Alfonso Velis Tobar, El Salvador-Canadá
“EL
SOL DE LA RAMA DE AGUA”
(ULTIMA POESIA DE
MAURICIO VALLEJO MARROQUIN [1959-1981])
Otro libro de poemas que Mauricio
Vallejo Marroquín, dejó inédito, rescatado gracias a su madre y que calza el
título de uno de sus poemas: “El sol de la rama de agua”. En la mayoría de estos textos, hay un dejo
erótico, lenguaje decantado, desenfadado. Vallejo usa las “jergas del
lenguaje”, el llamado “caliche”, expresiones como: el “jugo” y “dos papas”,
por no decir, o referirse a “bombas o granadas”, lenguaje figurado
“camuflageado”, muy rebuscado en el ambiente,
enmarcado en creencias y conjuros de brujos y sacerdotes míticos. Lenguaje de vocabulario franco y realista,
cierto uso de vocablos indígenas y rituales religiosos. Como en sus textos:
“Cosita linda que sos”, “Huele”, y ‘”Patada”. Narra situaciones de rebelión
popular, de jugarse la vida por el
pueblo. Estos poemas vistos en conjunto, marcan un ambiente colmado de
violencia política y social, donde hay gritos en las calles, manifestaciones contra la dictadura; ambiente
de opresión sangrando al pueblo, una cicatriz de dolor. Característica
palpable, que se presenta por ejemplo, en su texto: “EL SOL DE LA RAMA DE AGUA”, es todo un yo
omnisciente que habla a alguien a quien elogia, que idealiza constantemente, en el fondo parece
ser, su amada y cuenta soñando sus angustias de amor, en medio de una militancia, es el mismo ideal
del pueblo y sus ánimos de liberación por una vida mejor; y es el personaje
inmerso en la lucha misma; donde recuerda a los caídos, víctimas
inocentes en manos de la opresión militar o de los escuadrones de la muerte,
paramilitares financiados por los oligarcas de este país. Poemas que denuncian
hechos históricos dolorosos en contra del pueblo, un pueblo reprimido, cuando pide sus derechos
civiles, laborales y se oye esa tensión en lucha por la justicia:
“Eras una malicia, cuando te venadié ya me tenías en la olla. Tu
lengua sabía a jocote, almendra y mamey. Estabas rica. Si me ponés el dedo en
el ombligo sacabas un cosmos. (…) Un
hormigueo me hizo agarrarte con más ganas. Habían matado campesinos en las Tres
Calles y en La Cayetana. ¿A mí qué? Sólo me imaginaba. … Esto se castiga me
dije, y tu boca se volvió amarga y agria. Ayer te devolvieron el sabor, me di
jistes por la noche. Y me atrajo la idea. Recordé a los campesinos. Mataron más
en Aguilares, en Perulapán”.
El poeta se
imagina compartir su carne y su espíritu con el amor de su amada, magia de un lenguaje sexual, pero preocupado
en la lucha por la justicia social. Habla en neutro a una segunda persona,
espíritu de la mujer de sus sueños y del cipote que nacerá muy pronto desde sus
entrañas. Observemos otro de sus poemas, muy conversacional que titula: “Braza en la ceniza del hombre”,
donde exhorta a su amada con vehemencia:
“Abajo
dejaremos la casa, las puertas cuidarán de nosotros. Nos haremos invisibles
para ir. Energía, también para hacer el amor en la calle, en los portales, en
el palacio. Sólo verán moverse las vainas del carao, las palmas de coco, el
sueño del mudo Simón, las predicciones del tecolote y los chitchit de las
esperanzas. Haremos el amor mientras aquí se joden. Fresca, bañadita, irás
empujando tu amor con el mío”…
Mauricio
Vallejo (padre) enraíza en sus poemas un estilo peculiar, hasta incorpora,
canciones folklóricas y creencias populares, mezcla lo religioso, lenguaje
coloquial que maneja metáforas brillantes, combina el lenguaje fónico nahuat,
acude invocando a dioses míticos,
cosmogonía y supersticiones del pueblo.
Pero es que
siempre, en medio de esa evocación a la lucha, brota ese constante canto
erótico, que brilla, que critica con sentido social a un mundo caótico,
alienante donde solo se toma a la mujer
como instrumento, estereotipo de un machismo arraigado que tenemos. Como en el
soliloquio siguiente: “Tu fuego es eterno
mujer. De ti surta el cambio amamantando mi deseo”. Estas expresiones
vallejianas, más que todo enaltecen un amor candente por el lenguaje que usa,
entonces en su monologo, habla solo a gritos a una mujer, al pueblo con el
mismo ideal heroico de colaborar con la revolución. “Si te aprieto lindo me dan ganas de comerte de amor y meterte en mi
sangre, así como tú me abres el secreto de la pirámide y me llevás a navegar.
