sábado, 26 de diciembre de 2009

poemas de ricardo castrorrivas

Ricardo Castrorrivas, El Salvador










¡Cuidado con las consignas!







Sos tan hermosa, pero tan
Hermosa,
Que las metáforas
Te quedan cortas…
No sos como la leche,
De tan blanca:
Sos la albura misma y su dulzor…
No parecés niño dormido,
De tan tierna:
Sos el sueño mismo y su niñez…
Y en el amor sos tan, pero
Tan subversiva,
Que un día de éstos
Acabaré gritando
¡Viva la revolución!
©Ricardo Castrorrivas

De: Poesía salvadoreña 1963-1973, México, 1974.








Cuestión de principio








Caen las dinastías y el sol se levanta.
Ríe a carcajadas: divida alumbrar el camino
A los camaleones y cerrar las orejas a la lechuza.
Erguidos plumeros
Las palmeras sacuden las nubes repletas de moscas
De hierro oxidado.
Agua oscura brota del ojo de un ciego
Y hay un zigzag trágico en la hamaca sonámbula.
Llega la invasión de la niebla
Con profundos fantasmas en carrera de obstáculos.
Quien llegue primero viajará al mítico planeta
Y hará el amor con un cisne de vidrio
Bajo la mirada perdida de Marilyn Monroe
Y el fuego fatuo de la marihuana
Mientras el sol se pone serio
Y enreda sus cálidos petos para calentar el lecho
Donde engendraron los duendes
Y el ombligo de Darwin quedó enterrado entre cenizas
Y la semilla del poema fue sembrada
Y crecida ahora rasa los ojos de los otros
Que medran nebúlicamente entre mingitorios
Donde corre el ámbar derretido y humeante.
Temeroso incubase en los sexos de las putas
Que maldicen el día que amaron con los ojos cerrados
Y quedaron sexo al garete entre vahos de alcohol
Y trasnochadas guitarras
En espera del levante del sol
Y la caída de esta dinastía…
©Ricardo Castrorrivas

De: Suplemento Cultural Tres mil, Diario Colatino, #729, San Salvador, El Salvador, 22112003.











TRECE SÍLABAS







“Estos versos son poco usados,
por ser de escasa armonía.”
(Un académico de la Real Academia).







Depende de quien cante y de sus instrumentos.
De los cascabeles de su verso y su danza.
Trece a trece sílabas de sonoro acentos
erán cosecha armónica para el gorjeo.

No saben los pájaros de malos agüeros,
ni conocen del trece al silbar inocentes.
Tampoco el poeta cuando canta sonetos
con campanitas chinas y pájaros vivos.

Aquí caben todos los sonidos habidos
y por sonar para que la música suene
y borre el maleficio del número trece

y la escasa armonía que dicen que tienen
los acentos libres de las trece sílabas…
¡He cantado con ellas y esta es mi canción!

©Ricardo CastrorrivasDiario Colatino, 06.01.2007










GENTE QUE PASA…







Recién nacidos pasan en la cuna de brazos
de sus madres que pasan, sencillas, primerizas,
con sus maridos… Pasan, a sus haceres, todos.
Así miro pasar niños, jóvenes y ancianos.

Aquí pasan quimeras, asombros, esperanzas.
Las gentes que comercian pedazos de algún cielo.
Acá pasan el pan, la tristeza, los tamales.
Amores vistos o clandestinos. El chilate,

elotes locos o cuerdos. Cosas por abonos.
Atol shuco, de piña, maíz o tierno elote.
Niñez, escuela, trompos, canicas y piscuchas.

A toda hora pasan… Ya van, ya vienen, todos.
Y yo con ellos, vamos de paso, paso a paso…
¡Y todos vamos, desde la cuna, al cementerio!

©Ricardo CastrorrivasDiario Colatino, 06.01.2007

viernes, 25 de diciembre de 2009

poemas de jorge vargas méndez

Jorge Vargas Méndez, El Salvador



ARTS POÉTICA

Te miro a los ojos y me reencuentro y, como en el inicio:
tú, iconoclasta y posesiva; y yo, un fauno que llora liberado.
Pero nos encontramos
y con esa condena milagrosa me autogestiono, me asisto y resucito.

