jueves, 31 de diciembre de 2009

poemas de jonathan velásquez

Jonathan Velásquez, joven poeta de El Salvador



Insomnio





Cuando el insomnio
danza su macabra sonata
con mis parpados
desempolvo el alfabeto
de las aves y los sonámbulos peces
que trae la tormenta.
Cuando el insomnio
me obliga a que te piense
desentierro los secretos
de la tierra y de los árboles,
me enamoro de los ángeles
que se escapan de mi sueño
y alzo un vuelo interminable
hacia el huracán de tu mirada,
invento una y mil formas
de gritar tu nombre con mis ojos,
cuando el insomnio llega
tiendo una emboscada a tus piernas,
dibujo tu cuerpo con la oscuridad de mi sombra,
abro el baúl del silencio
y ciudades dormidas, sin plazas ni a venidas
escapan de mis manos
como una ráfaga de viento clandestino.
Cuando el insomnio llega
bebo café,
enamoro las estrellas
invoco las lechuzas y los búhos
y te sueño despierto
esperando nunca despertar.







La muerte de la montaña.



Con majestuosidad Acaricias el vientre
Desnudo del cielo.
Crosby Lemus.




Las hojas están hartas de caer sobre la frondosa hierba
Y tus pies descalzos,
Quieren mutilar el tiempo con el filo de su lengua
Tratan de cortar la voz del sol
Mientras el olvido cae como el fruto prohibido.
Las raíces de los árboles Penetraron el vientre de la tierra
y beben su dolor interminable,
Las hojas siguen meciéndose sobre el viento
No quieren caer, (quieren seguir existiendo)
El cielo abrió los ojos y se echa en llanto,
De su ojo de cíclope vomita las estrellas,
Mientras las hojas aun siguen cayendo…
El rió de mi mano no termina, y universos nacen de mi pluma,
Un demonio, acecha la montaña milenaria,
Se devora su fresco cuerpo aun virgen
Pide auxilio, la sangre de sus venas
Corre por el rió y su vida corre hacia la muerte, (las hojas aun caen),
Un último grito estalla el silencio se ha roto,
El fantasma de un árbol toca mi espalda
Las hojas han dejado de caer (La montaña ha muerto.)






Mañana.





Mañana será igual,
la tarde morirá
el crepúsculo reclamará tus ojos,
la lluvia tu cabello.
Mañana será igual
la noche se embriagará
de oscuridad y nostalgia,
la montaña será herida de muerte,
las aves reclamaran tu voz,
el río dirá tu nombre,
el viento cubrirá la corteza de tu cuerpo,
será igual mañana
sonará la radio
el niño llorará,
será igual, los ángeles
pelearán contra el demonio.
Mi cuerpo necesitará
el oxigeno de tus labios.
El aroma a café de tus s(u)e(ñ)nos,
el sabor a tarde de tu vientre,
mañana será igual
la muerte vendrá sin previo aviso,
la guitarra romperá el silencio
con su grito,
La ciudad rugirá monstruosamente
mañana será igual
tu piel, tus ojos, tus manos,
vos no vendrás…

miércoles, 30 de diciembre de 2009

poemas de sandra marisol aguilar

Sandra Marisol Aguilar, El Salvador










I
Mírame de lejos y no intentes tocarme
Que tengo la piel puesta con pedazos de alfiler
Mírame de lejos y respira despacio
Que el menor de los suspiros sería capaz de desarmarme
Mírame de lejos pero no busques mis ojos
Confórmate sabiendo que los tengo abiertos.





II
Como si derramar gotas de sangre sobre cuerpos sin vida
Nos llevara de regreso al lugar donde perdimos las agallas
Como si ahogar los gritos en mitad de la noche
Impidiera a los demonios despertar en nuestros sueños
Como si tragarse las palabras bastara para callar al pensamiento,
O cerrar los ojos alejara de la mente las formas silenciosas del dolor cuando amanece
Como si acumular frustraciones en la frente le devolviera mocedades a los huesos
¿Y de qué sirve caminar sobre la arena si una tras otra las olas borrarán cada pisada?
Si ni siquiera el aire está esperándote para ser respirado,
Y la tierra ya no anhela abrazar de tus miserias aquellos gramos que perdiste al elevarte en el pasillo de tus miedos
Porque las manos no te alcanzan para soltarte madrugadas
Entre murmullos que desvelan al mecerse telarañas
Porque en silencio hasta la muerte duele menos
Y en la penumbra la humedad se hace mayor.






III
Hoy la noche ha oscurecido más que ayer
Hoy las manos no sostienen ni siquiera pensamientos de cartón
Pesan más los pasos lentos del tejado bajo el viento
Porque el semblante es humillado por el ácido rocío que gotea en las ventanas
Y el frío seco es el verdugo de los sueños mancillados
Y se desarma la piel entre sábanas rasgadas
Y las paredes se levantan sin cubrirnos las espaldas
Porque hoy la noche es enemiga en el cuartel donde se extinguen en silencio
los gemidos de aquéllos a los que ya nadie escucha
Y se derrite el tiempo en los relojes
Y agoniza la luna en las aceras
Porque hoy la noche ha decidido no volver.






IV
No es más grande la tristeza por llorar bajo la lluvia
Ni el calor es más ligero cuando viene desde adentro
Las horas todavía manan sangre
Pero la luna no es distancia para huir de la tormenta
Y tu sombra no es más sombra por dormir en un espejo.






V

Que es un par de manos sino la calma oculta en el licor de una botella
Una laguna de mirada
El rostro vacío de una sed que no se va

Es tarde

El aire se corroe en la ventana
Suena lejos el latido de la tierra
Y el chasquido de los huesos ahoga el hambre acumulada en las entrañas

Soy solo gotas dibujadas en un brazo de madera
Agua que cae y golondrinas que no duermen.

martes, 29 de diciembre de 2009

poemas de heriberto montano

Heriberto Montano, El Salvador



Mañana será otro día




La tarde muere porque los pericos vuelan
En ese lastre de nubes violetas contra el cielo
Y buscan refugio las flores que se esconden
Como en un ovillo tierno y asustado

La tarde muere porque el universo cierra
Su vana soledad de ojos abiertos:
Pájaro del sentimiento absorto
Jazmín que pliega alas

La tarde muere como muere tanta cosa
Muere otro día para que la vida acabe
Muere la sonrisa y muere esta palabra
Muere el ansia que empuja los olvidos
Y el sonido que crece como mata

Muere la mano que sostuvo el clavo
Y muere la mano que estrelló el martillo
Muere la voz que ordenó la muerte
Y se apaga el disparo que cortó la espera
©Heriberto Montano





Ceniza




Ayer llovió ceniza sobre las calles de mi soledad
Aunque toqué madera antes de pronunciar
Tu nombre
Tu silencio como piedra roja escondida
Tu lágrima fundada en principios sólidos y vanos
Y tu voz salida de un cuerpo opulento y necesario
Gata infame que relame su corazón insensible

Pero no estabas al alcance de mi ronco aullido
De mi mano caliente como guardada en un tibio recuerdo
De mi lengua que apetece de tu superficie salada
Y de mi erecta desazón que reclama tus gemidos

Ayer llovió ceniza sobre la calles de mi soledad
Y el crepúsculo llegó despacio a esta carta con que intento
Hacer tumultos en mi noche y recogerte
Pedazo a pedazo hasta configurar
Tu olor de ajo y albahaca
Y tus labios que succionan mi nombre con cariño
©Heriberto Montano






Sueño con frutas




Yo toqué tu soledad olorosa a naranja lima
Tus labios carnosos y dulces como tuquitos de caña
Y tu jugosa pitahaya sangrante como corazón

