viernes, 13 de abril de 2018

POESÍA: ARS MORIENDI ANDRÉ CRUCHAGA

Ars moriendi-Andrè Cruchaga





POESÍA: ARS MORIENDI ANDRÉ CRUCHAGA

César Ramírez



Álbum del viento, mi atención se queda inmóvil observando los golpes de las palabras al umbral del inconsciente, cada verso construye un final o un principio que el lector identifica como propio. Un cuaderno de follaje una vecindad con la muerte, signos apacibles de aceptar principio o fin de una reliquia onírica sin temor alguno, hasta con cierto humor intelectual: “me encanta ser el insecto imaginario del arco iris: flotar en la misma tinta del vuelo… y los muslos un desfiladero rotundo”. Destino de trenes … “gritan al anochecer, arrastran cuadernos oscuros, beben los brazos del latido, endosan folios de la noche y el día” no son entonces máquinas gigantes con su velocidad terrestre, ni su fuerza mil elefantes, esos destinos de trenes son la vida, en la poesía de André; una multitud del vértigo con un “calendario de añil” que imagina un rastro de generaciones coloniales en una nación con tradición azul, su patria ancestral en varias centurias presentes con su sangre y su ciudad Tonacatepeque. Puerta amanecida “ luz derramada en el hilo de la ternura, filo memorioso de la luz hacia el ombligo, campanario reptando hacia el eco del parto”… esa ciudad de vida en familia, de callejuelas con fronteras en montañas, de peligros recientes, silencios de muerte, mientras la vida se enfrenta a su destino programado para terminar como al principio, escombro de paraguas en el viento… atrapando huellas con epitafios de la misma sangre. Salvación de la armonía porque necesitamos de la incoherencia para anotar: “en la boca, el libro, el cuaderno, la palabra necesaria”, así sea a retazos o gritarlo con imaginarios fragmentos que todos sabemos, pero no confesamos. Abismo infinito “no encuentro, lo sé, absoluciones para las lamentaciones” es el abismo, esa distancia tan cercana entre personas y universos, usualmente son lamentos que la humanidad pronuncia como un carrusel en todas las épocas. La música acompaña el Funeral de los pájaros y escuchar el “epígrafe” de una canción de los Ramones nos conduce a la estridencia de ese poema, no se puede olvidar la acústica en “otra vez, la aurora, al nacer muere en la almohada”. Desnudes de la memoria, “ tiempos clandestinos en donde la intimidad fue intensa estrella”.., Ciprés en el viento “su río de ceniza premonitoria” el contexto de ese adiós final  y compartido, “donde amanecen trenes como cipreses”. Descalza, la vena de la aurora, Bostezo de la piedra “que todas las piedras son bocas adustas, picoteadas”… “arengas de escapularios desvividos” es la mutación de la extrema materia de los campos santos, donde aletean aves de todo tipo, incluso sin féretros. “me despido formalmente de la otra cara de la moneda” “En la otra vida habrá que darle cuentas a la eternidad impasible” con esa sentencia inicial borgiana “mi reino es de este mundo. Cárceles y carceleros”... que así sea.. .  Y así la tarde huye frente al espejo, transmitiendo el otro rostro de la moneda, los contrastes de la risa, en el contexto de cierta alegría en este mundo informático que excluye toda felicidad literaria como si fuese pecado. Tiempo proscrito “uno está a salvo cuando se aparte del tobogán de la noche” así es, cuando la oscuridad no protege, entonces solo acudes al enfrentamiento confiando en que los señores del destino tengan piedad “nadie diga nada de la fuga, es el sueño que se rompe de cansancios”. Inventario a Luis Antonio Chávez “provisto de recuerdos, calles subiendo a la memoria” en los senderos urbanos de éste país. El estrecho dudoso de las palabras “hemos inventado las palabras” prisiones artificiales, “me aburren las palabras huecas esas que la cortesía embalsama” .. Alegría olvidada “cuando vuelva la alegría, habremos de quitarnos las máscaras”, desechando el artificial poder terrestre. Extraños días y caminos “uno se acostumbra a ver rodar la sangre…” entonces surge la resistencia del poeta, que ilumina