jueves, 28 de enero de 2010

poemas de lorena estrada


Lorena Estrada, joven poeta de El Salvador







Fuerte





Salitre últimísimo,
hoy que es mi lámpara
Quien marca la hora en este cuarto gris y ciego,
El siguiente viento
que necesito es el de tu abrazo

Tu abrazo más allá de la carne y la arteria
un abrazo que no se apague con el día.
Suspiro del polvo que fue estrella
Y Teshcal, eterno hueso del fuego que somos.

Un abrazo con la calentura de una lluvia.
Fuerte huracán de ramas de bronce.
Rosa del sismo, laurel de espuma sobre mi cuerpo.

Hogar, como sombra hecha de mis propios brazos
Tu abrazo de color de primera tarde y primer beso.

Catedral de pájaros,
Patria de tu nombre y el mío,
Tu abrazo de ancho mar
Y De minúscula lágrima

Tu abrazo…
sin más palabras que tus brazos
alrededor de nuestro sueño
es lo que necesito
en este cuarto gris y ciego.







Hojas en el césped





Fui yo
quien no vio un ángel levantándose desde tus ojos
o un pañuelo castaño ondeándose al final de tu risa.

No imaginé el sueño cubierto de selva
pero sino amara tanto, bien podría compartir tu muerte.
Porque más profundo llegan los que jamás nos abordan.

Fui yo
quien no leyó tu sombra bajo el eclipse,
en el silencio de la espuma
que al trasluz de la arena se desvanece.

Y no vi en tu cuerpo las hogueras,
la fuente del insomnio que otras anhelaron

No destilé mi sangre para tu sed inmensa.
Ni le puse tu nombre a mis naves hundidas.

Tus manos vulnerables no encontraron impulso y fibra
para sacudir la ceniza de mi frente.

Mas lo cierto
No supe, o no quise,
Eso es otro laberinto
que ha de llevarse al otro lado del aguacero

…Alguien más llorará por nosotros
Alguien más recogerá las hojas que dejamos…
Hoy el mundo se prepara para dar su siguiente vuelta…







Hojas en el césped






Fui yo
quien no vio un ángel levantándose desde tus ojos
o un pañuelo castaño ondeándose al final de tu risa.

No imaginé el sueño cubierto de selva
pero sino amara tanto, bien podría compartir tu muerte.
Porque más profundo llegan los que jamás nos abordan.

Fui yo
quien no leyó tu sombra bajo el eclipse,
en el silencio de la espuma
que al trasluz de la arena se desvanece.

Y no vi en tu cuerpo las hogueras,
la fuente del insomnio que otras anhelaron

No destilé mi sangre para tu sed inmensa.
Ni le puse tu nombre a mis naves hundidas.

Tus manos vulnerables no encontraron impulso y fibra
para sacudir la ceniza de mi frente.

Mas lo cierto
No supe, o no quise,
Eso es otro laberinto
que ha de llevarse al otro lado del aguacero

…Alguien más llorará por nosotros
Alguien más recogerá las hojas que dejamos…
Hoy el mundo se prepara para dar su siguiente vuelta…

martes, 26 de enero de 2010

poemas de walberto jeovany campos morales


Walberto Jeovany Campos Morales, El Salvador





Poesía obscura





Simples iniciales son mi nombre;
una simple coma son mis noches…
y una pequeña pausa en mi párrafo,
mi pasado, un párrafo borrado;
versos son mis pasatiempos,
mi pasatiempo son prosas
y sonetos de amor profundo…
prosa es mi caminar en sí…
son un soneto catorce días de mis años vividos…
mi ser, un verbo marcado por las horas;
las horas, una abreviatura de mi ser…
un punto y seguido son mis días;
mis días, sintaxis de mis pensamientos…
o palabras yuxtapuestas a mi mente.
Mi voz es mi fonema y mi mejor prosodia…
Sustantivo es el sol que me alumbra,
en cada amanecer…
y un acento de un atardecer de verano…
Una diéresis soy en este planeta…
en un futuro seré quizá un prefijo,
o un sufijo de un simple papel.
Gerundio de una acción soy…
diptongo de una palabra sincera…
epigrama son mis enfados…
y mis enfados son sátiros…
y un punto y final todo lo que he dicho…
pero después de esto…
al morir, puntos suspensivos serán mi vida…
sí, ¡ahí sé que habrá puntos suspensivos!…
porque aún no termina todo al morir…
Pues, ¡quién sabe lo que me espera
en el más allá!...
¡ojalá sea un cielo!;
¡no quiero otra cosa!…
y punto y final, ahora sí,
punto y final a mis palabras.




