viernes, 31 de diciembre de 2010

BREVE MUESTRA DEL SONETO SALVADOREÑO (Segunda Parte)


Fotografía: portal de Embajada de El salvador En Madrid.




BREVE MUESTRA DEL SONETO SALVADOREÑO (Segunda Parte)




ARPA BÍBLICA


Cuando en los pueblos la maldad domina,
y la nación raquítica y menguada
a su completa perdición camina
como la Roma de la edad pasada;

cuando el ojo de Dios ya no ilumina
las tablas de la Ley, con su mirada,
porque todo es horror, vergüenza y ruina
y nada queda de su alteza, nada,

el bardo, como el Justo del Calvario,
aunque pierda su voz en el desierto
cual pierde su perfume el incensario,

¡ay! ¡con la mano el corazón cubierto,
debe clamar, cual clama el campanario,
con profundo dolor tocando a muerto!

(Calixto Velado, ÍNDICE ANTOLÓGICO DE LA POESÍA SALVADOREÑA)




VIENTOS DE OCTUBRE


¡Salud, vientos de octubre, bien venidos!
¡Al romper en alegre sinfonía,
Recordáis con tristeza el alma mía
Tiempos mejores para siempre idos!

La cometa de vuelos atrevidos,
Pintoresca y triunfante, que ascendía,
Y una puesta de sol, que era una orgía
De luces y matices encendidos…

Mirándose en el río gemebundo
Los cocoteros de sonante palma
Con su verde abanico siempre abierto…

Las golondrinas aturdiendo el huerto:
¡Sólo flores y luces en el mundo,
Sólo cantos y sueños en el alma!

(Vicente Acosta, ÍNDICE ANTOLÓGICO DE LA POESÍA SALVADOREÑA)




FUNERAL



Llegas a los umbrales del misterio,
magnífico señor en tu Pegaso.
¡Pues bien! No es un capricho del acaso
el final del terrestre cautiverio.

Que hay algo más allá del cementerio,
y esa gloria que dejas a tu paso
es un sol que se apaga en el ocaso
para llevar su luz a otro hemisferio.

Pero al darte mi adiós de despedida
el alma siento de dolor transida
cual si decirte adiós fuera perderte;

y es que el cobarde corazón olvida
que en el idioma sideral es Vida
el verdadero nombre de la muerte.

(Francisco Herrera Velado, ÍNDICE ANTOLÓGICO DE LA POESÍA SALVADOREÑA)




EL SILENCIO DE LA ROCA



La roca es un orgullo silencioso,
Que surcan líneas de senil rudeza.
Como férrea armadura es su firmeza,
Ante el mar resonante y tumultuoso.

Las olas, en el blanco desdeñoso,
Ensayan bruscamente su destreza;
Mas en vano, la impávida fiereza
De la roca es un reto victorioso.

Su silencio es de luz, sabiduría
De soledad, de fuerza y energía,
Que fatiga las olas encrespadas…

Así callad vosotras, sed discretas
Almas de luz y de dolor, poetas,
En las noches del mar desesperadas.

(José Valdés, ÍNDICE ANTOLÓGICO DE LA POESÍA SALVADOREÑA)




ESTE DOLOR INMENSO


Este dolor inmenso que te has vuelto,
esta piedra en el pecho establecida,
esta página sangrándome la vida,
este amargo sabor a mar revuelto,

esta brasa en el pecho establecida
que me galopa como potro suelto,
esta avispa de aguijón resuelto,
esta uña escarbándome la herida,

se apoderan de mí de tal manera
que ya no sé decir si soy el mismo
o soy sólo este amor en que me empeño,

que ya no acierto a discernir siquiera
si mi sueño se llena de tu abismo
o si lleno tu abismo con mi sueño.

(Pedro Geoffroy Rivas, ÍNDICE ANTOLÓGICO DE LA POESÍA SALVADOREÑA)





DESIGNIO

A Alfonso

Adherida a tu ser, a ti adherida
Como tu misma piel, como tu acento,
Apagada por ti, por ti encendida,
Arteria, entraña, fibra, ligamento.

Quién sabe por qué arcano filamento,
Por qué ignoto designio fui fundida
A tu esencia vital en tal medida
Que estoy en ti como tu propio aliento.

