sábado, 31 de enero de 2015

TRES POEMAS DE WILFREDO ARRIOLA

Wilfredo Arriola, El Salvador.




EXILIO NOCTURNO



Llevo a la noche en mi pecho
como las despedidas de tu manos
llevo cantos derramados
llevo luciérnagas apagadas
besos muertos en los caminos desechos
llevo dos días que nunca sucedieron
y una luna tapando un sol.
Si las lágrimas me piden exilio
es por la palidez de mis ojos ante el desconsuelo.

Llevo tu consonante adherida
las tumbadas glorias en otros espacios
cansados de mí.
Llevo al que fui, en la maleta estrecha certificada de desvelo
la crisis pasiva
la subversiva la eterna palabra disfrazada de horizonte

Llevo deudas sociales para los que no les asistí
a sus insensatos bosquejos pre-nocivos.
Llevo nada de tu cuerpo
ni la sal gastada
mucho menos el sabor abolido a mis bienes.
De la perpetua noche dejaré: deudas, néctares, resacas,
tres pasos para atrás…
Te dejaré a ti la cosmología del desamor
nada que no sea mío, nada que no viví.
Llevo una lluvia en mis manos
que se atrevió a inundarme la crisis
a ahogarme el verso, a romperme la balsa
y si quiere Dios sigo cantando el estribillo
ese que canta, ese que llora el himno a voluntad de nadie.
El de la mano en la dicha, el de voz cabizbaja el de bajas intenciones.
Llevo una lluvia en mis manos y ya la siento en mi boca
y más que en mi boca, en tu alma.

Me quitaré la alpaca,
penaré mi huida le jugaré aguantar
la mala mirada a los búhos faltos de alma
ricos en espera...
Mi exilio nocturno será por esa razón de ya no ser
por dimitir de la arcilla de las estrellas
por comulgar la peregrinada alba de luto
por dormir en la acera del desconsuelo
por confesarme ante las sombras del día infinito
por aguantar la imparidad de mi cuerpo y mi ser.



DECIR ADIÓS


He conocido dolores que mienten cuando sonríen.
También he llorado como forma desequilibrada de la mirada
intimo aguacero de la pupila
pasión sin plomo
vértigos de mar adentro
historia de vacíos; todo eso dentro de una lágrima.
Quedan mis manos tocando
el cristal donde te marchas
agarro el puñado de intenciones
y pasan al cesto de los pasados sin futuro.
Todo tiembla.
La tristeza son cien hombros ocupados
donde no se puede llorar
las calles tienen un ritmo de fuga cuando no estás.
Así me pueblas, empapas de abandono todas las horas
y los días pasan a ser uno más en la muerte.
Te marchas
decir adiós es un pequeño acto suicida.



TRAJÍN LARGO EN UNA NOCHE SIN ENSAMBLE



A Isabel más lejana que lo inexistente.

I
Descompuesta, ilocalizable.
Péndulo de un pasado.
Nada era legible en la atrofia de tus manos.
En lo perecedero de tus ansías radicaba
la puntual ruptura de tu palabra.
Ahí nacía el silencio.

Era calcable la protesta de días confusos
Ayer, era tu calendario más cercano
Y nunca era la agenda cuando el importuno tiempo
huía forzado o a sana petición de ti.
Resolvías que las brújulas sirven donde no te espera nadie.
No detenías más
Cocías las silabas de quién por el coraje de la lealtad
Callare.
Como calla la mirada cuando se rehúsas al presente
Tiempo de nadie habitado por uno, que nunca lo ha de saber.

Que la cronología repare en mí, el odio que se te avecina.

Digo que es un error
ya no es un hallazgo el abandono.
La venganza ya no se teje con la fina puntada de la aberración
y tú insistes en volver como se vuelve
a lo pagano de la adolescencia, te pido no lo sostengamos más.

Te pido que seas tú, a pesar de la noche
Del ensamble al que tienes que aprender a aceptar. 


II

Busco la verdad que no atente contra mi integridad
y quizás eso, como tú dices sea la consolidación de la mentira.
Quizás eso sea la escalera que nos haga envilecer ante lo previsible
Lo plomizo que dejan las horas, cala.
Esto es monótono
Como la mirada puesta en el pecado de la fantasía
Árbol erróneo del futuro
Inclasificable jactancia, la apuesta de lo que no ha suceder.

Los matices, la ceremonia de lo desapercibido
La irreprogramable llama de la pasión. Quizás sea eso
Una muchedumbre habitada en cada poro.
Tal vez sea eso.

Parricida el llanto que mata lo noble creado. Piénsalo así.
Las sillas son esto, pequeños parques
de la ciudad olvidada de nuestro cuerpo
un cruce de piernas, los faros de la perdición.

Si tú supieras, o la poesía supiera de ti.
Dejaras cada uno de los hallazgos que no descubren nada
Sino sólo, a ti. A ti nada más
El desamor es un anuncio del infierno.
La fogata que alumbra la decepción.
 Y crepita el tiempo como esta noche, como… –déjalo ya- esto no tiene comparación.



III

Lo has sabido de nuevo, las fotografías son el chantaje del tiempo
Las has visto, las has coloreado con la mirada. Las has penado.
Te sobran los dedos para poner en cada rostro el tacto de la nostalgia.
Y las miras, pero todo es soluble a la hora del recuerdo
Las disuelves una a una, como los pasos a un futuro
Unos demorados pasos, pero pasos al fin. Eres la foto de cualquier tiempo
Lo universal no aguarda la belleza, es la belleza.

No te ocultes de ti, repara en ese favor.
No dejes de hacer fiesta con tus ojos.
No me enmiendes el pecado.

Las ventanas no tienen subtítulos, me decías consternada
y hace falto algo, por eso la imaginación lo es todo.
En verdad no estamos tan perdidos. Por ejemplo
La lluvia es intraducible, uno de los mejores idiomas.

Te vi y deje de ser joven de verdad
imploraste con tu indiferencia el altar que nadie te ha rendido.
El destino a veces supone el coraje
de ser uno en el cuerpo turbado de un corazón sin amante.

El resplandor que crea un niño cuando ríe a solas
pensé tal vez, eso era.
Una mancha que se cree el rostro de lo esencial.
Así te vi. Ahora dentro de una casa, una homologa casa
que por nada del mundo es la suma de ti
sino la resta de todas tus ausencias.
Sino la certificada promesa de impuntualidad
a la hora de mostrarte entera.
No desnudare más.
Recuerdo que señalas que no hay nada peor
que querer agotarse en buscar en los demás
lo que no comprendemos de nosotros mismos.