miércoles, 23 de marzo de 2011

A 31 AÑOS DEL MARTIRIO DE MONSEÑOR ROMERO. QUIÉNES FUERON SUS ASESINOS SEGÚN “LA COMISION DE LA VERDAD” DE LA “ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS.”(ONU)


ALFONSO VELIS TOBAR, POETA, ENSAYISTA, DOCENTE,
EL SALVADOR-CANADÁ




A 31 AÑOS DEL MARTIRIO DE MONSEÑOR ROMERO.
QUIÉNES FUERON SUS ASESINOS SEGÚN “LA COMISION DE LA VERDAD”
DE LA “ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS.”(ONU)





Alfonso Velis Tobar. MA.
Carleton University, Ottawa, Canadá





Todavía hasta 1991 no se había esclarecido, quiénes eran los promotores intelectuales y materiales del asesinato del Arzobispo de San Salvador, Monseñor “Oscar Arnulfo Romero”, perpetrado el 24 de Marzo de 1980 en El Salvador, Centroamérica. Pero su cobarde asesinato hasta hoy ha sido plenamente esclarecido ante la historia del pueblo Salvadoreño. Hoy a 31 años de su martirio, el mundo debe saber oficialmente, quiénes fueron sus asesinos que planearon con sutil alevosía su muerte. Y la verdad de este crimen, impune por muchos años, se conocería hasta en 1993, a través de la llamada “COMISION DE LA VERDAD”, entidad nombrada por la “ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS” (ONU), encomendada al distinguido Mr. Boutros Gali, a quien correspondió investigar, analizar todos los casos de violación de los Derechos Humanos en El Salvador más otros graves hechos de violencia, ocurridos entre Enero de 1980 y Julio de 1991. Por fin se conoció a los responsables y culpables de tantas muertes, una de mucha magnitud, el caso de Monseñor Romero, y la opinión pública mundial, el pueblo Latinoamericano EXIGIAN LA VERDAD SOBRE EL ASESINATO DE MONSENOR, que hasta hoy causa consternación y condena de todos los pueblos del mundo. Para todos los lectores que desconocen este INFORME OFICIAL dado por la ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS, lo hacemos publico, exponiendo parte de este informe, anotando textualmente del libro “DE LA LOCURA A LA ESPERANZA” en la cual dicha “COMISION DE LA VERDAD” precedida por el Dr. Boutros Gali, su “Staff” de asesores y colaboradores, nombrada para tan delicada misión. Después de esclarecer cuidadosamente los hechos, se concluyo lo siguiente:

1- “Existe plena evidencia de que el Ex-mayor Roberto D”Abuissón dio la orden de asesinar al Arzobispo y dio instrucciones precisas a miembros de su entorno de seguridad actuando como “Escuadrón de la muerte” de organizar y supervisar la ejecución del asesinato. Además hay otros implicados como los Capitanes Álvaro Saravia y Eduardo Ávila, así como los empresarios Mario Sagrera y Mario Molina quienes tuvieron una participación activa en la planificación y conducta del asesinato”.

2- “Amado Antonio Garay, motorista del ex-capitán Saravia, fue asignado para transportar al tirador a la Capilla. El señor Garay fue testigo de excepción cuando desde un Volkswagen rojo de cuatro puertas, el tirador disparó una sola bala calibre 22 de alta velocidad para matar al arzobispo.”

3- Hay suficiente evidencia de que “Walter Antonio “musa” Álvarez junto con el ex-capitán Saravia, tuvo que ver con la cancelación de los honorarios “del autor material del asesinato”. Para investigar el caso la Comisión de la Verdad revisó las investigaciones anteriores y el expediente judicial, así como documentos de diversas fuentes, y entrevistó a muchos testigos confidenciales.”(*) (Documento tomado textualmente del libro “De la Locura a la Esperanza” La guerra de 12 años en El Salvador, Informe oficial de la “Comisión de la Verdad” 1992-1993. Caso ilustrativo: Monseñor Romero. San Salvador: Editorial Arco iris, 1993. Págs. 172-180)

En todo caso el asesinato de Monseñor Romero, es motivo de denuncia constante, por los que conocen su martirologio. Históricamente, Monseñor Romero es considerado por el pueblo salvadoreño, como un guía, como pastor y profeta mártir. Aunque para otros sectores reaccionarios, contrarios a su posición eclesiástica en los momentos de convulsión política en el país, su actitud significara lo contrario dentro de los fines de la iglesia misma, porque cuando Monseñor Romero tuvo que denunciar la injusticia social con la verdad, jamás tuvo miedo, fue muy valiente y lo hizo sin temor, aun cuando los sectores en su contra difamaran su persona; inclusive por los mismos sectores ultraconservadores de la Iglesia Católica Salvadoreña. Quienes lo miraban con recelo e ingenuamente con odio lo juzgaban mal y hacían de sus homilías pastorales una interpretación política, cuando ciertamente abordaba aspectos de la realidad nacional y denunciaba la violación a los derechos humanos, criticando severamente a la oligarquía y gobierno de turno, la violenta represión de los cuerpos militares en contra del pueblo salvadoreño, derramándole su sangre. Si bien es cierto, Monseñor, no sólo denunciaba la injusticia social en que el pueblo siempre ha vivido, sino criticaba la política, a raíz de analizar los graves problemas de la realidad nacional e inmerso en una sangrienta guerra civil; una guerra, como producto de la misma injusticia social, del irrespeto a los derechos humanos y democráticos del pueblo que hacia la década de los 70-80 se vivía en El Salvador, extendiéndose a posteriores anos. Su actitud siempre fue muy valiente, a pesar de las amenazas a su persona, jamás tuvo miedo contra la muerte misma y cuando lo tuvo fue sincero al manifestarlo públicamente, diciendo que “el temor es algo humano”.

