viernes, 24 de agosto de 2012

POEMAS DE VLADIMIR AMAYA

Vladimir Amaya, El Salvador





LA VIDA EN UN PUÑO

                                    
 a Elena Salamanca

I

Por esta vez no soy yo frente al espejo.
El corazón me es lágrima agridulce
en las mejillas de un perro que nunca aprendió a llorar.

Pero esta vez
no es un mar adentro de un reloj
lo que apresura mi mano.

Estoy solo
solo como Dios en toda su eternidad.

Como un niño envejecido,
como beso que aprende a ser pólvora bajo la lluvia.


II

No soy yo frente al espejo.
Perdí mi imagen entre los hombres,
entre sus ojos que me escupieron vidrios.

Ahí quedó mi rostro y mi nombre.
Ahora la música
sólo es música para los sordos.

¡Yo no soy yo esta vez en el espejo!

Hoy no soy yo.
No quiero serlo.
Mañana es cuento viejo para los recién nacidos.


III

Aquí, en mi casa, la noche
es arpa violenta de fantasmas.
La calle, la lengua del infierno
donde algas y jeringas descienden de las sombras.

Ya no bastan los arribos sin las flores.
No basta tener flores y quedarse sin destino.    
Hoy no soy yo en el espejo,
y por esta vez
no es un mar adentro de un reloj
lo que apresura mi mano.

No puedo ser yo esta vez en el espejo,
creer en el azar, fumar una esperanza
y andar por las aceras con el mismo vestido.


IV

Estoy solo
como muerto ya enterrado.
Partido del alma
como una carta que se rompe por orgullo.

Esta vez no hay espejo donde se duplique la esperanza.
No soy yo esperando inaugurar una puerta
o secar una lágrima en el misterio de los soles.

El niño no rejuvenece
ni rejuvenece el beso.

Mi silencio sólo es decir
que a veces la vida cabe en un puño.





 LA VOZ ESTÁ HECHA DE DOCE PUERTAS

CERRADAS



Esas piedras en la ciudad
son las voces que pudrió la espera
y cada voz es un laberinto de hélices cuando callan.

Once puertas se abren al mencionar el milagro
y haces la noche, los trenes,
el viento y levantas el diluvio.

La voz no es la llave del Universo,
es sólo la llave a la esperanza más tonta de la Tierra.

Y es la flor para la amada,
y es la misma flor para el padre muerto.

De voces está formado el árbol donde Dios descansa
y él es otra voz,
suave como el fuego en la madera
ronca como el sueño del whisky.
                            
La voz está hecha de doce puertas cerradas.
cuerdas subterráneas que sólo la saliva
maquina y empuña
en el eco de las humedades y las sombras.

Y al decir
no se sabe nada
y al decir
en su vacío se da todo.




EL AMARGO ORÍN DE LOS DÍAS

                                
 A Roque Dalton y Alfredo Espino.


Este es el amargo orín de los días
cauce luminoso de sonidos extraños,
sombras largas como lágrimas de niño.

Es el mundo derrumbado bajo la hierba
y rastro de las horas diseminadas en el lodo.

Este es el amargo orín de los días
ropa sucia que nos recluye en nosotros mismos,

hedor a casa enferma entre los dedos,
labios que sobraron en la saliva,
sello pretérito,
cadena breve de la diadema en la penumbra.

Este es el amargo orín de los días
reino del enigma y la sed de donde no se regresa.

Es redoble de tijeras en la memoria herida,
petardos de lluvia en el ojo ya muerto;

tren de los alcoholes matutinos,
fétida raíz de témpanos solares,

padre que muere sin decir que nos amó,
novia que se va con un largo puñal en el costado;
Es palabra de silencio. La palabra  “silencio”. Poema que termina.





ENTRE UN ESCARABAJO Y OTRO



Nos acostumbramos dulcemente al crujir de los insectos en la noche,
a los partos de mujeres sin vulvas ni bocas.

