miércoles, 14 de enero de 2009

Libro póstumo del poeta Rolando Elías

Portada y contraportada del poemario




El Centro Cultural Rolando Elías me ha hecho llegar a través de su directora Cony Elías, el poemario: Homenaje a Fray Luis de León, Ed. Rubén H. Dimas, El Salvador, bajo el cuidado de la editora y también poeta Aída Flores escalante.

Este homenaje a Fray Luis de León, como dice el autor: "Escribí esos 24 sonetos en dos jornadas, entre una medianoche y otra, en abril de 1986, en plena guerra civil --quién lo diría-- cuando en las afueras de mi casa rondaban los heraldos de la muerte, resonaban incesantes los ecos de la fusilería y por las calles corría mucha sangre derramada por el conflicto fraticida." A continuación transcribo el prólogo del libro en liras:




___________Prólogo en liras________
Yo el soneto escribía
mientras lloraba con el viento fuerte
la Patria en agonía.
Todo era símbolo pálido de muerte
y el país sollozaba en esa suerte.

la paz se sustentaba
sobre una cementera de canciones,
donde el alma sangraba.
Era el país un choque de ciclones,
de mentiras, de odios, de traiciones.

Yo estaba tras la puerta
con miedo de la muerte, agazapado.
Pues que esa muerte cierta
se daba por seguro y descontado
que tendría al país ensangrentado.

¿Estaba yo tranquilo
o más bien escondido y pesaroso
con el alma en un hilo,
despierto, pensativo, doloroso,
cuando el país era un obscuro foso?

El foso de la guerra
consumía cadáveres. Yo alzaba
otro cadáver de la tierra.
El mío que cantando se salvaba
a tono con el salmo que rezaba.

El salmo de la vida
defendía el baluarte de mi casa.
Ahí encendida
la luz inextinguible que traspasa
la oscura sombra con ardida brasa.

La sombra era el país
mis ojos mortecina lucesita
brotando en la raíz.
En la raíz del canto. Ese que habita
la vida que en la muerte resucita.

Y también al revés:
La muerte que en la vida se da cita.
Puesto que ya al derecho y al envés,
es la misma la sangre manuscrita
que salpicó la historia y quedó escrita.

El buen Fray Luis dispense
estas liras por prólogo que escribo;
y que conmigo piense,
que en solidario afán yo así me adscribo
a pacífica grey que en él revivo.

La luz de los poetas
es la que nos reúne en esta cita
de salmos y profetas.
Que ella cure mi frente de su cuita
Y que así sea por aeternan vita.
Rolando Elías,
Noviembre de 1986.

Dos poemas-Mercedes Durand

Mercedes Durand, El Salvador





_______Espacio de la patria______


Te doy los buenos días mañaneros
soñando en tus floridos cafetales,
oh patria de inocentes manantiales,
de bálsamos y negros clarineros.

Recuerdo tus paisajes domingueros,
tus mayos socorridos y frutales,
y aquellos barriletes otoñales
que envuelven de color a los luceros.

A veces se agudiza la distancia
y quiero contemplar tu faz morena
rociada de volcánica elegancia.

Entonces me acaricias, patria amada,
con esa voz indígena que suena
en ritmos de madera atormentada.




______Espacio de canela______



Mi cuerpo es una rama de canela
cortada en un Agosto de claveles,
el trópico quemaba níveas pieles
y hervía en los trapiches la panela.

Hermana del zenzontle que pincela
sonidos de su buche en los vergeles
la rama se acompaña con las mieles
que ríen de abeja cuando vuela.

No tengo de la rosa su corola
mas guardo flor de barro en cada mano
que tiñe de rubor a la amapola.

Canela el corazón, canela el viento,
mi cuerpo ha ardido en leños de verano
y tú, tienes canela en el aliento...
__________________
Leer más de Mercedes Durand en Arte Poética-Rostros y versos y en Álbum Nocturno.

jueves, 1 de enero de 2009

Inventario_André Cruchaga

Lago de ilopango, El Salvador_Fotografía AC






_________________Inventario


Si pudiésemos escribir epitafios/ Para los vivos/ Y no para los muertos/ Que suben a cuestas/ El silencio/ Nos ahorraríamos papel, / Tinta/ Y pensamientos

Si supiéramos que el amor no es eterno/ Evitaríamos caer en el vacío
Del pozo que dejan los besos/ Cuando se funden/ Con la lluvia/ Hasta secar los pantanos de la boca

Si supiéramos que la vida es transitoria/ Perderíamos el equilibrio
Fácilmente/ Y el suicidio sería/ Una palabra más del alfabeto

Si supiéramos que la neutralidad/Es ciega/ Y que se tiñe de dos fronteras/ No seríamos señuelos/ De la noche ni del día

Si supiéramos que la muerte/ Teje como Penélope/ En vida haríamos con nuestros/ Músculos/ Suficientes maquilas/ Y no pensaríamos tímidamente/ En el desempleo

