martes, 4 de marzo de 2025

FRENTE AL ASOMBRO, LA MATERIA TANGIBLE EN LOS CLAROSCUROS DEL ÁNGEL TELÚRICO

 




FRENTE AL ASOMBRO,

LA MATERIA TANGIBLE EN LOS CLAROSCUROS DEL ÁNGEL TELÚRICO

 

 

 

 

Sigo la ilación

extraña

de la vida.

Llama que vuelve novedad

lo que toca.

Como mano de niño.

Rafael Cadenas en Aproximaciones.

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA.

 

 

 

Luis Ángel Marín Ibáñez, con un gesto genuino ha intitulado este haz de poemas breves como Meditaciones, el primer elemento visible a su sensibilidad es el asombro por la vida en cualesquiera de sus manifestaciones. Sigue esa ilación de síntesis de lo que el ojo ve en lo cotidiano, al punto de “soltar perlas”. Y ello me conduce a repensar a Jules Renard, Montaigne, y Óscar Wilde, entre otros. Desde luego los encasillamientos, las clasificaciones, nunca suelen ser lo mejor, pero en este caso, la poesía de Marín Ibáñez tiene ese viso del aforismo; posee, sin lugar a duda y muy arraigada “la estirpe aforística. Tampoco podemos soslayar su inclinación en concordancia con lo ya señalado: la poesía minimalista, cuya esencia radica en que el texto poético ha sido reducido a lo esencial y que no presenta ningún elemento sobrante o accesorio. Richard Wollheim (1923–2003), se decantaba por el uso de la abstracción, la austeridad y la síntesis como nervios que envuelven al poema.

«LA POESÍA NO HA CAÍDO EN DESGRACIA», fuentes clásicas y contemporáneas en la obra poética de Aurora Luque, José Manuel Caballero Bonald, nos dice que la poesía «proporciona una similar sensación de sabiduría y belleza». En este punto la poesía de Marín Ibáñez marca un hito, una voz poética muy peculiar, cuyos imaginarios van más de la mera meditación. La vida en poesía “es hablar de los ojos que lo contemplan, de las lecturas que han configurado esa mirada y del gozo estético derivado de la conciencia de ser poeta”. «La mitad de lo inexplicable/ suele tener un lenguaje profético.» Esta es una afirmación de contundencia insospechada, o sospechada tras una observación aquilatada, tan profunda como la raíz de un árbol, Tan humana y exhausta como el universo. Es como un bocado de destellos de virginales desasimientos.

Por lo general, un poeta como Marín Ibáñez, se decanta por este tipo de poesía, en virtud de un rechazo al letrismo (Isidore Isou, poeta rumano). Y el prosaísmo, “Término prosaísmo, que no recogen los diccionarios de la Real Academia Española hasta 1852 (si bien el de prosaico aparece ya en el de 1737 ), se refiere al «[d]efecto de la obra en verso, o de cualquiera de sus partes, que consiste en la falta de armonía o entonación poéticas, o en la demasiada llaneza de la expresión, o en la insulsez y trivialidad del concepto» y en la «[c]alidad de prosaico, vulgar, trivial»7”  Como se ha acotado, no es objeción a que se utilicen vocablos de la vida cotidiana, ni los textos poéticos demeriten por su estructura independientemente del tema  tratado por los poetas, sino en la incoherencia, muchas veces, cuando se pierde la identidad del destello poético y aquello (el artefacto) se torna ininteligible y grotesco. En este punto, diría que hay un emboscamiento del pensamiento, contrario a la condensación e incandescencia del poema breve, en cuyo caso, deja una estela de luz, un misterio que el lector habrá de dirimir en las entrañas sendero.