a los ciegos. Ars Moriendi “pronto será temprano para habitar la tierra”… quizás nunca será tarde para amar en esta tierra, plagada de amigos y amigas que celebramos su palabra André. Monólogo de la sombra “ siempre he resucitado de los pantanos…” “este platicar conmigo a lo largo del camino” así imagino el destino en eterno combate contra el silencio. Silencio derrotado por la poesía en cada verso y aunque suene a consuelo alivia el oído y alimenta a muchas generaciones. Cancelación de la fosforescencia “un camino de alegría y no un invernadero para escribir epitafios” la esperanza incansable de un día diferente acá en el signo de la violencia. Búsqueda “Nunca llego al final. Siempre te busco, luz en cada ventana que amanece” la recurrencia de cada día diferente, la dialéctica desigual de la aparente e inalterable ventana,  Heráclito en su distancia es cercanía en el poeta. Rasgada vestimenta “todas mis vestimentas han dejado de ser follaje para convertirse en un sol enroscado de crepúsculos” sin nada que ocultar, sin nada que fatigar, el ser llega a su génesis como en el génesis material. Ars Morendi “Se muere tantas veces que la propia muerte resulta irreal, inusitadas imágenes sin Lázaro”… el saldo de vida es positivo, hasta un día que nos cobran tanta suerte, somos una especie de jugadores inconscientes de ese día, lo cual es mejor afortunadamente. Reloj calcinado “el reloj ha dejado de ser palabra con balcones, ahora tiene escapularios”… Letanía del vértigo en la realidad de una nación sitiada por la violencia “vivo en esa Patria efímera de mis propias resistencias”. Ars Morendi “ me he preparado con cierta ingenuidad de niño para ese gran día: por supuesto, no tengo nada más que mi alegría”. Decadencia “ uno nunca sabe para qué tanto respiro, días de confeti, minutos de amor, golpes de pecho, las calles que huelen a mortalidad” en ese poema se atisba la respuesta: “el oficio de escribir es también otra forma de dispersar las aguas” así se elimina la apariencia. Claves del desánimo… agradezco la dedicatoria de este poema “Hay un mundo incierto que veneramos en la postrera sustancia de las quebradas” en estas situaciones o palabras podemos encontrar un mundo que irradia objetos materiales e intangibles que no sirven para nada, el desánimo invade, pero en ese combate la alegría triunfará como nosotros contra el fatalismo. Oficio del Moho “ por poco me acostumbro a la demencia” pensar en el rito, el encuentro con ese mundo para algunos irracional, para otros la metáfora no es de este mundo. Último pábilo “Ahora resulta que el delirio contribuye al calentamiento global” entonces uno piensa en las noches de frío con la ausencia inesperada, fusilado por el recuerdo, sin nada que consuele tanta nostalgia. Alrededor de mi escritura “es fácil cambiar de rostro y convertirse en el personaje bueno”… efectivamente todo parece un supermercado de emociones. Ars Moriendi “siempre se cae irremediablemente en la trampa de los minutos” atrapar el tiempo… efímero asalto al Nirvana en el día a día. Extrañas paredes “Un día disertaré sobre la distribución equitativa de la perversión” porque en este momento no es un acto de justicia, sino de ciegos políticos y dementes capitalistas. Edad de las palabras “Si me remonto al absoluto, sabré la edad de los relámpagos de mis ojos” donde la intuición reina se puede ser más humilde. Ars Moriendi “hay que vivir sin reprimir los epitafios anticipados…” de esa manera ilumina un pequeño sol horario en el calendario, lo sabemos con mucho humor. Ávida evocación “nada es más cierto y contundente que dormir en el filo de los durmientes” a tono con el contexto de un libro que danza esperando el tren de su vida. Anhelo en la penumbra del jardín “ciertos muertos cada día agregados al plato de comida” en la confabulación mediática negativa, como si el sol no irradiara vida con transformaciones. Avidez “… horizontes donde silban trenes, y diafanidades resumidas como en un invernadero” donde las palabras palpitan nuevos horizontes con un guía que anota