Tú me conoces. Ven, vamos al lecho del templo. Ahí tengo enjuagando la chicha
en la garganta del chonte. Vamos a brindar en víspera de siembra”.
Aquí hay lenguaje florido con sentido lirico y en doble sentido
el verso erotico. “Unida
a mí serás mujer. La montaña en sus huertos explotará mi rugido de jaguar
hambriento”. Tal cual su poema: “Antes
de la siembra el arado florece.” Hay cierto humor picaresco, en mas de
alguno de ellos, evocados con jocosidad,
pues le gusta jugar con las pel sonido de las palabras, como en su poema” “ Vení
mamita chula” Quédate con mis
ganas./Suena el tambor borombombom/ Y el tren trentren pita en el pito./ Con
música te quedás, con música musiquita”.
Poemas que tienen como escenario, desde los 70s en adelante, nos presentan un San Salvador que revienta de
gritos y manifestaciones populares por sus calles y pintas en las paredes,
bombas por las noches, los patrullajes nocturnos a dis horas de la noche
rumbando la muerte; un San Salvador, levantándose entre escombros sociales y
físicos bailando en terremotos, un San
Salvador trágico con su aire de muerte fantasmal por la represión misma que se
vivía para esos años. Así también pueblos como Tonacatepeque, es de constante
evocación, denotan recuerdos de los días de infancia, donde supo crecer en
vivencias inocentes, mágicas fantasias
y en “Tonaca”, como llama él mismo su
pueblo natal. En su visión de mundo hay diálogos míticos dan vida en sus funciones
rituales que sabe combinar entre un
lenguaje popular, es decir coloquial:
“María, Chalchiuticueye y Xochit´ te cubrirán de jade, mariposas
y orquídeas, te entregarán húmeda y jugosa a mis labios como un arrayán.
Entonces chispearán gotitas y harán el cielo, tu murmurarás no sé qué, cerrarás
los ojos y pondrás los brazos en mi espalda. Yo habré llegado”.
Es el soliloquio
mismo, que impreca a la muerte misma, que quiere morir en lucha, eso lo vemos
en su poema: “De probada y correr o
quedarse”, invoca dioses y hace gala de combinar, ritos, conjuros, propios
de las creencias de nuestros ancestros.
Como decía algunos
de estos cortos poemas, como en: “Vení mamita Chula”. “Epilogo”, “Engrasando motores”, “Nota para el cipote”, “Un poquito menos que
el aniversario”, “Primer aniversario”.
De todos ellos con aliento de equilibrio poético, muy nervioso,
contemplativos, rico en dichos populares y usa otras palabras consideradas
“vulgares” como “Puta”, “cabron”, “culero”, “malas palabras”, dice la chusma;
aunque yo no creo en las malas palabras, más sí creo en la mala interpretación
de ellas, ahí están en el lenguaje de
Vallejo, usadas, hay un propósito conceptual, como solo él sabe decirlo:
“Yuca!
Te agarraron y te han perdido. Te chillaron. “Vamos a la vuelta/ del toro
torojil,/ a ver a Milano/ comiendo Perejil”/Te han buscado, han preguntado por
vos hasta por fregar./ Y se hacen los locos./ “Milano no está aquí/ estará en
su vergel,/ abriendo la rosa o cerrando el clavel”./ Y esto ya no fue como
echarse un trago/y tocar guitarra acompañados por la luna,/ ya no fue como
contar chistes de la cuilia, del cuchillo de la guardia y su respectiva
psicosis/ y cagarnos de la risa de la tiranía hasta cargarnos un hueco en el
pecho”.
(…) “Mil
ángeles guerrilleros en lucha definida. / Palabra compa! Aquí vas a estar, aquí
estaremos Yuca!/ Pero estaremos. / El
traidor te puso el dedo. / Te agarraron y te
han perdido. / Tu familia, tus amigos,
/ hasta “el perico” de la esquina que
como te jodía de bicho, / Han preguntado por vos”.