Tierna soledad de piel de mango sonrosado
Alegre soledad de marañón cubierto de abejas
Y de luz sensual como gajo de uvas

Pícara mirabas con sonrisa de sandía
Fragante soltabas tu risa de mazorca de maíz tierno
Y elegante movías tu trasero de calabaza culona

Y yo deseaba hincar el diente en tu suavidad
De guanaba madura
Babear mi lascivia en tus cocos de fuego
Hundir mi locura en tu fruto de pan
Y sentir tu perfume de níspero bajo las lluvias

Como en la profunda madrugada húmeda de tierra
En que tu murmullo de jícaro me conmovía
Ahíto de ti mojado en tu almíbar
En tu dulzura embadurnada de ansiosas hormigas
Donde pájaros rojos sonámbulos
Cantaban
©Heriberto Montano


Furtiva soledad




Jamones serranos duros como garrotes
Pero que desplazan su carne grasosa al cuchillo
Al mordisco que a pocos pertenece
Manzanas doradas de oscuro fulgor
Que sueltan como humillo su sabor a gotas
Arroz con garbanzos y almejas abiertas
Y cangrejos extraviados en su carrera hacia atrás
Carnes sonrosadas de cerdos consentidos
Rebosantes de almíbar y de especias orientales
Aves que cantan entre cebollas y verduras
Su canto de amor como cisne malherido
Zanahorias y calabazas brócolis y elotes
Y el aceite de oliva y los magníficos vinagres
Y el gran perol donde caben tantos regocijos
Del diente al labio del dicho al hecho
Con pan crujiente a la mordida a la medida
Como tu cuerpo y tu euforia

Lejos de ti amor que añoro y huelo
Lejos de estas manos que tropiezan
Lejos del cielo que reclama tus vestigios
Y de tu olor a carne sudorosa revolcada en plena cama

Solo de soledad que huele a soledad inquieta
Lejos de tu piel que huele a viandas
A grasa amotinada y a pescado fresco
A agridulce lengua y a sexo en llamas
A nalga olorosa a pasión y albahaca
A recuerdo que me humedece
Que se me hace agua entre los dientes
Que se me hace un revoltijo de ilusiones
©Heriberto Montano






Podemos hablar



Han pasado los siglos de los siglos y en nuestras venas
Circula un chocolate espeso sabroso
A veces ácido
Producto de esa urdimbre de pieles y dolores
De ese galope sobre el vientre de los pueblos
Y de nuestras mujeres que preñadas
Han dado a luz
Estas bocas sumisas con su verbo a rastras
Estas manos insurgentes y sangrantes

Han pasado los siglos y un chapotear de días es lo usual
Gemido tras gemido y una risa como ante un chiste fresco:
Barro germinal Flor fragante
Río tumultuoso
Deslave de acontecimientos Terremotos ruidosos
Borbotón de ansias y quimeras
Sangre y más sangre en calles y avenidas
Dueños absolutos de todo el sueño y sus abortos

Porque aprendimos a soñar en el idioma de las penas
Aprendimos a leer con la cabeza gacha
Aprendimos a mirar horrorizados el futuro
Y a soltar las amarras del amor
En un quejido constreñido
En un silencio amarrado a los ovarios

Y la palabra flota mirando hacia arriba
Hacia las carabelas que se incendian en la playa
Hacia el dios crucificado que castiga
Hacia el garrote que golpea con sus noticieros
Hacia ese país bestial que amenaza y corta
Los senderos de todas las palabras

Y aún así sobreviven adjetivos y sonajas
Sustantivos altivos que cantan sus verdades
Adverbios que no se humillan y circulan
Cambian de sitio y asisten a proclamas
Fundan textos que subvierten diccionarios
Y crecen en la poesía como hierba simple
Y vana

O en el corazón que a veces toma
O en las manos que a veces empuñan
Lápices reglas sacapuntas y cuadernos
Historias vidas desazones y desgarros
Testículos dientes piernas y martirios
©Heriberto Montano

lunes, 28 de diciembre de 2009

poemas de david morales

David Morales, El Salvador


Soledad








Andando la noche
de esquina a esquina
llego donde siempre.
Cuento los ladrillos del muro vecino
miro las estrellas
y no miro nada.
Dentro de mí
busco,
busco
y busco
y no encuentro a nadie.
Luego regreso a la cama
y me arropo
con la tristeza madrugada.
30 de Julio
Nuestros cuerpos descansan
el hambre nos estalla en el estómago
masticamos consignas
sudamos constancia
y coléricos pulsos
han dejado nuestro grito por las calles.
El sopor de la marcha
ha dispersado el tiempo y la impaciencia.
Mientras
vamos escribiendo universo
con el silencio.
La Paz
La paz es una hoja
que yace en un charco de sangre
es un tenue lamento
enredado en la brisa.
La paz
son las tortolitas nerviosas
saltando en la milpa arrasada
son los ratones y moscas
buscando en la mesa desierta.
La paz
es un pueblo sin puertas ni ventanas
de tumbas, trincheras y casquillos.
La paz está en la iglesia acribillada
en el rostro lejano de los viejos
que descansan y olvidan sobre el atrio.
La paz camina por el parque
columpiándose en los brazos de la tarde












Después del paso de la hueste divina









No dejó la hueste divina
pecado sin expugnar.

Los potros resoplaron
a los huesos;
los gritos
tañeron
arpas negras;
rasgaron el cielo
cuatro cuervos.

Pisoteado, también,
até del corazón
la inflorescencia.

Hoy,
al paso de los días
reparto
sombras,
luces incoloras
que danzan
por las noches y los ríos,
por los vientos y las muertes.











Un rumbo una vez









Desgarradas lágrimas;
el quiebre vacío fue el del violín.

El cuerpo recién explotado
voló,
quién sabe de guirnaldas?

Una cara perdida es el amor.

Un ojo mi corazón.

Nadie mi sexo.

Un rumbo tuve una vez
y doscientos oropeles
quemáronme la frente.










Poco importa









Ha llegado el momento de decir
¡desnudez!

Me cubro,
sin embargo.

Me entierro
¿entendéis?

Cavo tumbas
por las noches,
alargo raíces
cuando me ven llorar.

El amor por este fondo
me despoja
de toda piel.

Poco importa el fuego,
el lazo,
la tierra curtida de muertos,
la garganta...

¡Mirad mi sexo!
¡Sabed de almas fecundas
que vagan por el bosque,
intentando decir Adiós!

domingo, 27 de diciembre de 2009

poemas de renán alcides orellana

Renán Alcides Orellana, El Salvador



NUESTRA VOZ MUJER







Brújula de mi esperanza
Hacia el norte de mis años
—alta mujer—
escucha esta voz

Mi voz atronadora y libre
Que no sintió apagarse
Ni por la prematura visión de los exilios
Ni por la cárcel que regalan los que oprimen
Ni por la bayoneta perforando una garganta
En plena calle nuestra en pleno mes de enero

Te digo mujer que palpita mi voz
Aunque me vaya
Aunque me encierren
Aunque me muera

Toma mi voz mujer
Recógela/distribúyela/repártela
Para que todos digamos lo siento compatriotas
A los que en vano cruzaron territorios
Sin encontrarle sentido al sueño americano
Para decir el dolor y la impotencia
Por los que un día sin regreso
Partieron hasta el oriente medio
A una guerra ajena y sin motivaciones
Mientras aquí los que firmaron su sentencia
Esconden su vergüenza
Para decir que a los pobres sin remedio
Poco a poco se les acaba la esperanza


