Salvador Juárez, poeta Salvadoreño
ensayo
“REFLEXIONES EN SINTESIS
A LA POESIA DE SALVADOR JUAREZ
EN LA POETICA SALVADOREÑA CONTEMPORÁNEA
DE HOY”
Por Alfonso Velis Tobar
Carleton University M.A.
Ottawa Canadá.
Mi propósito en estas reflexiones
en lo que denota para mí la poesía de Salvador Juárez, dentro de la poética
contemporánea de hoy en El Salvador. En mis generalidades, quiero dar imagen,
su visión de mundo, temática, su totalidad histórico social, creada en
diferentes periodos de su trayectoria literaria. En reciente visita a mi país
en el 2016 a los años nos encontramos entre la alegría de una tarde llena de
poesía y de café, gentilmente, me regaló todos sus libros.
Chamba Juárez, nació en 1946,
originario de Apopa Departamento de San Salvador. Tiene vasta producción
poética, conocida dentro y fuera de la patria. Según mis investigaciones entre
1972 al 2016 y en la cual precisamente enfoco mi lectura analítica con este
esbozo critico sobre su obra. Salvador Juárez ha publicado once poemarios: “Al
otro lado del espejo”, 1973; “Tomo la palabra”, 1977; “Puro guanaco”, 1978 con
varias ediciones al 2008; “Desenterramientos y otros temas libres”, 1987; “Sin
oficio ni beneficio”, 2000; “Veinte poemas de rigor y una canción
desperdigada”, 2001; “Testamento inconcluso”, 2003; “Camino del copinol”, 2004;
“Mi libro azul”, 2007; “En el túnel, 2006; “¿Y quién dijo silencio?”, 2010. Y
uno en preparación que titula “Impronta final” (2010-12) Publicó en 2007 en
ensayo: “El tigre bisco” (Ensayos contra el descompromiso); “Y el intelectual,
la cultura y otros changarros”, así artículos socio políticos, culturales
publicados en el Diario Colatino. Sin más detalle algunas de las obras en
mención -para su galardón- merecedores de premios nacionales e internacionales.
Chamba Juárez, mimesis “juglar” de la “barriada”, poeta que sueña, imagina otra
realidad de convivencia social. Como ejemplo su primer libro de poesía “Al otro
lado del espejo”, de 1973, voz de blasfemador, conjetura de la vida, ante el
mal estado de cosas, que aquejan su alma muy desesperado en un ambiente de
rivalidades, de odios de clase que los mismos dueños del poder engendran: “Nos
enclaustramos en las absurdas escogitaciones / y jamás la risa fue virtud de
nuestros labios/ (fuimos los inseguros de salir de casa/ sin antes pensar en el
peligro/ agazapado en la primera esquina)/ Jamás jamás / fue visto un
espejo/acribillado por nuestras carcajadas” (Poema II) (…) “Como
reconocimiento/ tengo que brindaros lo mejor. / Mi voz / mi nostalgia/ mis
defectos” (Poema IV)
Y debemos partir de su propia
visión de mundo, dar cuenta de su espíritu que en desasosiegos desesperados
expresa dramatismo circunstancias y situaciones existenciales: “Yo soy el que
veis partir todas las tardes/ con su tristeza a perdidos horizontes / El que
frecuenta los abarrotados portales / el que se deshace en lagrimas / cuando cae
la noche / El que no pronuncia su nombre / por temor a las pesadillas / El que
añora la casa que fue / y el hogar amasado por la zozobra. / Yo soy señores el
que tizno la historia” (Poema V) (…) “Nosotros Ed. / sólo buscábamos la
salvación / de los instantes tan dialtiro escasos / y por eso quizás
vilipendiarnos las tardes / cuando nos vimos frustrados de los bolsillos / Nosotros
Ed. / nos conformamos / a seguir con la esperanza a cuestas “(Nosotros Ed.)
Otro de sus libros “Tomo la
palabra” poesía de 1977 el poeta se manifiesta con insensatez, cordura ante el
ambiente social que vive desde una realidad que punza y pincha sus ojos: “En el
túnel donde cualquier voz engorda / gritamos todos: “! Viva la libertad”! /“!
