sábado, 1 de diciembre de 2007

Y bien está que yo, que soy un pobre diablo_Roberto Manzano

Fotografía: Roberto Manzano, Cuba



Y bien está que yo, que soy un pobre diablo…




Y bien está que yo, que soy un pobre diablo,
me cante un salmo: Loado sea el día cuando aparece
en las jambas gastadas, cuando se va
con pañuelos oscuros por las tapias,
y sea para siempre ensalzado en los caminos,
en los recesos de los escolares, en las meriendas
de los obreros, en las curvas blancas
de las cariátides, y entre los mármoles del bosque.

Loada sea el alba cuando lee febril su partitura
y cuando el soldador baja su máscara,
en el instante mismo en que aquel gladiador de la orilla
vio nacer de su casco cuatro águilas caudales.
Loada sea cuando la niña trenza su trenza
y el pequeño varón traza el navío absorto de la noche.
Loada cuando el tímpano asordó las campanas
y la leche cerró su rostro con la nata.

Loada sea la mañana cuando partimos hacia la penuria
sin botones, sin suelas, con cucharas de ácido.
Loada sea cuando el limón fermenta al cemento
y nos satura la melancolía de la sed y del hambre.
Loada porque estamos vivos, latiendo en el espacio,
fluyendo con Heráclito hacia todos los capítulos.

Está muy bien que yo me cante un salmo, que yo sea
el arpista, el que oye, el que dice las gracias
y el deseo. Yo voy por entre el polvo,
y soy de polvo, y urdo mi destino con manos polvorientas.
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lunes, 26 de noviembre de 2007

Libro de Mario I_Osvaldo Hernández

Osvaldo Hernández, El Salvador. (Fotografía: Silvia Elenw regalado)




I



de nadie son estas erradas luces
este chocar de copas
estas cuidadas muecas de vecino bueno

uno se despide de uno ante el espejo
y se echa de nuevo a la calle
pisa las mismas grietas de la acera
el mismo estiércol seco de todos los perros del barrio
menos del tuyo
porque no tienes uno que te ofrezca un rabo alegre si regresas

y repites el mismo camino
y no piensas en la muerte
y la muerte existe y busca y encuentra
pero no la ves
y vuelves de noche y abordas la misma acera y cruzas el umbral
y no la ves
y Mario está sentado envuelto en todos sus dolores
el riñón seco
el cansancio agudo
el hígado obsoleto.
y la bandera blanca del vencido en la mirada
y no la ves
a ella no la ves

pero suena el teléfono e imaginas su voz
y piensas en la línea horizontal en la pantalla
y en Mario
que vacío de dolores
apaga la luz
y sonríe
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