Es el momento de nuestra voz mujer
Por siempre unidos/ por siempre aliados
Toma mi mano/ acompáñame
Y sabrás lo que te digo

De: Línea sin fin, El Salvador, 2004










CANTO SOLIDARIO






Desde septuagenarias lámparas sin prisa vengo
Hacia septuagenarias lámparas apresuradas voy
Casi llegando al límite Casi el ocaso Las luces atenuándose
Con el espíritu a ratos travieso/a ratos sobrio y sereno
Como el poeta Pablo yo también confieso que he vivido

Y es que tantos años su eterno pasar no son para menos
Como no son para menos los golpes/las caídas de fuego
Doliendo en mi costado y agitando pañuelos de oprobioso luto
Dolor punzante haciendo mella en el espinazo de mis días
Esto es —claro—sin perder de vista los múltiples laureles
Las algarabías paralelas/ los homenajes/los arraigados sueños
O la manera de vivir la vida con más entrega que reclamo

Esto he sido Soy Conmigo vienen encendidos ancestros
Antirreflejantes espejos cubriendo incontenibles ansias
Para la evocación temprana del antes el hoy y el después del caos

No es un simple decir entonces que en medio del marasmo
De los azarosos días y a pesar de todo siempre hice constar
Que la palabra limpia nos apremia y como la noria va
Tras las conciencias fraudulentas/opresoras/crueles Además
—sin condiciones previas—a la izquierda de mi pecho vibra
Una fruta roja para querer a todo el mundo ¿podéis creerlo?


He dado todo de mí De niño me fui por las horas más tristes
Para acatar los designios de las frustraciones y los malos deseos
Me acosaron los días de frío allá en la montaña Me llenaban
De espanto los francos aullidos de lobos y coyotes y las hienas
Carcajeándose de vez en cuando el grito acompasado y lúgubre
De los pájaros nocturnos aliviaba el espíritu/ encendía los ánimos
Y arriba corazón ¡quién dijo miedo! Después los regresos
Las pequeñas ciudades y sus habitantes vinieron al encuentro
De mis sueños perdidos Me dieron su lumbre/ su fuego
Abrazaron mi canto Acompañando mis pasos Era la nueva ruta

-- mi ruta – hacia renovadas estrellas Se hizo la Luz En el camino

Esto he sido Soy Conmigo vienen los recuerdos de acechanzas
mortales de irredentos sicarios que asesinaban la palabra
De los que cedieron a las embestidas de las ambiciones
y traicionaron a los de su sangre por un plato de lentejas
de los que en mala hora —hoy arrepentidos—sentaron las bases
para legislar —como caínes— en contra del hermano
De los que anochecieron y no amanecieron en sus puestos
llevándoselo todo De los graneros saqueados por el vil decreto
que hizo a los pobres más pobres que los pobres pobres

Esto he sido Soy Conmigo vienen la imagen siempreviva
de los abuelos —hablo de los cuatro por la equidad de género—
Mis padres acarreando enromes cantidades de cariño para
Repartirlas indiscriminadamente Y los hermanos y los amigos
Y la compañera fiel Y los hijos y sus entornos Calor Desmedido
y presencia de los más acariciados sueños Ellos reciclaron
profundas heredades de afectos y ensueños/de mitos y leyendas
de amores puros para saciar la espera de los escabrosos días
cuando a mi equipaje apenas le quedaba espacio para esconder
los últimos destellos de la nostalgia por los tiempos idos

Y en eso estamos herederos del asombro viendo pasar la Caravana

Tanta fuerza acumulada a base de ver lo que no quisiéramos:
falsos profetas llevándose de encuentro a nuestra pequeña alma
ominosos redentores de la politiquería / de la farsa desmedida
incontables e increíbles rostros saqueadores del trigo popular
energúmenos atentando a diario contra la vida y la sonrisa
hacedores del miedo para llevar a cabo sus torturantes sueños
caínes de la ruina rompiendo sin remedio la geografía familiar
Hay más. Pero he aquí —digo— para muestra botones simplemente
de tanta vileza socavando nuestra historia Pero a cambio también
otro tanto de ideas fuerza y nervio acumulados suficiente armazón
para el salto supremo/para la conquista/para la redención de todos
los seres del mundo/para el rescate de su fe y su cosecha
por el derecho de todos a vivir la verdadera aventura de la vida

De: Línea sin fin, El Salvador, 2004









PATRIACANTO








Patria otra vez sin remedio
Otra vez tu vía crucis se ha vuelto irreversible
otra vez hacia el gólgota con sensación de olvido
otra vez a prueba tu ternura de campesina desvalida
otra vez el vacío de los cafetales sin aroma
otra vez saqueadas tus dimensiones de colmena
otra vez con tu resignación telúrica en el alma
vuelves a tocarnos las fibras de las ansias rebeldes

Hace tiempo
se dio la mejor verdad acontecida
y desde la montaña y la ciudad enardecidos
fuimos a tu encuentro asidos a tu fuego
tu mies ofreciéndose tan amplia para todos
después del sacrificio

Doce años sin embargo hoy nos parecen nada
Como aludes sin tiempo quebrando la esperanza
sepultan la sonrisa de tu tierna primavera

Otra vez el patrón degenerado y torpe
nos empuja a la ducha/al destierro/ al holocausto

Te he visto de nuevo llorar Me duele tanto
tu sangre derramada entre laureles
y tu llanto y las ausencias infinitas reclamándote:

¿dónde has perdido tu sonrisa lejana
dónde tu luna nueva/tus guitarras
dónde el mensaje azul que con Zapata y Farabundo
ilumino la noche en que vivías
dónde la estrella vida para tu sien de Paco Chávez
dónde el poema de amor con el que Oswaldo
y Roque decían tristeza

dónde el evangelio nuevo ámense unos a otros
de Monseñor Romero
dónde las sandalias del peregrino grande
que fue Rutilio Grande
dónde la voz por siempre iluminada
de Ignacio Ellacuría y de sus hermanos en la fe
dónde la mano misionera de Ita, Maura,
Jean y Dorothy asesinadas en San Antonio Masahuat
sin más defensa que su voz/su llanto y un crucifijo
dónde la conciencia popular
de Alvarez Córdova y los otros líderes del Frente
dónde el reclamo sin respuesta por Tres Calles
El Mozote/Villa El Rosario/Sumpul/la Cayetana
Katya Miranda/Marianela/Madeleine/Mauricio
los hermanos Carías… y una lista interminable
sofocándonos el alma…?

Patria escucha
Las tardes caen como pesada alfombra
y sobre el campanario una ausencia de cipreses
tañe más hondo el recuerdo de tus golondrinas
Un dolor innegable desgarra tu costado
Vientos huracanados anticipando furia
reclaman tu decisión ahora y en la hora
No tardes/es preciso/urgente
Aún es tiempo de no decir mañana
Lo que pudo haber sido seguirá esperando

Patria escucha
Cada vez más cercano
el tumulto de voces encantadas
muchas/muchísimas/incontables/infinitas
Vienen del campo/surgen del pueblo
Recorren las ciudades/te gritan al oído:
Patria sé como ayer
Alza tu grito/impreca
Pide cuentas/sacúdete
Regálanos de nuevo tu corazón exacto

De: Línea sin fin, El Salvador, 2004

sábado, 26 de diciembre de 2009

poemas de ricardo castrorrivas

Ricardo Castrorrivas, El Salvador










¡Cuidado con las consignas!







