Julio Torres-Recinos
COMPARTO LA CASA
Comparto la casa
con pájaros que me visitan,
que se quedan
a contarme de sus viajes,
de sus antepasados
y de los fantasmas
que los acompañan
en sus vuelos;
son éstos los mismos pájaros
que nacieron aquí,
en el árbol que desde la ventana veo,
el árbol que sus padres escogieron
y que tuvieron por casa mientras crecían.
Con estos regresos
los pájaros vuelven a su casa
de infancia, de los primeros pasos.
Con ellos evoco
tardes y días,
ríos y noches
en las que reíamos,
mientras ellos orgullosos
se arreglaban su traje de plumas,
lo limpiaban, le quitaban el polvo
de los viajes, de los pasos andados.
Esta casa nos pertenece a todos,
con sus árboles y sus nubes;
cada quien la habita como puede,
como quiere,
y después se va,
como se van los pájaros
que no dejan nada,
que hacen su nido en un día,
crían cuatro pichones
y después se van.
LLEGA EL INVIERNO
Llega el invierno
antes de tiempo,
sin que lo conviden
aparece en noviembre
con su voz ronca
y su ademán de matón.
Llega el invierno
y los caminos se cierran,
los pájaros se retiran
de la vida pública
y sólo los más valientes
se asoman de vez en cuando
a ver si ya cambió el tiempo.
Llega el invierno
y el alma
se nos va cerrando
como un repollo,
capa a capa
se nos va compactando
el corazón
y ni las plumitas blancas
que brincan en el cielo
logran hacer
que se despierte.
EL EXILIO Y OTRAS
ANDANZAS
Bienvenidos a la otra muerte,
la que se vive a sorbos
como un trago caliente,
como un licor amargo;
esta muerte sin honor
esta muerte sin querer
en que los perros te arrastran
como héroe derrotado.
Atrás quedaron las gentes,
las aldeas perdidas
entre los árboles,
allá quedaron las mejores novias,
todavía caminando
en tardes soleadas
por esas ciudades
que nunca van a cambiar,
que seguirán
presentes
al acostarnos,
al levantarnos
para ir a tomar un vaso de agua.
Aquí quedan los recuerdos
la sensación de irnos perdiendo
en el tiempo,
de no estar totalmente aquí,
de no ser.
GLOBAL WARMING
La caja tonta
anuncia otra revuelta
en otro país lejano,
del Norte de África esta vez.
Jóvenes y viejos,
mujeres y hombres
salen a la calle
con la lanza de la juventud
a exigir la caída
de otro líder envejecido.
Nuevos vientos soplan,
la gente cansada de esperar,
la gente cansada de callar,
la gente cansada de aguantar,
de obedecer a caudillos
a quienes se les pegó
al trasero la silla del poder,
como diría Pacho Villa,
y que en todo ese tiempo
acumularon dólares ajenos
en cuentas extranjeras,
al tiempo que el helicóptero
esperaba encendido
por si se tenía que escapar.
Pero la gente se cansó
y ha salido a la calle
sin más armas que su voz
y la ilusión;
ha salido en tantas rebeliones
que Roque Dalton concurriendo
diría qué cherada más cachimbona,
sonreiría con gesto malicioso,
contento porque siempre
tuvo fe, contento
porque la gente despierta,
porque después de todo
se prueba que la historia no falla
que la ciencia no ha fallado
al predecir el calentamiento global
al aseverar que la esperanza
debe ser un gran pastel para todos.
ME DICES QUE TE
GUSTARÍA CONOCER MI PUEBLO
Me dices que te gustaría
conocer mi pueblo,
me dices que quieres ver mis ríos,
los patios por los que corría;
que te gustaría imaginar a mi madre
y mis hermanos
cuando nos sentábamos a comer,
para eso quieres que te lleve
a mi pueblo.
Me dices que te gustaría
ver si mi padre
todavía
llega cansado
y sudoroso del trabajo,
ver si la perrita pringada
todavía descansa bajo el limonero.
Te oigo hablar
de lo mucho que te gustaría
ir a mi pueblo,
a mis cerros porque en mi pueblo
hay cerros y más cerros,
colinas y valles,
son el espíritu de mi tierra;
te oigo hablar del deseo
de visitar mi tierra
sin atreverme a decirte
que mi pueblo
quedó sumergido
en las aguas,
que apenas queda
en el recuerdo
de los amigos y parientes
que se empecinan
en revivirlo cada año,
que van a los cerros
y tratan de imaginarlo.
Lo ven más bonito que antes,
lo limpian,
lo imaginan grande,
lo imaginan bello
porque así también
vive en mi recuerdo.
ESOS AMIGOS DE ANTES
Han pasado
los años.
Treinta años
han pasado
y no sé a
dónde se fueron.
El quehacer
cotidiano
me fue
envolviendo
con todas
sus ocupaciones
y sus
carreras
y así se me
fueron
olvidando
tantos
buenos amigos
con quienes
un día
compartí
noches,
sueños e
ilusiones.
¿Dónde
estarán ahora,
ya más
viejos y serios
o tal vez
todavía
con la
chispa pícara
de la
juventud en sus ojos?
¿Tendrán
hijos grandes,
producto de
grandes ilusiones,
de grandes
amores que se forjaron
en la
escuela?
¿Se les habrá
descabalado
el amor que
conocieron,
la ilusión
que tuvieron,
y ahora sólo
les queda
el recuerdo
triste,
la soledad,
el sentimiento
amargo hacia
una vida
que prometió
y que no cumplió?
