sábado, 27 de marzo de 2010

TANTO AMOR EN LA MEMORIA-MARISOL BRIONES


Portada







DISCURSO DE PRESENTACION DEL LIBRO
“CON TANTO AMOR EN LA MEMORIA” DE MARISOL BRIONES,
POR EL ESCRITOR RAFAEL MENDOZA EL VIEJO.



Acto celebrado en el Centro Español de El Salvador el 24 de marzo de 2010.



Amigas, amigos:



Es una agradable ironía que Marisol me pida presentar su libro titulado CON TANTO AMOR EN LA MEMORIA, porque nunca fui bueno para escribir sobre el amor, sea cual sea la clase de amor que se recibe o se da. Quizás ello se deba a que el amor básico, el inicial, el que cuando existe nos marca para siempre y nos pone alas; o que, ausente, nos desmarca de la realidad y nos deja en un limbo del que con suerte lograremos escapar algún día, ese amor, de leche diría yo, que se mama en cada caricia maternal o paternal, ese a mi me dejó esperando hasta bien entrados mis primeros años. Sería otra clase de amor el que me salvaría, años más tarde, más bien el que me absorbería, el que me despegaría de la inocencia como un imán tremendo hasta hacerme caer de bruces con la realidad del sexo, mi otra condena, esta sí deleitante y vital.

Pero Marisol me ha pedido presentar su libro y como quiero mucho a Marisol por sus cualidades personales y su modestia como artista, por hacerme sentir importante y por creer en mi, por soportar ora mis enfados, ora mi involuntaria indiferencia, he aceptado gustoso su solicitud y heme aquí metido en un terreno que requiere andar con tiento y con respeto, pues ella no es una poeta más, ya que ha sido más que una poeta: revolucionaria, funcionaria, asistente de destacados políticos, periodista, directora de agencias de noticias, además de madre y de ejercer la noble profesión de docente de enseñanza especial. Si no bastaran tales méritos, hay que considerar que nace de barro Nicaragüense, hija de un periodista nica muy respetado, a cuyos pies se convierte en permanente partícipe de juntas y cenáculos que reunían a lo más destacado de la intelectualidad de su patria natal, desde las cuales escuchaba atenta los tambores revolucionarios que, tronando bajo el liderazgo del General de Hombres Libres, célebre Hombre de Niquinohomo, anunciaban la batalla final que permitió romper las amarras de esa “india morena de pies descalzos” como nuestra querida autora de la casta Briones llama a su patria.

Mal que bien armado ya del valor necesario para esta empresa, paso pues a lo que nos trae y, en el limen de mi presentación, he de advertir que no es posible presentar el libro in commentum sin tener como referencia obligada el anterior de Marisol, LLUVIA DE LUNA LLENA, que es como la primera parte de un mismo estallido de símbolos, imágenes, evocaciones y trasparencias anímicas danzando en torno al sagrado y avasallador fuego del amor, no el ya explicado, no el caritativo, ni mucho menos el filial, sino el erótico, nombrado así, con toda la fuerza semántica y romántica del término, entendido lo segundo como carácter del erotismo en una escuela literaria que ha dejado una impresionante cauda de obras de gran significación, relación que me veo en la necesidad de obviar en respeto al tiempo y, más aún, a quienes en verdad ocupan mejor esos dominios. Volviendo a la advertencia que justifica este párrafo, veremos que hay, en efecto, entre ambas obras vasos comunicantes muy evidentes, no solo en los símbolos y las imágenes sino también en la creatividad misma que la autora pone de manifiesto con astucia... Así nos encontramos en la página 38 de CON TANTO AMOR... un poema que se titula LUNA LLENA DE LLUVIA, que retrotrae al título del primer libro con una inversión sintagmática de fina hechura en la que se revela la ocurrente creatividad de Marisol. Claro, es el mismo amor el que ha movido poemas divididos en dos poemarios.