«Nunca habrá una luz eterna/ sin el Poema del primer origen.» ¿De qué origen nos habla el poeta? ¿De qué luz nos habla el demiurgo? Si nos atenemos a la filosofía platónica tendríamos que remitirnos a la divinidad que crea y armoniza el universo. Sì fuese desde los ámbitos de la filosofía de los gnósticos, alma universal, principio activo del mundo. Em ambos casos me atrevo a decir que luz y primer origen están estrechamente vinculadas al ser que armoniza el horizonte. En este contexto también encontramos intertextualidad como el siguiente: «El caballo de Troya semeja/ el canto más perfecto de todos los poemas.» Antes el poeta nos ha referido los molinos de viento, de Cervantes. Pero volvamos, El caballo de Troya, es toda una metáfora vinculada al reconocimiento de la victoria y también a la destrucción. En ambos puntos, hay al menos aparentemente cierta correspondencia: la primera vendría a ser, la posesión absoluta del poema, su síntesis metafórica y la segunda porque reducimos el universo, incendiamos la emoción para verterla en un sembradío genésico.

Es importante destacar a efecto de darle sustento teórico a «Meditaciones», la alocución que hace Leticia Bustamante Valbuena (Tesis: Universidad de Valladolid): «El concepto de brevedad, que es el rasgo más evidente y destacado por la crítica al menos en sus inicios resulta controvertido. En primer lugar, la extensión es un concepto relativo que ha de vincularse a una tradición literaria concreta y a un momento determinado, es decir, la concepción de lo que es breve y de lo que no lo es depende de factores histórico-contextuales o, si se prefiere, diacrónicos y sincrónicos, que se ven afectados por el ámbito geográfico, cultural, lingüístico y literario. En segundo lugar, la nomenclatura según la extensión encuentra dificultades para fijar los límites que se toman como referencia. Y, por último, no parece que este sea un criterio válido para distinguir manifestaciones literarias cuyas características definidoras apuntan hacia rasgos pragmáticos, semánticos y discursivos que no se pueden medir exclusivamente por el número de palabras.» Lo cierto es que este poemario, aunque parezca marginal (por su brevedad) respecto del resto de su obra, constituye la raíz vivencial y lírica del poeta Marín Ibáñez y, acaso, un eje esencial de su existencia como creador, la reflexión del yo poético frente al paisaje humano. El espejo desde el cual el ojo desmigaja los ultramundos de las armaduras de la realidad.

Podemos hablar, también de poesía epigramática si nos atenemos a su definición, pues su contenido revela una verdad profunda o un sentido oculto. Tenemos grandes cultores desde la época griega o romana, la «Antología Palatina», por ejemplo, Séneca, John Donne, Jonathan Swift, Ramón Gómez de la Serna, Camilo José Cela, Góngora, los poetas que pertenecen al Siglo de Oro entre otros cultores, a más de los ya mencionados al inicio de este escrito. Pero qué lo hace relevante o atractivo, sin duda: la brevedad, la economía del lenguaje, su concisión y concentración expresiva, Perfección técnica, sorprender, deleitar y en ocasiones, conmover. Materia artis (variedad temática). En el caso de «Meditaciones» de Marín Ibáñez, su trabajo, constituye todo un manifiesto poético: «El hombre crucificado/ cada noche va al encuentro/ del primer Silencio.», o este otro, «También los jazmines/ ocultan esos labios petrificados/ que fueron el arabesco de un Todo.» Algunos tecnicismos como indican, medida, ritmo y metro, son infrecuentes en el estricto sentido de los conceptos; no así el ritmo. Lo importante, en todo caso, es destacar que «Meditaciones»”, es un haz de poemas cuya Agudeza y Arte de ingenio, son incuestionables. Marín Ibáñez es un orfebre en este punto.

«Meditaciones», es una obra de mucho merecimiento. «Fidelidad a la vocación, un encendimiento sereno sostenido en una larga vida,» de poesía. En esta obra tallada y reveladora, es una cercanía a su propia humanidad y a la humanidad de los demás, pues su estro alumbra en definitiva luz de orfebre. Es el ángel entre los claroscuros de la humanidad, del tiempo, de la historia, su vinculación con lo real del ojo que observa y aquilata las imágenes del entorno. «Meditaciones», es un trabajo poético certero y sobrio, de un brillo que nos permite ver todo lo posible, el latido, el secreto de la poesía, la belleza profunda del alma, a veces, una pasión cándida que nos mira en el sueño.