¡Oh pájara de nidales inescrutados!
¡Oh vina de uvos nutritivos y eviternos!
Sé que sólo tocándote en el espejo me vives
y me golpeas cuando crepitas,
por eso me retraigo y más de alguna vez te he negado.

Pero sé que también has hecho lo mismo.
Me miras a los ojos y te reencuentras
y te vienes a mi lecho con tus oropéndolas de metálica rebeldía
hasta vaciarte toda sobre mí
con ese himeneo que me enloquece,
que me toma y me posee.

Y entonces la duda queda descifrada:
tú nunca estuviste tan cerca de mí como ahora
y yo, nunca pude estar tan cerca de ti como ayer.
Por eso, te lo digo de nuevo aquí entre nos: esta amenaza
de estar juntos
jamás nació de los puñales.

Te miro a los ojos y me reencuentro;
me miras a los ojos y te reencuentras,
nos reencontramos.
¡Oh poesía, oh Sonoro Ocio Silencioso!

(Del libro inédito Sonoro ocio silencioso, 2005)




SOLEDADES

El mundo puede creer lo que quiera,
está en su derecho.
Yo afirmo que solitario quepo en mi santuario.

Solo eso de estar a solas
con mi rostro es ya un milagro,
una osadía o quizás
una bendición de dioses en embestida.
Aquí floto, me sumerjo, no fluye el hastío
donde la noche inerme se erosiona
y se confunde con el asco.
Tampoco la carcoma acude.

Terror es la tertulia donde se apoltronan los saurios,
Mágico es el tiempo que no sabe de déspotas,
luminaria cegada iniciándose en luz inaudita
es este instante que de tanto ansiar
no existe todavía.
Mi calcio por fin se renueva en este alfiler
que es la muerte en otros,
y sé que de un cadáver como este
la luz se prolonga, que aquí
un relámpago estalla, nacen otras estrellas
mientras una guitarra engendra una partitura
donde mi rostro se siente a salvo de tanta plaga.

¡Légamo detente, pues! ¿A dónde iría tu humedad
si de mi cuerpo se fuga el aliento?

(Del libro Desde este animal bulle la ternura, 1996)





A UNA MIRADA

Quisiera pronunciar su nombre
y llenar con sus letras este hondo vacío que me arremete.
Para decirle, quizás lentamente,
Que desdibuje la imagen de monstruo alado
que me ha levantado entre sus pupilas,
plétora de pulcritudes.

Porque soy lo más humano posible, porque
todo fue que me detuviera a contemplar la calcinada piedra
para rasgar su entristecido polvo
y llevármelo entre las costillas
hacia el más allá de mi país.
Esta piedra, piedra eterna, que me hiere con sus filos llenos de ponzoñas,
Cuando ebria la noche
se despeña desde sus espinas y me cae.

Todo fue eso, eso fue todo.

No me vea así, tóqueme,
Soy del mismo barro que hambrea los mediodías,
el que pide anticipos en la oficina,
el que camina la veinticinco hasta fundirse
con las aves que graznan sobre los alambrados,
el mismo que, como usted,
sueña una patria distinta haciendo piruetas de alegría
entre monumentos más hechos de carne y anhelo.

Quisiera pronunciar su nombre,
pero sin duda me encontraría con el mío,
odiando amorosamente este país, puteándolo con cariño,
mas siempre convencido de que sin él,
no tendría el soplo divino para que camine
y hable por sí solo
este poema.

(Del libro Desde este animal bulle la ternura, 1996)

jueves, 24 de diciembre de 2009

poema de roque dalton

Roque Dalton, El Salvador



RESTAURACIÓN DEL HOMBRE POR QUETZALCÓATL




La verdad que fue trabajosa la creación del hombre.
Los dioses con ser los dioses probaron en su afán el gusto del error
muchas veces
y muchas veces destruyeron con la mano airada su obra en desatino.

Los hombres de barro los hombres de madera los hombres comidos
por el tigre
los perseguidos por el viento que volviéronse monos
los quemados por el fuego que llovió (los niños muy niños)
los que perecieron cuando se hundió el cielo
cuando se hizo agua el cielo y se vinieron abajo los hombres de maíz
no dieron satisfacción al Formador al dador del ser
no afirmaron ser verdaderamente merecidos.