Pero no interesa plantear esa relación únicamente como dato sino como prueba de que con LLUVIA DE LUNA LLENA y, encima de eso, CON TANTO AMOR EN LA MEMORIA, la autora no nos presenta en realidad dos obras de contenido exclusivamente erótico, sino una agenda de vida en la que el amor ocupa gran parte de sus citas y... sus cuitas. Veamos si podemos explicarnos:

El erotismo que encierra LLUVIA DE LUNA LLENA arranca con una investidura mítica que permite ver la identificación de la autora con los misterios de la noche; de ahí, como veremos después, se desparrama en la obra de nuestra poeta amiga una cascada de símbolos, como capa que la resguarda del mundo real y la hace reinar con sus versos sobre el sueño de los incapaces de amar. En el poema inicial, LILITH. leemos:

“...La dueña del placer y la palabra. / La amada, la amante / La que enreda corazones en su pelo...” Pero en estrofas que anteceden ha dicho: “...La indómita / Guardiana de su independencia / La transgresora de los límites impuestos...”

Es como si Marisol hubiese querido establecer que nos va a hablar del amor, pero desde el plano personal en que se ha podido probar el sabor de la pasión, pero sin exaltarlo ni dejarse atrapar por sus redes; algo así como “yo, reina de la noche, se que soy amada, se que soy amante, pero sentada sobre la luna, como Lilith, sigo siendo libre...” Según la versión hebrea del mito mesopotámico de Lilith, esta fue creada por Dios junto con Adán antes que Eva; fue pues la primera mujer. Escapó del paraíso y de Adán, molesta porque este le pedía hacer el amor estando ella acostada boca arriba, en la posición más común y corriente. Por haber huido fue condenada a perder todos los hijos que ella concebía con el semen de cuanto hombre lo derramaba fuera de la función debida. por propia mano o en infidelidad. Por eso la imagen de Lilith se ha convertido en símbolo de la liberación femenina en algunas culturas.

Con todo y ese poema inicial e iniciático, el erotismo presente en la poesía de Marisol, al menos en estos dos libros, se nos antoja a veces como un erotismo tierno, de ternura casi ingenua –no inocente, que es otra cosa-; ello, porque es una ternura natural, capaz de desnudarse sin malicia bajo la luna... Veamos ahora algo de la producción de la autora que evidencia lo que afirmamos. Tiempo habrá de analizar los otros símbolos:

“... Ahora solo quiero decir / que te quiero en Septiembre / y también en Enero / por años enteros. / Con lunas llenas / medias lunas y aún sin luna...” // (De ANIVERSARIO).

En esos versos pareciera que el amor confiesa su rendición. La reina de la noche se queda sin sitial, pero amando, siendo amante. La autora ha amado más que noche, luna y poesía: es mortal. No es mito. El lenguaje y la estructura de estos versos, se parecen mucho a los de otra escritora, la que nos acompaña en la locura familiar y que se quedó en un octubre “con tanto amor en la palabra”, valga la parodia que en este caso era de imponerse.

Lo dicho con respecto a aquella ingenuidad presente (que aquí debe ser entendida como “bona fide” aún no experimentada en el sufrimiento que producen el mal de amores o la decepción de la amante) no quiere decir que, por momentos, el deseo no se desborde por algunos versos con esa fuerza expresiva característica de las pasiones francas y valientes, capaz de entender y atender los aullidos de los faunos que la sensualidad deja rondar en noches así, en que al amor llama con claridad a su íntimo ritual. Pero siempre se expresa con naturalidad, con la sinceridad de lo realmente gozado, no como recurso de encantamiento poético, como podemos observar en el mismo poema ANIVERSARIO:

“Porque seguís siendo / el único mago / que sabe utilizar sus melodías / como encantamientos, / que sabe hacer a mi sangre sonora / y a mi cuerpo / tu instrumento de vibrador frotado.”

Así atemperado por los címbalos que la sangre hace tañer en los cuerpos que sueltan sus bridas para la entrega inevitable, el amor, en la obra briónica salta de pronto sobre los tejados de la poesía con versos que son “como gatos montunos”. Véase DE CUANDO NOS MIRAMOS, página 9, del primer libro aquí tratado, uno de los poemas más escandalosamente bellos y femeninos que he leído y que me da la gana leer entero:

“Cada vez que nos miramos / lo hacemos / con ojos húmedos, de perros jadeantes. / Te propongo / dejar ya el lenguaje de signos // Asaltar las fronteras / avanzar con alas de libertad / como gatos montunos / arañándonos / lamiéndonos / acariciando por fin /
nuestras geografías...”