Sos tan hermosa, pero tan
Hermosa,
Que las metáforas
Te quedan cortas…
No sos como la leche,
De tan blanca:
Sos la albura misma y su dulzor…
No parecés niño dormido,
De tan tierna:
Sos el sueño mismo y su niñez…
Y en el amor sos tan, pero
Tan subversiva,
Que un día de éstos
Acabaré gritando
¡Viva la revolución!
©Ricardo Castrorrivas

De: Poesía salvadoreña 1963-1973, México, 1974.








Cuestión de principio








Caen las dinastías y el sol se levanta.
Ríe a carcajadas: divida alumbrar el camino
A los camaleones y cerrar las orejas a la lechuza.
Erguidos plumeros
Las palmeras sacuden las nubes repletas de moscas
De hierro oxidado.
Agua oscura brota del ojo de un ciego
Y hay un zigzag trágico en la hamaca sonámbula.
Llega la invasión de la niebla
Con profundos fantasmas en carrera de obstáculos.
Quien llegue primero viajará al mítico planeta
Y hará el amor con un cisne de vidrio
Bajo la mirada perdida de Marilyn Monroe
Y el fuego fatuo de la marihuana
Mientras el sol se pone serio
Y enreda sus cálidos petos para calentar el lecho
Donde engendraron los duendes
Y el ombligo de Darwin quedó enterrado entre cenizas
Y la semilla del poema fue sembrada
Y crecida ahora rasa los ojos de los otros
Que medran nebúlicamente entre mingitorios
Donde corre el ámbar derretido y humeante.
Temeroso incubase en los sexos de las putas
Que maldicen el día que amaron con los ojos cerrados
Y quedaron sexo al garete entre vahos de alcohol
Y trasnochadas guitarras
En espera del levante del sol
Y la caída de esta dinastía…
©Ricardo Castrorrivas

De: Suplemento Cultural Tres mil, Diario Colatino, #729, San Salvador, El Salvador, 22112003.











TRECE SÍLABAS







“Estos versos son poco usados,
por ser de escasa armonía.”
(Un académico de la Real Academia).







Depende de quien cante y de sus instrumentos.
De los cascabeles de su verso y su danza.
Trece a trece sílabas de sonoro acentos
erán cosecha armónica para el gorjeo.

No saben los pájaros de malos agüeros,
ni conocen del trece al silbar inocentes.
Tampoco el poeta cuando canta sonetos
con campanitas chinas y pájaros vivos.

Aquí caben todos los sonidos habidos
y por sonar para que la música suene
y borre el maleficio del número trece

y la escasa armonía que dicen que tienen
los acentos libres de las trece sílabas…
¡He cantado con ellas y esta es mi canción!

©Ricardo CastrorrivasDiario Colatino, 06.01.2007










GENTE QUE PASA…







Recién nacidos pasan en la cuna de brazos
de sus madres que pasan, sencillas, primerizas,
con sus maridos… Pasan, a sus haceres, todos.
Así miro pasar niños, jóvenes y ancianos.

Aquí pasan quimeras, asombros, esperanzas.
Las gentes que comercian pedazos de algún cielo.
Acá pasan el pan, la tristeza, los tamales.
Amores vistos o clandestinos. El chilate,

elotes locos o cuerdos. Cosas por abonos.
Atol shuco, de piña, maíz o tierno elote.
Niñez, escuela, trompos, canicas y piscuchas.

A toda hora pasan… Ya van, ya vienen, todos.
Y yo con ellos, vamos de paso, paso a paso…
¡Y todos vamos, desde la cuna, al cementerio!

©Ricardo CastrorrivasDiario Colatino, 06.01.2007

viernes, 25 de diciembre de 2009

poemas de jorge vargas méndez

Jorge Vargas Méndez, El Salvador



ARTS POÉTICA

Te miro a los ojos y me reencuentro y, como en el inicio:
tú, iconoclasta y posesiva; y yo, un fauno que llora liberado.
Pero nos encontramos
y con esa condena milagrosa me autogestiono, me asisto y resucito.

¡Oh pájara de nidales inescrutados!
¡Oh vina de uvos nutritivos y eviternos!
Sé que sólo tocándote en el espejo me vives
y me golpeas cuando crepitas,
por eso me retraigo y más de alguna vez te he negado.

Pero sé que también has hecho lo mismo.
Me miras a los ojos y te reencuentras
y te vienes a mi lecho con tus oropéndolas de metálica rebeldía
hasta vaciarte toda sobre mí
con ese himeneo que me enloquece,
que me toma y me posee.

Y entonces la duda queda descifrada:
tú nunca estuviste tan cerca de mí como ahora
y yo, nunca pude estar tan cerca de ti como ayer.
Por eso, te lo digo de nuevo aquí entre nos: esta amenaza
de estar juntos
jamás nació de los puñales.

Te miro a los ojos y me reencuentro;
me miras a los ojos y te reencuentras,
nos reencontramos.
¡Oh poesía, oh Sonoro Ocio Silencioso!

(Del libro inédito Sonoro ocio silencioso, 2005)




SOLEDADES

El mundo puede creer lo que quiera,
está en su derecho.
Yo afirmo que solitario quepo en mi santuario.

Solo eso de estar a solas
con mi rostro es ya un milagro,
una osadía o quizás
una bendición de dioses en embestida.
Aquí floto, me sumerjo, no fluye el hastío
donde la noche inerme se erosiona
y se confunde con el asco.
Tampoco la carcoma acude.

Terror es la tertulia donde se apoltronan los saurios,
Mágico es el tiempo que no sabe de déspotas,
luminaria cegada iniciándose en luz inaudita
es este instante que de tanto ansiar
no existe todavía.
Mi calcio por fin se renueva en este alfiler
que es la muerte en otros,
y sé que de un cadáver como este
la luz se prolonga, que aquí
un relámpago estalla, nacen otras estrellas
mientras una guitarra engendra una partitura
donde mi rostro se siente a salvo de tanta plaga.

¡Légamo detente, pues! ¿A dónde iría tu humedad
si de mi cuerpo se fuga el aliento?

(Del libro Desde este animal bulle la ternura, 1996)





A UNA MIRADA

Quisiera pronunciar su nombre
y llenar con sus letras este hondo vacío que me arremete.
Para decirle, quizás lentamente,
Que desdibuje la imagen de monstruo alado
que me ha levantado entre sus pupilas,
plétora de pulcritudes.

Porque soy lo más humano posible, porque
todo fue que me detuviera a contemplar la calcinada piedra
para rasgar su entristecido polvo
y llevármelo entre las costillas
hacia el más allá de mi país.
Esta piedra, piedra eterna, que me hiere con sus filos llenos de ponzoñas,
Cuando ebria la noche
se despeña desde sus espinas y me cae.

Todo fue eso, eso fue todo.

No me vea así, tóqueme,
Soy del mismo barro que hambrea los mediodías,
el que pide anticipos en la oficina,
el que camina la veinticinco hasta fundirse
con las aves que graznan sobre los alambrados,
el mismo que, como usted,
sueña una patria distinta haciendo piruetas de alegría
entre monumentos más hechos de carne y anhelo.

Quisiera pronunciar su nombre,
pero sin duda me encontraría con el mío,
odiando amorosamente este país, puteándolo con cariño,
mas siempre convencido de que sin él,
no tendría el soplo divino para que camine
y hable por sí solo
este poema.

(Del libro Desde este animal bulle la ternura, 1996)

jueves, 24 de diciembre de 2009

poema de roque dalton

Roque Dalton, El Salvador



RESTAURACIÓN DEL HOMBRE POR QUETZALCÓATL




La verdad que fue trabajosa la creación del hombre.
Los dioses con ser los dioses probaron en su afán el gusto del error
muchas veces
y muchas veces destruyeron con la mano airada su obra en desatino.