Abajo la dictadura”!/ “! Mueran los esbirros!” / Pero cuando llega la noche /
apostamos a la hermosa prostituta / y la mayor cuenta del bar la hacemos
efectiva / al mediodía siguiente / continuamos / “! Que puta vida”! / ¡Qué país
donde vivo!” (En el túnel) Si nos fijamos detenidamente en los elementos que
sabe incluir el poeta como recursos: desde sonidos onomatopéyicos,
exclamaciones, figuras de dicción, tropos del lenguaje, anglicismos,
indigenismos, neologismos, dichos, refranes, apodos, personajes folklóricos del
entorno local, su lugar natal de donde parte sus elucubraciones de conciencia
como: “Que dos meses antes de nacer / grite ¡mamaaaaaaa! / (…) Dicen que de ahí
nadie respondió por su sano juicio / llovió guaro que fue maravilla. /
Bailaron, cantaron / y fondearon bajo el palo de amate. / Y la niña Lucia
Navarro / -que era la partera oficial - / dicen que no hizo más que llorar toda
la noche / con sus colochos hechos “(Palabras marcadas)
Como suele suceder en otro de sus
libros: “Puro Guanaco” poesía de 1977 que más ha hecho hablar, con seis
ediciones al 2008. El texto “Cuando el ultimo reflejo funerario”, dejos de
corriente onírica, nihilismo temprano, desdoblamiento, levitación del
subconsciente en trance, un muerto habla a su gente que asiste a su velorio,
puro surrealismo: “Alisten un par de candelas, / una magnifica, / un rosario, /
un Cristo y una dolorosa, / porque esto ya huele a ciprés. / Y no vayan a andar
con babosadas / en el velorio / porque les juro que ahí nomacito / me levanto a
hacerles muecas de espanto / para que me recuerden de veraz.” Y no hay que
mejor momento al oír en su viva voz: “(…) Sin que le importe a uno / la cara
que se hace para decir / “! Ay Dios mío, porqué me lo quitaste, / tan bueno que
era el pobre / y tan sin ninguna gracia que se murió ¡” / y si tienen conqué /
no dejen de repartir su traguito, / de pachón para que raspe y ayude al
desvelo. / hay que dar también una buena porción de pan dulce / y café, una
buena tarrada de café / y cigarros en abundancia. / (…) Así se compren
suficientes naipes españoles, / aunque no alcance para alquilar las cortinas, /
pero que Torres/ El Chele Mecho, / la Chapuda y Lito Palangana / tengan con que
decir / “! Voy 10 al oro!” / (…) así nomas se dejan ir donde el sacristán / a
encargar los dobles. / ¡Dalan, dalan!, que digan las campanas ¡ / (…) y por
ultimo / si me quieren preparar a mi gusto, / no me pongan saco ni corbata, /
ni talcos en la cara, / ni brillo a mis cabellos, pero si / y si no es tanta la
molestia, / que la tajadita de limón / sea una media luna entre mis labios”
(Cuando el ultimo reflejo funerario)
Hablar de su poesía a nivel
formal, conceptual, predomina lo conversacional, lo oral espontaneo, su texto
“Lo fregado es la goma compadre”, habla hechos humanos cruzados en su vida con
una voz de pura poesía popular: “soportar estas noches es lo fregado, compadre.
/ Uno siente que le hormiguea todito el cuerpo / y un sudor helado chorrea en
los huesos. / (…) y entonces son los brincos ¡Ah compadre ¡ / ¡ ¿Por qué no
será tan necio?¡ / ¡ ¿Por qué no acordarse de estos / amolados a la hora de
empinar el codo / y mandar al diablo las rancheras y los recuerdos?! / Pero a
lo hecho pecho, compadre, / porque si vuelvo a acordarme del principio es la de
nunca terminar / Porque viera que duro es eso ¡/ la mujer está jode que jode
todas las noches. / Las deudas por uno y los chambres por otro. / El sueldo que
no estira y los anuncios que no dejan / de perturbar: que la casa, que el
automóvil, / que “no se puede vivir sin radio”. / Y ahí en ese infierno, / ¡uno
siempre es el chingado/ compadre! …“solo porque Dios es grande / he llegado
hasta este momento. / (…) A puras marías santísimas / estoy aquí contándoles el
cuento. (…) Así es como he tenido que amarrarme bien el cincho / para ajustarme
el alma. / Así mi buena suerte / ¡esa apedreada suerte mía!... (Lo fregado es
la goma compadre)
En su texto “Homenaje a la raza”
de su libro “Camino al copinol” del 2004, lo simbólico, lo semántico están
presente, la expresión “a la raza” se refiere a los “zumberos”, los alcoholicos
consuetudinarios de la calle, que buscan el trago para quitarse la “goma” luego
hacer alguna diligencia, a cambio los cigarros, el “lijón” de guaro macho, los
bolitos gozan el júbilo de su ruindad humana, enclaustrados en el paraíso
infernal de su infeliz tragedia, su “delirium tremens” invocar a Dios Baco.
