lunes, 9 de septiembre de 2024

DE LA «HISTORIA DE UN COMENTA» AL REINO DE LA LIBERTAD, LA SINFONÍA PERENNE DE LA POESÍA COMO FORMA DEL SUEÑO.




DE LA «HISTORIA DE UN COMENTA» AL REINO DE LA LIBERTAD,

LA SINFONÍA PERENNE DE LA POESÍA

COMO FORMA DEL SUEÑO.

 

 

 

Mi mundo, mi locura, mi sueño,

como si no encontrara ojos ni cabellos,

frente a frente a los olvidos,

a la pasión violenta, a la verdad desencantada.

WINETT DE ROKHA

 

¿Hasta qué punto somos culpables cuando el techo

no revela ninguna grieta descifrable? ¿Cuándo el lavamanos

que lo soporta no tiene otra manera santa

de invocar que la ablución física, y la toalla

niega secamente que las fieras caras de troll acechen

en sus explícitos pliegues?

SYLVIA PLATH

 

 

Krisma Mancía, (1980)[1] una mujer genial en un país de contrastes y pasiones difíciles. Su estilo singular y augural, auténtica; posee una personalidad prestigiosa dentro de las letras salvadoreñas, distante del común de nuestras poéticas que a menudo se decantan por una poesía que contrasta con los grandes derroteros que demanda el país. Creadora paciente y meticulosa, singular desde los ahogos de una voz que se halla en la trinchera presta a llevarnos por senderos rigurosos, poseedora de un lenguaje plenamente conquistado, sin ornamentos, pero exquisitos y evocadores. Respira y escribe como la gran poeta que es, de emoción fina y enérgica al mismo tiempo.

En su camino perenne de poesía, «Historia de un cometa»[2] nos trae un haz de poemas donde se trasluce una serie de símbolos, anhelos y lecturas, poeta vital en tanto transita territorios y escenarios esenciales. «El tiempo se agota» frente a esa rotundidad, «alguien me inventa otra vida donde crecen mis alas» … aun cuando sea espina y su cuerpo hambriento, pida ayuda. Son pocos los antecedentes, en la poesía salvadoreña, de un equilibrio tan profundo entre la sangre, perennidad y sueño, la de este equilibrio la encontramos en su unidad de ser y tiempo. Su palabra tiene raíz humana como los ángeles de Rilke, primordial y así es su poesía: «insobornable en su originalidad, en su fuego interior, en su rostro tallado por la luz y la sombra», por esas delicadas cicatrices que mojan dentadura y pies y acaban inundando todos los sentidos.

Contrario a lo que solemos ver en la poesía contemporánea, no encuentro en su estilo vicios rítmicos, ni prosódicos. En una entrevista realizada por Rose Marie Galindo[3] podemos conocer algunas calas de la poesía de Krisma Mancía, sobre todo en sus referentes y conexiones con la realidad y su conciencia. Al punto que la poeta expresa en la mencionada entrevista: «quise hacer mi propia mitología, la creación de mi mundo, no del mundo que está dentro. Dentro de mi mundo siempre estuvo la infancia, rodeada de la guerra»[4] aún cuando el arte y la poesía han estado han estado sujetas a la tradición, no es menos cierto su constante movimiento futurista, algo así como L´esprit nouveanu et les poètes de Apollinaire, éste afirmaba que hay que observar antes que nada las motivaciones del poeta respecto a su espíritu y su relación con la realidad, solo después de abstraer los absolutos se es capaz de cambiar el rumbo de la propia escritura.

La voz y los artificios de la poeta están en completa consonancia con la propia constancia y pervivencia de su escritura. Hay desasosiegos que le recorren las venas,

 

Tengo la edad del sacrificio.

La edad de la sangre que camina.

No quiero morir con la belleza cuestas.