En mí se cumple el bíblico suceso
De manera total pues soy astilla
Que salió de tu carne y de tu hueso…

Mi nombre lo proclama: soy tu arcilla
Y navego en tu sangre como un beso
Sin tiempo, sin distancia y sin orilla.

(Elisa Huezo Paredes, ÍNDICE ANTOLÓGICO DE LA POESÍA SALVADOREÑA)





DOLOR TREMENDO

Pienso en los niños pobres de mi tierra…
En Colorado Spring no hay gente mala.
Cómo quieren al perro y a su perra,
¡son los mejores muebles de la sala!

Aquí perros con suéter y bufandas,
con la alegría azul sobre los ojos.
Allá en mi tierra bajo jacarandas
niños pobres sacándose los piojos…

Aquí toman los perros desayuno
con leche, tostaditas, granizado.
¡Desconocen la pena del ayuno!

Qué tremendo, tremendo este dolor:
¡Vive mejor un perro en Colorado
que un niño pobre allá en El Salvador!

(Oswaldo escobar Velado, ÍNDICE ANTOLÓGICO DE LA POESÍA SALVADOREÑA)





TESTAMENTO


Un día he de morir y no me asusta.
Y entonces cuando me hayan sepultado
—y ojalá que del alma bien curado—
quiero una recompensa más que justa.

Quiero que, por Destino, en esa adusta
ceremonia del cuerpo soterrado,
una mujer —aquella que me ha dado
el alma que a mi cuerpo más se ajusta—

si no es mucho pedir en ese trance,
esa mujer sin lágrimas ni duelo
una rosa de amor ponga a mi alcance.

Ese es mi testamento. Ese mi anhelo.
Para que así mi rosa amor afiance.
Para que así mi rosa llegue al cielo.

(Rolando Elías, CELEBRACIÓN DE LA ROSA, CONCULTURA,1999, Volumen 59)

martes, 28 de diciembre de 2010

BREVE MUESTRA DEL SONETO SALVADOREÑO (Primera parte)

Laguna Verde en Apaneca, El Salvador,
tomada de: "El Salvadorahora"




BREVE MUESTRA DEL SONETO SALVADOREÑO (Primera parte)





DUERME



Duerme. La curva de su casto pecho
que alza su seno al respirar tranquila,
como ola mansa voluptuosa oscila
en el mar de blancura de su lecho.

Pecho armonioso y al suspiro estrecho
que a los aires su bálsamo destila:
nieves en que se abisma la pupila;
busto que el arte y el amor han hecho;

redondeces de espuma en que se embriaga
como torrentes de oro desatado
la luz que en vuestro piélago naufraga:

formó esa curva sobre el mar salado,
Venus, cuando al nacer, flotante y vaga,
Rasgó la onda su seno nacarado.

(Francisco Gavidia, ANTOLOGÍA DEL SONETO HISPANOAMERICANO)





TIEMPO


Aquí, la alcoba donde el sol reía
tras del abierto ventanal con flores.
Mi rostro, ante el Amor de los Amores,
Los caminos del alba recogía.

Aquí, la espera clara y la alegría
de tejer, destejiendo, los rumores.
Los ángeles conmigo. Anunciadores
del buen cantar en la temprana vía.

Más todos los caminos son iguales…
El rostro que se fue, tras los cristales
por el tiempo sin tiempo detenido.

Que nadie llame a la cerrada puerta.
Porque la alcoba se quedó desierta
y un ángel, que no duerme, está dormido.

(Raúl Contreras, ANTOLOGÍA DEL SONETO HISPANOAMERICANO)



¿POR QUÉ HAS DE SER, OH AMOR?



¿Por qué has de  ser, oh amor, fuente de olvido,
tajo cruel, incurable quemadura?
¿Por qué has de ser carcoma del sentido,
Fuente de llanto, espejo de locura?

¿Por qué, amor, siendo aroma en el oído
la boca dejas llena de amargura?
¿Por qué en el  cauce de lo ya vivido
se agota el río, mas tu sed perdura?

Mi corazón ha preguntado en vano,
pero no obstante, amor, a ti me entrego:
larva de muerte, sueño de gusano.