Aquí en esta narración nihilista de Salvador Juárez, hay patetismo, señal semiótica
en el uso del lenguaje; no hay palabra rebuscada, ni metafísica más allá de la
realidad, hilvanando monólogos interiores de un individualismo lirico, poeta
sensible que sabe hacer suyo el sentir de una conciencia colectiva. Esta es
para mí una “estampa de realismo social”, urbana y crudo, doloroso, víctimas
ellos mismos, olvidados de un sistema que solo ofrece desalientos, sin terapias
de salud. Pienso que Chamba Juárez es el poeta cuyo lenguaje contribuye a
preservar esas “jergas del lenguaje”, esa “voz populi” que se expresa
desenfadado, con franqueza, de los trasnochadores oyendo a Juan Gabriel, Pedro
Infante, Vicente y Alejandro Fernández canturriando frenéticamente las
rancheras como: “Sufro tu ausencia”, “Esta tristeza mía”, “No volveré”, “Estos celos”,
“Nube viajera” “Por mujeres como tú”, llorando a moco tendido locos de amor su
sentimiento. Porque expresiones con intención poética son estas: “A la mierda
pastores que la pascua ya pasó”, “En boca de botella”, “Eso nos pasa por andar
confiando en los bolos hijos de puta”, “y me dedicaron unas rancheras con las
que solíamos llorar/ bien a verga en uno de los salones de Apopa” Lo cierto
esta poesía, denota humor al escucharla y “humor del negro”, sin ambages son
dichas las cosas, así de simples al natural extraídas del alma popular.
¡Qué mejor ejemplo! muestra su
“Testamento inconcluso”(2003), como siempre lenguaje popular, sentimientos
renegando, desahuciado de este mundo infeliz dice: “La mera gente, pues, / El
puro pueblo, aquí y allá / ¿! Y que más quería yo!?/…” es haber vuelto “agarrar
zumba” después de trece años de sobriedad/ y quebré el bote con un mi
cumpleaños / en Guanajuato, exactamente.” (Poema VI) “Y de ajuste / por no
adaptarse al modelo se quedo gueliendo pega / picapedreando en la oscuridad, /
haciendo muecas al pasado / con una coche bomba en la mano! Tirado al perro,
completamente/ ¡Esta bueno que se lo haya llevado putas”…” Ahí se había quedado
escuchando las viejas canciones al Che y a Víctor Jara. / Y a saber que putas
ve en sus alucinaciones / que dicen que allá al fondo de la Tutunichapa /
todavía llora por el Unicornio y el Sombreo Azul ¡… “Pues muerto el chucho se
acabo la rabia…” (El letrado de las altas esferas) Como se observa mis queridos
lectores, qué más vivencias humanas esta manera de decir las cosas, a calzón
quitado, sin pretensiones, sin complicaciones rebuscadas en su poesía. Se
reflejan momentos sufridos en “Mi libro azul”(2007), imagen del martirio
alcohólico, tiempos que el poeta se chamuscaba la garganta en honor a Baco,
cuenta experiencias familiares en el texto “Desde la Tribuna”, historia sobre
su hermano Arturo y su padre, la tragedia por las garras del vicio, Arturo
murió de una cirrosis. Ese batallar existencial en esa vagancia del lumpen que
refleja su texto “Poema de los más bajos fondos”, puro monologo interior, el
alma se debate en diversas circunstancias, vagabundeo, soledad, interioridad
del subconsciente: ¿Y que ando haciendo aquí, / en plena madrugada, / sin rumbo
en estas calles solas, / ¡tremendamente solas!?.../… ¿“Que fortuna me he
quedado buscando / a tientas en el suelo, / como ciego desesperado / queriendo
tactar una migaja no sé de qué? / Que me exaspera hasta el delirio.”… ¿Que
fuerza me impide dar un paso / hacia la verdadera realidad, / aunque las ganas
de salir del infierno / también sean poderosas…? “Y cualquiera llora al verse
topado al cerco del infortunio. /…ha quedado completamente chuna. / Así como
vengo por estas calles / barrileando con la esperanza de hallar aunque sea / un
par de cachos, / que aunque no sean a mi medida está bien, / y aunque un zapato
no sea igual que el otro / me da lo mismo…!” Poesía que hace pensar esa emoción
