jueves, 15 de diciembre de 2016

POEMAS DE CARLOS TESHCAL

Carlos Teshcal, Quezaltepeque, El Salvador.





poemas
carlos teshcal



POEMA IMPOSIBLE

                                                       A Enrique, loco de Amor por el siglo.


I
Trece en punto, el Hombre Orín, sabe que su levedad persiste en las ocupaciones de los ojos andantes, frenéticos de observar su cuerda infectada por las diálisis ausentes. Muchos dicen que enloqueció después de besar a su madre. El Chachas, busca la sabiduría en la alfombra virgen de su niñez bajo el esquemático delirio de los amores. El Chachas sabe que un día bajó a los infiernos en busca de sus olores, y ganó batallas contra los escombros de su tormentosa virtud: Nariz perfeccionada, que no le teme a ningún olor prohibido.
II
Declarado falto de Amor y de congruencia, escudriñaste en los escombros de tu humanidad, el beso. Bajaste a los suburbios de la capital que ofrece orín de experimento, y lo bebiste, y lo llevaste a tu pequeño cuatro de mesón. Te proclamaron catador de los suburbios, interdicto, falto de Amor y de congruencia, que una vez fuiste estrella en la Avenida.

III
Demolieron tus manos como quien asesina a una gacela en la noche de su nacimiento. Y no hubo Juez ni defensa quien proclamara la derrota de dios. Ahora son tus signos de carne, circunferencia incrustada en el ojo del siglo, que acelera la terrible venganza por el Amor, el Beso, la Muerte. 
                                                                       
                   Noviembre
                             I
Hay algo en esta tierra que se mueve
como grito en alborada,
como húmeda silueta que arrastra hacia el monte
el nudo de la Ceiba en Plenilunio.

¿Serán los rostros morenos
que remueven el barro en la hondonada mortuoria?
¿O la cicatriz que dejó huella
en la podredumbre de esta hecatombe?
                   
                         II
Conejo es la fuga de los Pájaros
 vendaval nocturno,
molécula que explota en la luna veintiuno de los abuelos
en este noviembre que florece muertos,
en la lucha sin pan y sin castillos;
Noviembre es la Fuga de los días
Que hinchó al cielo de carne marchita
devanando los ciclos y los nombres desaparecidos,
a esta montaña de hombres
que ahora expulsan el semen sobre la milpa;
Noviembre es la pestilente fuga de todos los hombres,
hermanos nuestros,
hijos de la mano sangrentada y el pecho tumefacto,
que no aguantaron la fracción y el vaivén de los caminos;
es la fuga nocturna de viejos fantasmas,
que no ganaron la batalla 
quedándose con su tufo de acordeón y pesticida.

Por eso… hay algo en esta tierra que se mueve:
Son sus cuerpos turbulentos
Que, a fuerza de rodar en el camino,
 arrastran con flagela las venas
 para anunciarnos que no han muerto,
que sus pechos laten como vientos de octubre
                                                             sobre el barro.
                   
Trastornado encuentro      
                   
                        XXIV
                                    A Soledad Quetzaltepec.
Cuando la muerte venga con su rostro enmohecido a traerme solitario,
canta desde lejos mi canción favorita, abóname la despedida,
recuérdame el olor de tus blancas manos que una vez fueron polen.
Porque solo existe un camino para soportar el dolor,
porque lentamente me incorporaré a la olla de reflexiones,
y nunca volveré como antes a sacudir tus sentidos de amor infinito.

Todo tiene su canción.
Los astros juegan en mi cuello como niños que florecen en la hierba.
¡Cuando la muerte venga!
con su rostro enmohecido a traerme solitario,
recuerda que fuimos una partícula de estrella
que explotó en los caminos,
 y que no vuelve,
sino con los siglos,
a brillar en los nombres.


                       XIX
La noche sabe que bajo su pulmón está el deseo,
incansable ruido de caracoles en el ideario de un emisario.
Un amante sabe que la búsqueda del beso pesa,
en la maldición de los deseos.
El cuerpo es un acordeón de seda,
que, a fuerza de extinguir la melodía,
ejerce sombras.

            XII
                 A Don José Roberto C.
Cordero. “Tito Cordero”, sopla el aserrín del conacaste mientras prepara su caja mortuoria. Muchos le preguntan, ¿En cuánto la venderá? Cierra los ojos por instante, y en el suspiro dice con voz inmóvil: “será mía”, “es la que voy a usar”. Lleva cinco años contados con la luna, y presiente un acertijo en su madero, en su caja lustrosa de barniz... Tito. Tito Cordero, Carpintero y Ebanista, ahora se enjuaga las lágrimas esperando su partida.


________________
Carlos Teshcal, Seudónimo de Carlos Gabriel Domínguez García. Nació en la Ciudad de Quezaltepeque, Departamento de la Libertad, el 29 de diciembre de 1990. Ha realizado estudios de Jurisprudencia en la Universidad de El Salvador.
Miembro fundador del Círculo Literario Teshcal (2005) y de la autodenominada generación de escritores” Generación de la Sangre” (2005). Trabajó en el Departamento de Cultura de la Alcaldía Municipal de Quezaltepeque, impartiendo Diplomados en Derechos Humanos (2009-2012), así como en el Programa de Capital Humano del Ministerio de Hacienda (2016).
Actualmente funge como director del sello editorial de Publicaciones Papalotlquetzal, promueve la formación de Talleres Literarios en centro educativos.
Obra publicada.
•          Antología del Círculo Literario Teshcal “Poesía” (2009)
•          Universos “Poesía” (2016)
•          Selección Narrativa “Narrativa” en conjunto con Francisca Alfaro, Jesús Martínez, Soledad Quetzaltepec e Ilich Rauda. (2016)
•          Exposición Pictórica” DUALIDADES” Salón Dorado del Centro Cívico Cultural Legislativo, de la Asamblea Legislativa de El Salvador (octubre 2016)

miércoles, 14 de diciembre de 2016

“SIETE HISTORIA DE CUSCATLAN” DE LUIS MELGAR BRIZUELA

Imagen cogida del FB de Alfonso Velis Tobar





ensayo

“SIETE HISTORIA DE CUSCATLAN”
DE LUIS MELGAR BRIZUELA



Por Alfonso Velis Tobar
Carleton University MA
Ottawa, Canada.

