sábado, 2 de enero de 2010

poemas de mercedes durand

Mercedes Durand, El Salvador
Fotografía: 100 Escritores Salvadoreños de Roxana B. López









Las manos en el fuego

Un vuelo de azules mariposas
Le inundaba la frente
Y los pasos menudos del rocío
Verdecían el musgo
Empurpuraban más a los geranios
Y agitaban su pulso…

La noche de un agosto fronterizo
Entre el gozo y el miedo,
(mariposa-zenzontle-miel-canela)
Sacudió sus entrañas
Y el rumor pizarrino de la lluvia
Y el dolor de la sangre
Despertaron mi llanto
Y heme aquí… desde entonces.

La madre de María Inmaculada
Bendijo mi venida
Entre Kyries y Salves y Acordaos
Y mieles de achicoria…
Nací del llanto y con la lluvia tenue
Una noche sin noche
En vuelo de opalinas mariposas
—entre barro y canela—
Y por anual me dieron el zenzontle
Y por signo un lucero
Y por herencia el viento, la colina
Y el mar y el horizonte…

El Ángel de la leche me dormía
En brazos de mi madre
Y el morro de una tímida sonaja
Sacudía mis manos…

Pronto mis pies corrieron por la casa
Y conocí a la hormiga
A la chiltota —prima del naranjo—
Al zompopo de mayo…

Jugué al escondedero con mi sombra
Y el libro de Mantilla
Y el ábaco de cuentas rojo-blancas
Y la manzana rosa
Y Sor Emilia con su toca nardo
Me fueron familiares…

Miedos estacionados en los goznes
De puertas y ventanas
Asomaron su voz de medianoche
En perros sincopados
Y trac-trac de carreteras ambulantes…

Un ser estaba siendo ente y era
Construido con palabras,
Asombros, experiencias y consejos
De luna y porcelana…

Un ser estaba siendo ente y era
Romboide en espiral,
Lámpara del no-yo, luz del nosotros,
Sombra de girasol,
Gota infinita del mar existencial,
Fragmento del no-ser…

Un ser esta siendo ente y era
Átomo de galaxia,
Cristal de cosmonauta en agonía,
Espuma sideral,
Profética visión de aconteceres,
Salmo del siglo XX…

Un ser estaba siendo ente y era
Lágrima de la tarde
Escudilla de sílabas y nombres
Racimo de palabras…




Espacio de mi voz a Frida Kahlo

Un día, Frida Kahlo,
Pleno de sol y niños,
Me acerqué a tu horizonte,
A tu mundo divino:
Acaricié un rebozo, un nopal y un indio.

Desde ese día, Frida,
Aspiré tu dolor sublimizado
Por la voz de la lucha.
Me dijiste el mensaje que la tierra
Proclama en las espigas;
Me dijiste…
Me dijiste mil cosas, Frida Kahlo,
Con tu verbo encendido.
Entendí tu mensaje,
Lo guardé entre los pliegues de la sangre
Para donarlo a mi hijo,
Porque… quién Frida Kahlo
No aprendió tu lección de sacrificio
Si era tu voz un himno libertario
Para el mundo oprimido.

¿Quién te pudo ignorar si tu presencia
amanecía en todos los colores
de las cosas sencillas?
¿Quién se negó a ignorar tu noble ayuda
elaborada en paz y dulcemente
desde el cedro labrado de tu silla?
Ninguno, Frida Kahlo,
El Louvre mismo atesoró tus cuadros,
Veneró tu mujer y tu pintura;
Te amaron los hambrientos de justicia,
Te comprendió la juventud,
La brisa,
Los paisajes risueños,
La campiña;
Te saludó el arroz,
El vodka alegre,
Los maizales indígenas sangrando,
La Torre Eiffel y la Alambra antigua;
Te saludaron todos Frida Kahlo
Porque tú eras la vida,
Porque enseñaste siempre
Acuarelas tranquilas
Porque igualmente pronunciabas panadero
Que arte impresionista.