Los hombres de barro los hombres de madera los hombres comidos
por el tigre
los perseguidos por el viento que volviéronse monos
los quemados por el fuego que llovió (los niños muy niños)
los que perecieron cuando se hundió el cielo
cuando se hizo agua el cielo y se vinieron abajo los hombres de maíz
no dieron satisfacción al Formador al dador del ser
no afirmaron ser verdaderamente merecidos.

(Oh corazón del aire verde
tristes estaban los cielos sin espejos
sin los espejos de los ojos del hombre oh corazón de pétalos marinos)
mas luego fue Quetzalcóatl a Mictlán
se acercó a Mictlantecuhtli y a Mictlancihuatl
—la pareja de amantes y amos de las tinieblas—
y en seguida les dijo con respeto:
vengo en busca de los huesos preciosos
de los huesos preciosos que tú guardas
vengo a tomarlos a eso vengo.

Y díjole Mictlantecuhtli: ¿Para qué? ¿Qué harás con ellos, Quetzalcóatl?

Y una vez más respondió Quetzalcóatl: De ellos se harán los hombres
perdurables los hombres que serán verdaderos aunque lo duden
los que no serán muertos antes de despertar
por la ira fracasada de los dioses.

Ellos habitarán la tierra. Los dioses —doy testimonio de tal cosa—
se preocupan por que alguien viva en la tierra feamente desnuda.

Mictlantecuhtli brillándole los ojos: Está bien —dijo—
pero antes haz sonar mi caracol y da vuelta cuatro veces
alrededor de mi círculo bellísimo. Prueba es ésta
—dijo en voz baja para sí— imposible de cumplir
pues mi caracol no tiene aguajeros sonoros
sordo es mi caracol. Y se reía.

Mas Quetzalcóatl llamó a los gusanos y a los abejones
—ambos con ojos de topacio apagado—
aquéllos hiciéronle los agujeros
y éstos entraron luego haciendo que sonara el caracol.

Al oír el arpegio Mictlantecuhtli: Está bien —dijo—
llévate los huesos. Pero en cambio a su gente dijo pronto: Decid
decidle a Quetzalcóatl que tiene que dejarlos
decidle a los dioses que no ha de llevarse
Quetzalcóatl nuestra preciosidad.

(Oh corazón robado angustia aposentada como un ave mortal
en adelante sólo
la soledad el pálpito vacío
sólo la débil seña
del abandono en la pupila violada
Oh corazón de sed oh hijo del despojo
nacido en la desnudez entre las manos
ásperas de la humillación)

Nuestro aguerrido padre sintió en los poros el peligro
a su nahual consultó y fue a coger los huesos
estaban juntos los del hombre y la mujer
el nahual los tomó e hizo un hato.

Pero los dioses habían hecho un agujero siniestro un hoyo un cráter
[del tamaño de la cólera
para evitar la fuga de la preciosidad de sus hijos.
Ahí cayó Quetzalcóatl entre las codornices
muerto cayó —se amorteció de presto— los huesos preciosos esparcidos

y las codornices royeron los huesos (padres nuestros lo mismo)
que no podían llorar los del hombre los de la mujer
hasta que resucitó Quetzalcóatl tornó al mar de la vida Quetzalcóatl
y liando los huesos vase como la brisa a Tamoanchán —de ahí bajamos—
su nahual rezongando sin que se le secara aún el sudor del peligro.

Luego la preciosidad fue molida finamente y colocada
en un barreño no menos precioso
por Cihuacóatl culebra de espadarte y por Quilashti semilla de verdura.

Quetzalcóatl sobre los huesos sobre el polvo de ellos
se sangró su miembro esbelto
—como un magnífico animal no terminado—
e hicieron penitencia por la germinación
Apantecuhtli el Señor del Canal el ribereño
Huictlolinqui el Señor de la Pala que se mueve el agitador de la azada.

Tepanquisqui el que representa y el que porta la enseña
Tlallamánac el que sostiene la tierra
y Tzontimoc el que desciende de la cabeza
los dioses.

Hirvieron penitencia hasta que el prodigio fue evidente
el prodigio tanto tiempo y con tantos anhelos rotos postergado
y se dijeron:
Han nacido oh dioses los hombres los merecidos por la penitencia
por ellos hemos sufrido los todopoderosos
[infinitamente sea pues la alegría entre nosotros
ahora somos completos porque tenemos quien nos nombre
quien en nosotros crea y nos dé culto.

(Alegría, algería oh corazón rescatado de la noche
violenta pupila del mejor león hundida en vasos de luto
ya por siempre iniciada en la victoria de la luz
oh corazón de piedra manantial sobre el regazo del asdombro
alegría alegríala desnudez en la más bella fruta)

miércoles, 23 de diciembre de 2009

poemas de carmen gonzález huguet

Carmen González Huguet, El Salvador
Autor de la fotografía: El Diario de Hoy de El Salvador










Si hambre de ti no fuera
Lo que me impulsa a tu mirada dulce,
Yo también justamente lo llamaría gula.

Y si el deseo no fuera
Sed dominante que consume el alma
Junto a la carne, bien que la lujuria
Sería lo que mejor lo descubriera.

Pero este no es el caso.
No basta, no me bastan,
Jamás me bastarían de ti ni los segundos,
Ni los instantes solos, ni los besos fugaces,
Ni la entrega en silencio.

No existiría abrazo en que todo cuerpo
Pudiera saciar el hambre de mis brazos.
Yo no te quiero así.

Sé que no bastaría
Para quererte todo
Lo que satisfaría a otros amantes.

Tal vez no sea claro,
Pero en estas distancias te recobro cabal,
Más que en la piel o el goce.
Y en todos tus silencios
Cuánto me dices mudo.

Amor, yo no preciso más de ti
Que saber que estás vivo,
Que te sientes vivir en el milagro,
Que comparto el silencio que habitas,
Que soy una razón
Para que el mundo tuyo alcance su sentido,
Y que gracias a ti
Yo no habito el absurdo.







***

A ese tu cuerpo
Que nunca se supo bien compartido
¡Qué daría yo por darle
Un pequeño rincón de compañía!
¡Qué haría por aliviar un poco
La terrible frialdad de su estar solo!

No, no invado tu mundo. Lo respeto.
No te pedí jamás confidencias.
Pero yo quería escaparme, en la noche.
Vagar desasida, sin cuerpo, sin medida,
Sin límites o lastres
Y verte desde la más lejana estrella
Y saberme contigo.

No, yo no te pido nada.
Me siento agradecida por todo lo que me das.
No puedo evitar sentir lo que siento.

Pero ¿por qué no he de soñar?
Ya sé que no es posible.
Ya sé que no hay nada seguro,
Que nada hay que indique el porvenir.
Pero entonces, déjame soñar…

Ya sé que todos los escollos se acumulan,
Que me voy a estrellar contra la realidad,
Pero saber que me has querido
Valdrá por todos los dolores, por todos los quebrantos.

Déjame soñar que dormito en tus brazos
Que tus labios me hablan dentro de cada uno de tus besos,
Que la luz nos encuentra en la pasión unidos,
Que el abrazo ha alcanzado su cabal estatura.

Sí, ya sé que no es cierto.
Que no puede ser.
Que lo que marca el camino es la distancia.

Pero, amor, lo que yo siento
Escala todos los infranqueables muros.
No podrás evitar que yo esté siempre contigo.
Voy a besar tus ojos con mi mirada ausente,
Voy a abrazar tu cuerpo
En el golpe del mar
O en el viento más suave,
Voy a rodearte todo
Sin que puedas saberlo.

Este amor recoge todos los “sin embargos”,
Apura cada trago de ausencia y lo hace canto
¿No comprendes?

Voy a poblar tu soledad
Aunque me digas que no quieres,
Aunque te obedezca y me marche,
Aunque bien sepa que no quieres que me vaya.








***


No seas tan cruel.
Ya es bastante crueldad el despertar.

Ahora, amor, déjame soñar.
Déjame creer que entre tus brazos nacen las caricias,
Que entre tu pelo se quedan
Perdidos los dedos de mis manos,
Que tu piel es el territorio
Donde abrevo la sed de mi ternura.

¡Ay, déjame vivir en la creencia
De que no hay más horizonte que tus ojos,
Que no hay más luna
Que la redonda dulzura de tu boca!

No me importa engañarme,
No me importa mañana despertar,
Y vivir en el destierro sin tu cuerpo.
Ahora, déjame soñar que habito en el refugio
De tus manos.
Déjame creer
Que en ellas recibes el don entero de mi entrega.
Déjame pensar que en ti
De pronto cabe la ternura toda,
Todo el amor del mundo,
Y que en estas palabras
Que pronuncia mi boca
Caben todas
Las palabras de amor que me he callado.

martes, 22 de diciembre de 2009

poemas de roxana méndez

Roxana Méndez,El Salvador










Realidad






Cuando nos vemos solos y el cuarto donde estamos
nos parece tan frío, tan lleno de humedad,
siempre nos enternece soñar con lo pasado
y buscar la celeste flor de la inmensidad...
Y nos vemos los ojos, infantiles y puros,
y nos vemos las manos cargadas de caricias,
y el jardín del hogar es grande como el mundo
y es hermosa la noche y es extensa la vida...

Que tristes son las horas de esta tarde en mi alma:
se caen las palomas de su rumbo en el cielo,
no hay astros suspendidos en la profunda nada,
mi voz es lluvia lenta que humedece mi anhelo...
Cuánta mar que se aleja perdido en mi nostalgia
y cuánta playa oscura, monótona y desierta...
Qué tristes son las horas de esta tarde en mi alma...
Cuánta voz en la sombra... y cuántas aves ciegas...
Estos días no dicen de mi eterno cansancio,
no dicen del silencio donde mi voz se esconde,
solo hablan del olvido con sus lentos letargos
y del rostro al que le hablo por siempre y no responde...

Hablan de invierno oscuro, de vientos que marean,
hablan de luz herida por puñales de hombre...
Nada dicen del canto donde mi voz es bella
y del sol que, aún niño, vuelve a decir mi nombre...
Cuando nos vemos solos que triste es descubrirse
con los ojos ausentes mirando el horizonte..








El Último






I
Una figura errante camina en la incerteza
nadie lo reconoce, es un eco maldito.
El pasado se torna parte de su belleza
y se esconde en la grieta que dejaron los siglos.

Camina sin ser visto por los ojos que observan
un horizonte gris que se repite siempre.
Fantasmales siluetas dominan las aceras
y él las llama a todas y nadie se detiene.

El camina desnudo por un sendero hermoso
lleno de transparentes y lúgubres espectros.
Tiene una indescifrable expresión en el rostro.

Se descubre de pronto parte de su silencio
y vuelve su mirada a su fatal destino.
La canción del olvido late en su pensamiento.





II
Imposible se vuelve la canción del olvido
junto a la niebla fría que se forma en su calma.
Imposible la gota de rocío que cae
sobre el gélido invierno que se interna en el alma.

No se escucha el gemido de su lucha inminente,
tampoco el de la sangre que se ahoga en el agua
el color del abismo que se pierde al poniente
ni el inmenso y severo clamor de mil campanas.

Solamente la verde oscuridad del bosque
bajo algunos gorriones que suspiran al alba
se queda junto al viento presintiendo presencias
de seres que se posan en las frondas más altas.

Imposible se vuelve la canción del olvido
cuando la marcha fúnebre de la aurora no pasa.
Imposibles las hojas del otoño ya ido.
Imposible el silencio que llena la mirada.

lunes, 21 de diciembre de 2009

poemas de paola lorenzana

Paola Lorenzana, El Salvador










-Despegues-















Las puertas se desprenden
dos arcoiris me despiden
cambia de color mi estómago.
Cinco compartimentos se abren:
abismo - espacio – estupor- emoción- quiero

Etiquetas amarillas acompañan el despegue y sopla la emergencia.
A bordo, van tus pelos locos y la última lengüita;
en tierra, quedan las lágrimas de las hormonas y la depre post-lapsus de locura sin
sentido y sus redundancias.
El sistema se enciende
sigue abordando tu saliva...
Despegamos;
en tierra, el huracán se queda con mi miedo,
Centroamérica viene bailando en mi maleta y yo empaco las dudas y las respuestas
que me sobran
Llueve...
Mi corazón también despega.



















-Un desnudo a la vez-





a Nora















No sé si agradecer o ahorcar
Gritar o guardar silencio.
Ayer no supe manejar el antes de ayer
el después
y el más tarde.
A las preguntas, surgieron respuestas
No dije no
las respuestas reales salieron
las de peso
las que una se cose entre los labios
para que nadie caiga preso.
La desnudez me duró la tarde,
la noche
y el sueño.
La desnudez
esa piel al descubierto
me dejó los brazos expuestos
mis brazos se evaporaban en el camino
todo les entraba
hasta la curiosidad mas vil
mas sedienta
y yo
seguía desnuda,
expuesta.
Ya no respondo por mi propio cuerpo
fue invadido con todos los permisos
ya no responden:
ni mi voz
ni mis manos,
no respondo.
Mi voz es más clara
se ha destapado
se le ha caído la venda a la voz de mis pocos años.
Mis brazos de a seis por piel
cruzaron la madrugada.
Tampoco responden
se transportan
caminan en nuevas dimensiones
y tocan pieles frías
que hierven de ternura.
Un adiós
un hasta pronto
un ya se irá
un sigue aquí
y yo, desnuda.


















-Razón de vida-















Si vivo, es porque el mundo no ha muerto.
Dejo las manos libres
se enredan con la desidia
estrechándose hasta perder lo sublime.
Dejan atrás sudor y esperanza
se reinsertan al caos,
locura normal.
Si continúo el camino
es porque el mundo gira
y si no detengo mis pasos
es porque alguien puede robarse mi compasión
que está destinada a seguir en compañía del humo
y los ruidos de esta nuestra orquesta:
luces y tráfico de muerte
duendes de la calle, almas en pena por nuestros pecados
todos, a un mismo ritmo,
nos burlamos de los sueños de aquellas compañeras que alquilan sus olores.
Todo me hace sentir moribunda
incapaz de brotar.
Si me sostengo es porque el mundo aún no se cae
ni explota
ni la angustia destruye las calles
aún sobreviven el asfalto y las construcciones
y las manos desgarradas del mayor de las mayorías
todavía pueden con la tierra...
entonces,
cómo he de morir
caerme o rasgarme antes que el mundo?

domingo, 20 de diciembre de 2009

poemas de raúl contreras

Fotografía: Raúl Contreras, en la calle Zurbano de Madrid,
[Obra Completa, DPI, El Salvador]








Soy lo que soy







Mi mundo es irreal. Cumplo mi suerte.
Y soy uno de tantos tejedores
Que, por ir separando los colores,
La tela dura del dolor no advierte.

Débil acaso, pero acaso fuerte,
Le pido hilo de plata a los albores.
La luna vio mis claros bastidores
Bordar un traje azul para la muerte.