“Lectura Analítica de “SIETE HISTORIAS DE CUSCATLÁN”, Primer Lugar en la Rama de Poesía de los Quintos Juegos Florales Centroamericanos, León, Nicaragua, 2006. Poética del Salvadoreño Luis Melgar Brizuela.
Aquí desde el corazón de América, nuestra hermosa tierra El Salvador, diminuto país, que debido a sus álgidos problemas sociales de injusticia social, lo convierten en una tierra llena de violencia. Esta es la visión del mundo que refleja el corpus poético de “Siete Historias de Cuscatlán”, del poeta salvadoreño Luis Melgar Brizuela, que resultó ganadora del Primer Lugar en la Rama de Poesía de los Quintos Juegos Florales Centroamericanos, celebrado en la tierra de Rubén Darío, León, Nicaragua en 2006. El Salvador, conocido en la época Precolombina como “CUSCATLAN” o “CUSCATAN”, significa “Tierra de preseas o lugar de joyas y collares”, según la Toponimia Náhuatl. País de bellísimos paisajes, volcanes, sierras, montañas y con fértiles campiñas y ríos majestuosos. Cuscatlán es leyenda y realidad contrastante, “donde “el hombre es decididamente alegre o inconmensurablemente triste –como dice el poeta Pedro Geofroy Rivas-, bondadoso hasta el candor o cruel hasta el sadismo o la locura, opresor implacable u oprimido sin esperanzas”. Toda esta situación se apodera con dolor y esperanza del espíritu del poeta Brizuela quien refleja un espacio referencial en torno a la cruenta guerra civil, violencia que prácticamente se inicia en la década de 1970 hasta su estallido revolucionarios de 1980 a 1992 en El Salvador sin dejar de palpitar en otros antecedentes históricos.
Desde el plano extraliterario, es la relación individuos y nación, podemos afirmar, que la literatura, la poesía (exigencia indispensable del alma), donde la idea de patria prevalece como reflejo de lo que históricamente acontece desde más de cinco siglos atrás. El autor sintetiza desde la conquista misma en relación a los problemas sociales, la constante lucha de clases que hasta hoy se vive, la crisis de identidad del país, y junto al manoseo constante del imperialismo. Historias prohibidas, ocultadas por el poder y el odio con la idiotez política que nos ha gobernado. Somos testigos del espanto, la psicosis del terror, los estados de sitio y ley marcial, experiencia de zozobra constante entre los designios de la vida, la muerte y de infelicidad insegura que la dictadura militar implantó durante esa época revolucionaria en el país. Donde también tenemos héroes y mártires que han entregado sus vidas al luchar por la justicia social, la democracia, el respeto a los Derechos humanos y por el rescate histórico de nuestra Nacionalidad Salvadoreña. Entre el entorno de nuestra vida cultural estas historias exploran temas que desmitifican la realidad, una realidad sangrante, entonces “La marea de la patria subió tanto / que el barco de la patria empezó a zozobrar” a naufragar en un creciente enfrentamiento de clases, con esa marea de desestabilización económica y desintegración social en que estamos inmersos hasta el presente. Para aclarar mi juicio, oigamos a Brizuela que en su historia primera: “Y decretaron muerte a los profetas”, expresa su sentir: “hubo en este país un incendio de odios y de luchas de clases y de clases de lucha que durante doce años (1979-1992) hicieron una pira de cadáveres setenta veces siete por miles y millones de lagrimas, exilios, de derrumbes, desfloración de prados y cosechas y aldeas arrasadas”. Entre estas dolorosas historias identificamos la postura moral de personajes que se jugaron la vida alzando su voz que ya tienen que ver con la historia del pueblo: “Entonces la voz de unos profetas se expandió / como regueros de luz / diciendo a los impíos / ¡Negociad el poder y devolvedle al pobre / el derecho a la mesa y a la escuela”, la realidad objetiva está presente, pues la masacre de los Jesuitas de la UCA y dos humildes domésticas en el alma mater, ejecutada cínicamente bajo tutela militar de la Fuerza Armada, caso conocido a nivel internacional. Asesinatos ocurridos en los meros días de la Ofensiva de Noviembre 1989 entre los fuegos la guerra civil: “Así que llegaron a la casa de paz / de seis esclarecidos sacerdotes y a la de dos empleadas domesticas / varios hombres soldados a la exacta medida / de sus nombres de guerra: Satanás, Pilijay, Maldito, Salvaje, / Lagarto. Acorralado. / Soldaditos de plomo / con nombres del reino de la noche”. Subrayo con énfasis esta historia (un tanto prosaica) pero de un valor conceptual, testimonial por su denuncia: “Así fue como un noviembre de huracanes / la sangre de seis mártires profetas / - seis hombres que en verdad / eran siervos del Hombre-Quetzalcóatl, / también llamado el Cristo- / vino con el vino de Dios / a mojar esta tierra de dolor y esperanza / para que el día de mañana escribiéramos bien / el sueño de la patria”.
Y así en su recuento van apareciendo otros mártires que simbolizan los miles de muertos masacrados por aquel régimen fascista que con asesoría militar del Imperialismo, atizó con más fuego y sangre, con dólares de muerte (engendrando corrupción) haciendo la guerra al pueblo, pueblo que se tuvo que armar, se organizó y quien por condición moral supo también declarar la guerra al enemigo, creando el heroico frente Farabundo Martí que supo luchar hasta última hora de 1992 por la liberación nacional. La segunda historia “Un Profeta Mayor Alzo su muerte”, se refiere al caso del crimen que encendió la mecha de la revolución de los 80s, el asesinato de Monseñor “Oscar Arnulfo Romero”, que conmovió al mundo entero, ocurrido el 24 de marzo de 1980 en la Capilla de la Divina Providencia en San Salvador. Ejecutado con la autoría intelectual de los sátrapa de la oligarquía, los militares y la complicidad de los Judas y Pilatos de la misma Iglesia Católica Salvadoreña, que en su división interna, habían obispos a favor de los conservadores ricos (Aparicio y Quintanilla), donde también otros tomaron la “Teología de la liberación” (el jesuita Rutilio Grande, obispo Rivera y Damas, Monseñor Romero y más valientes sacerdotes que cayeron, buscando por vías cristianas, el mejor bienestar de los pobres: “Cuando la guerra que les cuento comenzaba a ponerse / color de Apocalipsis, / convirtiendo su báculo en micrófono / salió al atrio el obispo mayor, / de nombre Oscar Mestizo / y con palabra como espada de fuego / se enfrento a las fieras de turno / a los dragones del mercado libre / a los lobos de la fuerza armada / a las víboras de la prensa amarilla / a los Herodes del gobierno / y a los Poncio – Pilatos de la Embajada y el Pentágono”. Todos fueron lobos y hienas que se lanzaron contra aquel cordero de Dios inmolándolo con el martirio. Monseñor Romero voz de los sin voz.
El texto tercero “Historia de un rico bueno llamado Enrique”, alusión al patriota Enrique Álvarez Córdoba, un patriarca más de la Oligarquía salvadoreña, con la diferencia, que fue un rico justo, sin ambiciones de poder. Oligarca que supo acatar el precepto bíblico de Cristo: es más fácil, que un camello pase por el ojo de una aguja y no un rico entre al reino de los cielos. Pero Quique Álvarez Córdoba supo con humanismo de conciencia proletaria, quien a pesar de haber sido alimentado con cuchara de oro, supo romper ese precepto, fue “un hombre muy rico de esta tierra que logró pasar el ojo de la aguja atravesando el llanto de los pobres”, como dice el poeta, por ello fue sentenciado a muerte por los mismos patriarcas del dinero, quienes siempre quieren manejar los destinos de este sufrido país: “Era un hombre de familia oligárquica / señor de latifundios y ganados / y se llamaba Enrique”. --A quien como dice el poeta-- “el hambre de los pobres le punzaba los ojos / y el dolor de los niños le encarrujaba el alma”.
En la cuarta historia “Tuvimos ¡Ohuaya! Un poeta profeta”, se relaciona al caso del asesinato del poeta salvadoreño Roque Dalton García (1935-1975), conocido como militante de la revolución salvadoreña, ejemplo de intelectual revolucionario en Latinoamérica. Asesinato debido a la actitud retrograda de uno de los primeros grupos clandestinos de ultraizquierda (ERP) que en la década de los 70s pregonó la muerte (craso error como han manifestado años después sus asesinos), un poeta muy solidario con la Revolución Cubana, un hombre visionario, que rompió los cánones, orientando la brújula de la poesía salvadoreña contemporánea del siglo XX a niveles latinoamericanos, a nuevas formas estéticas, ideológicas, el uso del lenguaje, la metáfora, con actitud avasalladora y en una época difícil que tocaría enfrentar. Poeta que supo crear una poesía con lucidez, con desenfado y con espontaneidad coloquial, dando dolores de cabeza contra los depredadores del mal, la opresión, la injusticia y con el sueño socialista; es decir dar su vida por la causa proletaria, como el único camino de salvación, realizando su militancia política con honestidad y postura moral dentro de una realidad compleja, de riesgos, de valentía política que lo lleva a sufrir cárcel y exilios durante los 60s por el régimen militar del coronel José María Lemus, porque hasta hoy “Sus poemas fueron piedras de escándalo / racimos de la ira / manzanas de la guerra; / porque asumió con gozo y con coraje el decir la verdad/ ante los torreones del poder y el miedo”. Ese fue Roque Dalton García “el pregonero poeta de la guerra/ que regreso a luchar / después de tanto exilio y tantos sueños”. Roque Dalton al igual que el poeta Alfonso Hernández (1948-1988) que cayó combatiendo, soñando un futuro luminoso para la patria, ellos son patriotas que no se entierran nunca: “en mayo lo mataron, equivocadamente / un día de la madre dejaron su cuerpo sin sembrarlo/ sobre la madre tierra. Sus huesos y sus versos / no cupieron en una tumba: / se fueron expandiendo con sed de enredaderas/ con vocación de ramos, / por los cuatro costados de este país que tanto amó / regándolo con libros y con sangre”.