Creo que no habría ya necesidad de continuar con esta presentación. Ahí se ha dicho todo. Ahí lo ha dicho todo una mujer que consciente de la hermosa geografía de su cuerpo y de la del amado que ha inspirado versos tales, no podría haber tenido mejor oficio que el de poeta. Ahí, sin embargo, no lo ha dicho todo esta poeta, porque en la agenda de una poeta auténtica, el amor no puede dejar de atender todas las citas que le apuntan el tiempo y la distancia...

Saltemos nosotros también con los gatos al segundo libro... Nos los encontramos ronroneando con esa sonrisa pícara que Marisol no puede evitar en ciertas ocasiones en que se ve arrinconada por un requiebro o una insinuación al paso, por ejemplo en RAZÓN PARA AMAR, aunque tácitamente mencionados:

“Te amo / porque amas lo que soy / y a mis dos ramas / porque abandonas tu seriedad / para descifrar mis enigmas / porque gozamos juntos / hasta las mascotas...”

Esas mascotas no podrían ser más que gatos, como que ya los perros como signos han quedado erradicados con su jadeo de todos estos testimonios en el anterior poema aquí leído. Están también estos enigmáticos animales mezclados con otros elementos de la nocturnidad en que parece haberse gestado esta poesía, al final de un poema de título emblemático al que ya nos hemos referido: LUNA LLENA DE LLUVIA. Véase:

“Desde entonces / la noche / llena de luna llena / es un espejo sin fondo / donde caben incendios / confesiones, gatos, boleros / y cabalgamos desnudos de tiempo / por el universo...”

No sorprenda que este segundo libro incluya un homenaje a un gato famoso. Leemos en la página 69 el poema GATO DE CHESIRE. Se trata, al parecer, del famoso personaje creado por Lewis Carrol en su famoso libro, el que solía desaparecer hasta quedar solo en sonrisa y que entretenía a Alicia con sus paradojas; la brizna de duda con que inicia la explicación previa se debe a que en el título del poema falta una h que quizá nos birló el editor, con la que quedaría claro que se trata del nombre de la ciudad inglesa de Cheshire que es de donde Carrol lo adopta para su felino. Pero se trata de él con seguridad porque en el comienzo de ese poema Marisol le dice “Siempre vuelves puntual en mis recuerdos mi gato de Chesire...”

Pero donde mejor se funde nuestra poeta con ese símbolo es en SIETE VECES SIETE, que concluye con esta estrofa:

“...Y sin embargo / podría perdonarte / setenta veces siete / entregándote / una a una / /mis siete gatunas vidas...”

No vamos a extendernos tanto sobre el simbolismo de la luna. Es tan claro como la luz que ella refleja de otra fuente. De ambos nos habla Marisol (a quien mejor le hubieran puesto Mariluna de nombre, a juzgar por su pasión por Selene), en el poema que lleva, precisamente, el nombre de esa satélite del sol y de la poesía de su autora, pero nosotros aquí tomaremos solo el final:

“...Con el correr del tiempo / el mundo oscureció / entonces desde un río de lágrimas y soledades / la diosa se encarnó en la luna / y el dios en el sol. / los dos respiran por la herida / entre el mar y el desierto / un anillo de fuego los consume / que sanan brevemente / cuando la luna come un pedazo de sol,,,”

Preciosa imagen la que encierra el final de poema para aludir a la fase menguante de la luna y, al mismo tiempo, del dolor que acompaña la ausencia o la tardanza del amor. Ya al comienzo del libro su autora había dejado testimonio de la celeste pareja, como lámparas de su más alto sentimiento de mujer:

“Te amo / porque amas lo que soy... // ...porque me has regalado / el sol del atardecer /
y la / L / de tu luna...”


¿Será esta L clave de algún Luis?... ¿Del Luis al que nuestra amiga le pide, en el poema DONDE DIGO SU NOMBRE que forma parte del primer libro, que no se aleje por lejos que se encuentre? Nunca lo sabremos. O quizá sí, mañana, si atendemos aquellos versos populares que nos acompañaron en la infancia: “Misterios que al papel lleva la mano / el tiempo los descubre y los publica...” Pero salgamos ya del tiempo de los Luises para pasar a otro comentarios.