Si supiéramos que vivir/ Es ir rodando por los aires/ Habría una avalancha de sombras/ En los estadios/ Si supiéramos que el mar
Contabiliza la arena/ Y lanza proyectiles de espuma/ Abriríamos un banco para cobrar el IVA

Si supiéramos que la historia/ Tiene ojos y lengua/ Y una otredad inaudita/ Nos cuidaríamos de usar pasamontañas

Si supiéramos que los caminos/ Son un río que lleva/ Olvidos/ Y que conducen a ninguna parte/ Nos quedaríamos sentados/ Bebiéndonos el mundo

Si supiéramos que el grito/ Infesta las palabras/ Nos quedaríamos contemplando/ Los rostros en silencio

Si supiéramos que el sueño/ Está constituido por cuadros/ sinópticos/ Haríamos de él un algoritmo/ Para medir la distancia/ Entre pobres y ricos

Si supiéramos que “por una mirada un mundo”/ Ya habríamos llenado al planeta/ De miradas/ Para poseerlo en cuerpo entero

Si supiéramos que los árboles/ Miran siempre desde lejos/ Los cortaríamos todos/ Para andarlos/ De corneas y cristalinos

Si supiéramos que una respuesta/ Afirmativa/ Tiene su contraparte
Llegaríamos a la cuenta/ Que la vida/ Siempre tiene dos cauces

Si supiéramos que con los libros/ Siempre se puede viajar/ En primera clase/ No los tendríamos como simples trofeos/
En estanterías y roperos

Si supiéramos que la paz/ Está en nosotros mismos/ No habría necesidad de buscar/ Intermediarios/ Ni acordar armisticios/ Ni redactar tratados de Paz/ Más allá de ciertos lenguajes platónicos en el concierto de las naciones…
© André Cruchaga
El Salvador, Septiembre 15 de 2003.
De: intensa sed, inédito.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Nunca se agotarán las preguntas_David Escobar Galindo

David escobar Galindo, El Salvador





__________Nunca se agotarán las preguntas*



Preguntar es una función fundamental de la vida. Si no tuviéramos el constante impulso de preguntar no seríamos sujetos de aprendizaje cotidiano, ni tampoco existiría la filosofía, que es la pregunta mayor, la que arranca del cuestionamiento sobre el ser. Esa pregunta perpetua es la mejor comprobación de que somos seres fundamentalmente libres, y también seres ilimitadamente creativos. Preguntar es querer saber, pero también querer remozar lo sabido. Y esta última convicción me la alimenta la relectura de un libro póstumo de Pablo Neruda —uno de los ocho libros inéditos que dejó el poeta chileno al morir, allá entre las turbulencia del septiembre golpista de 1973—. Ese libro se llama justamente “Libro de las preguntas”, y se publicó, junto a sus siete compañeros de orfandad, el 29 de enero de 1974, en Buenos Aires, con el sello de la Editorial Losada, que había publicado toda la obra de Pablo. En el orden establecido por el mismo Neruda para sus ocho obras finales, el “Libro de las preguntas” ocupa el sitio número cinco.

Las preguntas de Neruda se manifiestan en pareados —dos versos sin rima, casi todos de nueve sílabas, eneasílabos, una de las formas favoritas del poeta— marcados por el sello a la vez libre y enigmático de la poesía que está en plena posesión de sí misma. El poeta Neruda, a la altura del tiempo en que escribió este libro, es decir, en los primeros tramos de su octava década de vida, ya no tenía nada que esconder. Su relación amorosa —y por ende inequívocamente afectiva, en esa zona de la madurez en la que tienden a convivir sin límites artificiales la armonía y el conflicto—; su relación amorosa con la palabra, digo, podía darse el lujo pleno de la sencillez provocadora y provocativa, y en estas “preguntas” esa es la constante más visible. El poeta pregunta por lo que se le ocurre, como un niño revivido sin reservas; y, al ser un niño, el poeta es más poeta que nunca, pues asume su condición de pensador interrogante sin hacer caso de los límites artificiosos que impone la lógica autoritaria de la “adultez”.

“Si he muerto y no me he dado cuenta/ a quién le pregunto la hora?” “Dónde puede vivir un ciego/ a quien persiguen las abejas?” “Por qué los árboles esconden /el esplendor de sus raíces?” Morir, imaginamos, es una forma eficiente de escapar de la tiranía del tiempo; entonces, el hecho de querer preguntar la hora es indicativo de que todavía no hemos muerto; aquí la pregunta es en verdad una respuesta, de profundidad gratificadora. El ciego no es necesariamente el que no ve: más ciego es el que se niega a verse a sí mismo como depositario de dulzura. El poeta no pregunta, pues, por un sitio para vivir, sino por un sitio para ver lo fundamental, que es el depósito apetecible de sí mismo. Anhelo, angustia y tarea de plenitud. Lo esencial se organiza en los trasfondos del ser. Todos somos tributarios de nuestras raíces, y cuando el poeta se pregunta por qué los árboles las esconden, en realidad se hace una autocuestión.

