Roberto Carlos Betancourth, El Salvador
CIUDAD DE EFIGIES
I
Esta ciudad de inviernos perpetuos
arroja despojos sobre nuestros andares
Vuelca inclemente
su bestial ira
sobre la cabeza inerte de la esperanza
Prostituye avorazada
la semblanza pálida de un rostro taciturno
Viola
Mata
Roba
los parajes elementales de la ternura
Esta ciudad de escombros y sombras
decapita nuestras ciegas horas
asfixia nuestros días
como un vil y heredado sortilegio
II
Habito la urbe
Recorro sus innombrables veredas de olvido
Saboreo sus acres frutos
Descifro sus cruentas vanidades
Y sin embargo
Sigo siendo el viejo apátrida
Náufrago del tiempo
III
Basta ya
de cenizas lastimeras
de brutales añoranzas
y glorias efímeras
de tiempo roto
y agujas olvidadas
¡ Basta!
Esta ciudad de efigies ha muerto
Sobre sus despojos edificaremos la nueva patria
IV
Cautivo
bajo la transparencia de estos muros
contemplo días agónicos
polvo y canícula infinitos
multiplicándose
en la historia incierta de esta ciudad sin voces
que inocente duerme
bajo el cruel signo de todos sus muertos
V
Por estas calles de olvido y asfalto
transita impúdica la bestial amargura
Alzan su vuelo suicida
nuestras temibles ilusiones
y se estrellan copiosamente
nuestras dudas
Mientras
la noche insomne e infinita
coquetea festiva
con un solitario borracho de los sueños
VI
Contempladme aquí
exiliado perpetuo en esta ciudad de llantos
y máscaras enardecidas
Contempladme
ciego ante el destino
caminando a tientas por la noche eterna del asfalto
Recordando caricias distantes
que como cristales rotos
hieren mis manos.
Vedme ahora
asomaros al infortunio de esto días
antes de que la vida me robe
hasta la sombra
VII
La memoria abstracta de estos sueños pasajeros
lastima mis entrañas con fiel devoción cada noche
Vivo y muero condenado por el
infinito oráculo de Sísifo
Mis días son brutal espejismo
fugaz presencia que me abandona
en la mansedumbre de estas calles olvidadas
justo al filo del alba.
VIII
Cuántas veces habré de recorrer estas calles
para descubrir el infinito presagio
de esta ciudad fugitiva y pútrida
Hasta cuándo transitaré la penumbra del olvido
y viajaré sólo por esta ruta acongojada
donde a diario sucumbo
bajo el cáustico peso de mi particular exilio
IX
Atrás quedaron los despojos de mis días enemigos
Ahora es tiempo de volver la mirada
y descubrir la turbia heredad
de mis mansos anhelos
Sobre el asfalto
aún se dibujan mis solitarias huellas
pasos ilusos que me conducen con inocencia
al efímero recuerdo
de esos días lejanos
que todavía laten en mi pecho.
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