No olvidemos que en nuestro análisis partimos del texto literario, una poesía exteriorista, de verso libre, y en algunos instantes lirico, escrita a la manera de crónicas poéticas. Fuentes que vamos interpretando desde un espacio referencial, la patria. En este caso debemos partir del contexto social, cultural, económico y político que enmarcan los textos poéticos de Brizuela dentro de un marco histórico real. Temática histórica del pasado que tiene que ver con las luchas del presente en los 80s, como lo muestra el texto quinto “Oración-Elegía por 1932”, se refiere a sucesos que se producen dentro del marco de la lucha de clases que lleva al pueblo a un levantamiento insurreccional de indígenas, obreros campesinos, acaecido en 1932, dejando según los analistas, un doloroso saldo de 30 mil muertos, masacrados en el occidente del país, a manos del criminal régimen del General Maximiliano Martínez(1898-1966), quien mandó por esa época a fusilar a Farabundo Martí ( 1893-1932), conocido líder que encabezó, junto a otros tal levantamiento, Farabundo Martí es símbolo hasta hoy de la revolución salvadoreña. Martínez asesinó a otros patriotas, impuso una dictadura militar de 13 años en el poder sembrando silencio. Brizuela en su arrebato lirico pensado con lógica, estilo ritual en rasgos de poesía indigenista, aclama a los Dioses míticos Pipiles Quetzalcóatl, Ometeotl y Tezcatlipoca, el del Espejo Humeante y al Justo Juez de la Noche, bajo esta invocación: “El general y sus tropas de asalto dieron timón atrás / al barco de la patria / por los esteros del miedo / dorando los mares del imperio. / Fue cuando el crac mundial de las finanzas / en virtud del desorden con que rigen el mundo / los hijos del negro Tezcatlipoca, / el del Espejo Humeante”. / (…) “Por eso te pido Ometeotl Eterno / ten compasión del indio y de la india que aun / no ven su aurora / que aun andan mendigos por las calles del tiempo / con su prosapia a cuestas / añorando la tierra de preseas / donde bajo el azul de un cielo de cobalto / el venado cruzaba los montes y los ríos”.
Las historia seis y siete, respectivamente “Un Mitote llamado Independencia” y “Tierra de Cacahuatales, Tierra de Bálsamos”, marca la historia de un país colonizado, alude el final de la Monarquía Española, por el movimiento emancipador de Independencia de 1821 en Centroamérica, quien durante el sometimiento colonial fuera gobernada por peninsulares, encomenderos y criollos pudientes. Quienes, alzaron un grito anticolonial en un momento, motivo de persecución, cárcel y sentencias. Pero fueron los Criollos los beneficiados que por sus mismos intereses creados apoyaron la independencia. Claro algunos de estos “próceres” (entre ellos algunos curas cristianos y civiles), tenían buenas intenciones, como Pedro Pablo Castillo, a favor de la causa popular y de las comunidades indígenas; otros pensaban en sus bienes hereditarios, el poder, luego manejar los recursos de la patria: “Los criollos de la América Central / nacidos de españoles y herederos/ de tres siglos de corona real / plantaron en sus sienes para entonces / el gorro frigio de la emancipación: / empuñaron antorchas para hacer su camino / y proclamaron suya desde entonces / la cintura de Abbia-Yala (América)” (…) “si los criollos de blanca tez y herencia colonial decían: / ¡Libertad, Igualdad, Independencia!/ los indios y mestizos aplaudían mirando, / agitando las enormes raíces de miseria y despojo”. Fue la oligarquía criolla, para decirlo los que soñaron la “Independencia” en su provecho, el pueblo trabajador siguió lo mismo sin su independencia, siempre históricamente sometido a los amos mayores, luchas que tienen que ver, con las presentes luchas del pueblo. Pues una vez decretada la independencia los criollos hicieron de las suyas para mantener sus privilegios, se olvidaron de los sectores proletarios, manteniéndonos en sumisión, represión, marginación social, cultural, miseria y explotación hasta los perennes días: “Pero he aquí que la sequia continuo de frente y de perfil / en el rancho, en la milpa: los señores del mando, / doctores de la ley, patrones del añil y del bálsamo,/ no curaron la herida / de los trescientos años de saqueo y mentira / antes bien mantuvieron con hambre y reprimidos / a los hijos del maíz y del barro / les recetaron viejos impuestos con discursos nuevos / negociaron su pompa y su esplendor con el país del Norte, / alianza de la que el pobre – pobre no comería ni un rábano”. Esta misma historia refiere los despojos de la burguesía criolla, en el arrebato de las tierras indígenas, al declarar el Supremo gobierno de turno (de Mariano Prado), la famosa “Ley de Extinción de los Ejidos Comunales”, acción que ocasionó un grito de protesta y un furioso levantamiento de los pueblos indígenas, Santiago y San Juan Nonualco, acaudillados por el indio Anastasio Aquino en 1833, quien se rebeló contra los terratenientes criollos, añilera por entonces, quien se autorizaba con descarado derecho la usurpación inaudita de las tierras indígenas, con el fin de introducir por ambición de riqueza, el café (“grano de oro”) y convertirse con el tiempo, en oligarquía cafetalera e industrial: “Así fue poco más tarde, en 1833, / de los montes del centro de su tierra humillada / bajaron los Nonualcos, / los nietos del jaguar y del quetzal / en rebelión bravía / a luchar por su raza y por su historia/ bajo el mandato de Anastasio Aquino / el rey de los nonualcos, / repudiando los símbolos antiguos y los nuevos / del gran depredador, / del siempre engarzador de mentiras.”
Aquí en este terruño de Cuscatlán se da la vida por una idea donde la tragedia histórica aflora sentimientos por la patria que se ama intensamente, historia vilipendiada desde un pasado que nos pertenece, arrebatado con la cruz y la espada, con el saqueo e implantación de una cultura colonizadora (y hoy neo colonizadora) desde la invasión misma de la Conquista Española a Goathemala y Cuscatlán desde 1524 en Centroamérica, por el Clan de los Alvarado y otros que en nombre de la corona impusieron un sistema obsoleto, feudalita manejado con el tiempo por los nuevos amos de hoy, cómplices de la dependencia económica, del grado de norteamericanización y la dolarización que padecemos. Esta séptima crónica poética reza con sentimiento trágico: “Era un 8 de junio de 1524 cuando por occidente, / por la mar del sur. / Llegaron más o menos 300 blancos / y unos 5000 indios a ellos sometidos. Vinieron en son de guerra a la comarca/ de muy variadas preseas / al señorío de Tecpan Izalco / y al señorío de Cuscatlán, / donde crecían con bendición de Tlálot / los balsamares y los cacahuatales / saturando de aromas el trajinar de los nativos.”
En conclusión estas son Siete Historias de las tantas historias prohibidas que cuentan del calvario de sangre y despotismo institucional que ha vivido nuestra patria hasta el presente. “Siete Historias de Cuscatlán”, de Luis Melgar Brizuela, obedecen a la visión de crear una “POESIA DE RESISTENCIA”, dentro de una cultura popular, bajo una toma de conciencia social siempre de participación liberadora. Aquí se manifiesta el reflejo de una literatura de carácter “subversivo”, desde las trincheras de la poesía misma en una “cultura de resistencia”, que según las nuevas teorías de la estética materialista caracterizan “un espacio de conflictos ideológicos y políticos entre dominantes estructuras de poder” (Grabes, 131), en Centroamérica en particular aquí en El Salvador, Guatemala y Nicaragua, focos de beligerancia política juzgados desde los 50s, región inmersa en perennes conflictos sociopolíticos, donde predomina como espejo de nuestro tiempo una literatura de protesta (poesía, narrativa) de testimonio que no está exenta, ni es indiferente, aun después de la posguerra, a la crisis social que hoy enfrentamos en otra dimensión histórica, contra nuevos patriarcas del poder y su gloria de privilegios. Y aunque todo tiene su precio estipulado, honores, conciencia de morir, y por el precio de la felicidad de otros venga tantas veces esa muerte dolorosa. Uno de esos pudiste haber sido tú entre “setenta veces siete que por miles murieron”, como dice Brizuela, aquellos que heroicamente cayeron para que otros sigamos viviendo. Nuestros muertos guardan un espíritu épico del pasado, sus memorables vidas que ofrecieron serán siempre semillas de floración para un mañana armonioso de justicia social.avt/2016