Y el poeta —o el pensador, que en este caso viene a ser lo mismo— reconoce, además, que en la interioridad más profunda está el verdadero esplendor. Significativo, sobre todo porque tal reconocimiento proviene de un poeta declaradamente materialista, aunque tales declaraciones de principios ideológicos al uso de entonces –está visto, ya en claridad de perspectiva— son de catecismo, no de corazón. Y esto último vale más para 2008 que para 1973, desde luego. Al haber caído el “socialismo real” en 1989 y al estar en vías de demolición en estos días el “neoliberalismo irreal”, volvemos inevitablemente a la raíz de las preguntas esenciales sobre el ser humano, su vida y sus sociedades. El porqué y el cómo del cambio acelerado de los tiempos serían hoy las grandes cuestiones…

Neruda nos dejó un legado de gran caudal, y por eso muchos se asustan y se apartan. Reconocer lo esencial de un poeta, independientemente del volumen de su legado, es la tarea que deja más réditos de descubrimiento. Fue Neruda, siempre, un gran preguntador, aunque con insistente frecuencia se disfrazara de olímpico respondedor. Cosas de su tiempo, marcado por las fantasías ideológicas que parecían estrellas de futuro y que ahora sólo son opacas piedras de museo. Al revisar —y, por ende, al revivir— textos como el “Libro de las preguntas” uno se da cuenta de que la poesía, que como arte es un cuaderno infinito de preguntas abiertas, se ha vuelto más útil que nunca en este mundo en tránsito de globalización, es decir, en trance de interiorización. Por eso me animaba a decir, en un escrito anterior, que esta época, la de la mundialización expansiva, es esencialmente lírica, en contraste con la época anterior, la de la bipolaridad abusiva, que era ostentosamente épica.

Tiempo de preguntas podríamos llamar justamente al presente. En los momentos de transición —y éste es uno de ellos, en el sentido más entrañable de la palabra—, el ánimo cuestionador toma la iniciativa para el reacomodo de lo real. Ahora mismo, nada parece estar a salvo de ser cuestionado, ni siquiera aquellas presuntas verdades consagradas por el imperio de la experiencia, y nadie parece hallarse a resguardo del examen de conciencia, ni siquiera los que tradicionalmente se han vestido con la aureola de lo intangible. Alguien debería animarse a escribir —sobre la huella de Neruda y ya en el aura de esta época— el Libro de las Preguntas del ser humano en trance global. Las preguntas básicas en su nueva atmósfera.

El ayer nunca se agota, el hoy nunca se consuma, el mañana nunca se anticipa. Vivimos en el dominio de Heráclito, que postulaba el “Panta rei” —todo fluye, todo cambia, nada permanece— como clave filosófica del ser, y por ende del vivir. De ahí que nunca podríamos responder de la misma manera las mismas preguntas. Lo permanente es lo más fluido que existe, y en el alma humana se halllan instalados los más finos espejos de la mutación.

David Escobar Galindo


_________________
*”Nunca se agotarán las preguntas”. Artículo del poeta David Escobar Galindo, publicado originalmente en La Prensa Gráfica, el sábado 27 de de diciembre de 2008. El Salvador, América Central

martes, 23 de diciembre de 2008

Cartas escritas cuando crece la noche_Claudia Lars

Claudia Lars, El Salvador






____________Cartas escritas cuando crece la noche
[Fragmento]

I
El tiempo regresó —en un instante—
A la casa donde mi juventud
Quiso comerse el cielo.
Lo demás bien lo sabes...
Otros llegaron con sus palabras
Y sus cuerpos,
Buscándome dolorosamente
O dejando la niebla del camino
Entre mis pobres manos.
Lo
demás es silencio...
Hoy tengo tus poemas en mis lágrimas
Y el deseado mensaje —tan tuyo—
Entra en mi corazón con mil años de ausencia.
Lo demás es poseer este milagro
Y sentirme a orillas del Gran Sueño
Como una rosa nueva.
"Dame tu mano al fin, eternamente"...




II
Busco tu voz en cada letra de los poemas
que para mí escribiste.
Tu amada voz dormida en su entierro!...
El contorno de un rumor toma vuelo y entonces
La recobro, despierta.
Sintiéndome más encendida que un diamante
Y con tu voz en el aire fresco
Me atrevo a decir, saludando al mundo:
"¿Quieren iluminarse
Con esta plenitud?"





III
Pude haber vivido cerca de ti
Suavemente
Y encender tu lámpara y sentarme
En el ancho sillón oloroso a tiempo.
Pude cortar una rosa
Y ponerla en tu escritorio
O bordar a media tarde
Un enjardinado mantel.
Ocurrió lo contrario:
Lejos anduve y sola
-Tremendamente sola-
porque no quisiste acompañarme.
Pero en idas y venidas por esos caminos,
¡Qué bien me enseñaron a conocer quién soy!