Desafío





No vengas hacia mí todavía,
que no quiero abandonar esta vida;
porque quiero algunas cuentas rendir,
porque te voltearía la espalda a la salida
de mi existencia, antes de mi partir.

No vengas que así estoy bien,
no quiero tu visita pálida y aterradora,
ni ver tu sombra que quizá de puros huesos se dibuja;
porque no quisiera exprimir limones en tu sien
para que huyas a un millón de millas por hora
a buscarte un lugar entre brujas.

Que te ordene Dios primero,
no vengas sin su previa autorización;
no vengas, que no deseo ver tu cuerpo esquelético,
no vengas, que a pesar de que este planeta sea tétrico
aquí quiero dejar todo mi ego
para después decir a este mundo “adiós”.

No vengas, no vengas todavía,
de ser posible.
¡Hazte por perdida
entre la sombra de las rocas más extrañas,
del inmenso océano más lejano!;
y no muestres tu imagen temible,
que no me agradaría
traspasar con mis ojos tus entrañas,
ni apretar tus heladas manos.

No vengas, porque también el mar muerto
moriría de canguelo el día aquel,
en que mi gélida alma te quieras llevar;
no vengas, porque algún camino desierto
convertiría tus patas flacas en velas de papel,
para que no me puedas alcanzar.







Receta de vida





Dale un soplo de ánimo a tu existencia,
y verás que a tu futuro
le darás la forma que tú quieras;
mata con una canción tu tristeza,
para que escojas muy seguro
lo que para mañana deseas.

Añade un toque de misterio a tus sentidos,
para que alejes la maldad de este mundo
que por ti a veces espera en la esquina;
elige con calma los diversos caminos
para que te decidas solamente por uno:
por aquel que te conduzca a mejor vida.

Dale veneno a tu egoísmo e hipocresía
con un toque de bondad
y con una sonrisa sincera;
manda a volar también tu envidia,
para que en ti reine la paz
y sientas la felicidad que esperas.

Con una antorcha de amor,
grita fuerte hasta el cielo
que amas este mundo en que vives;
llena tus manos de voluntad y de valor
y verás que concretar todos tus sueños,
con esfuerzo y lucha consigues.

Quita la soberbia de tu alma
con una mirada profunda
a tu interior más misterioso;
no empuñes en tus manos un arma,
que la felicidad siempre sobreabunda
si sabemos valorar lo que es hermoso.






Decadencia





Se te ven “alas flojas” en tu vuelo;
y quizás en lo más lejano
alguien te tienda la mano,
para levantarte del suelo
y poder mirar al cielo
o corregir tus pasos vanos.
¡Ah!, qué cielo crees que te espera;
aunque tu cabeza gire cual esfera;
¡ya!, ¡al fin dejaste el egoísmo!,
¡pues ya te resulta lo mismo
aunque en tres minutos te mueras!

Y vuelves a actuar como infante;
a recordar lo que hiciste y no hiciste;
y a bravo modo te resistes
a tu quebranto cada instante;
y de rebeldía tu rostro se viste.
Ya tu sombra viaja más lenta,
tu mirada fijas en ella más violenta;
como indispuesto a tu decadencia,
al fin encuentras la paciencia
y levantar tu frente intentas.