Por eso, Frida Kahlo,
Cuando la lluvia acompañó tu viaje,
Me dije:
Sus cenizas
Habrán de germinar en rosas blancas
En auroras de olivo,
O tal vez pintarán una paloma
Sobre el lienzo del mundo.

Te has ido Frida Kahlo,
Se mece en tu recuerdo
La fiesta alborozada de tus trajes
Y el gozo circular de los anillos.

Adiós a la pintora Frida Kahlo,
A la mujer sufrida,
A la artista que un día
Me permitió mirar a su horizonte,
A su mundo divino,
Y acariciar el rostro del rebozo,
Del nopal y del indio.




Vengo del viento

Vengo del viento azul
Donde el jacinto
Sorprende en su temblor al lirio de agua.
Vengo en el viento
Y con el viento traigo
La voz delgada del Guarajambala,
El eco acantarado del Sumpul,
El dialecto azulino del Jibia
Y la música en flor del viejo río.
Del río de las barbas de esmeralda,
Del río que se extiende por los valles,
Del río que amortaja a los cadáveres,
Del río de la luz en las entrañas,
Del río viejo,
Del río sangre,
Del río indio,
Del río padre,
Del río río,
Del río Lempa…
Vengo en el viento
Y con el viento traigo
Suspiros de copal,
Aire de bálsamo,
Guirnaldas de esquinsuche
Y aliento de cacao…
Vengo del viento
Y con el viento traigo
La oscura ramazón de los caobos,
El canto melancólico del guauce,
La auora vegetal del maquilíshuat,
El jacamar y su plumaje huraño…
Vengo del viento
Y con el viento traigo
Un corazón de viento huracanado…

viernes, 1 de enero de 2010

poemas de ítalo lópez vallecillos

Ítalo López Vallecillos, El Salvador
Fotografía: 100 Escritores Salvadoreños de Roxana B. López









Mientras me llevan esposado








I
Vino un hombre
Y me llevó del brazo,
A la fuerza,
Esposado.
Me enseñó una tarjeta,
Un revólver
Y su alma.
Me enseñó sus ojos
Y me pidió disculpas.
Dijo que cumplía “órdenes”.
Me habló de su mujer
Y sus pequeños hijos.
En medio de la pena
Pronunció estas palabras:
“perdone,
se tiene que vivir”.
Vi las últimas llamas de la tarde
Y me metí en la noche,
Con miedo.





II
Es fría la cárcel. Y dura
Y cruel. Y pesa como una lágrima.

Surgen en ella de súbito los caminos,
Los besos inconclusos,
La noche y el silencio.
Todo se agolpa en la memoria:
Los geranios,
La madre, la esposa,
La lluvia,
Los espejos, las corbatas,
Los hijos a la puerta de la casa.
Todo se viene de golpe
A la memoria. Y hace falta
Una caricia,
Una almohada,
Una palabra sencilla,
Un poco de amor.
Una navaja
Diminuta con que cortar
Poco a poco los sentidos.
Esto es: no ser el ser que somos,
Sino su potencia y su acción,
Su llama y su protesta. Ser pájaro,
Nube,
Sueño, proyecto,
Semilla y árbol.





III
La cárcel duele en el alma:
Tiene como ella rincones dolorosos;
Paredes manchadas,
Sucias invocaciones.
En lo más alto y en lo más bajo
De su miseria,
Cuando la ve se ha extraviado
Y la paz se nos niega,
Y el pan no tiene esa delicada presencia
Del trigo y de los ángeles,
Cuando volvemos a ser lo que hubimos deseado
Ser siempre,
Entonces, la cárcel se abre,
Se rompen sus ataduras,
Y ya no estamos solos, sino alegres
Y puros, y claros, y abiertos.