ALFONSO VELIS TOBAR 
Poeta, escritor e investigador de literatura

jueves, 8 de diciembre de 2016

“REFLEXIONES EN SINTESIS A LA POESIA DE SALVADOR JUAREZ EN LA POETICA SALVADOREÑA CONTEMPORÁNEA DE HOY”

Salvador Juárez, poeta Salvadoreño





ensayo

“REFLEXIONES EN SINTESIS
A LA POESIA DE SALVADOR JUAREZ
EN LA POETICA SALVADOREÑA CONTEMPORÁNEA 
DE HOY”



Por Alfonso Velis Tobar 
Carleton University M.A.
Ottawa Canadá.


Mi propósito en estas reflexiones en lo que denota para mí la poesía de Salvador Juárez, dentro de la poética contemporánea de hoy en El Salvador. En mis generalidades, quiero dar imagen, su visión de mundo, temática, su totalidad histórico social, creada en diferentes periodos de su trayectoria literaria. En reciente visita a mi país en el 2016 a los años nos encontramos entre la alegría de una tarde llena de poesía y de café, gentilmente, me regaló todos sus libros.
Chamba Juárez, nació en 1946, originario de Apopa Departamento de San Salvador. Tiene vasta producción poética, conocida dentro y fuera de la patria. Según mis investigaciones entre 1972 al 2016 y en la cual precisamente enfoco mi lectura analítica con este esbozo critico sobre su obra. Salvador Juárez ha publicado once poemarios: “Al otro lado del espejo”, 1973; “Tomo la palabra”, 1977; “Puro guanaco”, 1978 con varias ediciones al 2008; “Desenterramientos y otros temas libres”, 1987; “Sin oficio ni beneficio”, 2000; “Veinte poemas de rigor y una canción desperdigada”, 2001; “Testamento inconcluso”, 2003; “Camino del copinol”, 2004; “Mi libro azul”, 2007; “En el túnel, 2006; “¿Y quién dijo silencio?”, 2010. Y uno en preparación que titula “Impronta final” (2010-12) Publicó en 2007 en ensayo: “El tigre bisco” (Ensayos contra el descompromiso); “Y el intelectual, la cultura y otros changarros”, así artículos socio políticos, culturales publicados en el Diario Colatino. Sin más detalle algunas de las obras en mención -para su galardón- merecedores de premios nacionales e internacionales. Chamba Juárez, mimesis “juglar” de la “barriada”, poeta que sueña, imagina otra realidad de convivencia social. Como ejemplo su primer libro de poesía “Al otro lado del espejo”, de 1973, voz de blasfemador, conjetura de la vida, ante el mal estado de cosas, que aquejan su alma muy desesperado en un ambiente de rivalidades, de odios de clase que los mismos dueños del poder engendran: “Nos enclaustramos en las absurdas escogitaciones / y jamás la risa fue virtud de nuestros labios/ (fuimos los inseguros de salir de casa/ sin antes pensar en el peligro/ agazapado en la primera esquina)/ Jamás jamás / fue visto un espejo/acribillado por nuestras carcajadas” (Poema II) (…) “Como reconocimiento/ tengo que brindaros lo mejor. / Mi voz / mi nostalgia/ mis defectos” (Poema IV)
Y debemos partir de su propia visión de mundo, dar cuenta de su espíritu que en desasosiegos desesperados expresa dramatismo circunstancias y situaciones existenciales: “Yo soy el que veis partir todas las tardes/ con su tristeza a perdidos horizontes / El que frecuenta los abarrotados portales / el que se deshace en lagrimas / cuando cae la noche / El que no pronuncia su nombre / por temor a las pesadillas / El que añora la casa que fue / y el hogar amasado por la zozobra. / Yo soy señores el que tizno la historia” (Poema V) (…) “Nosotros Ed. / sólo buscábamos la salvación / de los instantes tan dialtiro escasos / y por eso quizás vilipendiarnos las tardes / cuando nos vimos frustrados de los bolsillos / Nosotros Ed. / nos conformamos / a seguir con la esperanza a cuestas “(Nosotros Ed.)
Otro de sus libros “Tomo la palabra” poesía de 1977 el poeta se manifiesta con insensatez, cordura ante el ambiente social que vive desde una realidad que punza y pincha sus ojos: “En el túnel donde cualquier voz engorda / gritamos todos: “! Viva la libertad”! /“! Abajo la dictadura”!/ “! Mueran los esbirros!” / Pero cuando llega la noche / apostamos a la hermosa prostituta / y la mayor cuenta del bar la hacemos efectiva / al mediodía siguiente / continuamos / “! Que puta vida”! / ¡Qué país donde vivo!” (En el túnel) Si nos fijamos detenidamente en los elementos que sabe incluir el poeta como recursos: desde sonidos onomatopéyicos, exclamaciones, figuras de dicción, tropos del lenguaje, anglicismos, indigenismos, neologismos, dichos, refranes, apodos, personajes folklóricos del entorno local, su lugar natal de donde parte sus elucubraciones de conciencia como: “Que dos meses antes de nacer / grite ¡mamaaaaaaa! / (…) Dicen que de ahí nadie respondió por su sano juicio / llovió guaro que fue maravilla. / Bailaron, cantaron / y fondearon bajo el palo de amate. / Y la niña Lucia Navarro / -que era la partera oficial - / dicen que no hizo más que llorar toda la noche / con sus colochos hechos “(Palabras marcadas)
Como suele suceder en otro de sus libros: “Puro Guanaco” poesía de 1977 que más ha hecho hablar, con seis ediciones al 2008. El texto “Cuando el ultimo reflejo funerario”, dejos de corriente onírica, nihilismo temprano, desdoblamiento, levitación del subconsciente en trance, un muerto habla a su gente que asiste a su velorio, puro surrealismo: “Alisten un par de candelas, / una magnifica, / un rosario, / un Cristo y una dolorosa, / porque esto ya huele a ciprés. / Y no vayan a andar con babosadas / en el velorio / porque les juro que ahí nomacito / me levanto a hacerles muecas de espanto / para que me recuerden de veraz.” Y no hay que mejor momento al oír en su viva voz: “(…) Sin que le importe a uno / la cara que se hace para decir / “! Ay Dios mío, porqué me lo quitaste, / tan bueno que era el pobre / y tan sin ninguna gracia que se murió ¡” / y si tienen conqué / no dejen de repartir su traguito, / de pachón para que raspe y ayude al desvelo. / hay que dar también una buena porción de pan dulce / y café, una buena tarrada de café / y cigarros en abundancia. / (…) Así se compren suficientes naipes españoles, / aunque no alcance para alquilar las cortinas, / pero que Torres/ El Chele Mecho, / la Chapuda y Lito Palangana / tengan con que decir / “! Voy 10 al oro!” / (…) así nomas se dejan ir donde el sacristán / a encargar los dobles. / ¡Dalan, dalan!, que digan las campanas ¡ / (…) y por ultimo / si me quieren preparar a mi gusto, / no me pongan saco ni corbata, / ni talcos en la cara, / ni brillo a mis cabellos, pero si / y si no es tanta la molestia, / que la tajadita de limón / sea una media luna entre mis labios” (Cuando el ultimo reflejo funerario)
Hablar de su poesía a nivel formal, conceptual, predomina lo conversacional, lo oral espontaneo, su texto “Lo fregado es la goma compadre”, habla hechos humanos cruzados en su vida con una voz de pura poesía popular: “soportar estas noches es lo fregado, compadre. / Uno siente que le hormiguea todito el cuerpo / y un sudor helado chorrea en los huesos. / (…) y entonces son los brincos ¡Ah compadre ¡ / ¡ ¿Por qué no será tan necio?¡ / ¡ ¿Por qué no acordarse de estos / amolados a la hora de empinar el codo / y mandar al diablo las rancheras y los recuerdos?! / Pero a lo hecho pecho, compadre, / porque si vuelvo a acordarme del principio es la de nunca terminar / Porque viera que duro es eso ¡/ la mujer está jode que jode todas las noches. / Las deudas por uno y los chambres por otro. / El sueldo que no estira y los anuncios que no dejan / de perturbar: que la casa, que el automóvil, / que “no se puede vivir sin radio”. / Y ahí en ese infierno, / ¡uno siempre es el chingado/ compadre! …“solo porque Dios es grande / he llegado hasta este momento. / (…) A puras marías santísimas / estoy aquí contándoles el cuento. (…) Así es como he tenido que amarrarme bien el cincho / para ajustarme el alma. / Así mi buena suerte / ¡esa apedreada suerte mía!... (Lo fregado es la goma compadre)
En su texto “Homenaje a la raza” de su libro “Camino al copinol” del 2004, lo simbólico, lo semántico están presente, la expresión “a la raza” se refiere a los “zumberos”, los alcoholicos consuetudinarios de la calle, que buscan el trago para quitarse la “goma” luego hacer alguna diligencia, a cambio los cigarros, el “lijón” de guaro macho, los bolitos gozan el júbilo de su ruindad humana, enclaustrados en el paraíso infernal de su infeliz tragedia, su “delirium tremens” invocar a Dios Baco. Aquí en esta narración nihilista de Salvador Juárez, hay patetismo, señal semiótica en el uso del lenguaje; no hay palabra rebuscada, ni metafísica más allá de la realidad, hilvanando monólogos interiores de un individualismo lirico, poeta sensible que sabe hacer suyo el sentir de una conciencia colectiva. Esta es para mí una “estampa de realismo social”, urbana y crudo, doloroso, víctimas ellos mismos, olvidados de un sistema que solo ofrece desalientos, sin terapias de salud. Pienso que Chamba Juárez es el poeta cuyo lenguaje contribuye a preservar esas “jergas del lenguaje”, esa “voz populi” que se expresa desenfadado, con franqueza, de los trasnochadores oyendo a Juan Gabriel, Pedro Infante, Vicente y Alejandro Fernández canturriando frenéticamente las rancheras como: “Sufro tu ausencia”, “Esta tristeza mía”, “No volveré”, “Estos celos”, “Nube viajera” “Por mujeres como tú”, llorando a moco tendido locos de amor su sentimiento. Porque expresiones con intención poética son estas: “A la mierda pastores que la pascua ya pasó”, “En boca de botella”, “Eso nos pasa por andar confiando en los bolos hijos de puta”, “y me dedicaron unas rancheras con las que solíamos llorar/ bien a verga en uno de los salones de Apopa” Lo cierto esta poesía, denota humor al escucharla y “humor del negro”, sin ambages son dichas las cosas, así de simples al natural extraídas del alma popular.
¡Qué mejor ejemplo! muestra su “Testamento inconcluso”(2003), como siempre lenguaje popular, sentimientos renegando, desahuciado de este mundo infeliz dice: “La mera gente, pues, / El puro pueblo, aquí y allá / ¿! Y que más quería yo!?/…” es haber vuelto “agarrar zumba” después de trece años de sobriedad/ y quebré el bote con un mi cumpleaños / en Guanajuato, exactamente.” (Poema VI) “Y de ajuste / por no adaptarse al modelo se quedo gueliendo pega / picapedreando en la oscuridad, / haciendo muecas al pasado / con una coche bomba en la mano! Tirado al perro, completamente/ ¡Esta bueno que se lo haya llevado putas”…” Ahí se había quedado escuchando las viejas canciones al Che y a Víctor Jara. / Y a saber que putas ve en sus alucinaciones / que dicen que allá al fondo de la Tutunichapa / todavía llora por el Unicornio y el Sombreo Azul ¡… “Pues muerto el chucho se acabo la rabia…” (El letrado de las altas esferas) Como se observa mis queridos lectores, qué más vivencias humanas esta manera de decir las cosas, a calzón quitado, sin pretensiones, sin complicaciones rebuscadas en su poesía. Se reflejan momentos sufridos en “Mi libro azul”(2007), imagen del martirio alcohólico, tiempos que el poeta se chamuscaba la garganta en honor a Baco, cuenta experiencias familiares en el texto “Desde la Tribuna”, historia sobre su hermano Arturo y su padre, la tragedia por las garras del vicio, Arturo murió de una cirrosis. Ese batallar existencial en esa vagancia del lumpen que refleja su texto “Poema de los más bajos fondos”, puro monologo interior, el alma se debate en diversas circunstancias, vagabundeo, soledad, interioridad del subconsciente: ¿Y que ando haciendo aquí, / en plena madrugada, / sin rumbo en estas calles solas, / ¡tremendamente solas!?.../… ¿“Que fortuna me he quedado buscando / a tientas en el suelo, / como ciego desesperado / queriendo tactar una migaja no sé de qué? / Que me exaspera hasta el delirio.”… ¿Que fuerza me impide dar un paso / hacia la verdadera realidad, / aunque las ganas de salir del infierno / también sean poderosas…? “Y cualquiera llora al verse topado al cerco del infortunio. /…ha quedado completamente chuna. / Así como vengo por estas calles / barrileando con la esperanza de hallar aunque sea / un par de cachos, / que aunque no sean a mi medida está bien, / y aunque un zapato no sea igual que el otro / me da lo mismo…!” Poesía que hace pensar esa emoción fervorosa que habla con descaro, el fatalismo moral de total dejadez humana, pasar su temporada, lo que considera sus infiernos adorando al Dios Baco, sus rehabilitaciones en el Hogar del alcohólico, el poeta cuenta, se rescata con la poesía misma, la vivacidad de su espíritu de confrontar los delirios en que depara su vida capaces de perder la razón. El poeta muestra un retrato social, la anécdota o crónica de algo que contar que se identifica con su conciencia individual ante la realidad que enfrentamos. Una poesía que desde lo formal está desprendida de su ritmo, pero no desligada de su verso humano, en el camino de los más “bajos fondos” se habla con franqueza, sin hipocresía, sin misericordia lo llevan a la droga, a esa estampa de miseria humana soportando crueles zarpazos sociales a su vida. Eso lo notamos en “Veinte poemas de rigor y una canción desperdigada” poesía del 2000, cuyo título recuerda a Neruda, no en el “amor” pero si en su canción desesperada que el poeta sufre sin perder esa “inmensa alegría de vivir”…