IV
En el círculo de palabras y palabras
Tu silencio era más poderoso que cualquier sonido
Yo lo habitaba sin protestas
Entrando valientemente en sus distancias
Como patinadora sobre el hielo.
¡Ah, tu silencio mío!
¡Ah, mi sutil planeta inexplicable!
¿Era un espacio vivo
O tan solo el nombre de esta obstinación?
Al fin, después de todo...
-No falta un después en cada momento-




V
Si en la hora más quemante de mi vida
Yo hubiera encendido, por lo menos,
La orilla de tu corbata...
Todo sería distinto!
Pero no lo permitiste
—¿Recuerdas?—
Y entonces fui, como jamás lo he sido
Una desesperada.
Guardo tu palidez esquiva
Y los ojos que no iban a entregarse
Aunque acabara el mundo.
Después algo me hiere no sé dónde
Y me ahogo y respiro soledades
Y estoy metida hasta los huesos
En un laberinto
¿Cómo logré salvarme?
Porque yo olía a flor
-En la hora más ciega de mi vida-
Y lo único que deseaba intensamente
Era caer sobre tu cuerpo como una flor.






VI
Si todo fuera distinto
Yo no tendría un largo viaje en los ojos
Y en esta soledad
Versos y versos...
Si todo fuera distinto
Yo sería a tu lado una dicha completa
Y la mitad de tu alma.






VII
Si llegaras por esa puerta
Tal vez te extrañaría mi pelo gris-azul,
Con reflejos plateados.
Le pongo un suave tinte _por supuesto_
Pero no creas que me engaño.
Envejecer es un problema.
Sin embargo,
Yo no envejezco entristeciéndome.
Si regresara con lo vivido hasta el domingo
Que al lado tuyo se hizo viernes,
Creo que volvería a ser la misma amorosa
Y que de nuevo te daría
Un rato tremendo.





VIII
El tiempo...
¿Qué es el tiempo?
Para mí no ha pasado
Desde aquellas noches de lunas amarillas,
Cuando me llevabas a las reuniones de los sábados...
Me sentí joven al leer tus poemas
Y me dio vergüenza experimentar esa delicia.
Con un gajo de sueños juveniles
Caí en profundo sueño.
Hoy me burlo del tiempo
Y hasta le hago cosquillas
En las barbas.
Así, medio jugando,
Voy a meterlo por un mes
En el armario.
_____________________
De Cartas escritas cuando crece la noche. Obras Escogidas, Tomo II, Complación, prólogo y estudio de Matilde Elena López. Editorial Universitaria, El Salvador, 1974. Leer otros poemas de Claudia Lars en Arte Poética-Rostros y Versos.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Un poema de Luis Chávez

Luis Chávez, El Salvador





Kathrine Michelle.



Mein Kind
heute will ich dich malen,
dich erkennen
musikalisch, wie Noten
im Pentagramm meiner Tage.

Du, die Fortsetzung
meines Seins, mein Blut,
ich weiss nun,
dass ich deine Gedanken
nicht verwalten darf,
nicht das berühren
was von dir
in mir lebt.

In deiner Weise,
deiner Art
wirst auch du enteilen,
flügge werden,
und Tag um Tag,
mehr und mehr,
einer Gazelle gleichen,
lernen, und ganz in dir
deine Träume hegen,
auch wagen
etwas zu verneinen,
wissend,
dass es meine Erwartungen
hemmen würde.

Kathrine Michelle,
Du, wie der Möwe Flug,
wie der Sterne-Glanz
ein Leuchten, dass mich
von meiner Last befreit,
stärkender Trunk
der mich erlöst,
mich auf allen Wegen leitet.

Du, mein Lebenselixier,
( oder Lebenssaft )
mein täglich Brot,
Gesang,
der sich in Worte kleidet.
der den Satz,
in Zärtlichkeit verwandelt
in meinem,
dir gewidmeten Gedicht.
Originaltext ( in spanisch )Luis Antonio Chavez
übersetzt von Hildegard Rasch




KATHERINE MICHELLEA
ti, hija, en tus dos años de vida



Hija
hoy te dibujo
en el pentagra
made mis días
porque sé que eres
la prolongación
de mi sangre
y comprendo
que no debo
gobernar tus ideas
que son volutas en ti
a medida aprendes
a volar por ti misma
porque cada día
eres cual gacela
que aprende por sí misma
a acariciar sus sueños
a decir no
aunque sepas
que te traerá
desaliento.

Katherine Michelle
gaviota-estrella
luz que aminora mi carga
brebaje en esta ansiedad
que me acompaña
savia-alimento
voz convertida en verbo
frase-ternura
tú eres mi poesía…
Luis Antonio Chávez
(10:00 a.m. 13 de septiembre de 2008)

viernes, 19 de diciembre de 2008

Imagen de mi madre en dos instantes_Irma Lanzas

Irma Lanzas, El Salvador. (Fotografía: René Chacón Linares)





______________Imagen de mi madre en dos instantes

I

El alba que se duerme en la azucena
se despierta más blanca en tu caricia,
tu beso es el instante en que se inicia
el latido de miel de la colmena.

Tu seno es caracol donde madura
una canción de amor enternecida,
ánfora donde vibra conmovida
la harina musical de tu ternura.