(Oh corazón del aire verde
tristes estaban los cielos sin espejos
sin los espejos de los ojos del hombre oh corazón de pétalos marinos)
mas luego fue Quetzalcóatl a Mictlán
se acercó a Mictlantecuhtli y a Mictlancihuatl
—la pareja de amantes y amos de las tinieblas—
y en seguida les dijo con respeto:
vengo en busca de los huesos preciosos
de los huesos preciosos que tú guardas
vengo a tomarlos a eso vengo.

Y díjole Mictlantecuhtli: ¿Para qué? ¿Qué harás con ellos, Quetzalcóatl?

Y una vez más respondió Quetzalcóatl: De ellos se harán los hombres
perdurables los hombres que serán verdaderos aunque lo duden
los que no serán muertos antes de despertar
por la ira fracasada de los dioses.

Ellos habitarán la tierra. Los dioses —doy testimonio de tal cosa—
se preocupan por que alguien viva en la tierra feamente desnuda.

Mictlantecuhtli brillándole los ojos: Está bien —dijo—
pero antes haz sonar mi caracol y da vuelta cuatro veces
alrededor de mi círculo bellísimo. Prueba es ésta
—dijo en voz baja para sí— imposible de cumplir
pues mi caracol no tiene aguajeros sonoros
sordo es mi caracol. Y se reía.

Mas Quetzalcóatl llamó a los gusanos y a los abejones
—ambos con ojos de topacio apagado—
aquéllos hiciéronle los agujeros
y éstos entraron luego haciendo que sonara el caracol.

Al oír el arpegio Mictlantecuhtli: Está bien —dijo—
llévate los huesos. Pero en cambio a su gente dijo pronto: Decid
decidle a Quetzalcóatl que tiene que dejarlos
decidle a los dioses que no ha de llevarse
Quetzalcóatl nuestra preciosidad.

(Oh corazón robado angustia aposentada como un ave mortal
en adelante sólo
la soledad el pálpito vacío
sólo la débil seña
del abandono en la pupila violada
Oh corazón de sed oh hijo del despojo
nacido en la desnudez entre las manos
ásperas de la humillación)

Nuestro aguerrido padre sintió en los poros el peligro
a su nahual consultó y fue a coger los huesos
estaban juntos los del hombre y la mujer
el nahual los tomó e hizo un hato.

Pero los dioses habían hecho un agujero siniestro un hoyo un cráter
[del tamaño de la cólera
para evitar la fuga de la preciosidad de sus hijos.
Ahí cayó Quetzalcóatl entre las codornices
muerto cayó —se amorteció de presto— los huesos preciosos esparcidos

y las codornices royeron los huesos (padres nuestros lo mismo)
que no podían llorar los del hombre los de la mujer
hasta que resucitó Quetzalcóatl tornó al mar de la vida Quetzalcóatl
y liando los huesos vase como la brisa a Tamoanchán —de ahí bajamos—
su nahual rezongando sin que se le secara aún el sudor del peligro.

Luego la preciosidad fue molida finamente y colocada
en un barreño no menos precioso
por Cihuacóatl culebra de espadarte y por Quilashti semilla de verdura.

Quetzalcóatl sobre los huesos sobre el polvo de ellos
se sangró su miembro esbelto
—como un magnífico animal no terminado—
e hicieron penitencia por la germinación
Apantecuhtli el Señor del Canal el ribereño
Huictlolinqui el Señor de la Pala que se mueve el agitador de la azada.

Tepanquisqui el que representa y el que porta la enseña
Tlallamánac el que sostiene la tierra
y Tzontimoc el que desciende de la cabeza
los dioses.

Hirvieron penitencia hasta que el prodigio fue evidente
el prodigio tanto tiempo y con tantos anhelos rotos postergado
y se dijeron:
Han nacido oh dioses los hombres los merecidos por la penitencia
por ellos hemos sufrido los todopoderosos
[infinitamente sea pues la alegría entre nosotros
ahora somos completos porque tenemos quien nos nombre
quien en nosotros crea y nos dé culto.