fervorosa que habla con descaro, el fatalismo moral de total dejadez humana,
pasar su temporada, lo que considera sus infiernos adorando al Dios Baco, sus
rehabilitaciones en el Hogar del alcohólico, el poeta cuenta, se rescata con la
poesía misma, la vivacidad de su espíritu de confrontar los delirios en que
depara su vida capaces de perder la razón. El poeta muestra un retrato social,
la anécdota o crónica de algo que contar que se identifica con su conciencia
individual ante la realidad que enfrentamos. Una poesía que desde lo formal
está desprendida de su ritmo, pero no desligada de su verso humano, en el
camino de los más “bajos fondos” se habla con franqueza, sin hipocresía, sin
misericordia lo llevan a la droga, a esa estampa de miseria humana soportando
crueles zarpazos sociales a su vida. Eso lo notamos en “Veinte poemas de rigor
y una canción desperdigada” poesía del 2000, cuyo título recuerda a Neruda, no
en el “amor” pero si en su canción desesperada que el poeta sufre sin perder
esa “inmensa alegría de vivir”…
Por lo general en su totalidad la
poesía de Salvador Juárez, su temática misma capta y recrea, con dejos de
humor, sarcasmo, ironía, solemnes instantes, desesperanzas, frustraciones; ante
el mal estado de cosas, que corroen su alma llevándolo al uso de “expresiones
con malas palabras” consideradas vulgares, léperas, chabacanas dichas en doble
sentido como: “Cuando la cabeza de abajo se para, / la de arriba no piensa”,
utilizada con intención poética. Además yo no creo en las malas palabras, más
bien creo en la mala interpretación de ellas. Por ello tengo entendido que la
poesía de Chamba Juárez, en sus inicios fue mal interpretada, cuestionada
precisamente por su recurso poético usado, su manera de decir las cosas. Como
que su poesía no cabía en el estilo de la poesía que debía escribirse en esos
cruciales momentos de violencia social de la década de 1970. A ¿quién, por
ejemplo? Podía importar en ese momento, las vivencias de los “bolitos” o del
futbol de Apopa su ciudad natal, así como su individual desgarramiento de
poeta, cuando se vivía ante un régimen que perseguía con la muerte, a quienes apoyan
la lucha revolucionaria en contra de la dictadura que por años reprimía al
pueblo; claro ubicada su poesía en ese contexto, parecía una poesía que no
cuajaba con las circunstancias históricas. A pesar que para entonces mi
crítica, daba razón a la poesía de Chamba Juárez, inclusive al principio, para
ser honesto con mis lectores, no me gustaba mucho su poesía, no me llenaba de
encantos, ni emoción, ni inspiración alguna, centraba su lenguaje en una forma
común y corriente cada vez que leía y oía su poesía en recitales, sentía que
contrastaba a lo vigente a los ojos de una problemática social que dolía más,
consciente también que la poesía no debe aislarse del lenguaje común que
diariamente vivimos, lloramos, oímos, cantamos, a putiadas y puñetazos de dulzura,
los piropos amorosos, vulgares, que para la clase “Popof” son ofensivos. Yo
estudiaba a lingüistas y críticos de la sociología literaria como: Lukács,
Roland Barthes, Jacobson, semióticos del lenguaje, ayudan aplicando sus
principios teóricos a la literatura, daba esa “razón a sus detractores, pero
también daba toda razón de ser, a la poesía de Salvador Juárez y con el tiempo
en segundas lecturas de su poesía, caí en la cuenta como por arte de magia,
quizás también para sus críticos les pasó lo mismo, su poesía ya una vez
asentada la posguerra me denotaba vitalidad, gracias a su lenguaje mismo, pues
críticos de la época sostenían, en una poesía “de un lenguaje de gran
simplicidad” pero después comprendía, su verbo se enriquecía, parecía
afianzarse mejor a la identidad de nuestra gente, pues la poesía, sin importar
las vivencias de donde venga, no puede nunca perder contacto con el espíritu de
su pueblo si refleja realidad humana.
