DE
LA «HISTORIA DE UN COMENTA» AL REINO DE LA LIBERTAD,
LA
SINFONÍA PERENNE DE LA POESÍA
COMO
FORMA DEL SUEÑO.
Mi mundo, mi locura, mi sueño,
como si no encontrara ojos ni cabellos,
frente a frente a los olvidos,
a la pasión violenta, a la verdad
desencantada.
WINETT DE ROKHA
¿Hasta qué punto somos
culpables cuando el techo
no revela ninguna grieta
descifrable? ¿Cuándo el lavamanos
que lo soporta no tiene
otra manera santa
de invocar que la
ablución física, y la toalla
niega secamente que las
fieras caras de troll acechen
en sus explícitos
pliegues?
SYLVIA PLATH
Krisma Mancía, (1980)[1] una mujer genial en un
país de contrastes y pasiones difíciles. Su estilo singular y augural,
auténtica; posee una personalidad prestigiosa dentro de las letras
salvadoreñas, distante del común de nuestras poéticas que a menudo se decantan
por una poesía que contrasta con los grandes derroteros que demanda el país. Creadora
paciente y meticulosa, singular desde los ahogos de una voz que se halla en la trinchera
presta a llevarnos por senderos rigurosos, poseedora de un lenguaje plenamente
conquistado, sin ornamentos, pero exquisitos y evocadores. Respira y escribe
como la gran poeta que es, de emoción fina y enérgica al mismo tiempo.
En su camino perenne de poesía, «Historia
de un cometa»[2]
nos trae un haz de poemas donde se trasluce una serie de símbolos, anhelos y
lecturas, poeta vital en tanto transita territorios y escenarios esenciales. «El
tiempo se agota» frente a esa rotundidad, «alguien me inventa otra vida donde
crecen mis alas» … aun cuando sea espina y su cuerpo hambriento, pida ayuda.
Son pocos los antecedentes, en la poesía salvadoreña, de un equilibrio tan
profundo entre la sangre, perennidad y sueño, la de este equilibrio la
encontramos en su unidad de ser y tiempo. Su palabra tiene raíz humana como los
ángeles de Rilke, primordial y así es su poesía: «insobornable en su
originalidad, en su fuego interior, en su rostro tallado por la luz y la sombra»,
por esas delicadas cicatrices que mojan dentadura y pies y acaban inundando
todos los sentidos.
Contrario a lo que solemos ver en la
poesía contemporánea, no encuentro en su estilo vicios rítmicos, ni prosódicos.
En una entrevista realizada por Rose Marie Galindo[3] podemos conocer algunas
calas de la poesía de Krisma Mancía, sobre todo en sus referentes y conexiones
con la realidad y su conciencia. Al punto que la poeta expresa en la mencionada
entrevista: «quise hacer mi propia mitología, la creación de mi mundo, no del
mundo que está dentro. Dentro de mi mundo siempre estuvo la infancia, rodeada
de la guerra»[4]
aún cuando el arte y la poesía han estado han estado sujetas a la tradición, no
es menos cierto su constante movimiento futurista, algo así como L´esprit
nouveanu et les poètes de Apollinaire, éste afirmaba que hay que observar antes
que nada las motivaciones del poeta respecto a su espíritu y su relación con la
realidad, solo después de abstraer los absolutos se es capaz de cambiar el
rumbo de la propia escritura.
La voz y los artificios de la poeta están
en completa consonancia con la propia constancia y pervivencia de su escritura.
Hay desasosiegos que le recorren las venas,
Tengo
la edad del sacrificio.
La
edad de la sangre que camina.
No
quiero morir con la belleza cuestas.
…[5]
La poeta muy consciente de sí misma
transmuta su experiencia personal en un análisis de ella, de su naturaleza de
búsqueda y revelaciones. A veces la poesía no es fácil de creer en ciertas
voces, no es el caso de Krisma, en el fondo yacen vestigios de un Rimbaud, Hemingway,
Virginia Woolf, Silvia Plath, como la noche en que «Caí al vacío y no desperté»,
sabiendo que «el universo es una orgía perpetua» … y que «un golpe de suerte /
es una maniobra arriesgada en altamar» …[6] Suele abundar hoy en día
una poesía efectista y simplista lo cual corre el riesgo de la veracidad y lo
auténtico.