Ceniza soy apenas de tu fuego,
signo escrito en la arena por tu mano
y lágrimas en tu rostro de ángel ciego.

(Serafín Quiteño, ANTOLOGÍA DEL SONETO HISPANOAMERICANO)



ELOGIO DEL PAPEL CELOFÁN



Hoja del aire. Rigidez del viento.
Agua quieta de un lago de inocencia.
Casi la forma de un presentimiento.
Espejo sin figura. Transparencia.

Aprendiéramos, novia, de esta ciencia
que es ilusión sin margen ni momento
flor de cristal. Indefinible esencia.
Simplicidad exacta de elemento.

Papel de vaguedad y de infinito,
tanquan tabula rasa, nunca escrito,
limpio de pensamiento y de palabra.

Yo he de grabar en él mi dulce empeño:
que bajo el signo de su luz, ¡se abra
la delicada flor de nuestro sueño!

(Hugo Lindo, ANTOLOGÍA DEL SONETO HISPANOAMERICANO)



PATINADORA EN EL POLO


Tu rodilla retiene la dulzura
de su cuerpo nacido en gracia leve;
es perfecta la sed de tu estatura
al verte patinar sobre la nieve.

Se confunde la luz en tanta albura
y la rosa de aljófar no se mueve;
biselado jazmín, desde tu altura,
el rocío mantiene cuando llueve.

En el polo la luz es la más pura
concreción del almendro, fiel blancura
incendiando glaciales golondrinas.

¡Ah! Qué diera ese blanco si pudiera
ser el blanco que tiene tu cadera
en desnudo perfil cuando patinas.

(Ricardo Trigueros de León, ANTOLOGÍA DEL SONETO HISPANOAMERICANO)



LA LLUVIA



La lluvia tiene duendes y sonidos.
Tiene voces de antigua arquitectura.
Cancioneros viajando humedecidos
a la sombra del tiempo y la figura.

Porque en la lluvia los recuerdos crecen
Arcángeles de ayer sueñan y vagan.
Las calles empedradas reflorecen;
Pequeños barcos de papel naufragan.

(Lejos. Siempre que llueve estoy de viaje.
Me voy con mi palmera y mi lenguaje
al geranio de un pueblo presentido).

La lluvia tiene corazón de infancia,
cabellera de ríos, sol, distancia,
y una rosa escapando del olvido.


(Rafael Góchez Sosa, ANTOLOGÍA DEL SONETO HISPANOAMERICANO)



SONETO V


Liso rumor de tierra en que navego
como hacia inmensidad de mar interna:
sorda en la sien la luz de la linterna,
mientras la sombra ofréceme su fuego.

Qué denso amor de tierra es este apego
a la dulzura que me desgobierna:
y es que reflejo soy de la caverna
donde otros hombres callan sin sosiego.

Nadie escapa de ser su propia herida,
y ese río es de todos, tierra adentro,
tierra adentro del agua desvivida.

¡Ah iracunda ficción en que me encuentro,
disgregando la llama conocida
al hundirme sin brújula en su centro!

(David Escobar Galindo, LAS MÁSCARAS YACENTES)

lunes, 27 de diciembre de 2010

CASA SOBRE TU PECHO-CLAUDIA LARS

Claudia Lars, El Salvador





CASA SOBRE TU PECHO



I
A medio otoño, casi del olvido
volviendo con la rosa del verano;
el mar del corazón bajo tu mano
y el camino de ayer para el oído.

No es golondrina, no, la que ha venido
al cielo de este cielo cotidiano;
porque llega del frío más lejano
sabe escoger la tarde de su nido.

Así, con simples nombres de acomodo,
voluntaria de ser, en nuevo modo,
tu sabor y tu clara compañía.

Si recojo praderas en tu casa,
ya presiento la rosa que no pasa
y soy nueva en la rosa todavía.





II
Detrás de las orillas iniciales,
de la agitada soledad de afuera,
un suave octubre, de caricia entera,
y una isla dulce…en olas de rosales.

Pues nunca los amores son iguales,
este arrimo de amor, a tu manera,
de una lejana y muerta primavera
saca el reino del musgo y los panales.

