jueves, 15 de diciembre de 2016

POEMAS DE CARLOS TESHCAL

Carlos Teshcal, Quezaltepeque, El Salvador.





poemas
carlos teshcal



POEMA IMPOSIBLE

                                                       A Enrique, loco de Amor por el siglo.


I
Trece en punto, el Hombre Orín, sabe que su levedad persiste en las ocupaciones de los ojos andantes, frenéticos de observar su cuerda infectada por las diálisis ausentes. Muchos dicen que enloqueció después de besar a su madre. El Chachas, busca la sabiduría en la alfombra virgen de su niñez bajo el esquemático delirio de los amores. El Chachas sabe que un día bajó a los infiernos en busca de sus olores, y ganó batallas contra los escombros de su tormentosa virtud: Nariz perfeccionada, que no le teme a ningún olor prohibido.
II
Declarado falto de Amor y de congruencia, escudriñaste en los escombros de tu humanidad, el beso. Bajaste a los suburbios de la capital que ofrece orín de experimento, y lo bebiste, y lo llevaste a tu pequeño cuatro de mesón. Te proclamaron catador de los suburbios, interdicto, falto de Amor y de congruencia, que una vez fuiste estrella en la Avenida.

III
Demolieron tus manos como quien asesina a una gacela en la noche de su nacimiento. Y no hubo Juez ni defensa quien proclamara la derrota de dios. Ahora son tus signos de carne, circunferencia incrustada en el ojo del siglo, que acelera la terrible venganza por el Amor, el Beso, la Muerte. 
                                                                       
                   Noviembre
                             I
Hay algo en esta tierra que se mueve
como grito en alborada,
como húmeda silueta que arrastra hacia el monte
el nudo de la Ceiba en Plenilunio.

¿Serán los rostros morenos
que remueven el barro en la hondonada mortuoria?
¿O la cicatriz que dejó huella
en la podredumbre de esta hecatombe?
                   
                         II
Conejo es la fuga de los Pájaros
 vendaval nocturno,
molécula que explota en la luna veintiuno de los abuelos
en este noviembre que florece muertos,
en la lucha sin pan y sin castillos;
Noviembre es la Fuga de los días
Que hinchó al cielo de carne marchita
devanando los ciclos y los nombres desaparecidos,
a esta montaña de hombres
que ahora expulsan el semen sobre la milpa;
Noviembre es la pestilente fuga de todos los hombres,
hermanos nuestros,
hijos de la mano sangrentada y el pecho tumefacto,
que no aguantaron la fracción y el vaivén de los caminos;
es la fuga nocturna de viejos fantasmas,
que no ganaron la batalla 
quedándose con su tufo de acordeón y pesticida.

Por eso… hay algo en esta tierra que se mueve:
Son sus cuerpos turbulentos
Que, a fuerza de rodar en el camino,
 arrastran con flagela las venas
 para anunciarnos que no han muerto,
que sus pechos laten como vientos de octubre
                                                             sobre el barro.
                   
Trastornado encuentro      
                   
                        XXIV
                                    A Soledad Quetzaltepec.
Cuando la muerte venga con su rostro enmohecido a traerme solitario,
canta desde lejos mi canción favorita, abóname la despedida,
recuérdame el olor de tus blancas manos que una vez fueron polen.
Porque solo existe un camino para soportar el dolor,
porque lentamente me incorporaré a la olla de reflexiones,
y nunca volveré como antes a sacudir tus sentidos de amor infinito.

Todo tiene su canción.
Los astros juegan en mi cuello como niños que florecen en la hierba.
¡Cuando la muerte venga!
con su rostro enmohecido a traerme solitario,
recuerda que fuimos una partícula de estrella
que explotó en los caminos,
 y que no vuelve,
sino con los siglos,
a brillar en los nombres.


                       XIX
La noche sabe que bajo su pulmón está el deseo,
incansable ruido de caracoles en el ideario de un emisario.
Un amante sabe que la búsqueda del beso pesa,
en la maldición de los deseos.
El cuerpo es un acordeón de seda,
que, a fuerza de extinguir la melodía,
ejerce sombras.

            XII
                 A Don José Roberto C.
Cordero. “Tito Cordero”, sopla el aserrín del conacaste mientras prepara su caja mortuoria. Muchos le preguntan, ¿En cuánto la venderá? Cierra los ojos por instante, y en el suspiro dice con voz inmóvil: “será mía”, “es la que voy a usar”. Lleva cinco años contados con la luna, y presiente un acertijo en su madero, en su caja lustrosa de barniz... Tito. Tito Cordero, Carpintero y Ebanista, ahora se enjuaga las lágrimas esperando su partida.


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Carlos Teshcal, Seudónimo de Carlos Gabriel Domínguez García. Nació en la Ciudad de Quezaltepeque, Departamento de la Libertad, el 29 de diciembre de 1990. Ha realizado estudios de Jurisprudencia en la Universidad de El Salvador.
Miembro fundador del Círculo Literario Teshcal (2005) y de la autodenominada generación de escritores” Generación de la Sangre” (2005). Trabajó en el Departamento de Cultura de la Alcaldía Municipal de Quezaltepeque, impartiendo Diplomados en Derechos Humanos (2009-2012), así como en el Programa de Capital Humano del Ministerio de Hacienda (2016).
Actualmente funge como director del sello editorial de Publicaciones Papalotlquetzal, promueve la formación de Talleres Literarios en centro educativos.
Obra publicada.
•          Antología del Círculo Literario Teshcal “Poesía” (2009)
•          Universos “Poesía” (2016)
•          Selección Narrativa “Narrativa” en conjunto con Francisca Alfaro, Jesús Martínez, Soledad Quetzaltepec e Ilich Rauda. (2016)
•          Exposición Pictórica” DUALIDADES” Salón Dorado del Centro Cívico Cultural Legislativo, de la Asamblea Legislativa de El Salvador (octubre 2016)

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