Dar con la enjundia justa para acercarse a
la poesía de Krisma Mancía y su poemario «Historia de un cometa» significa no
solo entrar a ese juego de realidad y experiencia lo que es su estética puesta
en sus poemas, sino pensar también en lo que no dice, lo que la poeta calla,
que están ahí en la referencialidad y lo subterráneo. En su poesía y en esta en
particular, deja la conexión tradicional del símil y la imagen para establecer
una identidad; en el caso de Huidobro, maestro de esta técnica, utilizó lo ya acotado,
pero con la intención de crear disonancia, lo cual es interesante en la poesía.
La autora está lúcidamente consciente de esta condición ineludible de la
palabra, que pretende ser confesión y ruego, esta
acotación se observa en el poema: «Sobre la identidad de la belleza (o el breve
tratado de la poesía)»[7] es lo más cercano a una
poesía confesional que deviene de contextos bíblicos. En 1959, M.L. Rosenthal
reseñó el libro de Robert Lowell Estudios sobre la vida (1959)
enThe Nation. En su reseña, escribió sobre cómo los poetas se estaban
despojando de la máscara que les impedía describir sus propias experiencias
vitales, y así nació el término Poesía Confesional. La Poesía Confesional fue
un movimiento literario nacido a finales de la década de 1950 que hablaba
honesta y directamente de las propias experiencias vitales del poeta, a menudo
comentando las batallas psicológicas a las que se han enfrentado.[8] «Historia de un cometa»
son poemas de una íntima, aunque condicionada, rendición), ella contrapone a la
naturaleza inexcusable del discurso humano su arisca desnudez expresiva, que es
la manifestación sensible de su poética y de su ética de la negación de lo
falso.
Quererme
no es suficiente. Soy demasiada y compleja,
Demasiada
y multipolar para que me quieran.
Se
quiere el ojo de un gato.
La
suavidad de un cuchillo al cortar el pan
o
la dulce agonía de un pez fuera del agua,
pero
yo necesito que me con templen como una estrella
bordada
en el pecho agonizante de la tarde.[9]
La poesía como parte de la vida fermenta
una especie de curiosidad delirante, embriaguez de sueños y palabras, sueños
gozosos, lacerantes y a menudo también efímeros. La crítica no suele abordar
estas situaciones. La poesía es der las más densas sustancias de la vida, el
ser humano se sucede entre uñas y sombras, golpes, absorbiendo todo al paso, en
los rincones subterráneos del vinagre, ojos, venenos, ortopedias, indiferencias
maliciosas, el drama de nuestros países con muchas heridas y sin paraguas. A
menudo a la poesía se entra por un túnel de arrugados ríos, herraduras y
cabalgaduras de espuma. La poesía de Krisma la mueve un hilo finísimo y una
cadencia refrescante, esplendor de un alma no agonizante, pero que vive la
poesía desde la entraña.
En la crisis de la poesía contemporánea
observamos a muchos poetas que subvierten la realidad por lo aparente y le
ponen diques al curso natural de la verbalidad. En mi opinión Krisma no
pertenece a esta categoría. Su retórica tiene un tono y artificios mundanos (de
mundo) imágenes semánticas con objetos distintos, no es el verso publicitario,
sino una gruta de meditaciones, ella es capaz de percibir —retomando a
Huidobro—las relaciones más lejanas de las cosas y escribe sus versos como la
sombra de un pájaro que resbala. Rigurosa y arriesgada en su trabajo poético, resultado
de ello es el poema bien logrado en oposición a los falsos ensamblajes que
suelen hacerse. Su poesía, claro, no es un circo de tres pistas (Circus in
Three Rings), interiorizado que nos transmite la esencia del humano.
