POESÍA INÉDITA DE LOS TRES ALFONSOS
Alfonso Quijada Urías, Alfonso Hernández, Alfonso Velis Tobar,
Imagen proporcionada por Alfonso Velis Tobar
POESÍA INÉDITA DE LOS TRES ALFONSOS
POEMAS INEDITOS DE ALFONSO VELIS TOBAR (1950)
¡Somos como la otra parte de tu sombra quijotesca!
Al hermano Quijadurias…
¡OH poesía la cantora de mi pueblo de mi vida y de la tuya! Fue bello aquel gozo de los Tres Alfonsos entre aquellos peligrosos días de poesía compartidos, en los momentos más difíciles, de zozobras, y angustias, trabajando por el pueblo, son tiempos de los escuadrones de la muerte, quienes como sabuesos perros Vivian merodeando hasta la misma sombra. Siempre supimos burlarlos con la muerte al acecho. Aquí estoy escribiendo de las cosas maravillosas y trágicas de la espada y la pólvora. ¡Del esplendor de la hierba de la rueca y el molino! De los misterios, del hartazgo, del detritus viviéndome a pedazos. ¡Cantando están en Guazapa y Morazán! ¡Que linda es la escabrosa y abismal vida que llevamos! ¡Demencial! ¡Torbellinica! ¡Y de muerte infernal! en estos cruentos días de guerra que enfrentamos! Ni el cofre apolillado con tus libros. Ni tus poemas perdidos. Ni tu vieja guitarra que trinas, ni tu vieja barba en el barrio de siempre. ¡En el Valle del Señor en Quezaltepeque morada a la que se regresa siempre! Tu espacio sin medida en su interior no hay quien lo rente. No hay nadie que lo habite. Solo más que tú sombra quijotesca, solo ella reflejada en el patio, entre la luz. Ni la tristeza misma. La Casa vacía. La sombra de la floreada Veranera llena de colores brillantes. Los pájaros que saludaban todas las mañanas. Escuchando tus canciones, la lluvia misma con sus tormentas y nieblas trazadas en tu pincel de colores abstractos y rostros humanos en tu eterna memoria. Entre los ecos del tiempo y los rugidos del viento. Entre las risas inocentes de niños correteando en el patio, sus hermosos ojos verdes. Que llevan el nombre de maravillosos poetas Nazin, Essenin, Fayad, Manlio, Alfonso, nombres de honor de poetas amigos. Aquí viene la ternura de Celia de Alfonso, Emmita Esperanza de Alfonso, Julita Deysi de Alfonso, tres mujeres, cuadros de valentía, jugándose una vida clandestina, junto al peregrinar de la Resistencia del pueblo que se enfrentaba contra el enemigo imperialista, enemigo que acecha con dólares de muerte. Sin olvidar jamás a la abuelita Carmen, al igual que la ejemplar “Madre” de Máximo Gorki correteando entre el enemigo, escamoteándose entre las manifestaciones, repartiendo y llevando el manifiesto a escondidas entre sus pechos. En el patio de la casa de infancia, el ladrido del perro. Que sale a tu encuentro, quien fiel te ladra, meneando la cola, se enrosca cariñoso entre tus piernas y zapatos mientras el aguaje nos baña. La brisa viene hacia mí. Desde la vegetación abundante del patio. También fueron bellas las horas rodeados de nuestros hijos, en una tarde de vinos con sus dedos frescos y entre la gran comilona del “Cusuco” a lo Gargantúa y Pantagruel y aunque somos bagres de la cerveza, pero eso sí, habladores, celadores de poesía y hablando y trabajando, aunque sea trabajo de hormiguita, con los anhelos de apoyar a como se pueda la revolución popular, es de jugárselas con el enemigo de hoy. Fueron momentos de novela que vivimos escribíviendo en el país que amamos con el alma en la mano que nos vio nacer. Gozando momentos de poesía, de libros, de vino y paladares de avestruz. Pero eso sí, primero siempre al pie de la lucha revolucionaria cada día, siempre trabajando. Pero cumpliendo las tareas encomendadas sin justificación alguna, contra vientos y mareas. ¡ Puesiesque Hermano!, donde te encuentres o donde nos encontremos, cada quien en su labor encomendada y aunque la guerra misma nos mantenga a la deriva de la muerte o de la victoria, para presencia y suerte de la vida. Como tú mismo dices. Aquí en este Pulgarcito de América todos estamos viajando regresando, como el escarabajo a su mismo hoyito. Pero aquí estamos con el ausente dolor de “Gonzalo” y para siempre en la memoria escribiendo y escribiviendo hasta lograr la fama (infame) del famoso apátrida. ¡OH poetas malditos y maravillosos!
