Aída Flores Escalante, El Salvador
LO QUE NO DEBEMOS OLVIDAR*
IV
14 de mayo de 1980.
La luna roja, roja,
como un clavel rojo,
como una rosa roja.
El río rojo, rojo,
es un río de sangre.
Llora un niño, una niña,
una abuela, una muchacha.
El miedo aúlla entre las hojas.
El Sumpul corre, rojo, rojo.
V
12 de diciembre de 1981.
El viento bate las puertas
de las humildes casas solitarias.
Hombres, mujeres, niños, niñas.
Sombras ateridas.
Unas brasas en un fogón.
Los perros solitarios, aúllan, solos.
Un gato se volvió loco.
VIII
Cayeron mil, diez mil,
veinte mil... sesenta mil.
De la izquierda y de la derecha.
¿Perdón? ¿A quién? ¿A quiénes?
¿Olvido?
El corazón de las madres
es un río de lágrimas.
XIII
La gente sigue buscando sus muertos.
La madre que se fue mojada la espalda
regresa cada dos años a buscar a la hija perdida.
Sólo quiere saber donde quedó.
Poner una cruz con su nombre,
Una flor el Día de Difuntos,
para que puedan las dos, dormir en paz.
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Poeta y editora salvadoreña. Los poemas pertenecen al libro: Los
peces nacen en los árboles
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