En la plenitud de cada poema, una semilla diseminada, fruición de vigilias y alucinaciones, hendeduras que se deslizan como volutas sobre la epidermis de la luz. Es un torrente sobre la superficie de nuestra humanidad, cada poema está hecho de tiempo, de instantes, de fotografías primordiales, de vuelos ávidos que quieren convertirse en articuladas lentejas terrestres. Es el poeta frente al asombro. Según la RAE, extrañeza, cosa asombrosa. Es justamente esto: las palabras rozan superficies y profundidades, soplan, nos hablan, hormiguean en bocanadas de imágenes y esquirlas iridiscentes, es decir, brillo radiante, como un vuelo renacentista de ventanas. «Noche nupcial:/ Hasta el semen de los dioses/ está colgado del alba.» Y luego nos continúa diciendo el poeta: «Hay rosas ocultas en los relojes/ como hay espejos atrapados en el mar.» El poeta ha sabido conjugar su riqueza interior desde estas analogías con su espíritu creador. En este su libro «Meditaciones», el autor traza un complejo cuadro y preciso de todos esos descubrimientos merced a la palabra.

          En palabras del profesor David Lagmanovich, «Una manera fresca de considerar la realidad y la literatura, una actitud auténticamente vanguardista más allá del concepto histórico de las vanguardias […]. [La otra mirada es] la que rechaza actitudes conformistas y afirma los privilegios de la imaginación y la buena escritura. Una escritura que se practica, tanto en España como en Hispanoamérica, con confianza en sí misma y en la capacidad de comprensión del lector.» Frente a las diferentes perspectivas teóricas, es importante la flexibilidad del género. En este punto Marín Ibáñez desarrolla notablemente el poema, su viaje íntimo del alma. Éste es un viaje alrededor del tiempo del poeta, un viaje con una marca propia y consolidada, inconfundible en las líneas de pensamiento que lo caracterizan e individualizan. El poeta está en una etapa de madurez, de ahí el cáliz fino de estas «Meditaciones» un ángel o mensajero que se remonta a lo ancestral, a la orfebrería de la concreción, a esa luz que resplandece en cada texto.

          Cada texto, sin duda es una rebelión de los sentidos. Él ahonda en la experiencia humana, con una estética producto de su observación cotidiana y una arquitectura que se concreta en la reflexión: «En las cortinas/ cada instante suenan atabales/ pero sólo el Silencio es Luz»O este otro: «Con insultante voz/ el campanario tensaba y tensaba/ el cantar de los mendigos.» Continua y reiteradamente, el poeta hace referencia a luz, ¿a qué debemos atenernos?, ¿cuál es su acepción aquí? Intuyo que lo extrapola, el concepto lo coloca en el plano de: La iluminación espiritual (en alemán, Erleuchtung) es la experiencia de lo divino. Es un esclarecimiento interior. Si el concepto lo trasladamos al plano filosófico, diríamos que es la iluminación intelectual (en alemán, Aufklärung). En este sentido, es esclarecimiento interior, llegar al fondo, dilucidar un asunto o una doctrina, (los entramados del «alma» frente a la cosmovisión del espíritu frente al mundo. Aún más, es la voluntad de liberación, de las emociones, sentimientos y pensamiento. Por eso, expresa el poeta: «Por mis manos vuela el canto de las giraldas/ y maitines que lloran en la sombra.» y agrega: «Hay veces que la claridad no quiere dar la hora/ y no presta la llave a la guitarra de los astros.» En este punto resaltan las imágenes creacionistas, a la usanza de la greguería, que de alguna manera hermana a este poemario.

          Después de esta deliciosa lectura, zanjado el alfabeto, seguramente «Todavía quedan dédalos silvestres/ que voltean el inconsciente/ con ajuares poblados de Razón.» Tal vez la misma luz extensa y profunda, o una exclamación de ojos sobre la superficie líquida de los equinoccios de la palabra hecha poesía. Tal vez la claridad no sea un tiesto frágil, ni escama, sino un resplandor quemante. «Meditaciones» resume lo que en el pecho deja la vida. Nadie dude que, en cada palabra, en cada verso, existe ese fuego entre las manos.

 

 

André Cruchaga,

Barataria, El Salvador, a veinte días transcurridos

del décimo mes de dos mil veinte.


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