IV
Uno tiene que encontrar su destino.
En alguna parte,
En algún mes,
En alguna noche,
En alguna palabra uno tiene que encontrar
Su destino.
Yo hallé el mío,
El que me hace feliz, el que me hace bueno,
El que me quita de un golpe
Todas las esquivaciones;
El que me aclara y declara,
El dulce, duro, claro y oscuro
Destino.
Ahora lo sé. Lo siento mientras
Escribo este poema
Y dejo atrás la cárcel. Y dejo atrás
La lluvia,
Y la Patria, y la noche,
Que también se quedan atrás
Mientras me llevan esposado,
Amarrado, digo,
A cumplir mi amargo y universal
Destino.

jueves, 31 de diciembre de 2009

poemas de jonathan velásquez

Jonathan Velásquez, joven poeta de El Salvador



Insomnio





Cuando el insomnio
danza su macabra sonata
con mis parpados
desempolvo el alfabeto
de las aves y los sonámbulos peces
que trae la tormenta.
Cuando el insomnio
me obliga a que te piense
desentierro los secretos
de la tierra y de los árboles,
me enamoro de los ángeles
que se escapan de mi sueño
y alzo un vuelo interminable
hacia el huracán de tu mirada,
invento una y mil formas
de gritar tu nombre con mis ojos,
cuando el insomnio llega
tiendo una emboscada a tus piernas,
dibujo tu cuerpo con la oscuridad de mi sombra,
abro el baúl del silencio
y ciudades dormidas, sin plazas ni a venidas
escapan de mis manos
como una ráfaga de viento clandestino.
Cuando el insomnio llega
bebo café,
enamoro las estrellas
invoco las lechuzas y los búhos
y te sueño despierto
esperando nunca despertar.







La muerte de la montaña.



Con majestuosidad Acaricias el vientre
Desnudo del cielo.
Crosby Lemus.




Las hojas están hartas de caer sobre la frondosa hierba
Y tus pies descalzos,
Quieren mutilar el tiempo con el filo de su lengua
Tratan de cortar la voz del sol
Mientras el olvido cae como el fruto prohibido.
Las raíces de los árboles Penetraron el vientre de la tierra
y beben su dolor interminable,
Las hojas siguen meciéndose sobre el viento
No quieren caer, (quieren seguir existiendo)
El cielo abrió los ojos y se echa en llanto,
De su ojo de cíclope vomita las estrellas,
Mientras las hojas aun siguen cayendo…
El rió de mi mano no termina, y universos nacen de mi pluma,
Un demonio, acecha la montaña milenaria,
Se devora su fresco cuerpo aun virgen
Pide auxilio, la sangre de sus venas
Corre por el rió y su vida corre hacia la muerte, (las hojas aun caen),
Un último grito estalla el silencio se ha roto,
El fantasma de un árbol toca mi espalda
Las hojas han dejado de caer (La montaña ha muerto.)






Mañana.





Mañana será igual,
la tarde morirá
el crepúsculo reclamará tus ojos,
la lluvia tu cabello.
Mañana será igual
la noche se embriagará
de oscuridad y nostalgia,
la montaña será herida de muerte,
las aves reclamaran tu voz,
el río dirá tu nombre,
el viento cubrirá la corteza de tu cuerpo,
será igual mañana
sonará la radio
el niño llorará,
será igual, los ángeles
pelearán contra el demonio.
Mi cuerpo necesitará
el oxigeno de tus labios.
El aroma a café de tus s(u)e(ñ)nos,
el sabor a tarde de tu vientre,
mañana será igual
la muerte vendrá sin previo aviso,
la guitarra romperá el silencio
con su grito,
La ciudad rugirá monstruosamente
mañana será igual
tu piel, tus ojos, tus manos,
vos no vendrás…

miércoles, 30 de diciembre de 2009

poemas de sandra marisol aguilar

Sandra Marisol Aguilar, El Salvador










I
Mírame de lejos y no intentes tocarme
Que tengo la piel puesta con pedazos de alfiler
Mírame de lejos y respira despacio
Que el menor de los suspiros sería capaz de desarmarme
Mírame de lejos pero no busques mis ojos
Confórmate sabiendo que los tengo abiertos.