[5]

 

La poeta muy consciente de sí misma transmuta su experiencia personal en un análisis de ella, de su naturaleza de búsqueda y revelaciones. A veces la poesía no es fácil de creer en ciertas voces, no es el caso de Krisma, en el fondo yacen vestigios de un Rimbaud, Hemingway, Virginia Woolf, Silvia Plath, como la noche en que «Caí al vacío y no desperté», sabiendo que «el universo es una orgía perpetua» … y que «un golpe de suerte / es una maniobra arriesgada en altamar» …[6] Suele abundar hoy en día una poesía efectista y simplista lo cual corre el riesgo de la veracidad y lo auténtico.

Dar con la enjundia justa para acercarse a la poesía de Krisma Mancía y su poemario «Historia de un cometa» significa no solo entrar a ese juego de realidad y experiencia lo que es su estética puesta en sus poemas, sino pensar también en lo que no dice, lo que la poeta calla, que están ahí en la referencialidad y lo subterráneo. En su poesía y en esta en particular, deja la conexión tradicional del símil y la imagen para establecer una identidad; en el caso de Huidobro, maestro de esta técnica, utilizó lo ya acotado, pero con la intención de crear disonancia, lo cual es interesante en la poesía. La autora está lúcidamente consciente de esta condición ineludible de la palabra, que pretende ser confesión y ruego, esta acotación se observa en el poema: «Sobre la identidad de la belleza (o el breve tratado de la poesía)»[7] es lo más cercano a una poesía confesional que deviene de contextos bíblicos. En 1959, M.L. Rosenthal reseñó el libro de Robert Lowell Estudios sobre la vida (1959) enThe Nation. En su reseña, escribió sobre cómo los poetas se estaban despojando de la máscara que les impedía describir sus propias experiencias vitales, y así nació el término Poesía Confesional. La Poesía Confesional fue un movimiento literario nacido a finales de la década de 1950 que hablaba honesta y directamente de las propias experiencias vitales del poeta, a menudo comentando las batallas psicológicas a las que se han enfrentado.[8] «Historia de un cometa» son poemas de una íntima, aunque condicionada, rendición), ella contrapone a la naturaleza inexcusable del discurso humano su arisca desnudez expresiva, que es la manifestación sensible de su poética y de su ética de la negación de lo falso.

 

Quererme no es suficiente. Soy demasiada y compleja,

Demasiada y multipolar para que me quieran.

Se quiere el ojo de un gato.

La suavidad de un cuchillo al cortar el pan

o la dulce agonía de un pez fuera del agua,

pero yo necesito que me con templen como una estrella

bordada en el pecho agonizante de la tarde.[9]

 

La poesía como parte de la vida fermenta una especie de curiosidad delirante, embriaguez de sueños y palabras, sueños gozosos, lacerantes y a menudo también efímeros. La crítica no suele abordar estas situaciones. La poesía es der las más densas sustancias de la vida, el ser humano se sucede entre uñas y sombras, golpes, absorbiendo todo al paso, en los rincones subterráneos del vinagre, ojos, venenos, ortopedias, indiferencias maliciosas, el drama de nuestros países con muchas heridas y sin paraguas. A menudo a la poesía se entra por un túnel de arrugados ríos, herraduras y cabalgaduras de espuma. La poesía de Krisma la mueve un hilo finísimo y una cadencia refrescante, esplendor de un alma no agonizante, pero que vive la poesía desde la entraña.

En la crisis de la poesía contemporánea observamos a muchos poetas que subvierten la realidad por lo aparente y le ponen diques al curso natural de la verbalidad. En mi opinión Krisma no pertenece a esta categoría. Su retórica tiene un tono y artificios mundanos (de mundo) imágenes semánticas con objetos distintos, no es el verso publicitario, sino una gruta de meditaciones, ella es capaz de percibir —retomando a Huidobro—las relaciones más lejanas de las cosas y escribe sus versos como la sombra de un pájaro que resbala. Rigurosa y arriesgada en su trabajo poético, resultado de ello es el poema bien logrado en oposición a los falsos ensamblajes que suelen hacerse. Su poesía, claro, no es un circo de tres pistas (Circus in Three Rings), interiorizado que nos transmite la esencia del humano.

