lunes, 7 de enero de 2008

Poema de Roxana Beltrán

Horizonte húmedo




La lluvia desliza pausadamente por las hojas,
emerge, germina, prorrumpe sobre la noche,
revuelve las olas del mar, agita las emociones;
es invierno, hace frío en los silencios estivales.
Mis pensamientos caen versificados
y la poesía me vuela urgente a las manos.
Rumor de nostalgias que corren por las calles,
humedad muda del universo que muda,
todos somos nadie, en este universo globalizado.
El musgo en delgado ropón de realidad se humedece
y llora lozano a través del cristal de las visiones
de aquellos tornasoles que han de aparecer después...
La primavera habita esplendorosa en esta lluvia,
duerme, se apuntala, se acicala a escondidas,
y se presienten sus aromas de colores.
El verso me ensueña hasta mañana.
El invierno grita, al estilo de Munch,
con sus líneas distorsionadas sobre láminas
mientras muere cualquier cuento azul.
Noche de lluvia lunareada. Noche de lluvia adjetiva.
Astro y espejo, sombra abierta,
grieta en plenilunio que hiende la negrura;
apacible caricia de cristal, fisura-puerta.
Flor encendida, grito silencioso que despierta.
Bajo la lluvia la luna encendida con fuego de dragones,
sostenida con mástiles de noche.
Reloj nocturno de arenas silentes
que caen sobre los versos que escribo
en velos de metáforas de colores
y sustantivos inquietos que se reconocen
en los adjetivos que llegan a acariciarlos.
Guitarreada luz, luz cantada, asperjada por la lluvia
que sigue el ritmo sutil de esa melodía acuática
que parece que no moja y nos empapa.
Realidad virtual, la sinfonía de las moléculas que caen.
Horizonte húmedo tu mirada que llueve sobre mi piel desnuda
para recitarme el nombre exacto de cada palabra que necesito
y así seguir viviendo, gota a gota.
Sismos disolutos que llegan inesperados
A zarandear las palabras apretadas por dentro,
y me estaciono en este paisaje lloroso
a cerrarle las puertas al mundo para vivirnos solos
y llenar de caricias la memoria mientras el horizonte húmedo
se enreda en lenguajes cibernéticos
y nosotros entramos al túnel de los instintos.
Primavera omnipotente, omnipresente.
Crecen nuestras raíces, nos duelen los brotes nuevos
y la lluvia nos corre pausadamente por las hojas.
Arde sobre la piel de la palabra el aire
y en espirales empuja los instantes.
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