Pero ese es nuestro camino:
nacer, crecer, reproducirnos…
y aunque no queramos decidirnos
a perder del caminar el tino,
ni a dejar este mundo mezquino;
¡porque no conocemos el que viene!;
y pueda, que si espinas no tiene,
en él encontremos fuego y desconsuelo
¡en vez de encontrar el cielo,
que es el que más nos conviene!






De guerra a posguerra





Se cansó mi tierra
de oír disparos,
de desatar lamentos;
los cansó la guerra
y aquellos ruidos raros
de bombas de tiempo.

Mejor se firmó la “paz”,
fue el 16 de enero,
en el noventa y dos.

Pero ahora, si por la calle vas,
cuídate del marero
que va detrás de vos.

Se fue la guerra civil ingrata;
¡tonta guerra entre hermanos!,
pero ahora te arrancan las manos
si en ellas llevas oro, bronce o plata.

De guerra a posguerra hay diferencia:
antes mataban a tu familia delante de tus ojos;
te volaban una pata con bombas;
hoy, sin hacer uso de conciencia,
delincuentes hacen y deshacen a su antojo
y todo se queda oculto en la sombra;

¡Sí!, en la sombra
de unos cuantos pesos sucios,
que los familiares de delincuentes pagan
a jueces y abogados corruptos
para que los absuelvan
y a la cárcel no vayan.






Independencia patria





Suenan tambores en mi tierra
celebrando la independencia;
se escucha el sonido de las trompetas
y de panderos por doquiera.

¡Dios, unión, libertad!
llevamos en la frente como emblema;
y con orgullo y gran lealtad,
alzamos al cielo nuestra bandera.

De azul y blanco se viste mi pueblo,
cantando al unísono nuestro himno nacional;
¡en estos días mi tierra alzó su vuelo
hacia una hermosa libertad!

Hoy todos juntos como hermanos
con nuestra patria nos sentimos comprometidos;
y con gran respeto a la vez recordamos
a nuestros próceres queridos.

Lucharemos por mantener nuestra libertad
en honor a nuestros inmortales sienes;
y buscaremos el camino de la verdad,
que un mejor futuro esta tierra tiene.






Hoy quisiera hablar con Dios





Hoy yo quisiera hablar con Dios para decirle:
que cambie este mundo
que está girando al revés;
que al revés giran nuestras vidas,
que nuestras vidas necesitan más de él.

Hoy yo quisiera decirle a él
que en esta tierra hay injusticia,
que la injusticia crece cada día,
que cada día hay explotación de niños,
que los niños necesitan más amor,
que el amor se está acabando en esta tierra,
que esta tierra se está cansando de los humanos,
que los humanos necesitamos su dirección.

Si yo hablara con Dios,
le recordaría que en este mundo ya no hay paz,
que la paz se está extinguiendo entre las guerras,
que las guerras están matando tanta gente,
que la gente ya no tiene entendimiento,
que el entendimiento se fue a la deriva,
y que a la deriva va este planeta.

Pero aunque yo no hable con él,
sé que él sabe de todo esto:
él sabe que el mundo está girando al revés,
que hay injusticia,
que ya no hay paz,
que hay guerra en muchos países,
que los niños son explotados cada día,
que cada día hay más problemas;
sabe todo lo que en este mundo acontece;
y como él sabe todo eso
¡obviamente, él sabrá qué hacer con este mundo!






¡¡Dime, mago celestial!!





Tranquilo silencio que no quiero interrumpir
ni en el más hermoso amanecer;
¡¿cómo es posible que un frío atardecer
quiera en mi largo sueño irrumpir?!

Mago celestial de pensamientos abiertos,
que permites formarse olas en el mar;
¡¿cómo es que será posible amar
allá en el valle de los muertos?!

Dime, mago, que a mi antojo me dejas
buscar como loco un incierto destino
y a veces tu mano no me echas.

Que no quiero batir un récord de quejas
por lo que del infinito cielo no vino
a caer en mis épocas derechas.