Por lo general en su totalidad la poesía de Salvador Juárez, su temática misma capta y recrea, con dejos de humor, sarcasmo, ironía, solemnes instantes, desesperanzas, frustraciones; ante el mal estado de cosas, que corroen su alma llevándolo al uso de “expresiones con malas palabras” consideradas vulgares, léperas, chabacanas dichas en doble sentido como: “Cuando la cabeza de abajo se para, / la de arriba no piensa”, utilizada con intención poética. Además yo no creo en las malas palabras, más bien creo en la mala interpretación de ellas. Por ello tengo entendido que la poesía de Chamba Juárez, en sus inicios fue mal interpretada, cuestionada precisamente por su recurso poético usado, su manera de decir las cosas. Como que su poesía no cabía en el estilo de la poesía que debía escribirse en esos cruciales momentos de violencia social de la década de 1970. A ¿quién, por ejemplo? Podía importar en ese momento, las vivencias de los “bolitos” o del futbol de Apopa su ciudad natal, así como su individual desgarramiento de poeta, cuando se vivía ante un régimen que perseguía con la muerte, a quienes apoyan la lucha revolucionaria en contra de la dictadura que por años reprimía al pueblo; claro ubicada su poesía en ese contexto, parecía una poesía que no cuajaba con las circunstancias históricas. A pesar que para entonces mi crítica, daba razón a la poesía de Chamba Juárez, inclusive al principio, para ser honesto con mis lectores, no me gustaba mucho su poesía, no me llenaba de encantos, ni emoción, ni inspiración alguna, centraba su lenguaje en una forma común y corriente cada vez que leía y oía su poesía en recitales, sentía que contrastaba a lo vigente a los ojos de una problemática social que dolía más, consciente también que la poesía no debe aislarse del lenguaje común que diariamente vivimos, lloramos, oímos, cantamos, a putiadas y puñetazos de dulzura, los piropos amorosos, vulgares, que para la clase “Popof” son ofensivos. Yo estudiaba a lingüistas y críticos de la sociología literaria como: Lukács, Roland Barthes, Jacobson, semióticos del lenguaje, ayudan aplicando sus principios teóricos a la literatura, daba esa “razón a sus detractores, pero también daba toda razón de ser, a la poesía de Salvador Juárez y con el tiempo en segundas lecturas de su poesía, caí en la cuenta como por arte de magia, quizás también para sus críticos les pasó lo mismo, su poesía ya una vez asentada la posguerra me denotaba vitalidad, gracias a su lenguaje mismo, pues críticos de la época sostenían, en una poesía “de un lenguaje de gran simplicidad” pero después comprendía, su verbo se enriquecía, parecía afianzarse mejor a la identidad de nuestra gente, pues la poesía, sin importar las vivencias de donde venga, no puede nunca perder contacto con el espíritu de su pueblo si refleja realidad humana.
El Poeta Salvador Juárez, capta su mundo, exterioriza sus estados de conciencia interior que lo abruman de soledad, habla solo desde su rincón. Y entre este maremágnum de las circunstancias sociales, históricas que se viven, su lenguaje desagarra temores o valentía, inmersos en la problemática, alejado de todo formalismo puro. Chamba es un poeta fructífero que aporta a la literatura, que contribuye a rescatar vocablos propios del pueblo; expresiones que descarnan humanamente que dan vida e identidad al español que hablamos en El Salvador de hoy. Los poetas pero no los del Olimpo, poetas de Dios, ángel o demonio, benditos al paraíso o malditos al infierno de nuestras circunstancias sociales; capaces de soñar utopías y no a lo postizo, esta aparente realidad virtual que ciega oídos que ensordece los ojos. Pues vamos a los empujes al manejo descarado del imperio y es la crisis propiciada por el neoliberalismo desenfrenado y globalizador. Esta falsa modernización (entre cordones de hambre e inseguridad social), esta realidad aparente solo demuestra, el subdesarrollo y atraso en que vivimos.
En fin diremos que toda su variante poética desde su primer libro “Al otro lado del espejo”, de 1973 hasta “Impronta final” del 2010-12. Todo esto hace reflexionar el espacio antropológico de la poesía, se debate entre un eje social, cultural, político, que no da la espalda a la razón en sentido humano, a la oración luminosa, sagrada y desacralizado en el contexto histórico, de una realidad de grandes contrastes económicos, surge la poesía, constituida por hechos, tragedias, circunstancias políticas, míticas, los rituales, la tradición en tiempos ancestrales, testimoniales en que nace la poesía, como una forma de la conciencia social. Y donde debe haber sentido de compromiso, ante la realidad que circunda; obliga al creador a tomar una posición de clase, una actitud moral frente a esa realidad sistematizada, pues la literatura, la poesía y la razón misma son aliados vitales a una filosofía de ficción; y será por consecuencia misma, una razón de concepción idealista o materialista, según la conciencia social del poeta, del escritor, del artista, al percibir esos reflejos de la realidad, más cuando el lenguaje proviene desde la entraña misma del propio pueblo. De cómo la poesía, la literatura cuya complejidad estética debe estar presente, padeciendo, haciendo frente con imaginación de crear una ficción de la realidad o de una realidad hecha ficción como se quiera.
Pienso que poetas, algunos, de la talla de Chamba Juárez, Ricardo Castrorrivas, Roberto Monterrosa, Ulises Masis, Gilberto Santana, más que todo los caracteriza lo coloquial del lenguaje que utilizan tal cual como habla la gente. Entonces la poesía dentro de la cultura explora los valores de la lengua, de la tradición popular como hablantes que somos. Ahora en cuanto a la función poética en el uso del lenguaje en la literatura salvadoreña, se conocen antecedentes, en parte dados por el polémico poeta Roque Dalton (1935-1975) y otros de la generación de 1950 que llevan la poesía a un sentido de compromiso. Roque que influenció a las generaciones posteriores, tanto en conducta moral, militancia, al crear con maestría estética desde lo formal, una poesía urbana, conversacional, además un abanderado de esa poética del compromiso, que supo romper espacios históricos del proceso literario del país. Y flotando la poesía por un lado lejos o cerca grita el eco del testimonio de la historia misma. En la poesía de Chamba Juárez no hay ritmo y si lo hay es música de tonada triste, de melodía lúgubre que punza el verso libre, que rompe el verso “cristal” dada la imaginación diluida de su expresión casi prosaica, en todo caso “verbo”, poesía sin preocupaciones técnicas se rebela contra la “poesía pura” sin esa tradición del verso “rubendariano” que profesaran poetas postmodernistas del primer cuarto de siglo. Chamba Juárez, revelada su poesía en lo que en Ernesto Sábato llaman “anti poesía” o “exteriorismo” subjetivo y objetivo en Ernesto Cardenal todo por sus giros en el lenguaje popular. Razón tenga sobre algunos aspectos estéticos de su obra, un crítico como Jorge Vargas Méndez, poeta trabajador, un investigador, califique a Salvador Juárez en su estudio “El Salvador y sus hablantes”, como el escritor en El Salvador que en la mayoría de veces, es quien más utiliza en su poesía, los “distintos giros sintácticos, gramaticales”. Yo digo que Chamba Juárez, es un poeta en El Salvador de visión social, coherente con tendencias vanguardistas, al utilizar la expresión coloquial en la conformación de los propios cimientos de su poesía.
De modo que al tomar como base la literatura, la poesía, sus oficios en un contexto histórico, de relaciones humanas, sociales, económicas, políticas y donde los problemas nacionales están vigentes. Y de fondo la poesía anda flotando, asusta nuestra sombra, la incertidumbre, las noticias inesperadas, la violencia y las maras, el crimen organizado, más la corrupción como pecado fácil, frente a las luchas parlamentarias que los políticos de turno presentan el teatro de su vida sin ningún consenso ni soluciones de los álgidos problemas que aquejan a la sociedad salvadoreña, más bien más agravantes: “Y si alguna vez puedo salir de esta manigua de la existencia / hasta que no olvide esta cruz calle sin nombre/ esta zona de alta peligrosidad / donde mareros, ladrones y drogadictos / llevamos el mismo estigma” (Los tirados al perro y las maras) Y de fondo de esta problemática hay una estética extrema en la conciencia de dar testimonio con sentido de resistencia de esta realidad que vivimos, en este pueblo de espíritu trabajador, sin oportunidades, sin brújulas que tomen el más justo horizonte de buen futuro para todos. Por consecuencia misma la ola que impone el imperio, la neo-colonización con la globalización neoliberal de un sistema económico en perenne crisis, desintegración social, desigualdad económica donde el crimen organizado, las extorsiones andan a la orden del día. Todo esto la crisis del sistema que padecemos, la problemática que vive este valiente pueblo que se niega a morir. De base una cruenta lucha de clases como punto de partida de nunca acabar, desde la época misma de la colonia, desde la conquista y su resistencia, tiene raíces de base social en el obsoleto sistema de infraestructura económica de carácter medieval que nos heredaron los colonizadores, con el tiempo la burguesía criolla, la oligarquía, vino labrando buitres con intereses creados en este sistema de injusticia social en el cual vivimos. Donde no hay vuelta de hoja, no hay salida, la soberbia, el asco, lo grotesco la mueca y la risa miserable de un ambiente de sálvese quien pueda, de salir huyendo por falta de oportunidades, soñar otros rumbos, donde hacer vida aun con la nostalgia de la patria ausente. Soñamos como poetas la concordia, la armonía social, y la felicidad, vivir con más dignidad en una sociedad civilizada. Eso concierne hoy en día a los creadores de cultura de contribuir con sentido ético a ese proyecto de crear hoy un nuevo proyecto de nación, una nueva sociedad más justa y más humana. Conscientes que la poesía y ni el arte, como formas de la conciencia social, no pueden ignorar los problemas del hombre y la sociedad, ser solidarios con el épico sentir del mismo pueblo. Aunque a Salvador Juárez tampoco se le puede negar su visión política a través de la literatura, contribución práctica que lo lleva hacia los 80s a vivir la experiencia en las ergástulas cárceles de la policía nacional de un régimen dictatorial y sanguinario por entonces.
Como conclusión la poesía de Salvador Juárez en el quehacer literario salvadoreño, todavía hasta hoy en día continua siendo participe, fiel a su estilo de utilizar los diferentes giros del lenguaje de nuestro pueblo con esa intensidad espiritual para crear el “canto de la calle” con todo su humano sentir. Donde todo su numen poético, visto a la distancia del tiempo, se ha cimentado, enriquecido y por su forma de poetizar, es el poeta que más se apega su lenguaje popular a la identidad salvadoreña. Todo esto me permite explicar mis puntos de vista estéticos en el recorrido de su creación poética, cuya expresión popular, natural y formal se amolda a esa voz que caracteriza a Salvador Juárez dentro de la poesía contemporánea de hoy en El Salvador. AVT/05/11/2016