Tu corazón es mar sin dimensiones
en donde se desnuda con la brisa
un alegre velero de emociones.

Y en tu cielo de dulces claridades
vas dibujando siempre con tu risa
un camino cuajado de bondades.

II

Madre: en el incensario de mi verso
con aroma de estrellas te perfilas,
que me basta asomarme a tus pupilas
para mirar de cerca el universo.

¿Qué luna milagrosa se ha quedado
prendida en el cristal de tu garganta?
En ella, la oración que se levanta
es un río de amor iluminado.

En ti nace más clara la campana…
Mi corazón es siempre un nuevo niño
cuando escucho tu voz cada mañana.

Y al entreabrirse el surco de tu esencia,
es un nido de azúcar tu cariño
que me entrega su dulce florescencia.
___________________
Leer más de Irma Lanzas en Arte Poética-Rostros y Versos y en Álbum Nocturno, entre otros sitios virtuales.

lunes, 15 de diciembre de 2008

De la casa de mi padre_Claudia Hérodier

Claudia Hérodier, El Salvador






___________________De la casa de mi padre


Yo era feliz en la casa de mi padre.
Ahí los pájaros sobaban mis delicias
Y el verde de los campos
Se adentraba en las aldeas
Hasta hacer de mí, parte de sus tonos.
Era una más y alguien era,
Lozana, fuerte, pequeña, recia.

Cuando a las tardes la luz
Derramaba sus adioses sobre todo lo que existe,
Solía a despedirla a los sembrados
Viéndola resbalar sobre las tejas,
Quedarse prendida un rato en las paredes
Caleadas y escaparse, feliz y juguetona,
Por sobre las lomas buscando las grandes aguas.
Aguas grandes dadoras de nostalgias, de frío,
De terror y de muerte.

Por aquellas aguas vinieron los padres
De mis hijos con sus colores extraños
Y largos rayos de luz sobre sus cabellos.

¡Caía la noche sobre la casa de mi padre!
17.VII.1992


_____________________
Del libro: Traición a la palabra. Colección: “juntas llegamos a la palabra”, El Salvador, 2002.



lunes, 8 de diciembre de 2008

Oda a Centroamérica_Francisco Gavidia

Francisco Gavidia, El Salvador





__________ODA A CENTROAMÉRICA
[Fragmento]


Centro América duerme
silenciosa e inerme.
El sueño del olvido de los mundos:
Sus pueblos son estériles llanuras,
Zarzales infecundos.
Temerosas y agrestes espesuras
Que hincha de negra savia el egoísmo
Por esta selva lúgubre y sombría,
Su horrible paso en las tinieblas guía
Leñador infernal, el despotismo.

Ved el cuadro, que aviva
En la conciencia pública extenuada
El rayo de una lumbre fugitiva;
Ved extender la Historia
Su acusador legajo
¿Qué véis? El crimen coronado arriba.
¿Qué véis? El crimen inconciente, abajo.
Los tiranos, la plebe,
Todos, los primidos, los que oprimen,
Todo pasa y se mueve
En un sudario fúnebre de nieve
Que de gotas de sangre siembra el crimen.

¡Oh, Patria! ¡Oh, Centro América!
Necesitáis con vuestras propias manos
Levantar vuestra lápida mortuoria
Que gravita en la tierra como un monte
E interrogar después el horizonte
Para encontrar el rumbo de la gloria.

No: no habían pensado
Los PRÓCERES augustos,
Cuando hace medio siglo proclamaban
Tu santa libertad y tu grandeza
En el noble estandarte desgarrado
Ni en el pueblo cobarde y maniatado
Sobre cuya cabeza
Su huella sepulcral dejará un día
Como estampa de sangre
El pie de la cobarde tiranía

No; la vehemencia que cual fuego abraza,
La indignación terrífica y solemne;
La sagrada iracundia
Con la que anatematiza y amenaza
La palabra de truenos de Barrundia.

La calma pensativa
Con que en la soledad de la noche
cuando alzan los espíritus el vuelo
Y los perfumes suéltanse del broche
Y el pensamiento se encamina al cielo;
Cuando tiende profunda sobre el orbe
La sombra, como trémulo palacio
su triste inmensidad de terciopelo;
Cuando, ¡oh natura!, tu suspiro exhalas
Y los ámbitos cruzan del espacio
Misteriosos enjambres
De almas errantes de impalpables alas;
La calma pensativa, inmensa lucha,
Del genio soberano,
Con que el gran Valle en el silencio escucha
Misterioso y profundo.
Inclinado a las simas de la ciencia;
Cual forja el porvenir, la Providencia,
Para este corazón del Nuevo Mundo;

La fuerza poderosa con que escruta
El espíritu inmenso de Delgado
Del corazón la misteriosa ruta,
Cuando extiende la diestra
Sobre el pueblo a sus pies arrodillado
Que espera sus palabras para erguirse
Y lanzarse al fragor de la palestra.