No dijimos nada ante el ventanal roto.
Todo fue tan ordinario y vulgar que sonreímos con náusea. 

No hubo paz.
No hubo un amor que valiera el amor de aquellos que nos odiaron un día.
(Escribimos cartas de perdón a hombres vestidos de payaso.)

Perdóname ahora si no logro reparar tu muerte con mi muerte y la muerte de otros.

Nos acostumbramos dulcemente a no olvidar. Y a morir sencillo.

Ninguno de nosotros sabía que los labios duelen después de llegar a tantos labios,
que nuestros labios ya no lo son cuando sólo se llenan de polen y de besos.

Ahora, cada quien sabrá llevar esta lluvia en sus manos.
No podremos sostener nuestra herida mientras preguntemos una noche más por nuestra sangre.

Nos acostumbramos a los poemas más tristes,
a que fueran nuestras lagrimas si alguna vez nos quedábamos sin lágrimas.

Nos acostumbramos sí, dulcemente al crujir de los insectos en la noche.
Y al crudo cinismo de hacer las bodas
con las mismas trompetas y los mismos violines de los funerales.

Deberé de perdonarte si me alcanza la ternura,
en una noche parecida más a la luz que a la lluvia.
Deberé de perdonarte sí,
entre un escarabajo y otro….




PÁJARO TÓXICO



                       a Marissa Corleto,
                        por compartir conmigo
                       la siempre honrosa medalla de la sonrisa y del silencio.

                             11:30 AM

Siempre limpié mi cráneo antes de las ejecuciones.
Porque era lo más sencillo,
porque era cuestión de cerrar los ojos y olvidar la luna;
De romper el vidrio y comer los restos del espejo.
Así de sencillo era parir tantos muertos que fui.

                               
                            3:00 PM

Siempre regresé a los desperdicios del cuerpo después de las ejecuciones.
Porque era lo doloroso y lo divertido:
Armar de nuevo el rostro,
comprar otra alma en la tienda de guitarras,
enseñarles a los niños las grotescas quemaduras de la roca.
Así de sencillo era fingir tantos vivos que fui. 

                            
                            8: 15 PM

Cada aplauso que recibí
nunca estuvo a altura de mis lágrimas.

jueves, 23 de agosto de 2012

POEMAS DE NOÉ LIMA

Noé Lima, El Salvador.




Poemas de Noé Lima.

Del libro “Alta Frecuencia”


Dedicado a Yolanda Fernández Mayan.

1.

POEMA DE AMOR EN UNA SERVILLETA

MIENTRAS ELLA VISITA UNA SEX SHOP.


Ella poseía ojos de pez insolente

no me ve
no mira mi mano moverse por su cintura de nervio líquido
su ombligo crujiente al adivinar el peso del cielo
solamente mira los falos de goma en la vitrina de enfrente
los mira como a batracios azules
en los que puede pensar
soñar más bien
poniéndole abrazos colgando del más terrible insomnio
madrugadas sin máscaras en las alcantarillas
cigarrillos palpando el pulmón de la noche
besos tendidos a lo largo de alguna botella

no mira la tinta de mis dedos derramados
por sus pupilas de ostra inquieta
solo ve sus arcángeles diminutos
sus crucificados gemidos
el desolado cansancio castrando su sábana
la aspiradora suspirando por algún recuerdo
un blando espasmo de pájaro
como hebra en la víspera de la libertad

ella cree ver el paraíso fundirse en la amapola celeste
recorriendo sus venas al salir de la oficina
corre para no perder
le duele la sombra

la sex shop tiene la esperanza abotonada
en las frases “no finjas”
“quiero que mueras por mi”
“júrame que nunca me vas a dejar”
el te quiero en sus calzoncitos blancos
sus nalguitas incomodas para el silencio
sus muslos de tobogán donde corren tres corazones tatuados
sus senos de redoble para calmar el hambre
el paso firme para tocar el cristal como una caverna
en la espera de la hora para penetrar un nombre
una letra al menos
una sílaba perversa
que la hunda en el café frondoso del desvelo

no mira mi mano mientras escribe
sobre el sepelio de la rosa
el roído espacio de su aliento
preguntando por el precio de la felicidad.