Alfonso Velis Tobar 
Poeta y escritor salvadoreño
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lunes, 5 de septiembre de 2016

ANDRÉ CRUCHAGA: VOZ REFLEXIVA E INCANSABLE

Luis Antonio Chávez, escritor y periodista salvadoreño.






ensayo


ANDRÉ CRUCHAGA:
VOZ REFLEXIVA E INCANSABLE

Luis Antonio Chávez



Extraño la luz de este camino que dan los nombres,
como rotas páginas perdidas con los años”…
Francisco Domingo Calles 




En 1990, cuando aún vivía nuestra recordada y ponderada amiga, la sempiterna princesa de la poesía y crítica literaria Dra. Matilde Elena López, tuve en mis manos una muestra de los versos escritos por el poeta André Cruchaga, los cuales degusté durante largas jornadas.
Lejos estaba de imaginar que un día estrecharía las manos de este poeta oriundo de Nueva Concepción (Chalatenango, 1957), para sellar una amistad que iría en alza.
De aquellos escritos a la fecha he acumulado cuanto poema ha llegado a mí de este autor, los cuales han aparecido en revistas y periódicos donde cedían espacios en aquel entonces- “por caridad a la cultura”, acción que se ha ido perdiendo porque a los propietarios de los medios de comunicación no les deja dividendos económicos.
Sin embargo, aún hay un medio impreso que cree en los artistas y contra viento y marea ha mantenido una revista cultural que data desde aquellos Sábados Culturales (1980), pasando por el Suplemento Cultural 3000, inaugurado el 24 de marzo de 1990, idea gestada en sus creadores Gabriel Otero y César Ramírez (Caralva).
En dicho Suplemento han publicados sus trabajos tanto noveles como avezados escritores, algunos de ellos han puesto muy en alto el nombre de El Salvador.
Alguien preguntará porqué acumulé tantos escritos, más me limitaré a decir que ha sido por cuestiones de estilo y de búsqueda de un lenguaje no prosaico, tal como escribiera Juan Larrea, defensor de la teoría Creacionista con su estética defendida por Vicente Huidobro:
“El siglo veintiuno verá nacer el reinado de la poesía en el verdadero sentido de la palabra, es decir, en el de creación como la llamaron los griegos”, (1) lo cual buscaba busca, según mi criterio poético, romper con esquemas arcaicos para proponer nuevas formas de escritura, sin que la metáfora se sienta agraviada o  forzada a ser nomás un verso decorativo.
No niego que en esas noches, con o sin plenilunio, traté de hilvanar cada metáfora escrita por Cruchaga, apuntes que me sorprendieron de entrada, pues me gustaron y aquí estoy poniéndome a cuenta para no dejar “burra” en mis comentarios, certeros o no, pero en fin son los criterios de un autodidacta metido a escritor.
Por aquello de que me enjuicien antes del génesis, permítanme cubrirme con el manto piadoso de la escritura, que es benevolente con quien toca su puerta, pero implacable con los que toman “poses” para las cámaras sin haber hallado el acertijo en Peloponeso.
En los corrillos literarios se maneja la tesis que la escritura es un lenguaje endurecido que vive sobre sí mismo, por ello no nos sorprende el estilo y la búsqueda de un don que le es dado a André Cruchaga, quien lo acoge para sí, demostrando a lo largo de varias décadas dedicadas a manchar papel, el por qué recibe los frutos de su perseverancia.
Teresa Moncayo, estudiosa de literatura y escritora (Universidad de Cádiz, España), al referirse al trabajo del poeta chalateco, acota: La poesía de André Cruchaga requiere distintas lecturas y tantas versiones… Creo que su poesía está basada en la claridad de pensamiento y se apoya en unas líneas a veces difíciles de “descifrar”… No es una poesía lineal, simple y basada sólo en la forma. Desde luego que no. Porque dice mucho en poco y, traspasa más, por esa forma y fondo que nos incita a pensar (más de la cuenta). Y es bueno “provocar” la reacción del lector. De lo contrario estaría hueca y no lo está. (2)
Y es que el arte poético requiere de sacrificio, dedicación, disciplina… y el poeta a quien comentamos lo sabe, por eso trabaja como el orfebre, de ahí que las metáforas en su pluma tomen vida impregnándolas de celajes e imágenes que, al ser descodificadas, se imantan de una escritura que sirve de trampolín para subir al podio, convirtiéndose en una lectura grata y apetecible. Para respaldar mi comentario, traeré a colación las palabras del argentino Juan Larrea, quien asegura que “lo único que debe de interesar al poeta es el acto de creación”. (3)
Larrea agrega que “el poema creado es en el que cada parte constitutiva, y todo el conjunto, muestra un hecho nuevo, independiente del mundo externo, desligado de cualquier otra realidad que no sea la propia, pues toma su puesto en el mundo como un fenómeno singular, aparte y distinto de los demás fenómenos. Dicho poema es algo que no puede existir sino en la cabeza del poeta”. (4)
Pero para llegar a esta escala, el autor de Pie en tierra ha demostrado que nada ha sido fácil, que han sido largas horas dedicadas a la búsqueda de un lenguaje genuino, creer en sí mismo y darse cuenta de que haber tomado este “largo camino” en un país donde poco o nada se hace por los escritores, es confesarse así mismo que se tiene alma de aedo.
Quienes nunca han experimentado la fobia de enfrentarse a la página en blanco y en completa soledad, no saben que se entabla una comunicación íntima entre el hacedor y la literatura, que al final del túnel el escritor hablará por sus obras a través de su recorrido.
Veamos lo que escribe Roland Barthes en el libro El grado cero de la escritura en torno a la teoría de la comunicación íntima entre el hombre y la página en blanco: “Es la parte privada del ritual (comunicarse íntimamente con la escritura). Se eleva a partir de las profundidades míticas del escritor y se despliega fuera de su responsabilidad… Funciona al modo de una necesidad, como si en esa suerte de empuje floral el estilo sólo fuera el término de una metamorfosis ciega y obstinada, salida de un infralenguaje”. (5)
Por eso es que el paso por la literatura de escritores de la talla de Berlaine, Mallarmé, Baudelaire, Víctor Hugo, Walt Whitman, Erza Poud, Eliot, Jorge Luis Borges, César Vallejo, Carlos William Carlos, Jorge Arturo, Jorge Boccanera, Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Tomás Eloy Blanco, Vicente Huidobro, Octavio Paz, Gabriela Mistral…
Y si nos ponemos más patriotas Alfredo Espino, Claudia Lars, Raúl Contreras, Oswaldo Escobar Velado, Pedro Geoffroy Rivas, Roque Dalton… han trascendido por haber encontrado en la palabra un estilo, pero también reconocemos que antes tuvieron que quemar velas en la búsqueda de una poética que dejara huella en las alas del tiempo.
No nos sorprenderá pues, que cuando se da a conocer en el mundillo literario de esta aldeaun nuevo libro de André Cruchaga, venga impreso en dos idiomas (depende del país que se atrevió y confió en el poeta traduciendo sus escritos), porque hallaremos una voz más iluminada dada su trayectoria.
Así llegaron a mis manos Alegoría de la palabra (1992); Visión de la muerte (1994); Enigma del tiempo (1996); Roja vigilia (1997); Rumor de pájaros (2002); Oscuridad sin fecha (Edición bilingüe castellano-cuskera, 2006); Pie en tierra (2007); Caminos cerrados (2009); Viajar de la ceniza (Edic. bilingüe castellano-francés, 2010); Cuaderno de Ceniza (Edic. castellano-rumano, 2013); Balcón del vértigo (2014); entre otros que iremos comentando.
Alzo la mirada, leo los versos de André Cruchaga, deambulo por las diferentes arterias de una ciudad asfixiante y virulenta. De pronto caigo en la cuenta de que los escritos de este poeta chalateco no se aíslan del marasmo citadino, sino al contrario, la convivencia con su mismo pueblo coadyuva a darle sazón al manjar que se nos entrega, aunque tengamos que hilvanar cada imagen como para ir redescubriendo sus escritos.
La palabra poética es un arte sin retorno que propone una sombra espesa de los reflejos de toda clase vinculados entre sí. Son acertijos acompañados de lo existencial. Ya lo ha dicho mi estimado amigo André Cruchaga, “los palmares no vienen solos”.
