Vía libre / Via lliuere
VÍA LIBRE / VIA LLIURE DE ANDRÉ CRUCHAGA
Traducción al catalán Pere Bessó
Por César Ramírez
Con
su nuevo libro construye un árbol de metáforas que desde el horizonte permite
observar el fecundo bosque de sus poemas, ahora convertidos en libros.
Hace
décadas que leo con aprecio sus versos, así como cultivo el alba que anuncia
esa alegría juvenil de compartir fragmentos de sus obras:
Sublimación
de la noche (2011) A fin de cuentas la luz depende de la fosa donde estemos.
Alegoría de sus palabras (1992) (La voz tiene
su propio misterio/al paso de las sombras/el reloj su propia brújula/vertiendo
insomnio en las hojas).
Manjar
de la Ceniza (2010) (y Mañana, tal vez, la estancia/ sea pacífica, /Y el prisma
de las sombras/ se convierta como el iris/ Líquido de olas/ Solo mañana,
mientras el ojo/capta lo que se lleva.
Visión
de la muerte (1994) La muerte desprende humo/como una taza de café/ hay en ella
memoria de la broza/claridad que gorjea de irreverentes campanas/ejercicio
ritual de inmersión/el claroscuro de la canícula del sueño. Nadie la ha visto.
Fuego
de la intimidad (1993) ojos que se miran/ y se multiplican en cuatro; / dos
manos, cuatro manos, / aprehendiendo la galaxia de los poros.
Alegoría
de las palabras (1991) primera edición suelta… VIII Soy el otro yo en un rebaño
de crepúsculos/ saliendo de las bestias del horizonte/ de los callejones
crujiendo su consciencia/ de la locura del sol/ incendiando el piso con
baldadas de luz.
Balcón
del vértigo (2014) Quiero empezar a vivir el olvido, escribir un catálogo de
zapatos/ o sencillamente, escribir un epitafio en tus poros, ahora que
hemos/entrado al trance “poshumano” del desarraigo…
Esta
pequeña muestra de versos es mi ejercicio de libertad, de lectura, lo afirmo
porque disfruto observar el trabajo constante de André Cruchaga. El poeta congela los textos con muchos
recuerdos de las fechas, junto a sus palabras dedicadas en sus libros.
Ahora
leo Vía libre (2016) Escritura “Se ha hecho memoria la voz del mar. El largo
puño de la sangre”.
Uno
puede en el mosaico de las percepciones coincidir en las palabras, eliminar
todo fantasma de categorías materiales y construir efectivamente un mundo
posible, alimentar descubriendo el horizonte que niegan nuestros límites
sociales, destruir la infame historia de nuestra humanidad de unos contra otros
en todo, no obstante solo en breves momentos reflexivos bajo la bandera de la
paz podemos percibir otra esperanza planetaria,
como la rosa que crece en el concreto.
Pero
existe la palabra de André Cruchaga, con ese oficio de arquitecto de metáforas
que abate la pobreza de la imaginación de aquellos que se niegan a ver otras
dimensiones, otorgando la vista a los ciegos para contemplar la belleza que
emerge en cada libro.
No
es mi intención construir la idolatría de la palabra, porque tarde o temprano
el destino se encarga de su ajuste de cuentas, por ello prefiero otorgar mi
reconocimiento por su obra, esa que no solo reseñan sus libros sino por su
paciencia en educarnos en tan maravillosos resquicios de otras luminosas
esferas que ignoramos.
Así
en determinado momento sus palabras transforman el entorno, cantan, brillan,
respiran, sigilosas nubes flotan a nuestro alrededor, mientras a pesar del
ruido exterior de autobuses, motos, gritos de niños, aparatos de sonido con sus
“teatros de hogar” en el volumen inadecuado, y a pesar de todo en ese espacio
del poema recobramos la inocente alegría del descubrimiento de otros universos
de la mano de André.
Desde
la llanura de un lector de poesía, saludo su obra y su nuevo libro, confirmando
la cita de Heidegger “Soy lo que digo”, André es lo que escribe junto a la
certeza de su vocación.
San Salvador 04ABR016