II
Como si derramar gotas de sangre sobre cuerpos sin vida
Nos llevara de regreso al lugar donde perdimos las agallas
Como si ahogar los gritos en mitad de la noche
Impidiera a los demonios despertar en nuestros sueños
Como si tragarse las palabras bastara para callar al pensamiento,
O cerrar los ojos alejara de la mente las formas silenciosas del dolor cuando amanece
Como si acumular frustraciones en la frente le devolviera mocedades a los huesos
¿Y de qué sirve caminar sobre la arena si una tras otra las olas borrarán cada pisada?
Si ni siquiera el aire está esperándote para ser respirado,
Y la tierra ya no anhela abrazar de tus miserias aquellos gramos que perdiste al elevarte en el pasillo de tus miedos
Porque las manos no te alcanzan para soltarte madrugadas
Entre murmullos que desvelan al mecerse telarañas
Porque en silencio hasta la muerte duele menos
Y en la penumbra la humedad se hace mayor.






III
Hoy la noche ha oscurecido más que ayer
Hoy las manos no sostienen ni siquiera pensamientos de cartón
Pesan más los pasos lentos del tejado bajo el viento
Porque el semblante es humillado por el ácido rocío que gotea en las ventanas
Y el frío seco es el verdugo de los sueños mancillados
Y se desarma la piel entre sábanas rasgadas
Y las paredes se levantan sin cubrirnos las espaldas
Porque hoy la noche es enemiga en el cuartel donde se extinguen en silencio
los gemidos de aquéllos a los que ya nadie escucha
Y se derrite el tiempo en los relojes
Y agoniza la luna en las aceras
Porque hoy la noche ha decidido no volver.






IV
No es más grande la tristeza por llorar bajo la lluvia
Ni el calor es más ligero cuando viene desde adentro
Las horas todavía manan sangre
Pero la luna no es distancia para huir de la tormenta
Y tu sombra no es más sombra por dormir en un espejo.






V

Que es un par de manos sino la calma oculta en el licor de una botella
Una laguna de mirada
El rostro vacío de una sed que no se va

Es tarde

El aire se corroe en la ventana
Suena lejos el latido de la tierra
Y el chasquido de los huesos ahoga el hambre acumulada en las entrañas

Soy solo gotas dibujadas en un brazo de madera
Agua que cae y golondrinas que no duermen.

martes, 29 de diciembre de 2009

poemas de heriberto montano

Heriberto Montano, El Salvador



Mañana será otro día




La tarde muere porque los pericos vuelan
En ese lastre de nubes violetas contra el cielo
Y buscan refugio las flores que se esconden
Como en un ovillo tierno y asustado

La tarde muere porque el universo cierra
Su vana soledad de ojos abiertos:
Pájaro del sentimiento absorto
Jazmín que pliega alas

La tarde muere como muere tanta cosa
Muere otro día para que la vida acabe
Muere la sonrisa y muere esta palabra
Muere el ansia que empuja los olvidos
Y el sonido que crece como mata

Muere la mano que sostuvo el clavo
Y muere la mano que estrelló el martillo
Muere la voz que ordenó la muerte
Y se apaga el disparo que cortó la espera
©Heriberto Montano





Ceniza




Ayer llovió ceniza sobre las calles de mi soledad
Aunque toqué madera antes de pronunciar
Tu nombre
Tu silencio como piedra roja escondida
Tu lágrima fundada en principios sólidos y vanos
Y tu voz salida de un cuerpo opulento y necesario
Gata infame que relame su corazón insensible

Pero no estabas al alcance de mi ronco aullido
De mi mano caliente como guardada en un tibio recuerdo
De mi lengua que apetece de tu superficie salada
Y de mi erecta desazón que reclama tus gemidos