2.

LA PRIMERA VEZ.


“Tinta de luz
Sonido lunar
Ocultándose en la oquedad de las piedras”

Alejandro Mos Riera.

La primera vez olía a whisky barato
a golpe gitano en las rodillas
a insolente roca despertando con el sol herido por la lluvia

olía a destierro
a migaja en el estómago
a nómada eterno por la altura de tus senos

la casa de cartón era la cueva de un sonámbulo
con el suspiro en la proa incierta del beso

fue uno de esos días rudos
de hojas cansadas
en el crucifijo de los pelos furiosos
de media luz
de las mentiras
la inocencia cabizbaja
el cometa incendiario de algún hueso
apoderándose del deseo

había un disco de Thin Lizzy
leyéndonos la romería del pecado
había una letanía entre seno y seno
las habitantes palpitaciones de un cenicero
oscuro como tu sexo de avenida abierta

había un precipicio en la parte trasera de un coche
vomitando a Silvio
con el respaldo azul
un mes de octubre de escayola rompiéndole la luz
a tus piernas
a las mías fumándose la angosta piel
las horas irreductibles en la coraza de algún corazón

la posición fetal deletrea la inocencia de los párpados
doce años no son nada
ni veinte
ni cuarenta
la abreviación de las frutas en la mano
la pelvis rota de golpe
entreabierto
para recibir a la cordura después de las tormentas

la primera vez es un juego infantil
un tranvía azul que abre sarcófagos
la naciente ojera en medio del ombligo suicida
el enjaulado canto de las flores

la primera vez jugamos a ser ciegos
la cama dócil
la fermentada erección de los huracanes
el coño rígido copiando las lecciones de mami
la medalla sin esfuerzo alguno matando la tristeza
el placer de la ropa danzando en el suelo
como huéspedes deshojados
viendo pasar al mundo en un instante.



3.

MAR ADENTRO.


"..Ondea la penumbra. No hay suspiro
flotante."
Jorge Guillén.


arroja mi nombre hacia una playa que no existe
comprueba tu reloj de arena cuando vayas a la mitad del invierno.

cuando me encuentres nuevamente
has un circulo con tus dedos de enjambre
para detener al tiempo
la mansedumbre hostil de las olas

un olor envejece
con la marea cada vez que la tocas.


4.

EL OJO DE AGUA.


El tiempo se desnuda poco a poco
un hilo de un suspiro cosiéndole piedras a la noche
tambores que trotan en el espacio de tu cama

el dolor es una aguja despojándose del insomnio
es una boca que se cierra
un despojo
el humo disecado en la puerta que se cierra:
una habitación consumiéndose ciegamente en el silencio
tu caballete muriendo de frío
el cuadro inacabado expirando astros ruidosos
como una ventana donde anidan siempre las respuestas

el ojo de agua es un túnel hacia un cuerpo
la bocanada de las horas en la niebla como un guante
quejándose por el labio perdido en el alba

el ojo te preguntas Frida
dónde cavila el venado sin la armadura del viento
sin el vuelo tembloroso del aire desnudando alguna estación

ese ojo aúlla en esa seda dormida de tu pulso
tu mano de hierba
tu mano relámpago
tu mano líquida
tu mano de flor abierta
tu mano empuñando la ceniza
ese ojo de agua
a la orilla de una cama
el transparente martilleo de nuestras arrugas
donde el tiempo es la arena huérfana de la luz
me queda tu recuerdo pelona
como el cerro que vomita relojes
en la esquina opuesta de cada cuadro

te preguntas mucho Frida
y la tibieza del agua es un tobogán
deslizándose
en tu pierna de invierno
en tu espalda de carrusel
donde descansan los huesos trapecistas que nunca amaron.





