domingo, 24 de agosto de 2008

Corina Bruni, un manantial hecho poesía_Por André Cruchaga

Corina Bruni y André Cruchaga, El Salvador






Corina Bruni, un manantial hecho poesía





El acercamiento y vivir en gracia de la poesía, siempre resulta gratificante. Lo es más cuando quienes nos dedicamos con devoción a este menester nos solazamos con la obra ajena. Este es el caso que ahora me ocupa: una ojeada a la vasta obra de una de las poetas que más ha entregado su estro a escribir literatura para la infancia. Se trata de Corina Bruni, (El Salvador, 1930). Y ya de entrada me valgo de las siguientes palabras para ubicar estas digresiones: Se entiende por literatura infantil la literatura dirigida hacia el lector infantil, más el conjunto de textos literarios que la sociedad ha considerado aptos para los más pequeños, pero que en origen se escribieron pensando en lectores adultos (por ejemplo Los viajes de Gulliver, La isla del tesoro o Platero y yo). En otro sentido del término, menos habitual, comprende también las piezas literarias escritas por los propios niños.[1]

Con Corina Bruni estamos ante un caso de estimulante y fructífera producción literaria. Ha sabido reflejar en cada una de sus producciones, los requerimientos que Juan Cervera [2] plantea como necesarios para cumplir a cabalidad con este cometido particular de la literatura, como son: ideológicos, anhelos pedagógicos, desarrollo evolutivo, etc. Corina con su palabra ha sabido entrar a esa tierra mágica de la infancia: la fantasía, sin la cual es imposible crear nuevos mundos, arco iris donde los pájaros beben los colores y comen el pan blanco de las nubes.

Algunos estudiosos han cuestionado la existencia de este tipo de literatura, al punto del escepticismo [3]; lo cierto es que en realidad los cultores de la misma no son muchos. La literatura infantil es la más difícil de escribir: hay que ser niños para escribirle a los niños y entrar así a su mundo. Corina en este caso particular lo hace muy bien: tiene el sentido y la palabra exacta, las palabras que evocan emoción profunda, simpatía. Sólo ella sabe capturar las luciérnagas y alzar una especie de vuelo fosforescente. En sus composiciones los niños colorean trazos, siluetas, historias concretas…

Pero Corina no se queda con la poesía. Ella además ha incursionado felizmente en la fábula, el cuento, el drama, la leyenda y, por supuesto, la poesía para adultos. Es pues toda una institución en la imaginación y en la sencillez del misterio; sabe deslumbrar y penetrar en la mente y los sentimientos de esos seres a los cuales va dirigida su producción. Si sus poemas encantan, lo son más sus narraciones por su acento vívido e íntimo.

Todo narrador y en el caso de la narraciones dirigidas a la infancia, como lo plantea Madeleine Faure[4] tiene la obligación de poner en su trabajo verdadera sinceridad; admitir las hadas y los héroes y vibrar al unísono con sus oyentes. Hay un libro intemporal en esto que nos ocupa: La edad de oro de José Martí. A este se le considera a nuestros días un libro clásico de la literatura infantil en idioma español. En él encontramos artículos, cuentos, crónicas y poesías inolvidables para niños y niñas de todas las edades y de todos los tiempos.

Y hablaron los animales, San Salvador, 1986. Como sabemos la fábula es un relato breve muchas veces en verso escrito en un tono generalmente jocoso y del se extrae una "moraleja" o lección. Los personajes suelen ser animales dotados de habla. Y, aunque no vamos a hablar de su origen, lo cierto es que Corina Bruni, ha sabido aquilatar toda esta herencia literaria desde Hesíodo. [5] La literatura es esencialmente valores: Corina lo sabe; es por ello que a través de la fábula resalta esos valores esenciales para trascender desde las cosas y la animalidad a una vida humana más edificante.

Pomas de jabón, El Salvador, 1984. Los poemas de este libro de este libro, en palabras de Eduardo Ritter Aislán [6], constituyen luces iridiscentes que nacen, se evaporan para volver a surgir en una nueva voluta de la caña que soplan los labios del niño. Corina se entrega en cuerpo y alma en estas poesías y lo dice expresamente: “te estoy brindando mi amor/ en este libro velero”… Y vaya si no es cierto. Muy observadora, está atenta a la manera de ser, a la idiosincrasia de niños y niñas: “Les encanta el agua,/ les fascina el fuego…/ y juegan con ellos/ sin pena ni miedo.” Así es este mundo infantil y Corina lo sabe interpretar muy bien.

Rataplán, El Salvador, 1992. Juegos, cuentos y canciones hacen su debut en este libro. El libro, tal cual lo expresa Ana Milagro C. de Álvarez, [7] “reúne todos los requisitos que el maestro más exigente pudiese desear en creaciones literarias para motivar las lecciones o desarrollarlas. La literatura ofrece al maestro, —y este es el caso del presente libro— inagotable fuente de instrumentos didácticos.” Hay problemas de lectura en nuestras escuelas, de comprensión, interpretación. A menudo sólo nos quedamos con los recursos de la memoria y no es suficiente para adquirir todos los mecanismos que demanda el sistema educativo y los de la vida. Con estos textos de Corina Bruni, bien puede el docente entusiasmare al niño y a la niña, haciendo que “lean un cuento, memorizar un poema, dramatizar una fábula o una leyenda, , es decir, hacerles penetrar en su mundo, el de la fantasía, el de la aventura, el de la belleza para elevar los ideales a través de las fibras sensibles del alma…[8]

Nube-Escuela, El Salvador, 1987. Nbe-escuela son dos conceptos dodne los niños y niñas transitan muy bien. Texto objeto, es decir, texto con bocetos para que los infantes y las infantas coloreen. Otro elemento importante que Corina intr5oduce en sus textos: el color. Colorear resulta para esta edad escolar una actividad de gratificante divagación y que la escuela está en la obligación de fomentar. “Sutil, la brisa, te lleve/ —sugiere Corina— en sus alas a volar./ Y, como si poco fuera,/ que cabalgues en las nubes/ y te puedas deslizar/ en el brillante arco iris,/ igual que en un tobogán.”