Recuerda…y recordando…en sabio rito
a breve sangre anuda lo infinito,
iluminado y tierno en su desvelo.

Y un poder encendido por tu llama
junta el panal, el musgo y la retama,
para esta casa tuya, entre mi pelo.




III
A ti, todo el poder de mi sentido:
este valle de yerba y de paloma;
mi profunda violeta con su idioma
en los verdes recodos aprendido.

A ti, mi frío-ruego, detenido
en un labio sediento, que lo aroma:
mi ágil laurel y el pájaro que asoma
dando el país del aire en su latido.

Toda mi tierra corporal y oscura:
la que acoge, levanta y asegura,
recia en la entraña y en el tacto fina.

No ha de quedar a piel de amor el goce,
porque ya tu mirada reconoce
tierra adentro, la luz de cada espina.




IV
Tu casa tiene un nombre de tristeza:
un leve nombre de ceniza y frío;
toca el fértil azul del nombre mío
y es noche oculta en que tu voz tropieza.

Antes declaro y vivo, con riqueza
de fácil nardo y de inicial estío;
iba copiando cielos como un río
y en él, para mi amor, tu amor empieza.

Yo recojo ese nombre de la muerte
y lo acerco a los dos, sin que despierte,
mientras un gran silencio nos anuda…

Me brota de las manos nueva tierra,
y el nombre queda en ti, y en ti se encierra
guardando el clima de su patria muda.




V
Aquí a tu lado, en medio de las cosas
y del recuerdo…tuya, conmovida;
por tu claro hospedaje detenida
y también por tus horas dolorosas.

Van a tu amor las arpas de las rosas
y todos los rosales de la vida;
ya no pierdo mi frente, ya encendida
es tu jardín, la tarde en que reposas.

Inmensidad de tierra y cielo envuelve
esta alianza secreta, que resuelve
pasos de ayer en casa tan segura.

De ti saldrán los días venideros,
y en los junios de luz y en los eneros
tendré el hondo crecer de esta dulzura.





VI
Casa de piedra y sueño, que se entrega
en torre de alas y en jardín cerrado;
tamaño del amor insospechado,
reino tardío de una alondra ciega.

A tu fina quietud mi paso llega,
dichoso de llegar, pero cansado;
me corona la luz…tengo un aliado,
y la noche de paz nada me niega.

Este es mi sitio, mi querencia humana,
para empezar de nuevo mi mañana
y borrar en su amparo la fatiga.

Por eso casa mía, casa cierta,
en mis labios te das, limpia y despierta,
con el ángel de flores que te abriga.



(Los presentes sonetos han sido tomados de PRESENCIA EN EL TIEMPO, Antología Poética, Col. Poesía, Vol.15, Dirección General de Publicaciones del Ministerio de Educación, El Salvador, 1962.)


domingo, 26 de diciembre de 2010

DOS POEMAS DE OTONIEL GUEVARA

Otoniel Guevara, El Salvador






NUNCA TUVE UNA CASA



Quiero una casa
donde no escuchen tus gritos los vecinos
tus gritos de placer
inocultables
donde siempre caiga el agua
del cielo
y de la regadera
Quiero un hogar con patio
donde juegue la infancia
su m.s torrente abecedario
donde el sol no me recuerde
los cad.veres incesantes de mis doce a.os
donde no haya que colocar sem.foros
bajo las puertas
donde quepa el amor que nos lazamos
y los hijos
donde La Muerte finalmente llegue
y se sienta
como en su propia casa.


PARA VOS


I
Es cierto
Ten.s raz.n
Todos mis poemas los escrib. para vos
para entreg.rtelos justo en este momento
en que mi coraz.n encuentra al fin
el puerto del cual salieron
bajo la oscura confusi.n de la tormenta
II
Entre el sue.o y la maravilla de tenerte
me han crecido poemas
Son poemas sencillos
sin pretensiones
escritos nada m.s que para vos
Los poemas verdaderos son as.:
sencillos, sin pretensiones
y de alguna misteriosa manera
todos
han sido escritos nada m.s que para vos.

(Los dos poemas de Otoniel Guevara, han sido tomados del Suplemento Cultural TRES Mil, de Diario Colatino, sábado 18 de diciembre de 2010.)