5.

LA EDAD DE LOS CUERPOS.

 

un templo fulgura unas canas
el lino sutil de una cama
el alba de julio sangrando tu nombre

soy una vela apagándose
en la intacta ánfora de tu boca.



6.

EL CORAZÓN DE LA  LUNA.


La noche es una frontera líquida en mis manos sordas

ellas solo escriben
vuelan
se arrinconan
hasta ese latido hueco de la luna
donde caben
el cadáver del invierno
y tus ojos.


7.

LA VIEJA CASA..



“y cerrar por fin los ojos cuando la mariposa próxima a
      caer sobre la
tierra sorda quiere en vano volver sus alas hacia lo verde
que ahora la desconoce”.
Leopoldo María Panero.

En el rincón la alfombra besa huellas

aun camina desnuda
la botella de vodka vacía
aun palpita
y me visitan los fantasmas de vez en cuando
hurgando el zumbido de abeja
en que se ha convertido mi corazón
de papel mi esqueleto
de humo mi sangre
de ceniza el sueño goteando en las grietas de la pared

en el rincón caminan las pesadas aldabas
como lágrimas los cerrojos en los poros
vagan
esas criaturas móviles
la imposible media noche
abrigándole alas al insomnio
al mudo presagio del poema hundido en tu sexo

desde rincón suelen llegar los barcos de papel
naufragando en tu cadera
en el golpe furioso del viento en los muebles

el polvo es solo un huésped que cabe en tu pelo
o en las esquinas de los muros
donde se deletrea tu bostezo
como armadura para los recuerdos.




8.

AYULIMA.


“Voy a tu cuerpo igual que ir a los ríos”
Eunice Odio.

Mi cigarrillo hace figuras en el aire

el insomnio tiene una cintura
del tamaño del acorde de tus ojos

hace cruces
venados
mareas dispersas
montañas
y todas se diluyen en una sinfonía de huesos
en la desteñida fotografía estéril de este cielo
detenido en el tiempo de tus poros
en los míos
en ese pensar humeante de la distancia


hace cada figura mientras pienso
en la consumación del asma en cada temporal que se avecina
en la mirada abierta de los huracanes
apenas tocados por tu aroma

mi cigarrillo tose lentamente pensamientos con el humo
jadea simulacros con tu carne

se deja caer en pedazos con tus latidos segadores
los cortadores de esa palabra en su diástole
en su sístole negro que chorrea la encendida agua
aproximándose a tus besos

mi cigarrillo se parece a mi tacto
poco a poco siembra nuevas voces en la ceniza carcelera de la noche
hasta aplastarlo como a mi corazón en el cenicero.

martes, 21 de agosto de 2012

POEMAS DE CARLOS GODOY

Carlos Godoy, El Salvador




CHANO.


Pero no llevas el apellido me dicen
Pero llevo sus ideales
Su sangre
Respondo.



Mi viejo el carpintero
                                I


De vez en cuando soy duro como las maderas que moldeas
al gusto del cliente al ojo de la sociedad
otras que son la mayoría
tengo temple
de un ecologista viendo otro centro comercial
en el Espino
Soy pues
nube llorando sin presagio
en lo más hondo
mientras mi piel me tapa
mientras hay quienes me miran como un mueble mas
que hay que echarle mano.



IX   -EN SEGUNDA VISTA...


Dijo que a su caracol
le contaba tres lunas llenas
Sin rocíos
Le lloví sin creerle…




X     -POEMAS PARA UN ÁNGEL-


un cenzontle extiende sus blancas alas
que con la lluvia desaparecen

la lluvia no cesa

el cenzontle
no para su vuelo

llueve
llueve tanto que el cenzontle desaparece
se vuelve viento en el viento
sol en la luna
sol en el sol

poema
para ser honrado.