Vía libre/ Via lliure
Reseña del libro
‘Vía libre’ de André Cruchaga
Vía libre/ Via lliure
André Cruchaga
Imprenta y Offset Ricaldone, El Salvador, 2016
Por Gregorio Muelas Bermúdez
Si con Roque Dalton (1935-1975) El Salvador saltó a la primera plana de
la poesía hispanoamericana, con su compatriota André Cruchaga (Chalatenango,
1957) se afianza en esa posición de privilegio, pues nos encontramos con un
autor prolífico y prolijo, poseedor de una dilatada carrera literaria, iniciada
en 1992 con la publicación deAlegoría de la palabra, con obras editadas
en Estados Unidos (Memoria de Marylhurst, 1993), México (Caminos
cerrados, 2009) o Cuba (Poeta en Barataria, 2010), y en ediciones
bilingües: español-euskera, español-francés, español-rumano y español-catalán,
que dan buena fe de un autor torrencial y cosmopolita, que se expresa con
nutrida sabiduría sobre las cosas y los seres que le rodean. Para André
Cruchaga todo es materia poetizable y este Vía libre/ Via lliure,
su más reciente poemario, es fruto y consecuencia de esa visión amplia,
sensible y escrutadora que le caracteriza, pues tiene la virtud de ofrecer
diversos estratos de lectura gracias a una poesía rica en símbolos y metáforas,
que incita y provoca por el empleo de un lenguaje en ocasiones excelso y
deliberadamente oscuro, pero siempre bello y revelador.
El poemario cuenta, además, con varios atractivos: una impecable
traducción al catalán realizada por Pere Bessó (Valencia, 1951), poeta de
reconocida influencia en lengua catalana, que en lugar de una versión, nos
ofrece una translación fiel al original, un loable trabajo fruto de la
admiración y el respeto que se profesa desde la amistad; y un breve y lúcido
comentario de la escritora española Teresa Moncayo, que figura en la
contraportada, y que sabiamente introduce al lector en una poesía densa con
tintes filosóficos, que plantea un apasionante reto al lector iniciado; todo
ello enmarcado por una bella fotografía de portada de la argentina Graciela
Strañák.
Desde su ínsula, Barataria, y en orden cronológico, pues las
composiciones abarcan desde 2013 a 2016, nos encontramos con un conjunto de
noventa y siete poemas, sin división interna en partes, noventa y siete
visiones de la “realidad”, una realidad transfigurada por la mirada y el
pensamiento de un poeta que exige al lector el manejo de dos grandes
“ciencias”: la paciencia, de quien sabe esperar el milagro al final de cada
oración; y la experiencia, de quien sabe conectar sus vivencias con las del
poeta que se devana en sus versos.
Dos extensas citas, de Aldo Pellegrini, y Fayad Jamís, advierten del
tono de un poemario con vocación crítica, así André Cruchaga hace gala de un
amplísimo vocabulario plagado de sinestesias que apela continuamente a la
conciencia.
En cuanto a la forma, el poeta salvadoreño se sirve de la prosa para, a
través de un complejo juego de palabras con ecos modernistas y hasta
surrealistas, alcanzar cotas líricas con actitud de denuncia: “mi corazón
tiene hambre desde los calcañales, ninguna grieta detiene al grafito: soy niño
dibujando otro mundo en las paredes.” (“Argumentum”). No falta la crítica
social al capitalismo que devora voluntades: “Nada me sorprende tanto como
quien duerme en las aceras”; y a la fe irredenta: “Nunca supe si en los
anillos del evangelio existe la misericordia” (“Epílogo para una escena
cualquiera”).
Cruchaga gusta de concluir sus poemas con verdaderas máximas, a modo de
sentencias, veamos tres deslumbrantes ejemplos: “De este tiempo únicamente
heredamos huesos y lápidas y salmuera” (“Bostezo de la noche”); “Después
de todo aquí estamos: seguimos ascendiendo dentro de la jaula.”
(“Periferia”); y “Entre el papel y la tinta, hay largos
pastizales de epitafios…” (“Muestrario del olvido”).