esa ruta esmeralda. Digresiones “Cada quien se resigna a la apariencia de su cuerpo” la mención del teatro griego en una metáfora próxima y universal. Sombras abisales “Sé que la historia salvará mi respiración a fuerza de abdominales” exactamente con la voluntad de los amigos y amigas que incursionan en los sitios nombrados. Húmedos contrastes del espejo “Hay Hefesto en esta cadencia del infinito y no Hades que espíe el ahogo” la fragua del trabajo y los deformes virtuosos capitalistas, donde el cuerpo desaparece sin rastro en la oscuridad. Buen augurio “ …los apóstoles, exégetas,  los iluminados que ven la aurora desde limusinas” en la composición retorna el mito náhuat-pipil con el ojo de venado, la ruda, la limpia, contra la herencia escéptica entronizada del siglo veintiuno. Frente al espejo del traspatio “Es evidente que en este diálogo he perdido el tiempo…” una leve conclusión de la realidad ante el espejo, el mismo que le espera cuando “abro la cerradura del traspatio…” Epístola mortuoria “La piedad es un artículo de lujo, cara para ponerlo a la vista de todos” en ese panorama macabro de la violencia que nos invade. Walk Down “He tocado fondo tantas veces, que ya la escoria me es familiar” en ese sitio ya no hay donde ir, entonces proclama “ (he) dejado de recordar la súplica”. Pesadilla del fuego “ De vez en cuando disfrazo mi brazo y la risa: hay días solo para masticar alacranes..” con el espíritu contracultural del dominante esquema capitalista. Ficción de la ausencia “... hay ficciones creíbles, hay ausencias ciertas” en medio del laberinto la mención de justicia parece caer sin paracaídas. Llueve a cantaradas “ En cada gota de agua, el destello invisible del sonido, el libro de lecturas a media luz…” la fotografía de las madrugadas tropicales, llueve, con música de piano en los techos. Embriaguez de la linterna “Aprendo las vocales con todos los cirios mortecinos de las tildes” entonces se puede viajar entre las líneas de la poesía para “celebrar los colores después de olvidarlos”. Reloj de musgo refleja al caminante, un fatigado estudioso que se resigna y desconfía al final de todo. Tiempo acumulado en cementerios “si hay un duelo a muerte con mi alma, es la aurora” es un momento feliz, poemas al alba que incendian con vida las silenciosas lápidas. Capital del antifaz “Oí mi voz en el tropiezo: la sangre en la cara (eras vos)” una réplica del momento histórico, un rostro en el rostro. Construcción del desgarramiento y  Paréntesis, contienen la imagen de Heráclito, el aforismo, con sentencias precisas “en cada puerta, banderas del olvido. Solamente el olvido “está aquí el atajo a través del cual el olvido se acomoda” parece el final de la búsqueda del poeta, en armarios, alacenas o una voz que nunca se encontró. Desatinos “Y por si acaso, desafiamos la grandeza de Heráclito” aquél filósofo que afirmó que todo está en movimiento o la teoría de los opuestos. Rapto de la agonía “La agonía, la flema en las ventanas, el rictus de la historia desangrándose” es un tema recurrente la guerra civil, entre los ojos aún vemos a no pocos morir injustamente. Presagio del espejo “alrededor de cada página pasan los incendios” sin fecha emotiva, parece que el tiempo de las palabras sucede en este instante, la constante herida del miedo o la traición de los fanáticos. Aguas invadidas  una mención universal, mutable al agregarle un apellido, aguas de todo tipo, sagradas o gentiles, “me inunda el río desbordado de lápidas” con el agua que descubre huesos en cementerios pobres. Lluvia del cuerpo “nos persignamos, pero envenenamos con el desastre los propios pensamientos” en fragmentos posibles e intimistas…  y catorce poemas más.
Debo expresar mi asombro ante este prodigio de metáforas, es un complejo aforístico que impacta al lector, uno celebra entonces Ars Moriendi de André Cruchaga con prólogo de Teresa Moncayo, como celebra la palabra del buen poeta.
                 
San Salvador, El salvador,
14 de abril de 2018

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