Hay otros símbolos en el libro que valdría la pena tratar, si tuviésemos más tiempo, como los pájaros, los sueños, lo telúrico de los emblemas fáunicos y florales, pero nos falta referirnos a dos características que se advierten palmariamente en el libro que hoy presentamos, de índole conceptual la primera, estructural la segunda. Vamos en ese orden:

Lo primero que quiero exponer con brevedad trata de que la simbología a la que nos hemos referido procede de la influencia potente y valiosa que la mitología de nuestro mundo ejerce en el pensamiento de la autora y en la identificación que con esos valores históricos y culturales asume ella por vocación natural, por ser barro moreno que se resuelve en palabra, en verbo, en oficio de Grandes Lenguas. El último fragmento poético que hemos leído da cuenta clara de lo que hemos afirmado. No creemos prudente traer otros ejemplos. Ya el lector tendrá oportunidad de constatarlo con la lectura de estas dos obras. Paso pues, ahora a lo segundo.

A mi me parece que lo más valioso de la poesía de Marisol Briones, desde el punto de vista de la estructura poética, se encuentra en sus poemas de corta extensión. No es porque nosotros hayamos cultivado ese tipo de estructura, sino por el acercamiento formal que tienen con, por ejemplo, el epigrama y otras construcciones poéticas de este tipo. Recordemos el poema aquel donde canta a su Nicaragua y que mencionamos al comienzo de este ejercicio... Y es tal la validez de lo que afirmo, que el ingenio creativo de Marisol se revela contundentemente en aquellos poemas que asemejan píldoras de filosofía, como estos:

“No se si el encontrarte / fue un cruce de destinos / o un destino de cruces...” ¡Tres soberbios heptasílabos que son una joya de síntesis!

Otro:

“Me acerqué a tu cráter / y desde entonces supe / que tocaba el cielo / y abría el infierno...”

Yendo en crescendo de versos dentro de esta clase de poemas, pero manteniendo la síntesis de expresión, se encuentra el poema DE CUANDO NOS MIRAMOS que ya hemos leído, pero en el segundo libro, esa característica sigue manteniéndose con cobrada fuerza; así en el poema ES MAYO que vuelve a recordarnos el poder comunicativo que tienen los poemas de Mezti Súchit Mendoza López y que desde ahora, deberá formar parte de las más exigentes antologías de la poesía de nuestro tiempo:

“Es otro mayo / la plaza está vacía / el vuelo de los pájaros / detenido / la lluvia de estrellas / sin caer. / Mi patria sin ti / es una pancarta rota, / en este otro mayo / en que todavía / te quiero.”

En este orden se ubica también el poema al GATO DE CHESHIRE.

Celoso que soy de la verdad y de lo justo, debo decir también que hay varios poemas de estos libros que no debieron incluirse; afortunadamente no son ,muchos, pero este juicio es un tema que sólo es válido discutir entre Marisol y yo, si ella me lo permite. Yo también he incurrido en esos excesos, que no restan nada de valor a lo esencial de un libro, pero que con el tiempo le molestan a uno al verlos donde no debieron estar. Ya para terminar, haciendo descarada gala de ese afán lúdico que me acompaña siempre, quisiera decir que con estas dos obras, despojadas de algunos poemas que son prescindibles, yo, Mendoza el Viejo, hubiera hecho un solo libro con el título CON TANTA LUNA EN LA MEMORIA ó, quizás mejor, POEMAS DE UNA GATA LLENA DE LUNA. Pero como no soy el autor de ellos, me parece mejor quedarme “con la memoria en la luna”, en la luna de Marisol Briones, que no es de queso –me refiero a la luna, porque Marisol ya vemos que tampoco- sino luna de amor, luna de gatos, de noches encendidas, de pájaros nocturnos, de boleros y plazas que se cruzan furtivamente, de viajes y proyectos; un mundo mágico que nos revela a una mujer que no olvida sus recuerdos de luchadora, orgullosa de su casta, de su patria y de su oficio.

Bien. Creo haber abordado lo sustancial de la poesía de Marisol. Si algo sin querer he omitido habrá sido por incapacidad. Ya hemos anticipado que no somos expertos en estos oficios de padrino. De hecho, es quizá la segunda o tercera vez que caemos en la osadía de presentar un libro ajeno. Y de cierto digo que nunca lo hicimos con más entusiasmo, más confianza, ni más complacencia que hoy.