El Poeta Salvador Juárez, capta
su mundo, exterioriza sus estados de conciencia interior que lo abruman de
soledad, habla solo desde su rincón. Y entre este maremágnum de las
circunstancias sociales, históricas que se viven, su lenguaje desagarra temores
o valentía, inmersos en la problemática, alejado de todo formalismo puro.
Chamba es un poeta fructífero que aporta a la literatura, que contribuye a
rescatar vocablos propios del pueblo; expresiones que descarnan humanamente que
dan vida e identidad al español que hablamos en El Salvador de hoy. Los poetas
pero no los del Olimpo, poetas de Dios, ángel o demonio, benditos al paraíso o
malditos al infierno de nuestras circunstancias sociales; capaces de soñar
utopías y no a lo postizo, esta aparente realidad virtual que ciega oídos que
ensordece los ojos. Pues vamos a los empujes al manejo descarado del imperio y
es la crisis propiciada por el neoliberalismo desenfrenado y globalizador. Esta
falsa modernización (entre cordones de hambre e inseguridad social), esta
realidad aparente solo demuestra, el subdesarrollo y atraso en que vivimos.
En fin diremos que toda su
variante poética desde su primer libro “Al otro lado del espejo”, de 1973 hasta
“Impronta final” del 2010-12. Todo esto hace reflexionar el espacio
antropológico de la poesía, se debate entre un eje social, cultural, político,
que no da la espalda a la razón en sentido humano, a la oración luminosa,
sagrada y desacralizado en el contexto histórico, de una realidad de grandes
contrastes económicos, surge la poesía, constituida por hechos, tragedias,
circunstancias políticas, míticas, los rituales, la tradición en tiempos
ancestrales, testimoniales en que nace la poesía, como una forma de la
conciencia social. Y donde debe haber sentido de compromiso, ante la realidad
que circunda; obliga al creador a tomar una posición de clase, una actitud
moral frente a esa realidad sistematizada, pues la literatura, la poesía y la
razón misma son aliados vitales a una filosofía de ficción; y será por
consecuencia misma, una razón de concepción idealista o materialista, según la
conciencia social del poeta, del escritor, del artista, al percibir esos
reflejos de la realidad, más cuando el lenguaje proviene desde la entraña misma
del propio pueblo. De cómo la poesía, la literatura cuya complejidad estética
debe estar presente, padeciendo, haciendo frente con imaginación de crear una
ficción de la realidad o de una realidad hecha ficción como se quiera.
Pienso que poetas, algunos, de la
talla de Chamba Juárez, Ricardo Castrorrivas, Roberto Monterrosa, Ulises Masis,
Gilberto Santana, más que todo los caracteriza lo coloquial del lenguaje que
utilizan tal cual como habla la gente. Entonces la poesía dentro de la cultura
explora los valores de la lengua, de la tradición popular como hablantes que
somos. Ahora en cuanto a la función poética en el uso del lenguaje en la
literatura salvadoreña, se conocen antecedentes, en parte dados por el polémico
poeta Roque Dalton (1935-1975) y otros de la generación de 1950 que llevan la
poesía a un sentido de compromiso. Roque que influenció a las generaciones posteriores,
tanto en conducta moral, militancia, al crear con maestría estética desde lo
formal, una poesía urbana, conversacional, además un abanderado de esa poética
del compromiso, que supo romper espacios históricos del proceso literario del
país. Y flotando la poesía por un lado lejos o cerca grita el eco del
testimonio de la historia misma. En la poesía de Chamba Juárez no hay ritmo y
si lo hay es música de tonada triste, de melodía lúgubre que punza el verso
libre, que rompe el verso “cristal” dada la imaginación diluida de su expresión
casi prosaica, en todo caso “verbo”, poesía sin preocupaciones técnicas se
rebela contra la “poesía pura” sin esa tradición del verso “rubendariano” que
profesaran poetas postmodernistas del primer cuarto de siglo. Chamba Juárez,
revelada su poesía en lo que en Ernesto Sábato llaman “anti poesía” o
“exteriorismo” subjetivo y objetivo en Ernesto Cardenal todo por sus giros en
el lenguaje popular. Razón tenga sobre algunos aspectos estéticos de su obra,
un crítico como Jorge Vargas Méndez, poeta trabajador, un investigador,
califique a Salvador Juárez en su estudio “El Salvador y sus hablantes”, como
el escritor en El Salvador que en la mayoría de veces, es quien más utiliza en
su poesía, los “distintos giros sintácticos, gramaticales”. Yo digo que Chamba
Juárez, es un poeta en El Salvador de visión social, coherente con tendencias
vanguardistas, al utilizar la expresión coloquial en la conformación de los
propios cimientos de su poesía.