Ayer llovió ceniza sobre la calles de mi soledad
Y el crepúsculo llegó despacio a esta carta con que intento
Hacer tumultos en mi noche y recogerte
Pedazo a pedazo hasta configurar
Tu olor de ajo y albahaca
Y tus labios que succionan mi nombre con cariño
©Heriberto Montano






Sueño con frutas




Yo toqué tu soledad olorosa a naranja lima
Tus labios carnosos y dulces como tuquitos de caña
Y tu jugosa pitahaya sangrante como corazón

Tierna soledad de piel de mango sonrosado
Alegre soledad de marañón cubierto de abejas
Y de luz sensual como gajo de uvas

Pícara mirabas con sonrisa de sandía
Fragante soltabas tu risa de mazorca de maíz tierno
Y elegante movías tu trasero de calabaza culona

Y yo deseaba hincar el diente en tu suavidad
De guanaba madura
Babear mi lascivia en tus cocos de fuego
Hundir mi locura en tu fruto de pan
Y sentir tu perfume de níspero bajo las lluvias

Como en la profunda madrugada húmeda de tierra
En que tu murmullo de jícaro me conmovía
Ahíto de ti mojado en tu almíbar
En tu dulzura embadurnada de ansiosas hormigas
Donde pájaros rojos sonámbulos
Cantaban
©Heriberto Montano


Furtiva soledad




Jamones serranos duros como garrotes
Pero que desplazan su carne grasosa al cuchillo
Al mordisco que a pocos pertenece
Manzanas doradas de oscuro fulgor
Que sueltan como humillo su sabor a gotas
Arroz con garbanzos y almejas abiertas
Y cangrejos extraviados en su carrera hacia atrás
Carnes sonrosadas de cerdos consentidos
Rebosantes de almíbar y de especias orientales
Aves que cantan entre cebollas y verduras
Su canto de amor como cisne malherido
Zanahorias y calabazas brócolis y elotes
Y el aceite de oliva y los magníficos vinagres
Y el gran perol donde caben tantos regocijos
Del diente al labio del dicho al hecho
Con pan crujiente a la mordida a la medida
Como tu cuerpo y tu euforia

Lejos de ti amor que añoro y huelo
Lejos de estas manos que tropiezan
Lejos del cielo que reclama tus vestigios
Y de tu olor a carne sudorosa revolcada en plena cama

Solo de soledad que huele a soledad inquieta
Lejos de tu piel que huele a viandas
A grasa amotinada y a pescado fresco
A agridulce lengua y a sexo en llamas
A nalga olorosa a pasión y albahaca
A recuerdo que me humedece
Que se me hace agua entre los dientes
Que se me hace un revoltijo de ilusiones
©Heriberto Montano






Podemos hablar



Han pasado los siglos de los siglos y en nuestras venas
Circula un chocolate espeso sabroso
A veces ácido
Producto de esa urdimbre de pieles y dolores
De ese galope sobre el vientre de los pueblos
Y de nuestras mujeres que preñadas
Han dado a luz
Estas bocas sumisas con su verbo a rastras
Estas manos insurgentes y sangrantes

Han pasado los siglos y un chapotear de días es lo usual
Gemido tras gemido y una risa como ante un chiste fresco:
Barro germinal Flor fragante
Río tumultuoso
Deslave de acontecimientos Terremotos ruidosos
Borbotón de ansias y quimeras
Sangre y más sangre en calles y avenidas
Dueños absolutos de todo el sueño y sus abortos

Porque aprendimos a soñar en el idioma de las penas
Aprendimos a leer con la cabeza gacha
Aprendimos a mirar horrorizados el futuro
Y a soltar las amarras del amor
En un quejido constreñido
En un silencio amarrado a los ovarios