Avt.1985. (De: “Poemas en prosa”)
Regreso al lugar natal
No seré el eterno extranjero en mi propia casa
Casa de infancia donde surgió el universo del sueño
Llena de sombríos recuerdos
Humores que desaparecen con el tiempo,
Solo quedan sus resplandores
Casa derruida abandonada vieja por el tiempo
Todos nos fuimos un día
Hasta aquel viejo árbol de anono testigo ocular
de la familia que habitamos esta vieja casa
Luego venir a contemplar por última vez
Está enferma morada ya cansada de llorar
Con sus mapas de moho en las paredes
Ocho ombligos enterrados en el patio
Bailando su son de niños locos,
Terribles huracanes y ventarrones
Aun ni el agua que corre
Torna hacia su manantial
Todo llega a su término
¡La vida de los hombres se pierde!
¡Como dejan huellas las aguas!
¡Que pasan a perderse en el mar!
¡OH que cosas! nacemos para morir
Es el tiempo el que nos consume
En todo caso salir un día es regresar
Al mismo sitio.
De: ¡Prodigiosa Blasfemia!
Diario de un poeta (II)
Hacia donde me llevas angustia henchida de pesares
Así me desespero en todos mis inviernos
Con sus árboles gastados por la nieve
Que a mares soportamos
Fiebres hasta en mi alma
Es que salgo a la calle el tiempo acosa
Una sirena paraliza el tráfico de emergencia
Entro al bar para libar unas dos cervezas a matar el tiempo
Recuerdo a papa escuchando canciones
De Lucha Villa y Pedro Infante allá en mi pueblo
Escucho unas cuantas melodías de Selena
Una muchacha sale al paso de repente
Se queja que no tiene comida para su gato.
Me compadece y doy lo único que tengo
Y pienso allá en mi país una madre se queja
No tiene leche para amamantar a su hijo
Ni el pan de la mañana para los otros que piden
Es cuando la noche trajo un encuentro triste con el alba
Así nos encontramos en la vida
Bajo los asombros diarios de toda mala noticia
Inviernos como estos tan duros, de muerte
Terremotos tempestades y grandes huracanes
Cegando tantas vidas los mares escapándose de su cause
Los ríos derrumbando hasta los puentes inundando ciudades y bosques
Yo no me quejo pájaro o ángel malvado que soy
Feliz vida para unos desdichada para otros
No me siento ningún desdichado por ahora
Pero ante estos perennes golpes
Que da esta perra vida.
Y al decir del hermano Alfonso Quijadurias:
“El hombre está condenado a soportar
Las piedras que le arrojan”.
¡Esta manera de soportar tantas pedradas!
¡Y del enemigo sí que saber esquivarlas ¡…
DE: “Prodigiosa Blasfemia” AVT/04/1
Si muriera mañana
Si la muerte viniera…
Y que me haga una espera
Ni he desempolvado los libros
Ni he silbado la canción preferida.
Miguel Huezo Mixco
Si por casualidad muriera mañana.
Quizás este mismo instante
Que escribo este poema
No llevo ni dejo nada
Ni petate en que pude caer muerto dejo
Ni dejo seguros de vida en dólares
No dejo herencias de familia
No llevo cargos de conciencia
libre estoy de pecados concebidos,
Que bañan de maldad el alma
Si muriera mañana lejos de mi patria
Mis huesos piden mi tierra
Mis cenizas echadas al viento
La voz desaparece la palabra queda
Vida que aprendiste a enfrentar
El poeta jamás deja la página en blanco
Ni se lleva la gloria que un día soñó
No todos los sueños han sido soñados
Soy el espejo roto de los sueños
Siempre fui un soñador al fin de cuentas
Pero deja su sonrisa, la huella de sus besos,
Deja sus libros que ama
en herencia su poesía
A quienes de su vino quieran beber
en su corazón felizmente recoger
Lucecita que siempre supo alumbrar
Cual candilito mechita de trapo
Que desparrama pocitos de luz
De su gran sabia humanidad. Avt./09
Entre Poemas inéditos de Alfonso Hernández
(1948- caído en combate, Nov. 1988)
DESPEDIDA
Al hermanazo poeta Alfonso Velis Tobar por enterrar las cenizas de mi Julia Daisy…
Nací en la ciudad donde el pabellón del rió flamea sobre el cielo,
El vuelo de los pájaros dejaba su huella,
Sueños escarchados en el dintel de la ventana
Y ella sonreía mientras las grullas bailaban en su cabellera.
