Oscar Armando Rafailán Alfaro, joven poeta salvadoreño
Vi ascender a una mujer de la taza del café,
lo digo bajo la lucidez que me acredita la ignorancia.
Intenté nacer de nuevo en esa taza,
pero mi corazón se bebió el café de un vistazo.
La mujer, poco a poco me reconoció como su único hijo,
su presea por haber pasado enrollada al mundo viviente;
hubiera negado toda razón aquella tarde
de no haber sido por las hormigas que me devoraban el pelo
y un dolor que sólo se siente ante los aparecidos.
Insisto, aún las mujeres de café hablan de mil formas,
y te apaciguan como ninfas del bosque.
Aún ahí los delirios no resultan
y las carcajadas se vuelven ruidos civilizados,
te ordenan toque de queda para despertar de los sueños pasadas las 6.
Quién sabe, serán secretos que los libros te ocultan,
o simples destellos que salen de los focos,
algo debe justificar mi cordura ante las velas,
ellas serán las que juzguen si aquella mujer
ascendió de la taza de café o fui yo quien descendió a la misma.
AGUA
Una gota se sumerge en el charco
y se pierde en su universo acuoso
se viene y brota la sonrisa de un cristal.
Una luz crisálida, se avecina a la orilla,
ola que se atreve a ser refugio en el invierno.
DIAGRAMAS
Camino por tercera vez sobre este libro,
como quien se niega a verse fugitivo por el mapa de tu piel.
Los ojos se vuelven mariposas,
las manos labran misterios sobre el papel.
Siempre hay una forma de diagramarte en el viento
de sujetarme de tu nombre y de beberme tu risa.
Hoy transito con los minutos quietos
esperando florecer desde tus labios,
nacer de tus ojos,
volverme un génesis en ti.
BOCA
MUJER DE CAFÉ
Vi ascender a una mujer de la taza del café,
lo digo bajo la lucidez que me acredita la ignorancia.
Intenté nacer de nuevo en esa taza,
pero mi corazón se bebió el café de un vistazo.
La mujer, poco a poco me reconoció como su único hijo,
su presea por haber pasado enrollada al mundo viviente;
hubiera negado toda razón aquella tarde
de no haber sido por las hormigas que me devoraban el pelo
y un dolor que sólo se siente ante los aparecidos.
Insisto, aún las mujeres de café hablan de mil formas,
y te apaciguan como ninfas del bosque.
Aún ahí los delirios no resultan
y las carcajadas se vuelven ruidos civilizados,
te ordenan toque de queda para despertar de los sueños pasadas las 6.
Quién sabe, serán secretos que los libros te ocultan,
o simples destellos que salen de los focos,
algo debe justificar mi cordura ante las velas,
ellas serán las que juzguen si aquella mujer
ascendió de la taza de café o fui yo quien descendió a la misma.
AGUA
Una gota se sumerge en el charco
y se pierde en su universo acuoso
se viene y brota la sonrisa de un cristal.
Una luz crisálida, se avecina a la orilla,
ola que se atreve a ser refugio en el invierno.
DIAGRAMAS
Camino por tercera vez sobre este libro,
como quien se niega a verse fugitivo por el mapa de tu piel.
Los ojos se vuelven mariposas,
las manos labran misterios sobre el papel.
Siempre hay una forma de diagramarte en el viento
de sujetarme de tu nombre y de beberme tu risa.
Hoy transito con los minutos quietos
esperando florecer desde tus labios,
nacer de tus ojos,
volverme un génesis en ti.
BOCA
El mar abrió una concha enorme en un eclipse infinito.
Brotó la música en el vientre,
un bostezo azul y un sueño inexplorado.
La tarde cinceló tus labios:
una amalgama de notas y claveles,
y lo puso en la concha,
en lo infinito de su hondura,
en lo pequeño de su origen.
Aquella visión era un dogma,
sólo una expresión de amor le conquistaba,
y se cerró ante mis ojos en un gesto infinito.
Brotó la música en el vientre,
un bostezo azul y un sueño inexplorado.
La tarde cinceló tus labios:
una amalgama de notas y claveles,
y lo puso en la concha,
en lo infinito de su hondura,
en lo pequeño de su origen.
Aquella visión era un dogma,
sólo una expresión de amor le conquistaba,
y se cerró ante mis ojos en un gesto infinito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario