lunes, 5 de septiembre de 2016

ANDRÉ CRUCHAGA: VOZ REFLEXIVA E INCANSABLE

Luis Antonio Chávez, escritor y periodista salvadoreño.






ensayo


ANDRÉ CRUCHAGA:
VOZ REFLEXIVA E INCANSABLE

Luis Antonio Chávez



Extraño la luz de este camino que dan los nombres,
como rotas páginas perdidas con los años”…
Francisco Domingo Calles 




En 1990, cuando aún vivía nuestra recordada y ponderada amiga, la sempiterna princesa de la poesía y crítica literaria Dra. Matilde Elena López, tuve en mis manos una muestra de los versos escritos por el poeta André Cruchaga, los cuales degusté durante largas jornadas.
Lejos estaba de imaginar que un día estrecharía las manos de este poeta oriundo de Nueva Concepción (Chalatenango, 1957), para sellar una amistad que iría en alza.
De aquellos escritos a la fecha he acumulado cuanto poema ha llegado a mí de este autor, los cuales han aparecido en revistas y periódicos donde cedían espacios en aquel entonces- “por caridad a la cultura”, acción que se ha ido perdiendo porque a los propietarios de los medios de comunicación no les deja dividendos económicos.
Sin embargo, aún hay un medio impreso que cree en los artistas y contra viento y marea ha mantenido una revista cultural que data desde aquellos Sábados Culturales (1980), pasando por el Suplemento Cultural 3000, inaugurado el 24 de marzo de 1990, idea gestada en sus creadores Gabriel Otero y César Ramírez (Caralva).
En dicho Suplemento han publicados sus trabajos tanto noveles como avezados escritores, algunos de ellos han puesto muy en alto el nombre de El Salvador.
Alguien preguntará porqué acumulé tantos escritos, más me limitaré a decir que ha sido por cuestiones de estilo y de búsqueda de un lenguaje no prosaico, tal como escribiera Juan Larrea, defensor de la teoría Creacionista con su estética defendida por Vicente Huidobro:
“El siglo veintiuno verá nacer el reinado de la poesía en el verdadero sentido de la palabra, es decir, en el de creación como la llamaron los griegos”, (1) lo cual buscaba busca, según mi criterio poético, romper con esquemas arcaicos para proponer nuevas formas de escritura, sin que la metáfora se sienta agraviada o  forzada a ser nomás un verso decorativo.
No niego que en esas noches, con o sin plenilunio, traté de hilvanar cada metáfora escrita por Cruchaga, apuntes que me sorprendieron de entrada, pues me gustaron y aquí estoy poniéndome a cuenta para no dejar “burra” en mis comentarios, certeros o no, pero en fin son los criterios de un autodidacta metido a escritor.
Por aquello de que me enjuicien antes del génesis, permítanme cubrirme con el manto piadoso de la escritura, que es benevolente con quien toca su puerta, pero implacable con los que toman “poses” para las cámaras sin haber hallado el acertijo en Peloponeso.
En los corrillos literarios se maneja la tesis que la escritura es un lenguaje endurecido que vive sobre sí mismo, por ello no nos sorprende el estilo y la búsqueda de un don que le es dado a André Cruchaga, quien lo acoge para sí, demostrando a lo largo de varias décadas dedicadas a manchar papel, el por qué recibe los frutos de su perseverancia.
Teresa Moncayo, estudiosa de literatura y escritora (Universidad de Cádiz, España), al referirse al trabajo del poeta chalateco, acota: La poesía de André Cruchaga requiere distintas lecturas y tantas versiones… Creo que su poesía está basada en la claridad de pensamiento y se apoya en unas líneas a veces difíciles de “descifrar”… No es una poesía lineal, simple y basada sólo en la forma. Desde luego que no. Porque dice mucho en poco y, traspasa más, por esa forma y fondo que nos incita a pensar (más de la cuenta). Y es bueno “provocar” la reacción del lector. De lo contrario estaría hueca y no lo está. (2)
Y es que el arte poético requiere de sacrificio, dedicación, disciplina… y el poeta a quien comentamos lo sabe, por eso trabaja como el orfebre, de ahí que las metáforas en su pluma tomen vida impregnándolas de celajes e imágenes que, al ser descodificadas, se imantan de una escritura que sirve de trampolín para subir al podio, convirtiéndose en una lectura grata y apetecible. Para respaldar mi comentario, traeré a colación las palabras del argentino Juan Larrea, quien asegura que “lo único que debe de interesar al poeta es el acto de creación”. (3)
Larrea agrega que “el poema creado es en el que cada parte constitutiva, y todo el conjunto, muestra un hecho nuevo, independiente del mundo externo, desligado de cualquier otra realidad que no sea la propia, pues toma su puesto en el mundo como un fenómeno singular, aparte y distinto de los demás fenómenos. Dicho poema es algo que no puede existir sino en la cabeza del poeta”. (4)
Pero para llegar a esta escala, el autor de Pie en tierra ha demostrado que nada ha sido fácil, que han sido largas horas dedicadas a la búsqueda de un lenguaje genuino, creer en sí mismo y darse cuenta de que haber tomado este “largo camino” en un país donde poco o nada se hace por los escritores, es confesarse así mismo que se tiene alma de aedo.
Quienes nunca han experimentado la fobia de enfrentarse a la página en blanco y en completa soledad, no saben que se entabla una comunicación íntima entre el hacedor y la literatura, que al final del túnel el escritor hablará por sus obras a través de su recorrido.
Veamos lo que escribe Roland Barthes en el libro El grado cero de la escritura en torno a la teoría de la comunicación íntima entre el hombre y la página en blanco: “Es la parte privada del ritual (comunicarse íntimamente con la escritura). Se eleva a partir de las profundidades míticas del escritor y se despliega fuera de su responsabilidad… Funciona al modo de una necesidad, como si en esa suerte de empuje floral el estilo sólo fuera el término de una metamorfosis ciega y obstinada, salida de un infralenguaje”. (5)
Por eso es que el paso por la literatura de escritores de la talla de Berlaine, Mallarmé, Baudelaire, Víctor Hugo, Walt Whitman, Erza Poud, Eliot, Jorge Luis Borges, César Vallejo, Carlos William Carlos, Jorge Arturo, Jorge Boccanera, Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Tomás Eloy Blanco, Vicente Huidobro, Octavio Paz, Gabriela Mistral…
Y si nos ponemos más patriotas Alfredo Espino, Claudia Lars, Raúl Contreras, Oswaldo Escobar Velado, Pedro Geoffroy Rivas, Roque Dalton… han trascendido por haber encontrado en la palabra un estilo, pero también reconocemos que antes tuvieron que quemar velas en la búsqueda de una poética que dejara huella en las alas del tiempo.
No nos sorprenderá pues, que cuando se da a conocer en el mundillo literario de esta aldeaun nuevo libro de André Cruchaga, venga impreso en dos idiomas (depende del país que se atrevió y confió en el poeta traduciendo sus escritos), porque hallaremos una voz más iluminada dada su trayectoria.
Así llegaron a mis manos Alegoría de la palabra (1992); Visión de la muerte (1994); Enigma del tiempo (1996); Roja vigilia (1997); Rumor de pájaros (2002); Oscuridad sin fecha (Edición bilingüe castellano-cuskera, 2006); Pie en tierra (2007); Caminos cerrados (2009); Viajar de la ceniza (Edic. bilingüe castellano-francés, 2010); Cuaderno de Ceniza (Edic. castellano-rumano, 2013); Balcón del vértigo (2014); entre otros que iremos comentando.
Alzo la mirada, leo los versos de André Cruchaga, deambulo por las diferentes arterias de una ciudad asfixiante y virulenta. De pronto caigo en la cuenta de que los escritos de este poeta chalateco no se aíslan del marasmo citadino, sino al contrario, la convivencia con su mismo pueblo coadyuva a darle sazón al manjar que se nos entrega, aunque tengamos que hilvanar cada imagen como para ir redescubriendo sus escritos.
La palabra poética es un arte sin retorno que propone una sombra espesa de los reflejos de toda clase vinculados entre sí. Son acertijos acompañados de lo existencial. Ya lo ha dicho mi estimado amigo André Cruchaga, “los palmares no vienen solos”.
Y yo le agregaría que se necesita ser terco como nuestros abuelos, extasiarse con Trilce, visitar mil veces Macondo, ir a Comala, pedirle permiso a Huidobro por usurpar sus nichos, romperse el cuello y las pestañas… es decir sudar la camisola.
“Se camina, sin duda alguna escribiendo. Así, se mitigan o derriban muros físicos o mentales. La única consagración la da el oficio. La escritura no sale sola.”, leí alguna vez en el muro de Cruchaga.
¡Vaya que no se equivoca!, ya que si ponemos en el caleidoscopio las horas de vuelo que se necesitan para vestir a las ninfas del archipiélago, se cuantificará la aventura sólo por las grandes jornadas ajustadas bajo el sentadero.
Me detendré un momento para echarle un ojo al texto recién publicado de André Cruchaga, con lo cual se muestra del porqué de este comentario que reafirmar la tesis de que este poeta está dado a quedarse con sus escritos en la retina de sus lectores, quemando velas que a la postre dará fe de mi apreciación sobre el mismo.

Lejanía-Away, traducción al inglés:
Grace B. Castro Haro




Una visita a la poesía
En Lejanía-Away, traducido al inglés por la literata y traductora mexicana Grace B. Castro Haro, quien es licenciada en lengua y literatura inglesa, cuya especialidad es la traducción de textos literarios, el poeta escribe versos no todos impregnados de erotismo, sutil, sin caer en la pornografía, al menos esa apreciación me dio la primera lectura.
Por cierto a través de este espacio felicitamos al pintor salvadoreño David Duque, por haber contribuido con la portada titulada “Sueño azul”, ya que existe una comunicación entre los escritos de André Cruchaga aquí publicados y la obra pictórica de Duque.
“Desciende hasta la sombra viril del azogue. / Amotina tus senos en las redes de mis ojos, salpícame de trenes y litorales. / Enrédame en tus poros de matorral ardiente, en tus ijares de íntimos pétalos. /Después, deshabítame de tantos espejos: quédate en mi sombra”, plasma André en uno de sus versos. Y es que la palabra de André se nos presenta segura del camino trazado, pues en sus escritos hallamos el hurgamiento en los recovecos de la conciencia para cantar todo aquello que sirva de herramienta y convertirla en poesía:
“En los días corrompidos del índigo, el breve pájaro de los agobios en la sala de emergencia… frente a la rosa del torrente desaparecen los deseos fosilizados. Vos y yo ascendemos al infinito de la desesperación-”, nos escribe el poeta como para reflejarnos esa crisis psicológica que vivimos a diario en este país cansado de tanta violencia.
Para nada sorprende que en la poesía de André Cruchaga hallemos imágenes muy bien hilvanadas, pues sólo quien es ciego no puede ver que en sus escritos dice mucho y respira, para después exhalar el aire que aún le queda, mancha y escribe, borra y envía al basurero lo que no se depura, pues para nadie es un secreto que este poeta vive la metáfora y el símil, veamos: “Sólo llegando al final, supe cuál era el principio (Ahora, ya denudo, puedo caminar sobre las aguas). En la flor de la memoria, ya no me asusta la rigidez de los balcones”, escribe André.
Una de las características de los poemas publicados de André, además de la profundidad lindando la filosofía, es la lírica compuesta por versos que no sobrepasan las veinticinco líneas o quizá menos; aunque aclararé que algunos escritores consideran que si no se escribe un poema-testamento, éste no sirve, en lo personal he incursionado en las distintas formas y me siento bien.
Entonces yo juagaba con los muertos. Eran los muertos que mis ojos vieron en el vaso del insomnio. Entonces las palabras eran pájaros gigantescos… Yo era parte de los transeúntes frente a ventas frenéticas. Después vino el grito oscuro del reloj”, escribe André para dar testimonio de una década dura.
La pluralidad de las escrituras modernas, multiplicadas desde hace cien años hasta el límite mismo del hecho literario separa el “pensamiento” de un Balzac y de un Flaubert, eso según Barthes es una variación de escuela a que ambos escritores pertenecieron. Y es que leer a André Cruchaga es sucumbir como Dante a los infiernos y recalar con un ramo de rosas rojas en vez de blancas para la amada, es hacer del símil un manjar para degustar a la luz de la luna, viajar a un mundo que se le ha dado para que le cante a la vida, sin que el lector se sienta “extorsionado” con la metáfora, porque hay que decirlo, muchos dicen ser poetas, pero no llegan ni a tocar a las ninfas, pero los poemas de este vate son un descanso después de la tormenta.
“Me extraño de las puertas y las ventanas, me estremecen las indagaciones, y el ojo en extremo de emoción. (A veces se abren las semanas como un quejido de portón viejo)”, nos escribe el poeta.
A lo largo de los años, los poetas han utilizado la figura del espejo como un tema recurrente en sus escritos, con ello resaltan una imagen como símbolo de la irrealidad que subyace dentro de una sociedad polarizada, encontrándonos con individuos faltos de sentido común, donde reina la intolerancia, no dialogan antes de reaccionar de forma bélica y eso, quiérase o no, ahorraría tantas muertes en escasos kilómetros que encierran a este paisito que tanto amamos.
Dicha realidad es cantada a través de la poesía, el teatro, la novela… herramientas utilizadas como una coraza en los artistas cansados de tanta violencia. Veamos lo que escribe André Cruchaga al respecto: “Siempre resulta difícil adueñarse de la luz de las ventanas, descifrar los mensajes del arrepentimiento, no permitir que los recuerdos conviertan en sal el calendario”.
Cruchaga sabe que no es fácil sentarse frente al ordenador a plasmar un pensamiento que lo acorrala, ya que la poesía nos lanza las imágenes que debemos escribir al instante, pues si decimos que los haremos en cuanto tengamos tiempo, las ideas habrán desaparecido: “Escribir es fácil, sobre todo cuando lo hacemos sobre las falsas promesas, del ojo cerrado del cuerpo”… plasma el poeta.
Dar testimonio de la realidad en esta aldea donde subsisten los poetas de “puro milagro” es la tarea encomendada a los “juglares”, ya que “El poeta es la plomada de su tiempo” como lo afirmara el poeta Ulises Masis.
“De pronto pienso en los abismos del tabú, en los ojos grises de la niebla, en el amor que escurre de un alambique, (ah, las muletillas de las convicciones políticas debajo de las axilas.)/ Disimulo cualquier guisado profético sobre la mesa del horizonte.” Nos escribe.
Por el momento nos tomamos un descanso, respiramos, sentimos recorrer en nuestro cerebro las imágenes poética del libro citado… inhalamos la frescura del aire de la costa del Pacífico, diluimos la fórmula de la siguiente metáfora y continuamos:
“Desnudas arden las palabras en los labios: llueve el solo océano de los trapos, somos las mitades inevitables del sonido, los aleros crecidos en las piernas… Así crece el invierno en la estantería de los párpados”… escribe Cruchaga.
Leamos otros versos del poeta chalateco publicados en su libro Lejanía-Away: “Sobrevuelo en el autorretrato del monólogo: Las calles tienen repercusión en el cuerpo, son caballos las sombras anónimas que vagan en la teoría del braceo: de un tiempo acá, hay perdigones de ecos en la ficción”.
Leo los versos y reafirmo mi visión sobre este autor cuyos libros ya sobrepasan las dos decenas y cada texto es un deleite para la retina de quien lo tenga en su biblioteca, así sabrá degustar su poesía exquisita… sigamos con el análisis de los versos escritos por André Cruchaga a ver que sorpresas nos deja en el paladar.
“Cerré ya mi ventana para que no entre el humo de la hojarasca. (Sólo me puedo conformar con el tiempo que todo lo aploma, sospecho que en la conciencia sólo hay escombros y una forma vil de apaciguar la herida”. Escribe el poeta.
André se duele por la realidad que los circunda y lo plasma: “¿Acaso entra aquí la luz al final de la piel? ¿Acaso hierben los espejos cuando entro o salgo de los recuerdos? El granizo muerde los taburetes del suelo la noche donde ladran los perros y enlutan las sombras del cuervo: arrastro mis dientes al vacío”.
Vía libre-Via lliure, traducción al catalán:
Pere Bessó, poeta, traductor, filólogo.




Uno más y se va de paso/ Vía libre-Vía lliure
Si el estilo es propiamente un fenómeno germinativo, sus alusiones están distribuidas según la profundidad en que se imbrican, de ahí que la poesía a través de sus herramientas metafóricas, adjetivaciones o símiles- toma fuerza cuando quien se apasiona con ella sabe descubrir su magia.
Ilustrado por la fotógrafa profesional de origen argentino Graciela Strañák y traducido al Catalán por el experto en filología moderna, catedrático de lengua y literatura española, Pere Bessó, con más de una veintena de títulos traducidos, el libro En Vía Libre/ Vía lliure, es otro de los cuadernos dados a conocer simultáneamente por André Cruchaga, quien luego de la tercera llamada corre el telón acompañando al lector con un verso cargado de erotismo cuyas líneas despiertan la sensibilidad a flor de piel.
“Embebido en el espejismo oscuro de la taberna, el borbollón de olas como la noche terrestre de un burdel”… escribe Cruchaga
Con el preámbulo no hago más que preparar unas cuantas tazas de café, unas velas aromáticas, la respectiva semita tres pisos y unas almohadas para ponerme cómo y a seguir leyendo poesía, pues como todo poeta que reacciona lleno de esperanza, André le canta a su pueblo con evocaciones sutiles: “Soy niño dibujando otro mundo en las redes… nada me sorprende tanto como quien duerme en las aceras”.
Han pasado los años y desde el año de 1990 que tuve conocimiento de la existencia de este poeta chalateco no he perdido su huella, sus versos están llenos de vida, aunque en ocasiones le he sentido una veta lúgubre –pero no siempre- lo cual es como ver una hoja en medio del bosque de las ilusiones que tiene todo individuo que sueña con ser…
En este otro libro se nos presentan versos con un estilo muy propio, con una prosa exquisita, pocas líneas pero plasmada con mucha intencionalidad, escritas con alambre de alta tensión. Vemos: “Cuando la tinta se derrama arrastra todas las cicatrices de la página. Hay una fosa común para el grito, el silabario a punto de convertirse en poema.”… escribe el poeta.
André Cruchaga le canta a la vida y a veces encuentro –no siempre- imágenes desgarradoras, pero a la vez llenas de luz, faros de esperanza insertados en la dermis de un ser que ha vivido en medio de una tormenta que por poco y le arrebata la vida, un poeta que ha visto al rayo expandir sus esquirlas dejando mortandad por doquier y, si se corrió mayor suerte, centenares de luceros con muletas, como también ha visto brotar agua en medio de las rocas.
En la hoja amarilla que se desprende de las ojeras, los recuerdos imprecisos del vaho, las sombras y los barquitos de papel. Caminos desabridos del tiempo en los coágulos de la saliva y la herrumbre… desconozco si las luciérnagas pueden alumbrar todo este bosque y lavar los tantos equívocos de las vestiduras”, nos dice el poeta.
En la poesía moderna según Barthes, las palabras producen una suerte de continuo formal del que emana una densidad intelectual o sentimental… la poesía moderna se opone al arte clásico por una diferencia que capta toda la estructura del lenguaje y que no deja entre esas dos poesías (la clásica y el verso libre) otro punto común que el de una misma intención psicológica.
Confieso que al leer a André Cruchaga caigo en el imaginario de los escritos hechos por Arthur Conan Doyle descendiendo a los puentes donde se encuentran a algunos seres como piltrafas humanas tras fumarse la vida con una pipa.           
“Después del desván vacío del fuego, los ecos derretidos de la sed. (El mutismo de la noche con todas sus ausencias), la leña del ciprés se desvanece en presagios: / a cada funeraria le incorporo los Lázaros, a cada espesura mi sigilo, la edad íntima del laúd, / y la cobija de la neblinas que a menudo se torna circular en mis andrajos”…    
Sin embargo no se debe perder de vista que las dos formas tienen su propia musicalidad y un ritmo que quien lo descubre encuentra un oasis en su retina.
“Tanto bullicio para después quedarme solo en las aceras. Tanta muerte innecesaria. (He pensado en escribir mi próximo poema sin palabras), esta página envejece de aguas, ya el silencio carece de resortes y colchones, tiemblan los barquitos de papel”… reseña André para dibujar esa realidad que no nos atrevemos a ver.
Cierro por el momento este escrito, pues aunque hubiese querido seguir escudriñando las metáforas llenas de vida de André Cruchaga, me queda el entusiasmo y vivo cada verso como el siguiente:
“Tanto bullicio para después quedarme solo en las aceras. Tanta muerte innecesaria. (He pensado en escribir mi próximo poema sin palabras), esta página envejece de aguas, ya el silencio carece de resortes y colchones, tiemblan los barquitos de papel”…
Estos son los escritos del maestro André Cruchaga, imágenes literarias impregnadas de símiles que han llegado para quedarse en la retina de sus lectores y de quien auguro, seguirá aportando esos versos que ponen muy en alto a este país que tanto amamos.  

Luis Antonio Chávez
Escritor y periodista
Ciudad de Los quemados, agosto de 2016.



1) Manifiesto acerca de El Creacionismo, escrito por el argentino Juan Larrea, publicado el sábado 11 de junio de 2016, pág. 5 y 6, Diario Co Latino.
2) Moncayo, Teresa, Universidad de Cádiz, España: estudiosa del lenguaje, escribió el artículo “Una mirada a la poesía de André Cruchaga”, aparecido en el Suplemento Cultural 3000 de Diario Colatino el sábado 23 de julio de 2016.
3) Manifiesto acerca de El Creacionismo, escrito por el argentino Juan Larrea, publicado el sábado 11 de junio de 2016, pág. 5 y 6.
4) Manifiesto acerca de El Creacionismo, escrito por el argentino Juan Larrea, publicado el sábado 11 de junio de 2016, pág. 5 y 6, Diario Co Latino.
5) Manifiesto acerca de El Creacionismo, escrito por el argentino Juan Larrea, publicado el sábado 11 de junio de 2016, pág. 5 y 6, Diario Co Latino.

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