Descalzo por el camino





Vas descalzo por el camino
en tu condición de fútil,
que te hace sentir inútil
cuando piensas que tu destino
pronto te ha de fustigar;
y a distancia puedas fracasar
con tu jactancioso flirteo;
y como alma que va de paseo
por estos rumbos desconocidos,
vas haciendo lo prohibido;
y tratas de mostrar galanteo,
¡peculiar de cualquier doncel!

Pero olvidaste el golpe aquel
que pudo haber sido tu trofeo;
¡pero equivocaste tus pasos!;
y hoy miras sombras
y tu entorno te asombra;
y hay rara sensación en tus brazos
porque ya empiezan a atrofiarse
tus esperanzas de seguir.

¡Y te animas!, y quieres conseguir
tu suerte que habrá de enfriarse
mientras se borran tus huellas
que has dejado en la tierra;
y vuelves, y de nuevo te aferras,
quieres alcanzar las estrellas,
sin querer luchar por ello,
por fin pierdes la confianza;
¡a lo ciego ahora te lanzas!;
y logras esto: ponerte la soga al cuello;
y te lamentas por tu situación,
y por la vida sientes hastío
porque no hallas salida a tus líos
y así, matas del todo tu ilusión;
otra vez, das mil vueltas,
sin tener de tus sentidos aquiescencia,
pierdes del todo la paciencia,
y esta vez tu vida está suelta
entre caminos y veredas,
¡con pies descalzos como al inicio!,
que hasta ya se te volvió un vicio,
esos pasos que a diario remedas.






Pensamientos rotos





Manos en el bolsillo, presenciando el alborear;
ha sucedido así tantas mañanas;
aunque a veces de vivir se agotan mis ganas,
doy media vuelta y otro día trato de enfrentar.

Tengo una ilusión guardada,
un pensamiento profundo,
una buena razón para este mundo
y una noche soñada.
Mi ventana ¡esta vez mojada!
como si fuese a soltar un llanto
¡o a liberar un grito de espanto
que yo desaté en mi soledad!;
provocado por la propia zafiedad
de un melancólico canto.

Y todo el día así transcurre;
por cierto, ¡muy parecido al de ayer!;
el espejo refleja todo mi ser
y a mi mente nada se le ocurre;
mas creo que la vida me aburre;
¡me da igual un tugurio que un palacio!;
porque mis vanos deseos sacio
con un conformismo crónico
y un pensamiento antagónico
que a mi mente mata muy despacio.

Atardece; y ahora, ¡¡manos cruzadas!!
cual anacoreta en triste instante vespertino;
traje oscuro, elegante y de tejido fino;
pero en mis bolsillos ¡esta vez no hay nada!







¿Dónde?





¿Dónde es eso?; díganme, ¿dónde es?;
dónde no encontrar problemas
ni odios, ni traiciones;
dónde mirar el mundo tal cual es;
dónde en realidad el día y noche suenan
sin retrasos ni complicaciones.

Dónde no escuchar lamentos de mujeres
causados por nosotros, los hombres;
¡o a veces viceversa!;
en qué lugar no se ejercen los poderes
para hacer que inmortales se nombren,
aunque hayan tenido una mente perversa.

Dónde no escuchar ladrar los “perros”
porque miraron sombras por el camino,
o porque no les gusta su sistema de gobierno.

Dónde no mirar el cuerpo agitado del obrero
ni fuertes piernas vencidas por el vino.
¿Dónde no hay lucha entre verano e invierno?

Dónde no habrá de encontrarse cenizas
de los sacrificados por sus mejores causas,
de aquellos mártires de esta tierra;
dónde no llevar la vida tan a prisa,
y tratar de hacer una indefinida pausa
a la injusticia y a las malditas guerras.

Dónde encontrar ese camino perfecto
que nos conduzca a un castillo sin misterios,
a cometer ni cero margen de error;
dónde habrá un ser humano sin defectos,
o algún mago que convierta sol en hemisferios;
¿Dónde será?; ¡díganme por favor!