a espada, luminosa cual Idea
Con que Francisco Morazán, sondea
Donde su rayo el patriotismo fragua,
Para escalar las escarpadas cumbres
En que el laurel florece de la gloria
Y llevar por la mano a la victoria
El furor a las bravas muchedumbres;
Las épicas y ardientes aventuras,
Con que un día el coloso,
Gloria de El Salvador, hijo de Honduras,
Padre de Centro América glorioso;
Ensordeció los ámbitos del Istmo,
Surgiendo, como un león, con la bandera
Del derecho, trasunto de Mavorte;
Con sus huestes ardientes y bravías,
Luminosa cohorte,
Detrás de esas azules serranías
En que flotan las nieblas, hacia el norte;
El que sembró llanuras y montañas
Con victorias y hazañas,
Dando asunto a las rústicas familias
Para animar de noche sus vigilias
Con el nombre del héroe en las cabañas;

Toda esa fulgurante llamarada
Que cual gloriosa bruma
Está flotando, oh Patria, en tu memoria,
Los héroes de los triunfos de la espada,
Los héroes del triunfo de la pluma,
Que han tejido de triunfos nuestra historia;
Obra providencial, santo legado,
¡Oh! no eran para un pueblo esclavizado
Sobre cuya cabeza
Su huella sepulcral dejará un día
Estampada con sangre
El pie de la cobarde tiranía.

¡Oh, centroamericanos,
Despertad ya de la tremenda calma!
Y en vez del negro y gélido vacío
Que lleváis del pecho,
Poned en él un corazón y un alma
Formados por la audacia y el derecho.
¡Oh, centroamericanos!
No acabará la esclavitud si pronto
No os tomáis de las manos
Ni avanzáis en unión estrecha y fuerte,
Poniendo un sólo pecho como hermanos;
A ver si hiere a un pueblo de esa suerte
El destino que forja los tiranos
O si ellos en la empresa hallan la muerte
Sí, un pueblo yace en el tremendo sueño
Del baldón y el olvido
En que se hunden lo oscuro y lo pequeño,
Cuando el ánimo pobre y abatido
Vive esperando con vigor escaso,
Que le trae un camino
El ademán de loco del destino
O la brújula imbécil del acaso.
________________
Leer más de Francisco Gavidia en: Arte Poética-Rostros y Versos y en Álbum Nocturno.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Dina Posada entre el preludio y la plegaria del orgasmo

Dina Posada, El Salvador





____________Dina Posada entre el preludio y la plegaria del orgasmo









Dina Posada, El Salvador en 1946. Estudió periodismo y psicología. Trabajó en el diario La Prensa Gráfica de El Salvador. Libros: Hilos de la noche, 1993 y Fuego sobre el madero, 1996. Es cofundadora y directora editorial del portal Palabra Virtual (Antología de la poesía Hispanoamericana). Su poesía, ampliamente comentada y parcialmente traducida al inglés, francés, sueco e italiano, reúne ensayos críticos, artículos y conferencias publicados en España, Suecia, Italia, Francia, Canadá, Estados Unidos, México, Perú, Centro América y Panamá. Aparece en diversas antologías, entre ellas: Mujeres en la literatura salvadoreña, 1997; Voces sin fronteras, 1999; Voces Nuevas, 2000; Mujer, desnudez y palabras, 2002; Poésie salvadorienne du XX siècle, 2002; Stigar/Senderos, 2003; El monte de las delicias, 2004; Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica, Pícaras, místicas y rebeldes, 2004; Mujer, cuerpo y palabra 2004; Poetas en blanco y negro, 2006.

Tuve conocimiento de Dina Posada, a través del poeta René Chacón quien tuvo la generosidad de acercarme algunos poemas de ella. Dina es una poeta irreverente e incendiaria, capaz de derribar muros con su palabra; tras el “aleteo de un grito”… no sólo deja caer sus plumas, sino también, la sangre herida del vértigo: esa que desafía “toda verdad” en una sociedad cuya peculiaridad evidente es la doble moral. La poesía de Dina destila fuego y armonía; su luz está trocada por ese arcano quemado de los párpados, por ese latir del agua en la piel, por esos destellos de geométricos lazos. Hace arder de gozo la palabra con estilo decantado, propio de una mujer que viene trabajando los cauces mágicos del tiempo y la delicada forma de los pétalos y las raíces.

A decir del poeta Jorge Carrol, “… a Dina Posada le es dado concebir vivencias necesarias a los días futuros. Ella condiciona las leyes primordiales de la situación humana hasta sus últimas consecuencias. Es dueña de infinitos matices y posee, en consecuencia, por entero, la verdad y el error. Dina, como lo demostró en Fuego sobre el madero, construye su poesía sobre la revisión de sus días, sobre su pasado y su futuro, sobre la superación de cada una de sus palabras, quizá para poder decir: "el poema es siempre punto de referencia y de exigencia con relación a las formas de la conducta." En su poesía, el lenguaje es el más eficaz de sus instrumentos y sus formas más evolucionadas, son consecuentes de la libertad y de la conjunción solidaria de su voluntad de ser Dina. El poema es siempre para Dina Posada un punto de referencia y de exigencia. Por tanto, el poema se ofrece vivo a la torva desnudez que cada uno de nosotros acepta. Como hecho poético, no queda supeditado a la capacidad de percepción de quiénes somos sus patéticos testigos. Dina nos tiende la mano más allá de la obsecuencia y la amistad, ella que ha plantado un árbol como una mirada, y que bajo su sombra ve a este puto y maravilloso mundo que vivimos y destruimos e inventamos día tras día y noche tras noche…” [1]