(Alegría, algería oh corazón rescatado de la noche
violenta pupila del mejor león hundida en vasos de luto
ya por siempre iniciada en la victoria de la luz
oh corazón de piedra manantial sobre el regazo del asdombro
alegría alegríala desnudez en la más bella fruta)

miércoles, 23 de diciembre de 2009

poemas de carmen gonzález huguet

Carmen González Huguet, El Salvador
Autor de la fotografía: El Diario de Hoy de El Salvador










Si hambre de ti no fuera
Lo que me impulsa a tu mirada dulce,
Yo también justamente lo llamaría gula.

Y si el deseo no fuera
Sed dominante que consume el alma
Junto a la carne, bien que la lujuria
Sería lo que mejor lo descubriera.

Pero este no es el caso.
No basta, no me bastan,
Jamás me bastarían de ti ni los segundos,
Ni los instantes solos, ni los besos fugaces,
Ni la entrega en silencio.

No existiría abrazo en que todo cuerpo
Pudiera saciar el hambre de mis brazos.
Yo no te quiero así.

Sé que no bastaría
Para quererte todo
Lo que satisfaría a otros amantes.

Tal vez no sea claro,
Pero en estas distancias te recobro cabal,
Más que en la piel o el goce.
Y en todos tus silencios
Cuánto me dices mudo.

Amor, yo no preciso más de ti
Que saber que estás vivo,
Que te sientes vivir en el milagro,
Que comparto el silencio que habitas,
Que soy una razón
Para que el mundo tuyo alcance su sentido,
Y que gracias a ti
Yo no habito el absurdo.







***

A ese tu cuerpo
Que nunca se supo bien compartido
¡Qué daría yo por darle
Un pequeño rincón de compañía!
¡Qué haría por aliviar un poco
La terrible frialdad de su estar solo!

No, no invado tu mundo. Lo respeto.
No te pedí jamás confidencias.
Pero yo quería escaparme, en la noche.
Vagar desasida, sin cuerpo, sin medida,
Sin límites o lastres
Y verte desde la más lejana estrella
Y saberme contigo.

No, yo no te pido nada.
Me siento agradecida por todo lo que me das.
No puedo evitar sentir lo que siento.

Pero ¿por qué no he de soñar?
Ya sé que no es posible.
Ya sé que no hay nada seguro,
Que nada hay que indique el porvenir.
Pero entonces, déjame soñar…

Ya sé que todos los escollos se acumulan,
Que me voy a estrellar contra la realidad,
Pero saber que me has querido
Valdrá por todos los dolores, por todos los quebrantos.

Déjame soñar que dormito en tus brazos
Que tus labios me hablan dentro de cada uno de tus besos,
Que la luz nos encuentra en la pasión unidos,
Que el abrazo ha alcanzado su cabal estatura.

Sí, ya sé que no es cierto.
Que no puede ser.
Que lo que marca el camino es la distancia.

Pero, amor, lo que yo siento
Escala todos los infranqueables muros.
No podrás evitar que yo esté siempre contigo.
Voy a besar tus ojos con mi mirada ausente,
Voy a abrazar tu cuerpo
En el golpe del mar
O en el viento más suave,
Voy a rodearte todo
Sin que puedas saberlo.

Este amor recoge todos los “sin embargos”,
Apura cada trago de ausencia y lo hace canto
¿No comprendes?

Voy a poblar tu soledad
Aunque me digas que no quieres,
Aunque te obedezca y me marche,
Aunque bien sepa que no quieres que me vaya.








***


No seas tan cruel.
Ya es bastante crueldad el despertar.

Ahora, amor, déjame soñar.
Déjame creer que entre tus brazos nacen las caricias,
Que entre tu pelo se quedan
Perdidos los dedos de mis manos,
Que tu piel es el territorio
Donde abrevo la sed de mi ternura.

¡Ay, déjame vivir en la creencia
De que no hay más horizonte que tus ojos,
Que no hay más luna
Que la redonda dulzura de tu boca!