Porque me aparto del telar ajeno
Algunos dicen que soy loco. Bueno.
¿Tejer o destejer? Todo es lo mismo.

Soy lo que soy. Mas lo que nadie sabe
Es que en la luna mi telar no cabe
Y que mi lienzo lo tejió el abismo…








La esperada







Yo sé que ha de llegar. Yo la he soñado.
¿Cuándo será? ¿Y en dónde? Yo he sentido
su beso leve en el temblor del nido.
Yo sé que un día la tendré a mi lado.

Yo sé que, hora tras hora, la ha esperado
El corazón en llamas encendido.
Su voz en fuga alucinó mi oído…
Yo sé que todavía no ha llegado.
Yo sé que al expirar la última rosa,
Sobre su ausencia mi ilusión se posa
Más tímida, más débil, más cobarde…

¡Oh loco amor, que aguardas todavía
si ha de llegar como la luz del día,
haz que no llegue demasiado tarde!








Nada







Antes la sombra y al final la sombra.
Nada más. ¿Y el minuto de la vida?
Este peldaño de la luz caída
¿qué rumbo marca o qué camino escombra?

Un círculo de huellas en la alfombra
Del mar, cierra mis pasos sin salida.
¿La noche es como un alba introvertida
en el umbral de Lo Que No Se Nombra?

Niebla en la niebla. Cuando baja y sube
Mi lámpara interior, palpo la nube
Que atisba el horizonte. Pero tarda

La aurora fija en el reloj de hielo…
¡Y aguarda como un trino mi desvelo
sin saber todavía lo que agrada!

sábado, 19 de diciembre de 2009

poemas de lauri garcía dueñas

Lauri García Duenas, El Salvador










Los vencidos









Los vencidos esperan la media noche para hablar a solas
con los fantasmas anodinos
y auto compadecerse
para que nadie los escuche sollozar entre los almohadones
cuando no es necesario
que los demás se den cuenda que chapoteamos en el fango
más tristes que los tristes

Nadie por supuesto se pregunta por los vencidos cuando allá dentro hay tanta dicha
nadie se preocupa por nosotros cuando llega la hora de las bodas y las fuentes
mucho menos aquellos que quedaron enteros y entraron oriundos al salón,
a costa de quebrarnos las costillas y arrancarnos las uñas

los que nos quedamos afuera de esos salones de celofán –por ahora-
suspiramos convulsos
y agitamos un trago con aceituna en la antesala de la podredumbre
para saludar a la soledad que es la condena contemporánea de los abandonados

los vencidos somos así
exagerados para describir las lágrimas que nos provocó el fin del amor
el término definitivo de los contratos y las heridas con papel
insultamos
al gigante que hizo trizas las muñecas
con la frialdad del asesino
y el cinismo del traidor

la historia obvia totalmente la existencia de los vencidos
y los cuentos de finales felices no incluyen postdatas que nos narren
la frustración de la bruja que no pudo envenenar a Blanca Nieves
o la consecución existencial
de las hermanastras que lloran en los rincones del pan
por haber perdido al príncipe que se fue con la chica de la zapatilla

los vencidos tomamos de más
fumamos de más
y lloramos ridículos al repasar
las canciones de pasados inalcanzables y clausurados por nuestras odiosas muecas

los vencidos vamos por ahí mascullando maldiciones
arrastrando la nube negra de la que huyen los felices
y hasta los infelices
que consiguieron rozar los pies y explotar el polvo
para volver a ser los mismos

Y en la cruda tarea que consiste la recapitulación
esto es lo que queda de nosotros, los vencidos:
un montón de huesos de aves
platos sucios
pocos muebles
explicaciones
eufemismos de fraudes y fiascos
una caja con cartas de ayer

y sobras

Nosotros,

sal de cadáver,
esperamos
levantarnos
de entre las cenizas
recoger los vidrios rotos, cada vez más rotos
recuperar, por fin,
el temple que nos robó la derrota

y volver a empezar






Los infelices




Nos vieron arrastrando los restos de aquella noche en que nos unimos
como pulpos viciosos tras las cortinas de una habitación prestada
ingenuos y sucios
hacíamos el amor entre antorchas vivas
Fue hace ya tanto tiempofantasmas de cadenas
esquinas rotas de un retrato milenario
serpientes en caída librepantomimas
El público nos abuchea, somos payasos
repeticiones inservibles de maquinarias sociales
las suposiciones apuntan a que deberíamos dejar de comportarnos
como cíclopes seniles
genitales de sangre y suspiros
¡Hay la crítica
!espiral devoradora de júbilos
Pero regresan las risas y en la intimidad rozamos los pies
invocando la pasión que nos parió hace tiempo
como placentas de ballenas
Solos, volvemos a ser los mismos
Regresan las risas y en la intimidad nos fundimos como pulpos
viscosos
almas pétreas/ resistencias
delgadez entre los muros
Al rozar los pies
cuando explota la mañana en rayos de sol y polvo
entre las sábanas tibias y olorosas a nosotros
dejamos de ser los infelices que todos conocen
vencemos el escarnioy no somos más
la nostalgia






Gato azul




un gato azul devora un bollo de estambre a la mañana
como engulle –de noche- la piel disecada de su colega minina
los ojos se le pegan a las sábanas, bosteza molesto al tener que abandonar la cama
esparce espuma de afeitar sobre su pelaje, para apartar el vello del trasfondo
lava los rastros blanquecinos de la humedad de los revuelcos nocturnos
recuerda -con todos los disgustos- el frío de la loza
el hielo que lo hizo tan temprano erizarse
hace cuentas abruptas de lo largo que le depara la jornada
se estira, contra su gusto, para espantarse la melancolía
y se tira un rato al sol, orgulloso
como todos los días
el gato azul prefiere no ser morado
disimula todo lo que tiene de cariñoso
lucha a contra luz para aminorar el amor que lo invade
y lo distingue de tantos otros gatos grises
tan tristes y solos
espera –entre masturbaciones- la llegada de la otra noche
para bailar en el entablado la próxima melodía
cómo ansío tu voz ronroneándome al oído
ese miau contagiado de agónica lujuria contenida
Ay el gato azul, tan poco probable
Ay la noche espesa, tan largamente añorada
Ay la luz de la luna sobre tu rostro agatado y azul
Ay tus manos de felino tímido sobre mis tetas y mis uñas
Ay tus gritos esféricos de éxtasis y confesión
Ay mis palabras para consolarte cuando devorás un bollo de estambre a la mañana
y tenés que abandonar –inconforme- la madriguera de mi vientre tibio

viernes, 18 de diciembre de 2009

tres poemas de elisa huezo paredes

Elisa Huezo Paredes, El Salvador



LA VOZ DEL PUEBLO





No más odio ni venganza
fruto amargo de la guerra;
queremos paz y justicia
sin temores ni violencia.
No más sangre de inocentes
mancillando nuestra tierra,
no más crímenes ocultos
ni traición tras de las puertas.

Seremos un pueblo noble
que no se ampare en la fuerza;
Si libres queremos ser
tendremos el alma enhiesta
que temple nuestras acciones
y nos limpie la conciencia.
Pero ante todo, exigimos
que se cumplan las promesas
rescatando nuestras vidas
hundidas en la miseria.

Ha pasado ya el combate
confiamos en que no vuelva,
hoy el refulgente Símbolo
entre nosotros ondea:
La Paz como Dios, sin verle,
habita en nuestra conciencia.
Que mantenerla sepamos

para que siempre esté cerca,
sin alejarse jamás
guardando nuestras fronteras.
!Gloria al pueblo que recobra
con sacrificio, su tierra,
aunque abonada con sangre
será Patria sin cadenas
ofreciéndonos la Paz
como impoluta vivencia.