Poesía erguida en su plena conciencia, visible por la desnuda esbeltez: así son los caballos del alfabeto traspasando todo límite: humana forma rompiéndose y libertándose hasta hacerse tangible en el infinito del papel. Pocas veces he leído poesía sin tapujos y desembarazada, desinhibida y alucinante como la carne blanca de la luz que soberana se eleva a ventanas y cornisas. Poesía abrasadora y personal. Este elemento, su yo que se extrapola, es lo que torna más desnudo y goteante su iluminado estertor. Así, nos dirá: “Ajeno a mis pensamientos/ huiste a un casto silencio /…Hoy / que sedienta mi sangre te busca / ni a golpes ni a ruegos / te insinúas / enajenado prosigues / riguroso y oprimido y largamente oscuro / como pasillo de convento desolado /… Tú / ángel de dura delicia / apático orgasmo rebelde/ erizado temblor / pólvora vulnerable /… regresa a mí / y aniquílame”, [2]

La voz se alza desde su materia y al parecer, “en caótico preludio/…las lenguas en pacto remueven hondo combate”. El existir a fondo es eso: gastarse en la infinitud de la travesía como guerreros; asir el mar y vivirlo en cada poro hasta desliar los barcos de la música, tibios temblorosos en la boca. Dina ha sido conciente al escribir este tipo de poesía; pero ella no se calló y dejo fluir, desnuda, la oleada de sus anchos ramajes. En el siguiente poema, la poeta abierta al braceo de la trementina expresa: “Es tu lengua/ acierto de vigilia/ dejándose llevar/ por el lascivo/ inquieto/ travieso/ viento moreno/ de mis muslos/…Hebra de agua tibia/ descubriendo/ mis pechos despiertos/ piruetea con la gana/ que el espejo refleja/ en una marejada/ de pulsos agitados/… Lápiz de filo diligente/ perfilando mi abertura/ que se explaya/ enardece/ y grita/ soltando su vena/ salpicando los sentidos/… Voluntad de labios/ sometiendo/ labios a su voluntad/ Anzuelo que pesca/ sujeta/ y/ vuela/ con mi carne/ al punto preciso/ donde el resuello/ dice/ que termina/ y/ la quietud/ clama/ por nacer” [3]

Con ese “Lápiz de filo diligente”, el horizonte de su carne se abre sin límites hasta salpicar los sentidos de ese magma tibio, chorreando de gemidos en la luna. “Cinta abismal” es un poema rotundo, pleno donde cada jadeo se vuelve un tornado y el sumo de la lluvia una aventura airosa. En ese momento intrépido, de creación pura, uno se olvida del mundo y de este reino comparable a las piedras y las máquinas. Aquí no hay palabras, y sin embargo, es la palabra aquí la que sutilmente nos lleva de la mano por los chirridos dibujados del sueño.

La poesía erótica es de la más difícil de tratar, porque si no se precisan bien los límites del lenguaje, la imagen y la metáfora se puede caer en la vulgaridad y, entonces, no hay poema ni poesía. A fin de precisar el concepto, veamos lo que nos dice esta definición: “Erótica es un término colectivo de raíces griegas y latinas (nominativo plural de erotikon, εροτικον, y de eroticum y carente por tanto de plural él mismo) con el que se ha designado al conjunto de objetos relacionados de alguna manera (en general representativa) con la pasión amorosa humana, especialmente cuando está enfocada hacia sus aspectos físicos y sensuales.”[4] Hay quienes se asustan cuando se aborda el erotismo en la poesía, menos que en la pintura quizá porque dicho tema ha sido tratado desde siempre. Así tenemos a Giulio romano, Agostino Carracci, Tiziano, Rembrandt, entre otros.

En su ir y presentir, la poeta advierte que: “El tiempo crucifica/ el callado río de mi [su] infancia/… de la herida descienden/ azoradas lunas fecundas/ que a compás de pausas/ devastarán el rosa de mi vientre/… lo advierte mi vulva/ conjugando leyes fulminantes/ en todo mi [su] cuerpo” [5] es un error creer que la poesía erótica es la mera exaltación de la sensualidad o, peor reducirla al ligamiento carnal. La poesía de Dina Posada es más que eso: desvela desde esa concepción la naturaleza humana. Y es consciente de su delicada consumación. Nada es ausencia en su río de destellos. Todo es posible menos los grises cuando el cielo gime. En la poesía de Dina Posada el universo resulta un espejo perfecto sin que los ojos se cierren en la noche. Ella nada teme; su poesía superó la esclavitud de los dogmas y prejuicios.