No me importa engañarme,
No me importa mañana despertar,
Y vivir en el destierro sin tu cuerpo.
Ahora, déjame soñar que habito en el refugio
De tus manos.
Déjame creer
Que en ellas recibes el don entero de mi entrega.
Déjame pensar que en ti
De pronto cabe la ternura toda,
Todo el amor del mundo,
Y que en estas palabras
Que pronuncia mi boca
Caben todas
Las palabras de amor que me he callado.

martes, 22 de diciembre de 2009

poemas de roxana méndez

Roxana Méndez,El Salvador










Realidad






Cuando nos vemos solos y el cuarto donde estamos
nos parece tan frío, tan lleno de humedad,
siempre nos enternece soñar con lo pasado
y buscar la celeste flor de la inmensidad...
Y nos vemos los ojos, infantiles y puros,
y nos vemos las manos cargadas de caricias,
y el jardín del hogar es grande como el mundo
y es hermosa la noche y es extensa la vida...

Que tristes son las horas de esta tarde en mi alma:
se caen las palomas de su rumbo en el cielo,
no hay astros suspendidos en la profunda nada,
mi voz es lluvia lenta que humedece mi anhelo...
Cuánta mar que se aleja perdido en mi nostalgia
y cuánta playa oscura, monótona y desierta...
Qué tristes son las horas de esta tarde en mi alma...
Cuánta voz en la sombra... y cuántas aves ciegas...
Estos días no dicen de mi eterno cansancio,
no dicen del silencio donde mi voz se esconde,
solo hablan del olvido con sus lentos letargos
y del rostro al que le hablo por siempre y no responde...

Hablan de invierno oscuro, de vientos que marean,
hablan de luz herida por puñales de hombre...
Nada dicen del canto donde mi voz es bella
y del sol que, aún niño, vuelve a decir mi nombre...
Cuando nos vemos solos que triste es descubrirse
con los ojos ausentes mirando el horizonte..








El Último






I
Una figura errante camina en la incerteza
nadie lo reconoce, es un eco maldito.
El pasado se torna parte de su belleza
y se esconde en la grieta que dejaron los siglos.

Camina sin ser visto por los ojos que observan
un horizonte gris que se repite siempre.
Fantasmales siluetas dominan las aceras
y él las llama a todas y nadie se detiene.

El camina desnudo por un sendero hermoso
lleno de transparentes y lúgubres espectros.
Tiene una indescifrable expresión en el rostro.

Se descubre de pronto parte de su silencio
y vuelve su mirada a su fatal destino.
La canción del olvido late en su pensamiento.





II
Imposible se vuelve la canción del olvido
junto a la niebla fría que se forma en su calma.
Imposible la gota de rocío que cae
sobre el gélido invierno que se interna en el alma.

No se escucha el gemido de su lucha inminente,
tampoco el de la sangre que se ahoga en el agua
el color del abismo que se pierde al poniente
ni el inmenso y severo clamor de mil campanas.

Solamente la verde oscuridad del bosque
bajo algunos gorriones que suspiran al alba
se queda junto al viento presintiendo presencias
de seres que se posan en las frondas más altas.

Imposible se vuelve la canción del olvido
cuando la marcha fúnebre de la aurora no pasa.
Imposibles las hojas del otoño ya ido.
Imposible el silencio que llena la mirada.

lunes, 21 de diciembre de 2009

poemas de paola lorenzana

Paola Lorenzana, El Salvador










-Despegues-















Las puertas se desprenden
dos arcoiris me despiden
cambia de color mi estómago.
Cinco compartimentos se abren:
abismo - espacio – estupor- emoción- quiero

Etiquetas amarillas acompañan el despegue y sopla la emergencia.
A bordo, van tus pelos locos y la última lengüita;
en tierra, quedan las lágrimas de las hormonas y la depre post-lapsus de locura sin
sentido y sus redundancias.
El sistema se enciende
sigue abordando tu saliva...
Despegamos;
en tierra, el huracán se queda con mi miedo,
Centroamérica viene bailando en mi maleta y yo empaco las dudas y las respuestas
que me sobran
Llueve...
Mi corazón también despega.



