Y la palabra flota mirando hacia arriba
Hacia las carabelas que se incendian en la playa
Hacia el dios crucificado que castiga
Hacia el garrote que golpea con sus noticieros
Hacia ese país bestial que amenaza y corta
Los senderos de todas las palabras

Y aún así sobreviven adjetivos y sonajas
Sustantivos altivos que cantan sus verdades
Adverbios que no se humillan y circulan
Cambian de sitio y asisten a proclamas
Fundan textos que subvierten diccionarios
Y crecen en la poesía como hierba simple
Y vana

O en el corazón que a veces toma
O en las manos que a veces empuñan
Lápices reglas sacapuntas y cuadernos
Historias vidas desazones y desgarros
Testículos dientes piernas y martirios
©Heriberto Montano

lunes, 28 de diciembre de 2009

poemas de david morales

David Morales, El Salvador


Soledad








Andando la noche
de esquina a esquina
llego donde siempre.
Cuento los ladrillos del muro vecino
miro las estrellas
y no miro nada.
Dentro de mí
busco,
busco
y busco
y no encuentro a nadie.
Luego regreso a la cama
y me arropo
con la tristeza madrugada.
30 de Julio
Nuestros cuerpos descansan
el hambre nos estalla en el estómago
masticamos consignas
sudamos constancia
y coléricos pulsos
han dejado nuestro grito por las calles.
El sopor de la marcha
ha dispersado el tiempo y la impaciencia.
Mientras
vamos escribiendo universo
con el silencio.
La Paz
La paz es una hoja
que yace en un charco de sangre
es un tenue lamento
enredado en la brisa.
La paz
son las tortolitas nerviosas
saltando en la milpa arrasada
son los ratones y moscas
buscando en la mesa desierta.
La paz
es un pueblo sin puertas ni ventanas
de tumbas, trincheras y casquillos.
La paz está en la iglesia acribillada
en el rostro lejano de los viejos
que descansan y olvidan sobre el atrio.
La paz camina por el parque
columpiándose en los brazos de la tarde












Después del paso de la hueste divina









No dejó la hueste divina
pecado sin expugnar.

Los potros resoplaron
a los huesos;
los gritos
tañeron
arpas negras;
rasgaron el cielo
cuatro cuervos.

Pisoteado, también,
até del corazón
la inflorescencia.

Hoy,
al paso de los días
reparto
sombras,
luces incoloras
que danzan
por las noches y los ríos,
por los vientos y las muertes.











Un rumbo una vez









Desgarradas lágrimas;
el quiebre vacío fue el del violín.

El cuerpo recién explotado
voló,
quién sabe de guirnaldas?

Una cara perdida es el amor.

Un ojo mi corazón.

Nadie mi sexo.

Un rumbo tuve una vez
y doscientos oropeles
quemáronme la frente.










Poco importa









Ha llegado el momento de decir
¡desnudez!

Me cubro,
sin embargo.

Me entierro
¿entendéis?

Cavo tumbas
por las noches,
alargo raíces
cuando me ven llorar.

El amor por este fondo
me despoja
de toda piel.

Poco importa el fuego,
el lazo,
la tierra curtida de muertos,
la garganta...

¡Mirad mi sexo!
¡Sabed de almas fecundas
que vagan por el bosque,
intentando decir Adiós!

domingo, 27 de diciembre de 2009

poemas de renán alcides orellana

Renán Alcides Orellana, El Salvador



NUESTRA VOZ MUJER







Brújula de mi esperanza
Hacia el norte de mis años
—alta mujer—
escucha esta voz

Mi voz atronadora y libre
Que no sintió apagarse
Ni por la prematura visión de los exilios
Ni por la cárcel que regalan los que oprimen
Ni por la bayoneta perforando una garganta
En plena calle nuestra en pleno mes de enero

Te digo mujer que palpita mi voz
Aunque me vaya
Aunque me encierren
Aunque me muera