En todo caso, «Historia de un cometa» es
una visión tan lúcida y desencantada «una herida a punto del naufragio,» como
bien lo acota en esta frase Juana Ramos.[10] En él no hay lugar para desperdicios
y migajas, menos esa poesía dulzona e interesada en crear atmósferas
inverosímiles. En cualquier momento la realidad la realidad y el mundo se
imponen con sordo llamado:
Nunca doblaré mis
rodillas
ni diré:
He aquí tu
esclava, señor,
porque nadie
meterá en mi cuerpo pajarracos dudosos,
ni atará mi voz a
la virtud del silencio,
ni pondrá mis alas
en cautiverio.
Dicen que soy
cuestionable…
Una mujer pez
que escapa de la
red.[11]
Poemas como «Consejos especiales para
desaparecer una ninfa y Epílogo del cielo»[12] se adscriben mas bien a
la prosa poética. Este género «surgió de la necesidad de encontrar un nuevo
lenguaje que renovara las convenciones líricas, ya anquilosadas para ciertos
poetas»[13], agregaría a esta
acotación la necesidad de contar cosas a la usanza de la narrativa y darle
cierto carácter épico. En este sentido no
es un azar que la poesía y la narrativa hayan caminado juntas durante muchos
años y que deriva o retoma la vanguardia. Sin duda comparten un destino y un
espacio: la poesía homérica, por ejemplo, Canto general, El evangelio según
Jesucristo en donde convergen lo prosaico y lo lírico.
Coincido con la apreciación que hace Rose
Marie Galindo[14]
de Krisma Mancía en el sentido de que «es una de las poetas jóvenes más
destacadas de El Salvador» aunque hoy ya no lo sea, pues ha llegado a una
madurez vital y poética. «Historia de un cometa» es tan importante como la «Era
del llanto» escrito éste bajo los influjos y la carcoma de la posguerra
salvadoreña. A medida que nos adentramos más a su obra observamos que hay una
especie de dolor interior que se equilibra con el dolor exterior, mundo
interior y exterior, aunque no sé si pueda creer en la inocencia del mundo, y
normalizar la muerte y las malas noticias. Pero
sí, la culpa de callar es un largo río que arrastramos como una sábana, así lo
expresa la poeta en el poema «La muerte contratada.»[15] Ahora ella escribe en un
escenario de República decadente y esa acción solo se puede entender como el
compromiso cívico y artístico de una persona que afirma su sensibilidad y
afinidad para exponer sus sentimientos.
Los temas en la poesía de Krisma Mancía
son varios, vastos y universales, interiores, y hay, de manera implícita una
denuncia del mal, lo que hacemos y nos hacen, en su pasión infinita, la
historia real, el clamor desde el cual delinea el destino a solas de la poeta. Su
reino poético es el de la existencia humana, acaso un monólogo de los paisajes
de cada día, un diría reveladora linterna que arranca los del alma los féretros.
La poeta cava, sigue cavando, hurga, mientras agoniza la última hora de la tarde.
André Cruchaga,
Barataria, 10.09.2024
[2] Mancía,
Krisma. Historia de un cometa. Editorial El Pez Soluble, (Colección Maremonstrum),
2024, 58 p. El Salvador, América Central.
[3]
Rose Marie Galindo. Cinco escritores salvadoreños de posguerra. Editorial
Delgado, 2015 304 p.
[4] Ibid.,
pág. 253
[5] Historia
de un cometa, pág. 12
[6]
Ibid., pág. 40
[7] Ibid.,
págs. 11-20
[8] Este
tema de la confesional se puede ampliar en el siguiente enlace e inclusive en
otros referidos al tema en cuestión: https://www.studysmarter.es/resumenes/literatura/movimientos-literarios-americanos/poesia-confesional/
[9] Ibid.,
pág 13
[11] Anatomía
de la mujer pez, pág. 43
[12] Ibid.,
págs. 47-50; 53
[13] María
Victoria Utrera Torremocha. Teoría del poema en prosa. España 2010. Págs 7-8
[14] Cinco
escritores salvadoreños de posguerra, pág. 263
[15] Historia
de un cometa, pág. 32
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