Para concluir
este comentario, quiero decir, que algunos de estos poemas, que se encierran en
su libro “El sol de la rama de agua”, fueron publicados en fechas dispersas en
Páginas de la Prensa Gráfica, entre los años de 1976 a 1979. Textos que hemos
tratado de interpretar, pues Mauricio
Vallejo Marroquin, habla en símbolos de
lenguaje crudo, gracioso, amoroso, tierno, sencillo, inocente e ingenuo;
y son poemas que reflejan encantos, dentro de una realidad sofisticada, que
vive en constante zozobras, enfrentamientos y con esa imagen de desintegración
social. Mauricio, en sus poemas, sabe mágicamente enraizarse en el color del
barro de nuestra tierra y sus problemas, y luego irse caminando, entre el
estridular de un grillo que vive en soledad constante, entre flores y hierbas mágicas para extenderse en la luz del
sol, es decir, en las propais entrañas
del sol de sus ramas de agua… (AVT/22/10/12)
Y
CUATRO POEMAS DE MAURICIO
COSITA
LINDA QUE SOS
Unida a mí serás mujer. La montaña en sus
huertos explotará mi rugido de jaguar hambriento. Recogeré tu aliento con mi
lengua, beberé tu saliva dulce y tibia, y temblarán mis manos sobre tus caderas
y tu pecho. Haré una pirámide, ahí sacrificaremos la pasión con un puñal de
cristal, reventará en estrellas y pronto una almendra madurará en tus labios
mientras se llena mi rostro de sangre. Suchipilli y Xochit´ sonríen, te han
rodeado de flores silvestres las orejas y han provocado mi apetito.
Cosita linda que sos; si que naciste chula,
purita verdad mía. Cabés en mí, y estoy en ti justo a la medida. Y estuve y
estaré, como la semilla ovalada en medio del zapato, hoja de Cuma en su cacha.
Entre caricia y beso se irán los ojos a la Nada
o adonde Dios, lo mismo da, sabremos después que el amor de los dos es más
placentero.
Te amo y te deseo. Mujer en alma, mujer en
cuerpo, te necesito. Tortugas y senzontes de Jade, danzan, cantan y te aroman
de recedo y violetas.
Con ayuda del sol, desde el corazón del cielo
penetró en ti, mis dedos te cubren y florecen orquídeas.
No pensaré en la prueba del puro, ni en la
oración de las siete candelas, ni me pondré en una esquina de cuatro puntos a
degollar una gallina negra, hacer un círculo con la sangre invocando al diablo
para tenerte muertita por mí, tampoco diré la oración de San Luis Beltrán que
cura todo mal, hasta el mal de las ganas de estar siempre contigo. Tú y yo ya
no usamos tal cosa. Somos uno. O yo en ti o tú en mí. No sé. También el pueblo
necesita unirse. A lo mejor en una de esas esto se bambolea y las use, aunque
las cosas no se logran con la oración.
Cosita
linda que sos, serás mujer unida a mí.
EL
SOL DE LA RAMA DE AGUA
Te
entregás con una mirada, en la media que te ponés y en el insomnio. La virgen
sonríe y te ponés colorada. Le ponés máscara de hule al recuerdo. Y eso no me
lo contás. Lo sé por el tecolote, el que pica barro y habita en la punta del
carro de Tonaca.
Eras
una malicia, cuando te venadié ya me tenías en la olla. Tu lengua sabía a
jocote, almendra y mamey. Estabas rica. Si me ponés el dedo en el ombligo
sacabas un cosmos.
Un
hormigueo me hizo agarrarte con más ganas. Habían matado campesinos en las Tres
Calles y en La Cayetana. ¿A mí qué? Sólo me imaginaba.
Esto
se castiga me dije, y tu boca se volvió amarga y agria. Ayer te devolvieron el
sabor, me dijiste por la noche. Y me atrajo la idea. Recordé a los campesinos.
Mataron más en Aguilares, en Perulapán.
Te tomaré ahora. No puedo dejar que
con una mirada me poseas, ni cuando te ponés la media o cuando pasás sola y sin
dormir por la noche. Las cosas no llegan así porque así. Te quiero junto.
¡Maldita sea! Tengo miedo que en una de tantas me semiborrre y sea otra la
cara, o de hacerme viejo y no dar la hora. ¡Por Dios! Es injusto imaginarnos.
Acuérdate de los campesinos.
Allá va el polvo, va
gritando; y no es grito por ser grito. Ves. No te hizo nada. ¡Es el polvo de
aquí! Donde viajan los abuelos y sus nahuales.
Hoy
es luna tierna. Te encontrás madura y tibia. Mirá, se me han agrandado las
pupilas. Tu tierra está fresca, fíjate con qué ganas me la como, mientras el
polvo sigue bajando desde el carro, y espera que nos unamos a Él.
ANTES DE LA SIEMBRA EL ARADO FLORECE
Vamos
el lugar está purificado. El guacal es de morro viejo y la chiche es de
níspero. La estación del sol va terminando y el ocote aún no hace fuego para
permitir que la caída de agua fecunde el sembrado. Tu fuego es eterno mujer. De
ti surta el cambio amamantando mi deseo. El camino espera cubierto de musgo que
tus pies le dibujen el cuerpo. Allá lejos se ve que van subiendo del río las
mujeres. Son pequeñitas y no alcanzan a ver con sus ojitos de hormiga.