VAMOS ESPARCIENDO LOS DÍAS
Vamos esparciendo los días
por ciudades y países,
por pueblos y aldeas
en los que hemos vivido.
Esas ciudades y aldeas
se van haciendo propias
y van dejando en nuestra piel
una pátina de oro
hecha de pasos y de horas,
de largas conversaciones,
de viejas amistades,
de largas caminatas
perdidos en sueños.
Vamos dejando nuestras huellas
por donde vamos,
por calles ajenas que apropiamos
aunque sea por un tiempo,
por el trabajo que tuvimos
aunque sea por un tiempo,
por parques y puentes,
en el metro y los autobuses,
en el cine y la biblioteca.
Vamos también recogiendo aguas
de un río que no era nuestro,
vamos también echando a nuestro cesto
peces de un mar que poco a poco
va siendo nuestro
porque las ciudades y los países
en que hemos vivido
también se van pegando
al cuerpo, van adhiriéndose
a la piel como un olor,
como un color de sol,
como el color verde a las hojas,
como una canción
que suena constante en la mente.
VAMOS A DIVIDIRNOS LA CIUDAD
Vamos a dividirnos la ciudad.
Tú te quedarás con los parques y el sol,
yo me quedaré con los árboles y el río;
tú te quedarás con las calles y el cielo,
yo me quedaré con los pájaros y la luna.
Me pertenecerán el canto de los pájaros y de los ríos,
el rumor de las hojas de los árboles,
todo lo que llenará mi silencio,
todo lo que llenará el espacio
que tus palabras ocupaban.
Te pertenecerá el bullicio de los niños en los parques,
te pertenecerá la libertad de las calles y los cielos,
te pertenecerán las sombras de los parques.
Me pertenecerá la luna que me hará recordarte
cuando salte encima de los árboles,
cuando se esconda entre las nubes,
cuando baile de cerro en cerro.
Me pertenecerán los pájaros, eternos amigos
que cada domingo pasan a saludarme,
que me traen noticias en los colores de sus cuerpos,
que me dejan recados que deletrean con sus saltos
por las ramas, por la cerca, por la nieve.
Vamos a dividirnos la ciudad;
te quedarán los lugares que visitábamos,
los cafés a los que íbamos,
los lugares en que vivimos.
Serán todos tuyos
como míos serán los sueños idos
en esta repartición final.
Prometo no ver hacia esos lugares
cuando por allí pase,
prometo desviar la mirada,
fingir que no me dicen nada,
que me son extraños
como un puente que se cruza por
primera vez,
fingir que esa casa nunca existió,
que nunca te busqué allí,
que es insignificante como el vuelo de un pájaro
que no percibimos.
YO PENSÉ VOLVER
Yo pensé volver.
Más de una vez pensé volver
porque eso habría sido más fácil
que darles explicaciones a los amigos,
a las ventanas y los atardeceres.
Más de una vez escribí una carta
pero no encontré estampillas
o me fui de viaje por tierras extrañas,
tratando de encontrar palabras
o libros, objetos que explicaran mejor.
Otras veces estaba demasiado ocupado
buscando piedras en el río,
recogiendo maderas en el mar
escuchando la nieve
que desconsolada caía sobre el jardín.
Pero tal vez fue el silencio
el que fue habitando mi cuerpo
el que me impedía tomar el teléfono,
tal vez fue el silencio
de largos años
el que hizo que olvidara las cartas,
que olvidara preguntar cómo estabas,
qué pensabas hacer,
si pensabas volver.
Yo pensé volver.
Después, todo fue quedando
como una vaga promesa,
como una deuda que se olvida,
como un espejo extraviado por el tiempo.
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Julio Torres-Recinos (El Salvador, 1962) escribe poesía y cuento. Ha
publicado los libros de poesía Crisol del tiempo, Nosotros, Fronteras, Una
tierra extraña y Hojas de aire. Ha leído su poesía en diversos países como los
Estados Unidos, Canadá, España,
Alemania, Italia, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Australia. Su poesía ha
aparecido en revistas, periódicos y antologías, así como en varios sitios de
Internet y ha sido traducida al inglés, el italiano y el francés. En 2004 la
Editorial L’Harmattan de Francia publicó Crisol del tiempo y Nosotros en un
libro bilingüe titulado Creuset du temps et Nous autres en una traducción de
Marie-C. Seguin. En junio del 2013 aparecerán publicados en España los libros
Entonces (poesía) y Con Aurora después y otros cuentos. En junio del 2013 también
aparecerá en Madrid la edición española de Fronteras, poemario originalmente publicado en Ottawa
por Poetas.com en el 2004. En 1992
obtuvo el Primer Premio de Poesía en el certamen literario convocado por la
Celebración Cultural del Idioma Español en Toronto. Ha publicado, junto con Luis Molina-Lora,
Retrato de una nube: Primera antología del cuento hispano canadiense y Las
imposturas de Eros: Cuentos de amor en la postmodernidad. A principios de 2013
apareció Lumbre y relumbre: Antología selecta de la poesía hispano canadiense,
coeditada con Margarita Feliciano. Ha publicado diversos artículos sobre
literatura centroamericana e hispano canadiense. Completó un Doctorado en
Literaturas Hispánicas en la Universidad de Toronto en 1999 y es Profesor Asociado
de la Universidad de Saskatchewan, donde enseña lengua y literatura. Reside en
Canadá desde 1988. En el 2009 formó parte del grupo de “Las Diez Personas
Hispanas de Mayor Influencia en Canadá”.
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