Toma mi voz mujer
Recógela/distribúyela/repártela
Para que todos digamos lo siento compatriotas
A los que en vano cruzaron territorios
Sin encontrarle sentido al sueño americano
Para decir el dolor y la impotencia
Por los que un día sin regreso
Partieron hasta el oriente medio
A una guerra ajena y sin motivaciones
Mientras aquí los que firmaron su sentencia
Esconden su vergüenza
Para decir que a los pobres sin remedio
Poco a poco se les acaba la esperanza


Es el momento de nuestra voz mujer
Por siempre unidos/ por siempre aliados
Toma mi mano/ acompáñame
Y sabrás lo que te digo

De: Línea sin fin, El Salvador, 2004










CANTO SOLIDARIO






Desde septuagenarias lámparas sin prisa vengo
Hacia septuagenarias lámparas apresuradas voy
Casi llegando al límite Casi el ocaso Las luces atenuándose
Con el espíritu a ratos travieso/a ratos sobrio y sereno
Como el poeta Pablo yo también confieso que he vivido

Y es que tantos años su eterno pasar no son para menos
Como no son para menos los golpes/las caídas de fuego
Doliendo en mi costado y agitando pañuelos de oprobioso luto
Dolor punzante haciendo mella en el espinazo de mis días
Esto es —claro—sin perder de vista los múltiples laureles
Las algarabías paralelas/ los homenajes/los arraigados sueños
O la manera de vivir la vida con más entrega que reclamo

Esto he sido Soy Conmigo vienen encendidos ancestros
Antirreflejantes espejos cubriendo incontenibles ansias
Para la evocación temprana del antes el hoy y el después del caos

No es un simple decir entonces que en medio del marasmo
De los azarosos días y a pesar de todo siempre hice constar
Que la palabra limpia nos apremia y como la noria va
Tras las conciencias fraudulentas/opresoras/crueles Además
—sin condiciones previas—a la izquierda de mi pecho vibra
Una fruta roja para querer a todo el mundo ¿podéis creerlo?


He dado todo de mí De niño me fui por las horas más tristes
Para acatar los designios de las frustraciones y los malos deseos
Me acosaron los días de frío allá en la montaña Me llenaban
De espanto los francos aullidos de lobos y coyotes y las hienas
Carcajeándose de vez en cuando el grito acompasado y lúgubre
De los pájaros nocturnos aliviaba el espíritu/ encendía los ánimos
Y arriba corazón ¡quién dijo miedo! Después los regresos
Las pequeñas ciudades y sus habitantes vinieron al encuentro
De mis sueños perdidos Me dieron su lumbre/ su fuego
Abrazaron mi canto Acompañando mis pasos Era la nueva ruta

-- mi ruta – hacia renovadas estrellas Se hizo la Luz En el camino

Esto he sido Soy Conmigo vienen los recuerdos de acechanzas
mortales de irredentos sicarios que asesinaban la palabra
De los que cedieron a las embestidas de las ambiciones
y traicionaron a los de su sangre por un plato de lentejas
de los que en mala hora —hoy arrepentidos—sentaron las bases
para legislar —como caínes— en contra del hermano
De los que anochecieron y no amanecieron en sus puestos
llevándoselo todo De los graneros saqueados por el vil decreto
que hizo a los pobres más pobres que los pobres pobres

Esto he sido Soy Conmigo vienen la imagen siempreviva
de los abuelos —hablo de los cuatro por la equidad de género—
Mis padres acarreando enromes cantidades de cariño para
Repartirlas indiscriminadamente Y los hermanos y los amigos
Y la compañera fiel Y los hijos y sus entornos Calor Desmedido
y presencia de los más acariciados sueños Ellos reciclaron
profundas heredades de afectos y ensueños/de mitos y leyendas
de amores puros para saciar la espera de los escabrosos días
cuando a mi equipaje apenas le quedaba espacio para esconder
los últimos destellos de la nostalgia por los tiempos idos