Y yo le agregaría que se necesita ser terco como nuestros abuelos, extasiarse con Trilce, visitar mil veces Macondo, ir a Comala, pedirle permiso a Huidobro por usurpar sus nichos, romperse el cuello y las pestañas… es decir sudar la camisola.
“Se camina, sin duda alguna escribiendo. Así, se mitigan o derriban muros físicos o mentales. La única consagración la da el oficio. La escritura no sale sola.”, leí alguna vez en el muro de Cruchaga.
¡Vaya que no se equivoca!, ya que si ponemos en el caleidoscopio las horas de vuelo que se necesitan para vestir a las ninfas del archipiélago, se cuantificará la aventura sólo por las grandes jornadas ajustadas bajo el sentadero.
Me detendré un momento para echarle un ojo al texto recién publicado de André Cruchaga, con lo cual se muestra del porqué de este comentario que reafirmar la tesis de que este poeta está dado a quedarse con sus escritos en la retina de sus lectores, quemando velas que a la postre dará fe de mi apreciación sobre el mismo.

Lejanía-Away, traducción al inglés:
Grace B. Castro Haro




Una visita a la poesía
En Lejanía-Away, traducido al inglés por la literata y traductora mexicana Grace B. Castro Haro, quien es licenciada en lengua y literatura inglesa, cuya especialidad es la traducción de textos literarios, el poeta escribe versos no todos impregnados de erotismo, sutil, sin caer en la pornografía, al menos esa apreciación me dio la primera lectura.
Por cierto a través de este espacio felicitamos al pintor salvadoreño David Duque, por haber contribuido con la portada titulada “Sueño azul”, ya que existe una comunicación entre los escritos de André Cruchaga aquí publicados y la obra pictórica de Duque.
“Desciende hasta la sombra viril del azogue. / Amotina tus senos en las redes de mis ojos, salpícame de trenes y litorales. / Enrédame en tus poros de matorral ardiente, en tus ijares de íntimos pétalos. /Después, deshabítame de tantos espejos: quédate en mi sombra”, plasma André en uno de sus versos. Y es que la palabra de André se nos presenta segura del camino trazado, pues en sus escritos hallamos el hurgamiento en los recovecos de la conciencia para cantar todo aquello que sirva de herramienta y convertirla en poesía:
“En los días corrompidos del índigo, el breve pájaro de los agobios en la sala de emergencia… frente a la rosa del torrente desaparecen los deseos fosilizados. Vos y yo ascendemos al infinito de la desesperación-”, nos escribe el poeta como para reflejarnos esa crisis psicológica que vivimos a diario en este país cansado de tanta violencia.
Para nada sorprende que en la poesía de André Cruchaga hallemos imágenes muy bien hilvanadas, pues sólo quien es ciego no puede ver que en sus escritos dice mucho y respira, para después exhalar el aire que aún le queda, mancha y escribe, borra y envía al basurero lo que no se depura, pues para nadie es un secreto que este poeta vive la metáfora y el símil, veamos: “Sólo llegando al final, supe cuál era el principio (Ahora, ya denudo, puedo caminar sobre las aguas). En la flor de la memoria, ya no me asusta la rigidez de los balcones”, escribe André.
Una de las características de los poemas publicados de André, además de la profundidad lindando la filosofía, es la lírica compuesta por versos que no sobrepasan las veinticinco líneas o quizá menos; aunque aclararé que algunos escritores consideran que si no se escribe un poema-testamento, éste no sirve, en lo personal he incursionado en las distintas formas y me siento bien.
Entonces yo juagaba con los muertos. Eran los muertos que mis ojos vieron en el vaso del insomnio. Entonces las palabras eran pájaros gigantescos… Yo era parte de los transeúntes frente a ventas frenéticas. Después vino el grito oscuro del reloj”, escribe André para dar testimonio de una década dura.
La pluralidad de las escrituras modernas, multiplicadas desde hace cien años hasta el límite mismo del hecho literario separa el “pensamiento” de un Balzac y de un Flaubert, eso según Barthes es una variación de escuela a que ambos escritores pertenecieron. Y es que leer a André Cruchaga es sucumbir como Dante a los infiernos y recalar con un ramo de rosas rojas en vez de blancas para la amada, es hacer del símil un manjar para degustar a la luz de la luna, viajar a un mundo que se le ha dado para que le cante a la vida, sin que el lector se sienta “extorsionado” con la metáfora, porque hay que decirlo, muchos dicen ser poetas, pero no llegan ni a tocar a las ninfas, pero los poemas de este vate son un descanso después de la tormenta.
“Me extraño de las puertas y las ventanas, me estremecen las indagaciones, y el ojo en extremo de emoción. (A veces se abren las semanas como un quejido de portón viejo)”, nos escribe el poeta.
A lo largo de los años, los poetas han utilizado la figura del espejo como un tema recurrente en sus escritos, con ello resaltan una imagen como símbolo de la irrealidad que subyace dentro de una sociedad polarizada, encontrándonos con individuos faltos de sentido común, donde reina la intolerancia, no dialogan antes de reaccionar de forma bélica y eso, quiérase o no, ahorraría tantas muertes en escasos kilómetros que encierran a este paisito que tanto amamos.
Dicha realidad es cantada a través de la poesía, el teatro, la novela… herramientas utilizadas como una coraza en los artistas cansados de tanta violencia. Veamos lo que escribe André Cruchaga al respecto: “Siempre resulta difícil adueñarse de la luz de las ventanas, descifrar los mensajes del arrepentimiento, no permitir que los recuerdos conviertan en sal el calendario”.
Cruchaga sabe que no es fácil sentarse frente al ordenador a plasmar un pensamiento que lo acorrala, ya que la poesía nos lanza las imágenes que debemos escribir al instante, pues si decimos que los haremos en cuanto tengamos tiempo, las ideas habrán desaparecido: “Escribir es fácil, sobre todo cuando lo hacemos sobre las falsas promesas, del ojo cerrado del cuerpo”… plasma el poeta.
Dar testimonio de la realidad en esta aldea donde subsisten los poetas de “puro milagro” es la tarea encomendada a los “juglares”, ya que “El poeta es la plomada de su tiempo” como lo afirmara el poeta Ulises Masis.
“De pronto pienso en los abismos del tabú, en los ojos grises de la niebla, en el amor que escurre de un alambique, (ah, las muletillas de las convicciones políticas debajo de las axilas.)/ Disimulo cualquier guisado profético sobre la mesa del horizonte.” Nos escribe.
Por el momento nos tomamos un descanso, respiramos, sentimos recorrer en nuestro cerebro las imágenes poética del libro citado… inhalamos la frescura del aire de la costa del Pacífico, diluimos la fórmula de la siguiente metáfora y continuamos:
“Desnudas arden las palabras en los labios: llueve el solo océano de los trapos, somos las mitades inevitables del sonido, los aleros crecidos en las piernas… Así crece el invierno en la estantería de los párpados”… escribe Cruchaga.
Leamos otros versos del poeta chalateco publicados en su libro Lejanía-Away: “Sobrevuelo en el autorretrato del monólogo: Las calles tienen repercusión en el cuerpo, son caballos las sombras anónimas que vagan en la teoría del braceo: de un tiempo acá, hay perdigones de ecos en la ficción”.
Leo los versos y reafirmo mi visión sobre este autor cuyos libros ya sobrepasan las dos decenas y cada texto es un deleite para la retina de quien lo tenga en su biblioteca, así sabrá degustar su poesía exquisita… sigamos con el análisis de los versos escritos por André Cruchaga a ver que sorpresas nos deja en el paladar.
“Cerré ya mi ventana para que no entre el humo de la hojarasca. (Sólo me puedo conformar con el tiempo que todo lo aploma, sospecho que en la conciencia sólo hay escombros y una forma vil de apaciguar la herida”. Escribe el poeta.
André se duele por la realidad que los circunda y lo plasma: “¿Acaso entra aquí la luz al final de la piel? ¿Acaso hierben los espejos cuando entro o salgo de los recuerdos? El granizo muerde los taburetes del suelo la noche donde ladran los perros y enlutan las sombras del cuervo: arrastro mis dientes al vacío”.
Vía libre-Via lliure, traducción al catalán:
Pere Bessó, poeta, traductor, filólogo.




