los relojes continúan
asesinando las horas de sueño

Hace diez soles venimos a tu rostro
a tus manos
a tus mejillas
que no pronunciaron odio
bajo el segundo criminal
que mordía
los calcañales de tu amor
Peregrino de la canción
de las colmenas incendiadas
El panal de tu cuerpo
vuelve a derramar sus mieles

Hombre de las calles y los tugurios
sangre de la ciudad
que construye la llanura

Hermanos
regresaron las golondrinas
junto a tus huérfanos
al pozo de tu santo dolor

Han venido a reconstruir tus cometas
que la lluvia sangrienta te robó
hemos venido a profanar tu corazón
hemos venido muertos
a beber de tu vida.

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