-Un desnudo a la vez-





a Nora















No sé si agradecer o ahorcar
Gritar o guardar silencio.
Ayer no supe manejar el antes de ayer
el después
y el más tarde.
A las preguntas, surgieron respuestas
No dije no
las respuestas reales salieron
las de peso
las que una se cose entre los labios
para que nadie caiga preso.
La desnudez me duró la tarde,
la noche
y el sueño.
La desnudez
esa piel al descubierto
me dejó los brazos expuestos
mis brazos se evaporaban en el camino
todo les entraba
hasta la curiosidad mas vil
mas sedienta
y yo
seguía desnuda,
expuesta.
Ya no respondo por mi propio cuerpo
fue invadido con todos los permisos
ya no responden:
ni mi voz
ni mis manos,
no respondo.
Mi voz es más clara
se ha destapado
se le ha caído la venda a la voz de mis pocos años.
Mis brazos de a seis por piel
cruzaron la madrugada.
Tampoco responden
se transportan
caminan en nuevas dimensiones
y tocan pieles frías
que hierven de ternura.
Un adiós
un hasta pronto
un ya se irá
un sigue aquí
y yo, desnuda.


















-Razón de vida-















Si vivo, es porque el mundo no ha muerto.
Dejo las manos libres
se enredan con la desidia
estrechándose hasta perder lo sublime.
Dejan atrás sudor y esperanza
se reinsertan al caos,
locura normal.
Si continúo el camino
es porque el mundo gira
y si no detengo mis pasos
es porque alguien puede robarse mi compasión
que está destinada a seguir en compañía del humo
y los ruidos de esta nuestra orquesta:
luces y tráfico de muerte
duendes de la calle, almas en pena por nuestros pecados
todos, a un mismo ritmo,
nos burlamos de los sueños de aquellas compañeras que alquilan sus olores.
Todo me hace sentir moribunda
incapaz de brotar.
Si me sostengo es porque el mundo aún no se cae
ni explota
ni la angustia destruye las calles
aún sobreviven el asfalto y las construcciones
y las manos desgarradas del mayor de las mayorías
todavía pueden con la tierra...
entonces,
cómo he de morir
caerme o rasgarme antes que el mundo?

domingo, 20 de diciembre de 2009

poemas de raúl contreras

Fotografía: Raúl Contreras, en la calle Zurbano de Madrid,
[Obra Completa, DPI, El Salvador]








Soy lo que soy







Mi mundo es irreal. Cumplo mi suerte.
Y soy uno de tantos tejedores
Que, por ir separando los colores,
La tela dura del dolor no advierte.

Débil acaso, pero acaso fuerte,
Le pido hilo de plata a los albores.
La luna vio mis claros bastidores
Bordar un traje azul para la muerte.

Porque me aparto del telar ajeno
Algunos dicen que soy loco. Bueno.
¿Tejer o destejer? Todo es lo mismo.

Soy lo que soy. Mas lo que nadie sabe
Es que en la luna mi telar no cabe
Y que mi lienzo lo tejió el abismo…








La esperada







Yo sé que ha de llegar. Yo la he soñado.
¿Cuándo será? ¿Y en dónde? Yo he sentido
su beso leve en el temblor del nido.
Yo sé que un día la tendré a mi lado.

Yo sé que, hora tras hora, la ha esperado
El corazón en llamas encendido.
Su voz en fuga alucinó mi oído…
Yo sé que todavía no ha llegado.
Yo sé que al expirar la última rosa,
Sobre su ausencia mi ilusión se posa
Más tímida, más débil, más cobarde…

¡Oh loco amor, que aguardas todavía
si ha de llegar como la luz del día,
haz que no llegue demasiado tarde!








Nada







Antes la sombra y al final la sombra.
Nada más. ¿Y el minuto de la vida?
Este peldaño de la luz caída
¿qué rumbo marca o qué camino escombra?

Un círculo de huellas en la alfombra
Del mar, cierra mis pasos sin salida.
¿La noche es como un alba introvertida
en el umbral de Lo Que No Se Nombra?

Niebla en la niebla. Cuando baja y sube
Mi lámpara interior, palpo la nube
Que atisba el horizonte. Pero tarda

La aurora fija en el reloj de hielo…
¡Y aguarda como un trino mi desvelo
sin saber todavía lo que agrada!