Uno más y se va de paso/ Vía libre-Vía lliure
Si el estilo es propiamente un fenómeno germinativo, sus alusiones están distribuidas según la profundidad en que se imbrican, de ahí que la poesía a través de sus herramientas metafóricas, adjetivaciones o símiles- toma fuerza cuando quien se apasiona con ella sabe descubrir su magia.
Ilustrado por la fotógrafa profesional de origen argentino Graciela Strañák y traducido al Catalán por el experto en filología moderna, catedrático de lengua y literatura española, Pere Bessó, con más de una veintena de títulos traducidos, el libro En Vía Libre/ Vía lliure, es otro de los cuadernos dados a conocer simultáneamente por André Cruchaga, quien luego de la tercera llamada corre el telón acompañando al lector con un verso cargado de erotismo cuyas líneas despiertan la sensibilidad a flor de piel.
“Embebido en el espejismo oscuro de la taberna, el borbollón de olas como la noche terrestre de un burdel”… escribe Cruchaga
Con el preámbulo no hago más que preparar unas cuantas tazas de café, unas velas aromáticas, la respectiva semita tres pisos y unas almohadas para ponerme cómo y a seguir leyendo poesía, pues como todo poeta que reacciona lleno de esperanza, André le canta a su pueblo con evocaciones sutiles: “Soy niño dibujando otro mundo en las redes… nada me sorprende tanto como quien duerme en las aceras”.
Han pasado los años y desde el año de 1990 que tuve conocimiento de la existencia de este poeta chalateco no he perdido su huella, sus versos están llenos de vida, aunque en ocasiones le he sentido una veta lúgubre –pero no siempre- lo cual es como ver una hoja en medio del bosque de las ilusiones que tiene todo individuo que sueña con ser…
En este otro libro se nos presentan versos con un estilo muy propio, con una prosa exquisita, pocas líneas pero plasmada con mucha intencionalidad, escritas con alambre de alta tensión. Vemos: “Cuando la tinta se derrama arrastra todas las cicatrices de la página. Hay una fosa común para el grito, el silabario a punto de convertirse en poema.”… escribe el poeta.
André Cruchaga le canta a la vida y a veces encuentro –no siempre- imágenes desgarradoras, pero a la vez llenas de luz, faros de esperanza insertados en la dermis de un ser que ha vivido en medio de una tormenta que por poco y le arrebata la vida, un poeta que ha visto al rayo expandir sus esquirlas dejando mortandad por doquier y, si se corrió mayor suerte, centenares de luceros con muletas, como también ha visto brotar agua en medio de las rocas.
En la hoja amarilla que se desprende de las ojeras, los recuerdos imprecisos del vaho, las sombras y los barquitos de papel. Caminos desabridos del tiempo en los coágulos de la saliva y la herrumbre… desconozco si las luciérnagas pueden alumbrar todo este bosque y lavar los tantos equívocos de las vestiduras”, nos dice el poeta.
En la poesía moderna según Barthes, las palabras producen una suerte de continuo formal del que emana una densidad intelectual o sentimental… la poesía moderna se opone al arte clásico por una diferencia que capta toda la estructura del lenguaje y que no deja entre esas dos poesías (la clásica y el verso libre) otro punto común que el de una misma intención psicológica.
Confieso que al leer a André Cruchaga caigo en el imaginario de los escritos hechos por Arthur Conan Doyle descendiendo a los puentes donde se encuentran a algunos seres como piltrafas humanas tras fumarse la vida con una pipa.           
“Después del desván vacío del fuego, los ecos derretidos de la sed. (El mutismo de la noche con todas sus ausencias), la leña del ciprés se desvanece en presagios: / a cada funeraria le incorporo los Lázaros, a cada espesura mi sigilo, la edad íntima del laúd, / y la cobija de la neblinas que a menudo se torna circular en mis andrajos”…    
Sin embargo no se debe perder de vista que las dos formas tienen su propia musicalidad y un ritmo que quien lo descubre encuentra un oasis en su retina.
“Tanto bullicio para después quedarme solo en las aceras. Tanta muerte innecesaria. (He pensado en escribir mi próximo poema sin palabras), esta página envejece de aguas, ya el silencio carece de resortes y colchones, tiemblan los barquitos de papel”… reseña André para dibujar esa realidad que no nos atrevemos a ver.
Cierro por el momento este escrito, pues aunque hubiese querido seguir escudriñando las metáforas llenas de vida de André Cruchaga, me queda el entusiasmo y vivo cada verso como el siguiente:
“Tanto bullicio para después quedarme solo en las aceras. Tanta muerte innecesaria. (He pensado en escribir mi próximo poema sin palabras), esta página envejece de aguas, ya el silencio carece de resortes y colchones, tiemblan los barquitos de papel”…
Estos son los escritos del maestro André Cruchaga, imágenes literarias impregnadas de símiles que han llegado para quedarse en la retina de sus lectores y de quien auguro, seguirá aportando esos versos que ponen muy en alto a este país que tanto amamos.  

Luis Antonio Chávez
Escritor y periodista
Ciudad de Los quemados, agosto de 2016.



1) Manifiesto acerca de El Creacionismo, escrito por el argentino Juan Larrea, publicado el sábado 11 de junio de 2016, pág. 5 y 6, Diario Co Latino.
2) Moncayo, Teresa, Universidad de Cádiz, España: estudiosa del lenguaje, escribió el artículo “Una mirada a la poesía de André Cruchaga”, aparecido en el Suplemento Cultural 3000 de Diario Colatino el sábado 23 de julio de 2016.
3) Manifiesto acerca de El Creacionismo, escrito por el argentino Juan Larrea, publicado el sábado 11 de junio de 2016, pág. 5 y 6.
4) Manifiesto acerca de El Creacionismo, escrito por el argentino Juan Larrea, publicado el sábado 11 de junio de 2016, pág. 5 y 6, Diario Co Latino.
5) Manifiesto acerca de El Creacionismo, escrito por el argentino Juan Larrea, publicado el sábado 11 de junio de 2016, pág. 5 y 6, Diario Co Latino.