Su esplendor me cautivaba
Sobretodo cuando acariciaba mi sombra
Que proyectaban las claraboyas del río.
Pero entonces vino la guerra y todo cambió,
Era el tiempo en que los lotos se yerguen con todo esplendor,
La luna mecía los bambúes,
Los plátanos silbaban la canción del guerrero,
Me despedí y el tiempo cayó con su tonelaje sobre los crepúsculos.
Pasaron los años, desde la montaña le escribí numerosas cartas
Que nunca supe si llegaron a sus manos.
El verano abrió sus persianas,
El tiempo pasó como un velocípedo,
Y me acostumbré a mirar entre el humo de la pólvora: el aire,
Los días, los calendarios de luna que volaban con su carromato.
La aurora recrudeció sus fulgores,
(¡Estás detenida en el tiempo!)
Los guijarros se metamorfoseaban hasta alcanzar la luz,
¿Dónde estarás cuando marche al próximo combate?
Nos queda la edad necesaria para cantar queridísima mía,
Como aquella noche en el abrevadero de caballos
Cuando la hierva sorbía el aire brevísimo de nuestra canción
Y desnuda corrías a paso de cigüeña sobre el agua
¿Qué puedo decir de tus ojos si ahora se me agotan en este banco
Donde escribo el poema ?…
En invierno como panecillos de arroz
Con castañas de aguas frescas,
Árboles de hierro circundan el paso del guerrero.
Mañana quizás estaré muerto
Y sobre mi tumba perdida, en la montaña,
La lluvia caerá con mis recuerdos.
Por el jardincillo de kioscos pasarás con el alba en tus ojos,
Los niños con sus flautas de agua recorrerán las callejas
En la fiesta del Tet, sin dejar huella del verano
Ni de la estación de los sauces…
Cuando los combatientes descendieron la montaña,
También emigraron las aves
Y dibujé tu rostro sobre el agua;
Al otro lado del puente vi. tu silueta junto a los bambúes,
Era tu mano en la mía Ano Nuevo Lunar
En la plenitud de los años
El día que nos despedimos…
POSTALITA A MI HIJO ESENIN
I
Las veraneras han crecido en los últimos meses,
En el jardín el sol juguetea con las flores,
Hay amarillas rosadas y multicolores,
A la sombra del platanar madre te arrulla
Mientras escampa el sueño en su regazo
Y los pollitos pían desgranando tu sonrisa de
cipote travieso.
II
Yo haré de cada pétalo un poema,
de cada canción un estanque de luz
Para que naden los pececillos del pensamiento,
En cada hoja volaré hasta la luna
Para pedirle un charquito de su brillante espuma.
III
CANCIONCILLA DE LOS NIÑOS DE CABAÑAS
Los niños estamos tristes
Porque ha muerto nuestro hermano,
Cayó enfrentando al esbirro
Que tiene pezuñas de odio.
Los niños estamos de luto
Porque murió nuestro hermano,
Los frutos que recogemos:
Fusil arpegio guerrero.
En cada pueblo una luz,
Una trinchera de flores,
Los niños estamos tristes
Porque murió el guerrillero
Poemas de Alfonso Quijada Urias (1940)
El Viajero
También he visto el polo donde los ventisqueros terribles y caóticos
Se lanzan a la altura rodando unos sobre otros.
Holderlin.
Estos ojos son de un muchacho que no ha viajado nunca,
Pasó en la casa solariega cuidando el viejo polvo,
Las flores de la abuela, la aventura del padre.
Este muchacho que no ha viajado nunca
Solo en el ancho océano suspendido en las hojas,
Ha tocado en su mundo de soledad y miedo
Viejos países, comarcas misteriosas que no ha tocado,
ni tocara viajero alguno.