Y en eso estamos herederos del asombro viendo pasar la Caravana

Tanta fuerza acumulada a base de ver lo que no quisiéramos:
falsos profetas llevándose de encuentro a nuestra pequeña alma
ominosos redentores de la politiquería / de la farsa desmedida
incontables e increíbles rostros saqueadores del trigo popular
energúmenos atentando a diario contra la vida y la sonrisa
hacedores del miedo para llevar a cabo sus torturantes sueños
caínes de la ruina rompiendo sin remedio la geografía familiar
Hay más. Pero he aquí —digo— para muestra botones simplemente
de tanta vileza socavando nuestra historia Pero a cambio también
otro tanto de ideas fuerza y nervio acumulados suficiente armazón
para el salto supremo/para la conquista/para la redención de todos
los seres del mundo/para el rescate de su fe y su cosecha
por el derecho de todos a vivir la verdadera aventura de la vida

De: Línea sin fin, El Salvador, 2004









PATRIACANTO








Patria otra vez sin remedio
Otra vez tu vía crucis se ha vuelto irreversible
otra vez hacia el gólgota con sensación de olvido
otra vez a prueba tu ternura de campesina desvalida
otra vez el vacío de los cafetales sin aroma
otra vez saqueadas tus dimensiones de colmena
otra vez con tu resignación telúrica en el alma
vuelves a tocarnos las fibras de las ansias rebeldes

Hace tiempo
se dio la mejor verdad acontecida
y desde la montaña y la ciudad enardecidos
fuimos a tu encuentro asidos a tu fuego
tu mies ofreciéndose tan amplia para todos
después del sacrificio

Doce años sin embargo hoy nos parecen nada
Como aludes sin tiempo quebrando la esperanza
sepultan la sonrisa de tu tierna primavera

Otra vez el patrón degenerado y torpe
nos empuja a la ducha/al destierro/ al holocausto

Te he visto de nuevo llorar Me duele tanto
tu sangre derramada entre laureles
y tu llanto y las ausencias infinitas reclamándote:

¿dónde has perdido tu sonrisa lejana
dónde tu luna nueva/tus guitarras
dónde el mensaje azul que con Zapata y Farabundo
ilumino la noche en que vivías
dónde la estrella vida para tu sien de Paco Chávez
dónde el poema de amor con el que Oswaldo
y Roque decían tristeza

dónde el evangelio nuevo ámense unos a otros
de Monseñor Romero
dónde las sandalias del peregrino grande
que fue Rutilio Grande
dónde la voz por siempre iluminada
de Ignacio Ellacuría y de sus hermanos en la fe
dónde la mano misionera de Ita, Maura,
Jean y Dorothy asesinadas en San Antonio Masahuat
sin más defensa que su voz/su llanto y un crucifijo
dónde la conciencia popular
de Alvarez Córdova y los otros líderes del Frente
dónde el reclamo sin respuesta por Tres Calles
El Mozote/Villa El Rosario/Sumpul/la Cayetana
Katya Miranda/Marianela/Madeleine/Mauricio
los hermanos Carías… y una lista interminable
sofocándonos el alma…?

Patria escucha
Las tardes caen como pesada alfombra
y sobre el campanario una ausencia de cipreses
tañe más hondo el recuerdo de tus golondrinas
Un dolor innegable desgarra tu costado
Vientos huracanados anticipando furia
reclaman tu decisión ahora y en la hora
No tardes/es preciso/urgente
Aún es tiempo de no decir mañana
Lo que pudo haber sido seguirá esperando

Patria escucha
Cada vez más cercano
el tumulto de voces encantadas
muchas/muchísimas/incontables/infinitas
Vienen del campo/surgen del pueblo
Recorren las ciudades/te gritan al oído:
Patria sé como ayer
Alza tu grito/impreca
Pide cuentas/sacúdete
Regálanos de nuevo tu corazón exacto

De: Línea sin fin, El Salvador, 2004