De ahí que nos advierte con pálpito esclarecedor que: “Pronto se romperá la cadencia/ que sostienen mis días lunares/ encanecerán mis venas/ mi talle tendrá voz/ de verano acabado/… cálidos destellos/ llevarán el paso a mis horas/… —no agobies el gesto/ mi universo rebasa/ los límites de mi cuerpo—/… Despéñate en el tiempo/ que me bebe/ muerde esta vida/ que me corre sin freno/ reparte tus dedos/ en la plenitud de mi tacto/ La lumbre de mi lento atardecer/ será faro de recios brazos/ en las arrugas de tu aliento” [6] La poesía de Dina Posada es una verdadera doctrina del erotismo; éste está descrito como un proceso cuyo centro es la pareja. Dicho de otra manera su poesía puede verse como metafísica de la sensualidad. También constituye, en el plano ideológico, ruptura contra los valores patriarcales de nuestra sociedad. Con su poesía, Dina concede de nuevo importancia a la vida en este mundo y en esta época; ya no es una poesía pecaminosa. La vida no es el sufrimiento, y la represión o la castración mental, sino exaltación de la belleza en su más genuina y desnuda expresión.

En Diálogos de amor (1535), de León Hebreo (.1460-1530), me llama poderosamente la reflexión que hace en sus Diálogos de Amor III: " Filón: El deleite sensual es pasión en el ánima sensitiva, como el amor sensual es también pasión de ella, sino que el amor es la primera de sus pasiones, y la delectación la última y fin de ese amor. Pero el deleite intelectual no es pasión en el entendimiento que ama. Y si consientes que en los entes intelectuales hay amor que no es pasión, conviene que también concedas que en ellos hay delectación sin pasión, la cual es el fin del amor de ellos, y más perfecta y abstracta que el mismo acto amoroso." [7] Como esto es neoplatonismo puro, debo refutarlo a la luz de estos días, porque en el deleite intelectual si que hay pasión, ya no digamos en ese ente sensitivo que nos provoca el amor sensual. Afirmo que en el acto amoroso, no obstante siguiendo un poco a Hebreo, que “en el mundo hay tres grados en la hermosura: el autor de ella, ella y el que participa de ella”. [8] Dina Posada la crea y recrea a partir de su conocimiento y sensorialidad y, por supuesto, participa de ella en cada poema. Suyo es el relámpago de cada palabra; el fuego es memoria y ardido asedio toda la llama que la devora y aspira. Existir es hundirse y subvertir las aguas de la propia polución de los peces mientras arrecia la ola y llega el reposo y la palabra última de lo que ha sido el asombro.

Quien se desnuda así nace y se ve latiendo en el espejo. Se calla la luz en la desmesura. De ahí la necesidad de mirarse después, testamentar y rubricar en el cristal, la niebla de los ojos, la humedad onda de dos cuerpos. “Porque fuiste reto desmedido/ a esta alegría / que no me terminaba de nacer / y no teniendo a la vista / otra vida / sino la que desgastan / mis pasos y mis horas / te designo albacea / de mi último suspiro” [9] Por eso el gozo es insepulto y vive y enrumba la vida. No cabe duda que Dina Posada sabe agitar el aliento y urdir sin vacilar el finísimo espacio de la audacia. Vuelo y anhelo incendian la poesía. Es libertad de pensamiento conquistado y así la entrega y eleva como la trementina.



Al final de todo este periplo poético que también es la vida desde el poema, quedan: “Puertas borradas/ resbalosas fechas/ líquida ciudad/ vaciándose en mi vacío”/… “Con palabras/—dice la poeta— estoy poblando una estación/ para abreviar/ la distancia sin salida” [10] esa salida que no es otra más que la rotundidad de seguir en la enramada del alfabeto. La poeta es consciente que El color de su voz es un riesgo/ y una espiral que la lanza/ al suburbio de los proscritos… Y aunque quisiera coger/ el timón del olvido/—acota— ha de seguir en la acechanza trazando su vital expectación en la corriente de su alma que el viento humedece. En summo grado, como suele decirse, Dina Posada gana perfectamente el Imperio mayor de la luz con papel y pluma: esa fosforescencia es el todo del poeta después de caminar y sofocar los armarios de su alcoba…




André Cruchaga
Barataria, 05.XII.2008

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[1] Jorge Carrol en Festival de Poesía de Medellín, Colombia. Pueden ampliarse sus datos bibliográficos visitando el siguiente sitio web www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Dina_Posada.html
[2] Poema “Plegaria al orgasmo.
[3] Poema “Cinta abismal”
[4] Véase: Portal de
Wikipedia
[5] Poemas “Lunas de sangre”
[6] Poema “Climaterio”
[7] Aspie, Susan. Antología de la poesía renacentista. Plaza y Janés, Barcelona 1986. También puede consultarse la pag. 331 de la edición realizada por la Editorial Aguilar
[8] Aspie, Susa, Oc cit,
[9] Poema “Testamento”
[10] Poema “Gotas de polvo” y “La incógnita”