De modo que al tomar como base la
literatura, la poesía, sus oficios en un contexto histórico, de relaciones
humanas, sociales, económicas, políticas y donde los problemas nacionales están
vigentes. Y de fondo la poesía anda flotando, asusta nuestra sombra, la
incertidumbre, las noticias inesperadas, la violencia y las maras, el crimen
organizado, más la corrupción como pecado fácil, frente a las luchas
parlamentarias que los políticos de turno presentan el teatro de su vida sin
ningún consenso ni soluciones de los álgidos problemas que aquejan a la
sociedad salvadoreña, más bien más agravantes: “Y si alguna vez puedo salir de
esta manigua de la existencia / hasta que no olvide esta cruz calle sin nombre/
esta zona de alta peligrosidad / donde mareros, ladrones y drogadictos /
llevamos el mismo estigma” (Los tirados al perro y las maras) Y de fondo de
esta problemática hay una estética extrema en la conciencia de dar testimonio
con sentido de resistencia de esta realidad que vivimos, en este pueblo de
espíritu trabajador, sin oportunidades, sin brújulas que tomen el más justo
horizonte de buen futuro para todos. Por consecuencia misma la ola que impone
el imperio, la neo-colonización con la globalización neoliberal de un sistema
económico en perenne crisis, desintegración social, desigualdad económica donde
el crimen organizado, las extorsiones andan a la orden del día. Todo esto la
crisis del sistema que padecemos, la problemática que vive este valiente pueblo
que se niega a morir. De base una cruenta lucha de clases como punto de partida
de nunca acabar, desde la época misma de la colonia, desde la conquista y su
resistencia, tiene raíces de base social en el obsoleto sistema de
infraestructura económica de carácter medieval que nos heredaron los
colonizadores, con el tiempo la burguesía criolla, la oligarquía, vino labrando
buitres con intereses creados en este sistema de injusticia social en el cual
vivimos. Donde no hay vuelta de hoja, no hay salida, la soberbia, el asco, lo
grotesco la mueca y la risa miserable de un ambiente de sálvese quien pueda, de
salir huyendo por falta de oportunidades, soñar otros rumbos, donde hacer vida
aun con la nostalgia de la patria ausente. Soñamos como poetas la concordia, la
armonía social, y la felicidad, vivir con más dignidad en una sociedad
civilizada. Eso concierne hoy en día a los creadores de cultura de contribuir
con sentido ético a ese proyecto de crear hoy un nuevo proyecto de nación, una
nueva sociedad más justa y más humana. Conscientes que la poesía y ni el arte,
como formas de la conciencia social, no pueden ignorar los problemas del hombre
y la sociedad, ser solidarios con el épico sentir del mismo pueblo. Aunque a
Salvador Juárez tampoco se le puede negar su visión política a través de la
literatura, contribución práctica que lo lleva hacia los 80s a vivir la
experiencia en las ergástulas cárceles de la policía nacional de un régimen
dictatorial y sanguinario por entonces.
Como conclusión la poesía de
Salvador Juárez en el quehacer literario salvadoreño, todavía hasta hoy en día
continua siendo participe, fiel a su estilo de utilizar los diferentes giros
del lenguaje de nuestro pueblo con esa intensidad espiritual para crear el
“canto de la calle” con todo su humano sentir. Donde todo su numen poético,
visto a la distancia del tiempo, se ha cimentado, enriquecido y por su forma de
poetizar, es el poeta que más se apega su lenguaje popular a la identidad
salvadoreña. Todo esto me permite explicar mis puntos de vista estéticos en el
recorrido de su creación poética, cuya expresión popular, natural y formal se
amolda a esa voz que caracteriza a Salvador Juárez dentro de la poesía
contemporánea de hoy en El Salvador. AVT/05/11/2016
Alfonso Velis Tobar
Poeta y escritor salvadoreño.
Poeta y escritor salvadoreño.
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