martes, 16 de abril de 2013

Bitácora: Mauricio Vallejo Del mar prisionero en la memoria del Capitán

Escritores de izquierda a derecha: Carlos Clará, Mauricio Vallejo-Márquez
y César Ramírez Caralvá





Bitácora: Mauricio Vallejo
Del mar prisionero en la memoria del Capitán



Caralvá



El libro tiene dos prólogos: Mar cual tierra firme  de Edgar Quisquinay y Bitácora del mar en la poética de Alfonso Velis.
Edgar escribe: “… es un canto simbólico del mar, el poeta califica la visión del mundo que nos manifiesta su lenguaje conversacional, sencillo… y Alfonso: “.. Se intuye de entrada el deseo de: “trocar ese mar  en tierra firme…”

Esas palabras insignias, preludian mi lectura náutica.

Navegamos con un Capitán al frente, el horizonte cautivo de azul palpita en infinito movimiento, las olas, la distancia,  mientras acontece aquella tormenta lejana, emergen de la profundidad peces disfrazados de palabras: vida, recuerdo, madre, padres, abuelos, un niño, hambre, “los han matado a todos”, “Al sol que llora por la noche”…
Un puente en la distancia se instala en la proa, cuando el marino anota en su bitácora datos de aquella lejanía, así acompañamos el viaje trascendental.

“Antes este mismo mar lo navegó mi madre
Y los abuelos y sus padres
Y los padres de sus padres
Aserraron el horizonte
Apenas audaces
Ante lo inmenso
Y llegó la muerte…”

El mismo mar de generaciones anteriores: la revolución, la justicia, la realidad de una nación que orienta su destino en la mar democrática… un sueño navegable en otra realidad deseada, ese instante evoca otras poesías, otros libros, la asociación urgente de voces con tonos similares, como la de Pablo Neruda, Carta en el Camino:

“Pero tampoco puedo
Olvidar a mi pueblo.
Voy a luchar en cada calle,
Detrás de cada piedra.”

Como nuestro navegante anota:

“ No me vi escribir estas líneas
Pálidas que a tinta van llorando
Para exhortar el nombre de mis muertos…”


Mauricio Vallejo Márquez, Luis Chávez, Caralvá y Julio Iraheta Santos



Entonces transitamos entre los conceptos cada vez más olvidados de este mundo que ignora aquél mar de memoria, el delicado canto de los nombres, sus imágenes, el tono del atardecer con los seres queridos en una patria conquistada a fuerza de personas que dedicaron más que su vida, la vida que nos acompaña.
Hablamos de triunfos, un timón de mando que elige combatir desde la historia, abandonando la tierra firme, así construyen en el mar nuevos cultivos para estas generaciones, como un padre que toma de la mano al infante:

“tomado de la mano de mi Capitán
Ocultaba el llanto de un niño
Sin saber que mi padre
Me daba la mano
Y dejaba calmo el mar”

En la distancia sin límite,  el horizonte arrasa la mar desde el cielo, la vecindad se transparenta en las personas queridas, un mar lleno de familia con encuentros en otra costa,  con su nombre ahora pronunciado entre nosotros.
La bitácora refiere un poderoso sentido del destino, comprende caminos y el conocimiento de otra vida disfrazada de muerte, el sitio donde no se engaña a nadie, donde el conocimiento elimina el infinito.
Así Bitácora nos habla de éxitos, la tormenta derrotada, las noches más profundas rendidas con un nuevo sol, donde la nave llega a nuevos puertos con aquella alegría del desafío victorioso. Una melodía emerge de aquella Atlántida sumergida, me evoca una canción:

 “Recuerdo el mar
Soñe estar aquí
Y no recuerdo despertar”

Palabras de Gustavo Cerati, no solo cantan un recuerdo, parece que es parte de Bitácora cuando un navegante vence la noche del olvido y no desea despertar para estar aquí.
Ahí estaremos con nuestros recuerdos, con la bitácora diaria para vencer ese mar del olvido, que intenta robarnos la alegría de conservar los dignos ejemplos de nuestros seres queridos, que en su lucha contra el mal, se lanzaron al mar para entregarnos esta nueva realidad que compartimos.




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