Pues si os parece ilógico. ¡Sí, lo es!, no hay ninguna parte
del mundo en que esto no se dé…






Vejez





Es que ya parece que este mundo abandonas,
¡temblorosa, ahí yace tu imagen!,
reflejándose en el espejo;
y como sombra que a la luz no perdona,
caminas lento en tu viaje,
del cual ya no habrá más regreso.

Una gran multitud ya la tiene encima,
sin poderla echar a un lado;
¡aunque tal vez ocultarla sea posible!;
pero solo es una falsa ilusión de piel antigua,
que unos pocos días ha quitado
a un cuerpo que camina a lo impredecible.

Y no acostumbra a llegar sola,
casi siempre se acompaña de dolencias
y de quebrantamiento de frágiles huesos;
como previo aviso de que ya se acerca la hora
del final de una existencia
que a otro mundo corre sin tropiezos.






Diferencia de generaciones





¡No es que no te obedezca, abuela!;
lo que pasa es que allá en la calle
está peor de lo que tú te imaginas;
se escuchan disparos de todo calibre,
asaltan las tiendas cada rato;
y como esta etapa de mi vida es curiosa,
yo siempre quiero mirar lo que pasa,
aunque corra el riesgo de una bala perdida.

También embarazan a las muchachas en los colegios;
y lo peor ¡es que no saben quién es el padre de la criatura!;
tal vez, incluso es el mismo profesor;
¡quién sabe!, así están las cosas, abuela.
No es como cuando tú creciste,
que la gente era más culta, respetaba lo ajeno,
la enseñanza empezaba por la casa;
ahora, no hay ni quién reprenda a su hijo en este país,
quieren llamar a la Policía y hasta a los bomberos;
entonces, ¿qué pasa?: los niños se educan a su manera,
te insultan, te amenazan
y ya no quieren que les leas cuentos,
ahora prefieren escuchar música
que impulsa a la violencia, al sexo y a las drogas.

Ya no se creen la historieta de Santa Claus
ni mucho menos la de la cigüeña;
y así se crean mentes pervertidas
que al final toda la sociedad lamentará
porque luego van a la cárcel,
salen de nuevo, y ahora más violentos,
a cobrar lo que según ellos la patria les debe,
cuando todo es al contrario:
ellos le deben a la patria,
porque le quitan la tranquilidad
a la gente que quiere de verdad nuestro país.


Morir en el intento

Buscando voy un destino,
y no sé si voy por lo seguro;
porque puede que haya un muro
que interrumpa mi camino,
¡o que en montañas me ataque un felino!;
hay personas de autoridad vestidas
que se interponen en mi salida
con su atroz apariencia
de gente injusta y sin clemencia,
en una frontera protegida.

¡¡Pero prefiero morir en el intento
antes que darme por vencido!!;
que a estas tierras yo no he venido
a mostrar mi extremo violento,
¡vine por buscar mi sustento!,
y si hay alguien que mis senderos obstruya,
desearía que Dios sin piedad destruya
las malditas y absurdas fronteras;
y que todo el mundo quisiera
que una sola nación se construya.
_________________
Walberto Jeovany Campos Morales nació en la ciudad de San Jorge, departamento de San Miguel, El Salvador, el 27 de septiembre de 1982. Su inquietud por escribir empezó cuando tenía aproximadamente 12 años de edad; escribía cuentos y pequeñas composiciones sobre diversos temas.
Campos Morales hacía de la poesía uno de sus pasatiempos favoritos, pero al sentir al descubierto esa habilidad, mostró mucho más interés en la literatura, sobre todo en aquel género, por lo que desde entonces ha escrito una serie de poemas en los que principalmente se destaca lo romántico y lo sentimental. En el mes de diciembre del año 2002, se graduó de técnico en Ingeniería en Computación, en el Instituto Tecnológico de la ciudad de Usulután, en su país. Aunque su carrera estaba poco o nada relacionada con la literatura, no dejó de lado esa vocación y escribió varias poesías. A sus 21 años de edad se desempeñó como Secretario Municipal, en la Alcaldía de su ciudad natal; emigró a los Estados Unidos en el año 2005.
Ha participado en diversos concursos poéticos, en los cuales algunas de sus composiciones literarias han sido seleccionadas para ser publicadas en grandes antologías en España y Argentina.
No fue sino hasta el año 2007, teniendo como domicilio el estado de la Florida, Estados Unidos, que dio a conocer su primer libro, Escribiendo Con La Pluma Del Amor, bajo el seudónimo de Walber Tocampo (Editorial LibrosEnRed). Actualmente, Walberto Campos es miembro del grupo literario Palabras Indiscretas, creado a finales del año 2008, por algunos autores publicados en la antología PALABRAS INDISCRETAS en septiembre del año 2008, por el Centro de Estudios Poéticos de Madrid. Sus obras: Escribiendo con la pluma del amor, año 2007, (Editorial LibrosEnRed). Tiempos de niebla. Poemario inédito "HACIA EL ROMANCE DEL SIGLO".

domingo, 24 de enero de 2010

poemas de aída elena párraga


Aída Elena Párraga








MARGARITA TE QUIERO CONTAR UN CUENTO...







Estoy a punto de caer
en el pozo avellana
de tus ojos...
Me aferro a mis razones,
a las pocas raíces que la vida
me ha ido creciendo en el alma...
Pero me empujan las estrellas
que te brillan en el fondo
y, como otra Margarita traviesa,
me inclino desde el borde de tus labios
tratando de atraparlas.
Entonces me resbalo,
me resbalo,
me resbalo,
caigo sin voluntad en tu deseo...
Aquí no hay elefantes
ni dos ni cuatrocientos,
aquí
las plumas de tus manos,
aquí
mi piel vistiéndose de versos.







METAMORFOSIS






Hay días en los que me despierto
convertida en agua:
Toda húmeda,
sin fondo,
habitada por luces,
tocándolo todo.
Días en los que me siento océano
bailando al compás del universo,
haciéndome remolino,
subiendo y bajando mis mareas...
Entonces se me antojan tus manos,
azules cuencos infinitos,
como único recipiente
capaz de contenerme...








SAN TELMO





Todos los días
prendida de tu sombra
como rayo de sol buscando abrigo,
prendida por tu piel
que me hace hoguera,
prendida de tu olor y tu mirada.
Como río buscando cause
entre tus manos,
prendida voy de tus deseos.
Prendida como estrella reflejándote,
como brasa en la noche
de la tierra,
como luciérnaga con verdes hipos de luz...
Todos los días a tu vera.
Todos los días húmeda en tus ecos,
como playa acariciada por tu lengua,
como nube preñada de cristales
esperando tu voz que la libera.
Todos los días,
esta piel que te reclama,
prendida de la punta de tus dedos
como carnales fuegos de San Telmo
denunciando el incendio de dos cuerpos.








PRIMERA PROMESA DE AMOR






Sólo a este hombre
voy a amar así como lo amo.
Sólo a él desearlo,
con este deseo
que se me alborota en la lengua
como panal,
como hormiguero,
como bugambilia escandalosa.
Sólo a este hombre,
que me convierte en vela
cada vez que mi carne
y la suya se aferran,
voy a pensarlo así como lo pienso,
mar vivo
por el que navego
piel,
vela,
mástil milagroso,
la carne vuelta hoguera.
Sólo a este hombre,
que le hace cosquillas
con su risa a mis tristezas,
que escarba con las uñas
cada una de mis cuevas,
voy a decirle “Amor”
con las pestañas...
Voy a ocultarme
en la brevedad de su reflejo.
Sólo a este hombre
voy a amar así como lo amo,
convertida en huracán,
en fuego,
en tormenta,
transformada en brisa,
en gota,
en estrella,
barca de amplias caderas
meciéndome en el muelle
de sus piernas.