Alfonso Kijadaurías
1
Las paredes están dentro de mí que estoy creciendo contra el suelo.
Una sola palabra me pasea en el agua hasta tocar el fuego.
Infierno del amor de grandes fauces. Conoce la dimensión
De estas puertas el sacerdote del mal. Se necesita la idiotez,
Estados de locura que permitan viajar a lo más simple.
El resto será magia. Llave de los misterios ocultos en la claridad primitiva.
Estoy fuera de todo pensamiento, de todo círculo, mis únicos
Dominios son los silencios de este anillo de fuego.
2
En la pirámide más pequeña y el cielo infinito duerme mi cabeza,
Y soy menos que un palito de fósforo y tal humilde como un grano
Que renace mil veces gracias a que invento un mundo sin palabras,
Lleno de imaginaciones, para ver en el odio una manera de ser triste.
Gozo de las celebraciones, las pompas sobre el manuscrito de un
Hombre a quien sus actos los antecede las enfermedades, del que es
Una manzana a los pies del rey y serio entre locos, me duelo
De él y por él gozo con alegría esta suerte de purgatorio,
De infierno interior.
3
País de las fiebres que me devoran, mi risa es la máxima celebración
De mi nueva cabeza, te siento sobre mis piernas de mujer
Hombre mascando las flores de tu espalda y mi piel podrida
Me conduce al encuentro del ombligo, muerdo las bellas plantas
Del mito poniéndome invendible, huyendo de tus pantanos medicinales,
Durmiendo con mis piojos en ese estado de vagancia, donde
Mi vicio echa raíces, flores que mastico después de cada misa.
4
La eternidad nace de alcanzar lo infinito, no del agujero
De dos ratones del tamaño de un cerdo.
El encerrado piensa esto, sus razones de la soledad, la seriedad
Más triste y solitaria, sentado en sus deseos, rodeado por milagros,
Loco tres veces hasta morir de risa, pensando cosas que la razón
No comprende, después nace como el pájaro que abrió
La jaula encerrada en sí mismo, aprendiendo de nuevo a bostezar,
Mientras cae el sol despedazado sobre las cáscaras.
Los estados sobrenaturales
[Fragmento]
[Fragmento]
1
Las paredes están dentro de mí que estoy creciendo contra el suelo.
Una sola palabra me pasea en el agua hasta tocar el fuego.
Infierno del amor de grandes fauces. Conoce la dimensión
De estas puertas el sacerdote del mal. Se necesita la idiotez,
Estados de locura que permitan viajar a lo más simple.
El resto será magia. Llave de los misterios ocultos en la claridad primitiva.
Estoy fuera de todo pensamiento, de todo círculo, mis únicos
Dominios son los silencios de este anillo de fuego.
2
En la pirámide más pequeña y el cielo infinito duerme mi cabeza,
Y soy menos que un palito de fósforo y tal humilde como un grano
Que renace mil veces gracias a que invento un mundo sin palabras,
Lleno de imaginaciones, para ver en el odio una manera de ser triste.
Gozo de las celebraciones, las pompas sobre el manuscrito de un
Hombre a quien sus actos los antecede las enfermedades, del que es
Una manzana a los pies del rey y serio entre locos, me duelo
De él y por él gozo con alegría esta suerte de purgatorio,
De infierno interior.
3
País de las fiebres que me devoran, mi risa es la máxima celebración
De mi nueva cabeza, te siento sobre mis piernas de mujer
Hombre mascando las flores de tu espalda y mi piel podrida
Me conduce al encuentro del ombligo, muerdo las bellas plantas
Del mito poniéndome invendible, huyendo de tus pantanos medicinales,
Durmiendo con mis piojos en ese estado de vagancia, donde
Mi vicio echa raíces, flores que mastico después de cada misa.
4
La eternidad nace de alcanzar lo infinito, no del agujero
De dos ratones del tamaño de un cerdo.
El encerrado piensa esto, sus razones de la soledad, la seriedad
Más triste y solitaria, sentado en sus deseos, rodeado por milagros,
Loco tres veces hasta morir de risa, pensando cosas que la razón
No comprende, después nace como el pájaro que abrió
La jaula encerrada en sí mismo, aprendiendo de nuevo a bostezar,
Mientras cae el sol despedazado sobre las cáscaras.