Sol - so – bri-sol, El Salvador, 1994. Poesía sencilla, hecha con los elementos del entorno, con los animales que vemos a diario, con lo que nos dicen o nos cuentan, pero siempre con ese sentimiento profundo de la entrega por hacer un mundo más sensible y humano. En aquí y allá, —nos dice Corina—: “Aquí una piedra,/ allá un cangrejo;/ y viene un sapo/ con su aparejo./… Aquí un serrucho,/ allá una pala./ Viste un mapache/ traje de gala./… Aquí un candado,/ allá una aldaba./ Aquí se cobra, allá se paga.” Cualquiera diría no sin cierta ligereza: ¡ah, es poesía fácil! Les puedo asegurar que no lo es. Corina es rigurosa en todo lo que escribe. Además cumple con los cánones que la literatura infantil demanda, a saber: ella se dirige a los niños e incita al redescubrimiento de las cosas de su entorno, sin el desconcierto deformado de las mismas y con un lenguaje verdaderamente comprensible.

Juguemos a contar cuentos, El Salvador, 1999. Son textos de hadas para que esos seres mágicos vivan la magia de contar cuentos. La literatura para niños y niñas han tenido, tradicionalmente, un foco muy marcado en la transmisión de una moral específica. Con el pasar de los años, estas "morales" se han ido adaptando y es por ello que en muchos cuentos tradicionales, se han alterado los finales o incluso su núcleo argumental. Jean Piaget ha demostrado que el niño "crea" como mecanismo natural para descubrir su entorno. El escritor argentino Julio Cortázar dice al respecto: Es verdad que si a los niños los dejas solos con sus juegos, sin forzarlos, harían maravillas. Usted vio cómo empiezan a dibujar y a pintar;…[9] Los textos en verso tienen ventajas, por su fijeza y por su mayor capacidad para el juego y la memorización. Los textos en prosa fundamentalmente cuentos, tienen su mayor oportunidad para la audición, aunque revisten menor fijeza lingüística que los versos, y gozan de más facilidad para la adaptación por parte del narrador. [10].

11 fábulas y algo más,,, El Salvador, 2000. La autora a diferencia de su otro libro de fábulas, aquí hace gala de su prosa. Corina sabe, está consciente que la literatura es un recurso inigualable para acercar a niños y niñas a un mundo de verdad y sensatez. En la moraleja de “El cuervo y la musaraña”, deja asentada su propensión pedagógica: “Una buena educación/ puede corregir, sin duda,/ infinidad de defectos/ antes que seamos grandes./ Mas no se puede negar/ que hay ciertas inclinaciones/ que se llevan en la sangre”… Luego nos dice en otra moraleja: “Es preciso estimular/ a las personas honradas,/ pues dicen que la honradez/ no tiene precio ni paga”… No es un moralismo a ultranza el que se plasma en estas fábulas, ni mucho menos tienen carácter represivo. En el fondo, Corina siempre propone un final feliz que en definitiva es lo que debemos celebrar.

Arriba el telón, El Salvador, 2002. en este libro Corina Bruni incursiona en el teatro infantil. No hay miedos, ni angustias, ni ansiedades. Tanto los cuentos como estas pequeñas piezas de teatro pretenden poner a niños y niñas ante historias cuyo contenido edifica. Es literatura para gozar, pero también es literatura para edificar. Al final, Corina, responde a “la necesidad de dar respuesta personal a cuanto inquieta a niños y niñas y favorecer el desarrollo de la fabulación”, tomando en cuenta la progresión afectiva de la infancia, sin la cual la literatura carecería de sentido para otras edades. En síntesis, la literatura, tanto en lo particular, tiene una función básica: servir de catalizadora de los diferentes descubrimientos del niño y niña en su proceso evolutivo, la toma de conciencia y el sentido que toman en su vida esos descubrimientos.

Barataria, 23/24.VIII.2008



[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_infantil
[2] Cervera, Juan. La Literatura infantil en la Educación Básica. Editorial Cincel, España, 1984.
[3]Cervera, op cit. Pág.14
[4] Faure, Madeleine. El jardín de infantes. Kapeluz, Argentina, 1958.
[5]Algunos expertos afirman que la fábula tiene su origen en Hesíodo.
[6] Ritter Aislán, Eduardo poeta, escritor y diplomático de carrera. Fue durante muchos años Embajador de Panamá en El Salvador.
[7] Ana Milagro C. Álvarez, escritora salvadoreña.
[8] Ana Milagro C. de Álvarez, escritora salvadoreña en A manera de prólogo del libro: Rataplán, 1992.
[9] http://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_infantil
[10] http://es.wikipedia.org/wiki/Literatura_infantil
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