En todo caso, «Historia de un cometa» es una visión tan lúcida y desencantada «una herida a punto del naufragio,» como bien lo acota en esta frase Juana Ramos.[10] En él no hay lugar para desperdicios y migajas, menos esa poesía dulzona e interesada en crear atmósferas inverosímiles. En cualquier momento la realidad la realidad y el mundo se imponen con sordo llamado:

 

Nunca doblaré mis rodillas

ni diré:

He aquí tu esclava, señor,

porque nadie meterá en mi cuerpo pajarracos dudosos,

ni atará mi voz a la virtud del silencio,

ni pondrá mis alas en cautiverio.

Dicen que soy cuestionable…

Una mujer pez

que escapa de la red.[11]

 

Poemas como «Consejos especiales para desaparecer una ninfa y Epílogo del cielo»[12] se adscriben mas bien a la prosa poética. Este género «surgió de la necesidad de encontrar un nuevo lenguaje que renovara las convenciones líricas, ya anquilosadas para ciertos poetas»[13], agregaría a esta acotación la necesidad de contar cosas a la usanza de la narrativa y darle cierto carácter épico.  En este sentido no es un azar que la poesía y la narrativa hayan caminado juntas durante muchos años y que deriva o retoma la vanguardia. Sin duda comparten un destino y un espacio: la poesía homérica, por ejemplo, Canto general, El evangelio según Jesucristo en donde convergen lo prosaico y lo lírico.

Coincido con la apreciación que hace Rose Marie Galindo[14] de Krisma Mancía en el sentido de que «es una de las poetas jóvenes más destacadas de El Salvador» aunque hoy ya no lo sea, pues ha llegado a una madurez vital y poética. «Historia de un cometa» es tan importante como la «Era del llanto» escrito éste bajo los influjos y la carcoma de la posguerra salvadoreña. A medida que nos adentramos más a su obra observamos que hay una especie de dolor interior que se equilibra con el dolor exterior, mundo interior y exterior, aunque no sé si pueda creer en la inocencia del mundo, y normalizar la muerte y las malas noticias. Pero sí, la culpa de callar es un largo río que arrastramos como una sábana, así lo expresa la poeta en el poema «La muerte contratada.»[15] Ahora ella escribe en un escenario de República decadente y esa acción solo se puede entender como el compromiso cívico y artístico de una persona que afirma su sensibilidad y afinidad para exponer sus sentimientos.

Los temas en la poesía de Krisma Mancía son varios, vastos y universales, interiores, y hay, de manera implícita una denuncia del mal, lo que hacemos y nos hacen, en su pasión infinita, la historia real, el clamor desde el cual delinea el destino a solas de la poeta. Su reino poético es el de la existencia humana, acaso un monólogo de los paisajes de cada día, un diría reveladora linterna que arranca los del alma los féretros. La poeta cava, sigue cavando, hurga, mientras agoniza la última hora de la tarde.

 

 

André Cruchaga,

Barataria, 10.09.2024



[2] Mancía, Krisma. Historia de un cometa. Editorial El Pez Soluble, (Colección Maremonstrum), 2024, 58 p. El Salvador, América Central.

[3] Rose Marie Galindo. Cinco escritores salvadoreños de posguerra. Editorial Delgado, 2015 304 p.

[4] Ibid., pág. 253

[5] Historia de un cometa, pág. 12

[6] Ibid., pág. 40

[7] Ibid., págs. 11-20

[8] Este tema de la confesional se puede ampliar en el siguiente enlace e inclusive en otros referidos al tema en cuestión: https://www.studysmarter.es/resumenes/literatura/movimientos-literarios-americanos/poesia-confesional/

[9] Ibid., pág 13

[11] Anatomía de la mujer pez, pág. 43

[12] Ibid., págs. 47-50; 53

[13] María Victoria Utrera Torremocha. Teoría del poema en prosa. España 2010. Págs 7-8

[14] Cinco escritores salvadoreños de posguerra, pág. 263

[15] Historia de un cometa, pág. 32


 

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