Desde hace años desde el primer momento de su martirio, a nivel mundial, muchos son los sectores populares, las organizaciones cristianas, entidades culturales y sociales que apoyan, abogando ante el Estado del Vaticano por su canonización, y desde ya lo denominan “El San Romero de America”, proceso de apelación eclesiástica que va en camino, aunque hay un sector político que estaquea el proceso, aunque Monseñor Santificado o no santificado, es gloria de El Salvador, del pueblo latinoamericano, ejemplo universal. Porque fue un hombre común y corriente, lleno de bondad, de valentía hasta para dar la vida por los pobres. Pues tomó la voz del pueblo oprimido y de sus lamentos para responder a los enemigos de clase, que no tienen respeto por los más humildes, la explotación inmisericorde que sufren ante los poderosos del dinero, ellos que manejan el poder económico, que están bien con su Dios y con su estómago. Por ello Monseñor Romero vive en nosotros y con nosotros. Y en todas partes del mundo, desde Europa, Asia, África, Australia, y America se le recuerda con cariño y en cada homenaje en su aniversario de muerte, se repiten sus palabras. Monseñor Romero, no solo es “la voz de los sin voz”, como se le conoce, sino que es la voz de la conciencia y la esperanza de nuestro pueblo, es la voz de un pueblo combatiente en su lucha por alcanzar una vida mejor, más justa y con más dignidad humana. AVT. El Salvador, Canadá. 24 de Marzo de 2011.




“Crimen en la parroquia”

El lunes 24 de marzo de 1980 y mientras oficiaba misa el Arzobispo de San Salvador, “Oscar Arnulfo Romero y Galdámez”, caía asesinado por la bala certera de un francotirador. A medida que la noticia se extendía por todo el territorio nacional, otra ola de justa furia e indignación fue apoderándose de las ciudades y el campo de nuestro país. Monseñor Romero por sus denuncias de la represión, era visto por la gran mayoría del pueblo oprimido como un importante símbolo de las luchas contra la dictadura. Sus valientes y enérgicas protestas, plasmadas fundamentalmente en sus homilías dominicales y en el periódico “Orientación” le habían ganado sobre todo en los últimos meses de su vida, un aprecio extendido entre las masas oprimidas del país. Porque como frecuentaba decir, este valiente pastor de la iglesia católica salvadoreña: “que quede constancia que la voz de la justicia nadie la puede ya matar”
(Periódico matutino “El Pueblo”


Esta muerte venadiada
no apagará tu voz
“Soy la voz de los sin voz”
¡Qué enorme muerto sencillo!
hijo del pueblo y la justicia
estrella fugaz
ensanchando brillante
los ojos de la historia.

Tu voz como una hoguera
nueva y justiciera...
Como gran incendio
jamás se apagará
Y con la mano de Dios
es alta la cuota de sangre
que has entregado por el pueblo

“Que quede constancia
que la voz de la justicia
nadie la puede ya matar”

Venadiando tu muerte los verdugos
aquellos que la fraguaron
(Sicarios del crimen)
a sueldo de escarnio de odio y de dólar.
Pero nunca te echarás atrás
aun enfilando contra ti tanquetas
metralletas de grueso calibre
las balas de tanto mercenario asesino...

¡Caramba!
batallones de ejércitos enteros
acechándonos el peligro
bombas con gases lacrimógenos
a bayoneta calada cercados de sabuesos
Y Monseñor Romero crucificado en una bala
renacido árbol de trigo y viento
latido de huracanes
apretando el cayado de tu evangelio
oteando tu mitra de cristianismo nuevo
tú valiente y enorme corazón
sobre el paisaje de una realidad justa
alegre y libre.

Amigos de todos los pueblos del mundo
esto causa indignación
Veo al pueblo
¿Será qué no lo oyes?
¡Lo oigo! ¡Cómo te avivan!
¡Cómo te aclaman!
asaltados por el río
de la cólera y la venganza
Es el pueblo quien reza tu grito
forjador de la luz, la verdad, la paz
sonora guitarra que dice sí
al sol de la democracia..
Vos que predicabas el mandamiento
del no matarás
Seguirás golpeando, azotando
a los enemigos del pueblo.
Tu sangre
cargada de salmos y homilías
explotada canción de ira y duelo
entre la conciencia popular.

“Que quede constancia
que la voz de la justicia
nadie la puede ya matar”

¡Qué muerto tan nuestro!
(Como semilla en floración)
Vos Monseñor pueblo y bandera
en la hora de tu muerte
una victoria ya se perfila
donde el pueblo nació a vivir
en otro amanecer.

Lunes 24 de marzo de 1980

Alfonso Velis Tobar.

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