Ha ido por el mar, por muchas islas,
Tocando las gaviotas y las focas;
Ha ido infortunadas mujeres lamentarse por los hijos perdidos;
Anclo en riveras cargadas de aromas,
En medio de la noche que dejaba en la piel un ardiente recuerdo.
El agua del mar despellejo su rostro; vio a sus compañeros
Morir uno a uno con los ojos bajos. Sus cabellos malvados
Señalaron las piedras donde duermen. Se dio por muerto
Junto a los cargamentos de cereales.
Despertó muchas veces junto al candil fatigado,
De noche se albergo en grandes malolientes.
Espero con Ximena que el coro de los gallos rompiera
el vidrio de la madrugada.
Estos ojos son de un muchacho que no ha viajado nunca,
Que no ha encontrado el sueño,
Otra vida más allá del cristal
Y las columnas trágicas,
Y escribe las mismas cosas amenazado por sus nervios
Que afilan un cuchillo de luz y de tinieblas.
Manchas de ruidos antiguos...
Manchas de ruidos antiguos en los rincones del patio: sombras
de la mentira tomando la forma de tu cuerpo y su lugar.
La luz te hace creer en todo lo que alumbra
o devela la sombra del monstruo que habita la penumbra.
Toda palabra quema,
ceniza será después, rescoldos de aquel fuego. Ruinas del
tiempo, escombros, hollín y polvo,
la efímera materia que fue la eternidad.
Pequeña llama inmóvil, rememoración de la desaparición de la
fe en la sorpresa.
Del aire impuro del mundo están hechas las palabras, su
círculo vicioso, toda pregunta es una piedra
que se lanza al agua cuyas ondas alejan la respuesta.
En corregir lo incorregible se te fue la vida, en buscar el error
y al tratar de borrarlo,
volverlo a cometer y la culpa otra vez de provocarlo.
Palabras, resplandores inéditos buscando su sentido
en lo sentido. En la ventana el rostro de la dulzura pensativa:
una sonrisa ciega, en toda ella las frases y los gestos que nos
son elementales. La fuerza que guía la mano en selva oscura, a través de la
página, hasta encontrar la máxima potencia. El ojo que descubre
lo invisible mientras crece la historia durante el sueño, la bestia echada
junto a la ropa triste del amor consumado,
todo aquello que amamos y por eso matamos lo más vivo
en nosotros.
Confusión (iii)
Te sorprende esta mañana la vejez, egoísta en tu pureza,
obligado a ser y estar,
a estar de pie en el centro de tu pecho con la boca cerrada,
abierta hoy por ensueño o ansiedad.
Un hombre no hace nada si no se aniquila a sí mismo
y vuelve al aire mismo de su honda raíz,
a la raíz que su nariz defiende con jubilosa audacia,
al origen donde el mundo es una sílaba que nadie aún pronuncia.
Respira, respira hondo hasta sentir el hambre en la boca del estómago.
Avanza evocando y convocando el antiguo ordenamiento,
lejos del torrente del cinismo cotidiano.
En silencio repasa el nombre de las cosas, las copas y las frutas,
más todo aquello que nos devuelve del tiempo, su excesivo imperio, su misterioso agravio,
el olvido que humilla la tentación de armar una obra maestra y su rostro de espanto.
Alguien en el jardín tan medioevo, crucifica la rosa de su razón,
otro mastica una cereza cuya sangrienta gruta dispersa la pasión.
Lejos de los negocios y la cátedra, del banco y la religión, lejos del mundo
y en el mundo, fiel nada más al temblor de tus manos ociosas,
miras correr los días como caballos que el miedo enloqueciera,
mientras repites a tientas la misma letanía de quien ha visto
cara a cara la desesperación y ganado con ello su propia salvación.
Nada somos sino la conciencia que se mantiene de pie
sobre la grata sensación que llámanos pasado.
Libertad e inocencia se alzan como vapores al alba,
Al tiempo como a los muertos le ha crecido las uñas y la barba.
Ahora que regresas a rescatar tu pasado y cumplir la promesa de escribir la historia de tu viaje,
sabiendo de antemano que la vida, es uno mismo y uno mismo los demás
Quien no se reconozca en el amor lo harán en la muerte,
en el amor que nos permite vernos en los otros con los ojos de Dios.
De “Confusión y otros poemas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario