martes, 29 de diciembre de 2009

poemas de heriberto montano

Heriberto Montano, El Salvador



Mañana será otro día




La tarde muere porque los pericos vuelan
En ese lastre de nubes violetas contra el cielo
Y buscan refugio las flores que se esconden
Como en un ovillo tierno y asustado

La tarde muere porque el universo cierra
Su vana soledad de ojos abiertos:
Pájaro del sentimiento absorto
Jazmín que pliega alas

La tarde muere como muere tanta cosa
Muere otro día para que la vida acabe
Muere la sonrisa y muere esta palabra
Muere el ansia que empuja los olvidos
Y el sonido que crece como mata

Muere la mano que sostuvo el clavo
Y muere la mano que estrelló el martillo
Muere la voz que ordenó la muerte
Y se apaga el disparo que cortó la espera
©Heriberto Montano





Ceniza




Ayer llovió ceniza sobre las calles de mi soledad
Aunque toqué madera antes de pronunciar
Tu nombre
Tu silencio como piedra roja escondida
Tu lágrima fundada en principios sólidos y vanos
Y tu voz salida de un cuerpo opulento y necesario
Gata infame que relame su corazón insensible

Pero no estabas al alcance de mi ronco aullido
De mi mano caliente como guardada en un tibio recuerdo
De mi lengua que apetece de tu superficie salada
Y de mi erecta desazón que reclama tus gemidos

Ayer llovió ceniza sobre la calles de mi soledad
Y el crepúsculo llegó despacio a esta carta con que intento
Hacer tumultos en mi noche y recogerte
Pedazo a pedazo hasta configurar
Tu olor de ajo y albahaca
Y tus labios que succionan mi nombre con cariño
©Heriberto Montano






Sueño con frutas




Yo toqué tu soledad olorosa a naranja lima
Tus labios carnosos y dulces como tuquitos de caña
Y tu jugosa pitahaya sangrante como corazón

Tierna soledad de piel de mango sonrosado
Alegre soledad de marañón cubierto de abejas
Y de luz sensual como gajo de uvas

Pícara mirabas con sonrisa de sandía
Fragante soltabas tu risa de mazorca de maíz tierno
Y elegante movías tu trasero de calabaza culona

Y yo deseaba hincar el diente en tu suavidad
De guanaba madura
Babear mi lascivia en tus cocos de fuego
Hundir mi locura en tu fruto de pan
Y sentir tu perfume de níspero bajo las lluvias

Como en la profunda madrugada húmeda de tierra
En que tu murmullo de jícaro me conmovía
Ahíto de ti mojado en tu almíbar
En tu dulzura embadurnada de ansiosas hormigas
Donde pájaros rojos sonámbulos
Cantaban
©Heriberto Montano


Furtiva soledad




Jamones serranos duros como garrotes
Pero que desplazan su carne grasosa al cuchillo
Al mordisco que a pocos pertenece
Manzanas doradas de oscuro fulgor
Que sueltan como humillo su sabor a gotas
Arroz con garbanzos y almejas abiertas
Y cangrejos extraviados en su carrera hacia atrás
Carnes sonrosadas de cerdos consentidos
Rebosantes de almíbar y de especias orientales
Aves que cantan entre cebollas y verduras
Su canto de amor como cisne malherido
Zanahorias y calabazas brócolis y elotes
Y el aceite de oliva y los magníficos vinagres
Y el gran perol donde caben tantos regocijos
Del diente al labio del dicho al hecho
Con pan crujiente a la mordida a la medida
Como tu cuerpo y tu euforia

Lejos de ti amor que añoro y huelo
Lejos de estas manos que tropiezan
Lejos del cielo que reclama tus vestigios
Y de tu olor a carne sudorosa revolcada en plena cama

Solo de soledad que huele a soledad inquieta
Lejos de tu piel que huele a viandas
A grasa amotinada y a pescado fresco
A agridulce lengua y a sexo en llamas
A nalga olorosa a pasión y albahaca
A recuerdo que me humedece
Que se me hace agua entre los dientes
Que se me hace un revoltijo de ilusiones
©Heriberto Montano






Podemos hablar



Han pasado los siglos de los siglos y en nuestras venas
Circula un chocolate espeso sabroso
A veces ácido
Producto de esa urdimbre de pieles y dolores
De ese galope sobre el vientre de los pueblos
Y de nuestras mujeres que preñadas
Han dado a luz
Estas bocas sumisas con su verbo a rastras
Estas manos insurgentes y sangrantes

Han pasado los siglos y un chapotear de días es lo usual
Gemido tras gemido y una risa como ante un chiste fresco:
Barro germinal Flor fragante
Río tumultuoso
Deslave de acontecimientos Terremotos ruidosos
Borbotón de ansias y quimeras
Sangre y más sangre en calles y avenidas
Dueños absolutos de todo el sueño y sus abortos

Porque aprendimos a soñar en el idioma de las penas
Aprendimos a leer con la cabeza gacha
Aprendimos a mirar horrorizados el futuro
Y a soltar las amarras del amor
En un quejido constreñido
En un silencio amarrado a los ovarios

Y la palabra flota mirando hacia arriba
Hacia las carabelas que se incendian en la playa
Hacia el dios crucificado que castiga
Hacia el garrote que golpea con sus noticieros
Hacia ese país bestial que amenaza y corta
Los senderos de todas las palabras

Y aún así sobreviven adjetivos y sonajas
Sustantivos altivos que cantan sus verdades
Adverbios que no se humillan y circulan
Cambian de sitio y asisten a proclamas
Fundan textos que subvierten diccionarios
Y crecen en la poesía como hierba simple
Y vana

O en el corazón que a veces toma
O en las manos que a veces empuñan
Lápices reglas sacapuntas y cuadernos
Historias vidas desazones y desgarros
Testículos dientes piernas y martirios
©Heriberto Montano

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