Solo quiero pedirle a Marisol que antes de leer poemas de CON TANTO AMOR... lea uno de LLUVIA... que lleva el título EN LA DISTANCIA. Ocurrió que cuando lo leí por primera vez hace... ¡cuatro años!, sentí en los dos últimos versos que un endecasílabo pugnaba por salir a ocupar mejor sitio en un soneto; y amante que soy de ese molde poético, le di gusto. Me tomo la libertad de leerlo para cerrar mi intervención, después de que lea el suyo esta dama de colochos que, según ella misma dice en un poema de CON TANTO AMOR..., son como “anzuelos para otros”, para otros que se atrevan a caer en las garras de una gata así, con tantas vidas y tan bellos poemas...


Rafael Mendoza el Viejo.

XXIV – MARZO - MMX


(Se agrega en página siguiente el soneto mencionado al final del discurso)





GLOSA




“…demando el don de la ubicuidad
para alentar tu lecho y mi cuerpo
en esta larga y fría madrugada
de la distancia.”
Marisol Briones





En esta larga y fría madrugada
yo también estoy solo en otra historia.
Entre sombras, insomne, hago memoria
de tu voz, tu sonrisa y tu mirada.

Lamento no tenerte aquí abrazada
y no poder gozarme con la gloria
de que alcancen unidos la victoria
nuestros cuerpos, en ansia desbocada.

Pero mi mente, donde moras, sabe
con tu imagen construir la fantasía
de ese encuentro y lo sueño. Cuando acabe

su magia, encenderé la poesía
y en un soneto a lo mejor te grabe
en esta madrugada larga y fría.

Rafael Mendoza
Octubre 2006


domingo, 21 de marzo de 2010

poemas de carlos bustamante


Carlos Bustamante, El Salvador








LA ANEMIA DE TU MUERTE







Pálida. Serenamente pálida.
En ti se apagaron todos los astros.
Quedaste más exangüe que la luna.
Pálida. Serenamente pálida.
Tu palidez desentonaba hasta en la nieve.
Eras una galaxia dentro de la muerte misma.
Un río congelado entre el fulgor del alba.
Un estero de lágrimas en el nocturno cielo.
Una espada de plata caída en la llanura.
Pálida. Serenamente pálida.
Inextinto recuerdo de las lámparas rotas.
Cadáver de un relámpago celeste.
La cruz antártica yacente sobre mi alma.
Pálida. Serenamente pálida.
Así te vieron los ojos cuando muerta,
Mis ojos alumbrados por tus despojos lívidos,
Bañados por la lumbre sin luz del orto eterno.
Pálida. Serenamente pálida.







TU PIE DESNUDO







Emula de tu pie descalzo y frío
Ya la luna menguante —pez de nieve—
Su dorso de marfil, arqueado y breve,
Hunde en las linfas de celeste río.

También tu pie, en idéntico desvío,
Mútilo de las alas, blanco y leve,
Con escorzo de pájaro se atreve
A bañarse en un lago de rocío.

Refractando un relámpago nervioso
Riela sobre la escarcha, cauteloso,
Tu pie de jaspe inmaterial. No eludo

Decir que, como el pez que se constela
De luna y concha nácar, su alba estela
Deja en mi corazón tu pie desnudo.







LLANTO







Tenía un estertor de estrella en la garganta
Y algo como un adiós de golondrinas en los ojos.
Tu vida agonizaba más lenta que la tarde
Y con una voz muy pálida, voz como de hoja seca,
Atormentada en esta angustia de todas las angustias,
Me dijiste —Carlos, yo me muero…

Luego volviste el rostro, luna ya de otro cielo,
Hacia el lado del muro
Donde empezaba el crepúsculo y empezaba la noche.

Te fuiste en suspiro sin regreso.

Ya no me quedó más que tu cabellera
En un desorden de dolores azules.

Quise hablarte, decirte toda mi ternura,
Pero mi alma estalló en un profundo sollozo
Y de mi pecho convulso, como marea de gritos,
Se desató en un largo río de silencios amargos.
*Poemas tomados de la Antología general de la poesía salvadoreña. Selección, prólogo y notas del poeta José Roberto Cea. Elditorial Universitaria, El Salvador.