Si
te aprieto lindo me dan ganas de comerte de amor y meterte en mi sangre, así
como tú me abres el secreto de la pirámide y me llevás a navegar. Tú me
conoces. Ven, vamos al lecho del templo. Ahí tengo enjuagando la chicha en la
garganta del chonte. Vamos a brindar en víspera de siembra.
¿Has escuchado el trueno?
Siéntelo y corre tus manos por la cintura. Pronto lloverá.
La chicha es de níspero,
con trocitos de jícama y rodajas de papaya. Vamos. El lugar fue húmedo con
tabaco. No habrá malos espíritus que te encadenen el vientre o que te vendan.
Si no es suficiente, humearemos de nuevo y tu fragancia será un conejo moviendo
la hierbabuena con sus dientes de lucero.
Mi energía golpea recio por
salir a estrellar tu espacio. Dale lugar. Humedece el jardín y haz lugar para
el ritual. Verás que hermosas dalias tendrás. Escucharás el fondo de grillos y
una flauta silbando burbujitas de menta y granitos de jade. Serán los cuatro
cielos uno, y con una manta empapada de añil y de púrpura estarán cubiertos los
ojos de Coatlicoe, la que apunta el nacimiento y la muerte. Todo está desde la
primera flor de carao, y me ha iluminado Suicoat´, la serpiente de fuego.
Hay un petate con hilos de
centella, trenzado con hojitas de conacaste y florecitas de capulín, con barbas
de plumas de chillo, y con el brillo del rayo de Tlaloc.
¿Has escuchado el trueno?
Se han abierto las cortinas del pueblo para recoger el color de la ceremonia.
Las campanas zarandean el viento anunciando la misa de la Providencia, y viene
a nosotros y nos acercan.
Vamos, el lugar es
abrigante y está purificado. Te daré a probar la chicha de nísperos que tengo
enjuagando en la garganta del chonte.
DE PROBADA Y CORRER O
QUEDARSE
Antes que te digan otra
cosa y veas en tu mente caer a Quetzalcoat´y hundirse en el relámpago, recuerda
que voy a morir. Estoy apuntado en la lista de la muerte y ella sabe hasta
cuándo pesaré.
Seré enterrado como
quieran, sin confesión, sin cruz, parado, con pitos y tambores, y moriré amando
la vida, a ti y a todos. Tomaré el color del barro y me iré caminando por las
plantas hasta extenderme en la luz.
Bajá los párpados, mis
dedos te miden y llevan yo hasta la oscuridad de tu vista. Ese es el lugar que
me unirá a ti mientras vivas en la tierra. Carrizo de bambú que mantendrá el
nudo del hilo que estiramos del agua y del fuego. No busqués mis fotos, ahí me
llamarás.
Antes que te digan otra
cosa, ya deberás tenerme muy dentro, a fondo en tu secreto y en la punta de la
lengua. Dirás que ríe el duende, que se desliza el olor de la flor del amate y
que adormece él La Fa Do de la flauta.
María, Chalchiuticueye y
Xochit´te cubrirán de jade, mariposas y orquídeas, te entregarán húmeda y
jugosa a mis labios como un arrayán. Entonces chispearán gotitas y harán el
cielo, tu murmurarás no sé qué, cerrarás los ojos y pondrás los brazos en mi
espalda. Yo habré llegado.
No me ha desprendido de un
altar de Matildito ni de un lirio de Tonaca, ha caído a la vida porque sí, ha
encontrarte. Luego me voy.
Antes que te digan otra
cosa, sabrás que de tu piel se levanta el sol y la noche, la espada y la
flecha, los almanaques y el calendario, y que puedas dejarme cuando se te
antoje, cuando el gallo aún no cante, cuando las nubes aún no sean las plumas
del águila, cuando te aburas o te equivoques, y no regreses pues ya habré
llegado; y tú habrás ido a encontrar solución a tu misterio.
Sólo que no te engañes, yo
soy éste, el que va a morir. Ni prócer ni Dios, ni héroe ni mártir. Ni el
corazón del quetzal ni el pico del cenzontle. Ni el rayo de Tlaloc ni la onda
que aja el humo del copal. Escuchá como se insolenta el tecolote, los perros
aúllan y revolotean las papalotas. Antes que te digan otra cosa y veas en tu
mente caer a Queetzalcoat´y hundirse en el relámpago,
Recuerda que voy a morir.
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