El discurso de Cruchaga sobrevuela la distancia que aleja al hombre de
su esencia, un páramo donde “el escombro se ha tornado laboriosa semilla”
(“Esquizofrenia del anhelí”). Con aparente cripticismo, hilvana conceptos e
ideas con deleite estético y la sapiencia de quien observa desde el otro lado
del espejo la vanidad y la apariencia. Para ello emplea a menudo una segunda
voz, se diría que de la conciencia, desde la que articula un discurso paralelo
que acentúa el mensaje, y que se manifiesta entre paréntesis y en cursiva.
Desde el escozor la vida es más cierta porque el poeta sabe que “hay
jardines hipotecados”, “madera con polilla”, “recuerdos
imprecisos” y “al final siempre nos queda la duda.”
(“Reminiscencias”).
_________
Gregorio
Muelas Bermúdez nació en
Sagunto (Valencia) en agosto de 1977. Es licenciado en Historia por la
Universidad de Valencia, titulación que completó con los cursos de Doctorado en
el Departamento de Historia Contemporánea.
Ha
incursionado en el cine como guionista y ayudante de dirección del cortometraje El
olor de la pebrella (2004),
dirigido por Rafael Puerto, estrenado en la SGAE de Valencia en la sección
oficial de los VI Premis Tirant y distinguido con una mención especial del
Jurado en San Giò Video Festival 2004, Verona (Italia).
También
se dedica a la crítica literaria y cinematográfica, actividad que desarrolla en
la revista de información cultural en Internet, Culturamas; en la web literaria
Todoliteratura.es; en la Revista Cultural Sede; en la Revista Almiar Margen Cero;
en el Periódico Global de Análisis y Opinión Mundiario; en la Revista La Galla
Ciencia; en la Revista de literatura El coloquio de los perros, y
en la web Cine maldito. Ha colaborado como crítico literario y cinematográfico
en el programa “Quadern de Bitácora” de Canals Radio, y en la Radio Municipal
de Torrent 97.3 FM.
Es socio
de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (C.L.A.V.E.);
socio de la asociación cultural Concilyarte; socio del Ateneo Blasco Ibáñez;
socio de la asociación cultural Torrent de Paraules; miembro de la Red Mundial
de Escritores en Español: REMES; del Movimiento de Escritores pro Derechos
Humanos; socio cofundador de la alianza poética “Alquimia y Verso” junto a
Heberto de Sysmo; y miembro del Consejo Editorial de la web literaria
Todoliteratura.es.
Ha
escrito el prólogo del libro de relatos El suave otoño del eco, de
Rafael Puerto, Editorial Círculo Rojo, 2010; del poemario Tan
sólo una caricia, de Julia Zapata Rodrigo, Editorial Círculo Rojo,
2011; y el epílogo del poemario El Testamento de la Rosa, de
Heberto de Sysmo, Ediciones Cardeñoso, 2014.
Ha ganado
el Poetry Slam del I Festival de Poesía de Valencia “Vociferio” 2011; ha
recibido una Mención de Honor en el III Concurso Internacional de Haikus
organizado por la Biblioteca Municipal “Manuel Siurot” de La Palma del Condado,
Huelva; y recientemente ha sido finalista de los siguientes concursos
internacionales: I Certamen de Haikus “Matsuo Bashô”, I Certamen de Haikus
“Kobayashi Issa”, I Certamen de Haikus “Yosa Buson”, I Certamen de Haikus
“Masaoka Shiki”, y del Certamen de Poesía “Noviembre”, convocados por Letras
Como Espada.
Algunos
de sus poemas han sido traducidos al japonés, al ruso, al alemán y al rumano.
Obras
publicadas:
– Aunque
me borre el tiempo, Editorial Círculo Rojo, junio 2010. Esta obra reúne dos
poemarios: Con las palabras, con el tiempo y No hay vado en el fuego.
– Cuando
la aurora le hable al tiempo, Editorial Círculo Rojo, marzo
2011, en coautoría con Rafael Puerto.
–
Rosas y ortigas, en el poemario antológico A Contraluz, colección Grupo
Mistium, abril 2013.
– Un
fragmento de eternidad, Editorial Germanía, número 10 de la
colección “Viaje al Parnaso”, enero 2014, con prólogo de Rafael Coloma.
– La
soledad encendida, Editorial Ultramarina Cartonera & Digital,
mayo 2015, en coautoría con Heberto de Sysmo.