Se ha unido la misma savia
de equidad e inteligencia
para encontrar el futuro
que nuestros hijos esperan.
Que conservemos la Paz
como tesoro y presea:
Ella, como Dios, sin verle,
habita en nuestras conciencias.







LA VOZ DEL POETA





"Que la paz de los sueños y los cantos"
se establezca en el mundo para siempre"
CLAUDIA LARS.





¿La paz, qué es, espíritu o esencia?
¿qué materia le da sustancia o vida?
Ni vida ni sustancia, es una ciencia
que los pueblos abonan con su herida.

la Paz está en las almas adherida
a las Siete Virtudes de excelencia,
solo puede anidar en la conciencia
que al Bien y a la Razón se encuentra unida.

Es la Paz la Verdad que fue donada
al Espíritu Santo. Destinada
como símbolo azul de Epifanía;

si la Paz en el alma está despierta
ni el cobarde ni el vil hallan abierta
la puerta que, a la Paz radiante, guía.






CANTO A LA RESURRECCIÓN Y A LA VIDA




Y Salvador te llamas, tierra ungida
con el óleo bendito de la alianza:
Salvador de ti mismo y la esperanza
que nuevamente te ha vuelto a la vida.

¿Cómo no ser así, si siempre erguida
tu llama te salvó de la acechanza?
tu pueblo fiel espera la bonanza
pues siendo Salvador, salvas la vida.

!Tierra del Salvador, revienten huertos,
frutos y verde campo florecido;
dejemos reposar a nuestros muertos:

Su sangre con la nuestra se ha fundido.
Ahora, Salvador, estamos ciertos:
Tu Nombre es el de Cristo y cristo has sido!..

jueves, 17 de diciembre de 2009

dos poemas de rafael gochez sosa

Rafael Góchez Sosa, El Salvador



Poema del retorno


He vuelto. Estoy aquí.

Respiro por la herida de esta noche,
por los huecos ladridos de mil perros, por la luna
vacía de los huérfanos,
por lo que está presente y sin embargo lejos.

He regresado. Vengo
a decir flores de olvido, la voz
desamparada en los ciclos del hambre,
el corazón
del agua para la sed viajera.
Vengo de allá, de donde mariposas resuelven
sus colores sobre el llanto.

Vengo del labio
donde el beso no llega porque perdió las huellas
del amor.

Vengo
del fuego negro y pordiosero que adivina
la sombra en el insecto. Vengo del húmedo
recuerdo que deja un crepúsculo
de invierno, de las uñas del miedo sobre la madrugada
y sus aires de viuda
solitaria, del ámbito del loco
que amanece
desnudo porque las ropas queman.

Vengo del vaso enfermo que la razón impone
para negar sonidos,
lluvias,
miel.Vengo...

Cuando me fui, cuando dejé las cosas
de frente contra el muro, todo era tan distinto,
tan personal, tan mío.

Mío el mar. Mi lámpara mi lámpara.
Mis coplas sólo mías. Mi pan era mi pan.

El muro
recogiendo carcajadas amaneció
en alcoholes sonámbulos
distantes del silencio.

Y me fui. La piedra supo alimentar cansancios.

Y conocí el desvelo con que gritan
los ciegos sus auroras. Llegué
al dolor, al carruaje tirado por dos ecos,
al teatro donde un hombre
decapita a su hermano, donde una madre
aborta; donde un poema vive, no se escribe.
Allí creció mi edad de ciervo atormentado. Allí
me nació barba de espuma. Allí supe
sabores en lágrimas
candentes. Allí apagué mi vanidad
deforme.

Hoy he vuelto.

Estoy aquí para enseñar
regresos,
para pedir perdón a los abuelos, para ofrecer
y compartir mi cena, para hablar
por la herida que me sangra,
para sembrar
la luz y cosechar estrellas.
©Rafael Góchez Sosa
(De Voces del silencio, 1967)





Explicaciones desde la banca de un parque


Muchos de los que me leen
piensan
que soy un hombre raro, escéptico, pequeño dios.

No.
Soy un hombre común
como cualquiera.
Me citan para jurado en causas criminales.
Porto cédula de vecindad.
Como.
Defeco.
Doy mi voto en tiempo de elecciones.
No crean que me la paso sólo bebiendo.
No.
Tengo mujer e hijos.
Tengo empleo
y me han afiliado
al Seguro Social.
Soy como ustedes, un ser corriente.
Juego.
Fumo.
Me gustan las muchachas en minifalda.
Hay deudas
y anhelo sacarme el gordo
de la Lotería Nacional.

Ahora bien,
lo que pasa es que ciertas cosas penetran en mis venas y circulan.
Hacen que mi barba crezca blanca. Que
mis ojos lloren por los ciegos.
Y
si duermo, sueño que hay mucho amor en el mundo.

Sucede que cuando soy jurado
en causas criminales
no sé si condenar o absolver al reo.
Si leo los periódicos
me duele saber que han hallado
dos cadáveres en la Puerta del Diablo
o que anoche
hubo recogida de putas
o que en la madrugada alguien se desangró
frente al Hospital Rosales.

Y
resulta
que ya no duermo bien.
Y la digestión comienza a fallarme.

Sucede
que un poe
desapareció en mi tierra.

Los gringos
hunden barco con gas nervioso.
Onassis
cada minuto es más rico.
La guerra en Vietnam no termina.
Duvalier
mata patriotas en Haití.

Y vuelvo al librium.
Y el librium
no me hace dormir.

Esta, la pequeña diferencia. La pequeña.

Pero soy ciudadano corriente.
Buen marido, buen padre de familia.
Hasta voy a misa.
Ah, también toso y tengo algo de viejo verde.
©Rafael Góchez Sosa
(De Poemas para leer sin música, 1971)

miércoles, 16 de diciembre de 2009

poemas de teresa andrade

Teresa Andrade, El Salvador



Pasillo para gatos





Nos encontramos cinco calles abajo
y la cocina dejó de ser el refugio de las ratas.
Nos encontramos para cruzar las calles
y desperdiciar el cigarro a la vuelta de la esquina,
el comedor dejó de ser el lugar perfecto para esconderse
tras los manteles que nunca han de mover.
Nos encontramos para esconder el laberinto de los ojos
y cargar las compras de la semana.
El espejo dejó de robarnos personalidad
y el televisor dejó de ser el centro de atención de los miedos y los quejidos.
Nos sentamos en el parque de la esquina
ha construir murallas al lado de nuestros pies
porque los zapatos viejos estorban en el closet
y dejamos que la ropa se fuera acumulando en el sillón.
Ya para qué seguir con el calvario de los gatos maquillados.
Dejaremos de encontrarnos
y tal vez la próxima semana nos tomemos un café.





Amor, hay días en que vigilo el pasto desde aquí
Y se me da crecer en la tierra
Como un parásito orgulloso de su baile.

Hay días en que respirar se me hace constante
Y me parece una molestia para el vecino,
Pero él no sabe que padezco de estas perversiones,
Ignora que he dejado de ser artificio de colmena
Y que he construido un plano bajo el suelo
Donde ni él cabe ya.

Amor, desde hace días he visitado las plazas públicas
y el comercio se me hace molesto
pero suelo encabezar las filas de las tiendas al dos por uno para no perder
la costumbre,
como cuando vaciábamos el bolsillo izquierdo llorando de culpa
y temblando de orgullo.

Está vez me he cansado de caminar,
De tomar el autobús,
De esperar que alguien me lleve en su carro,
Me he aburrido de ver el cielo
Amor, la crisis de la vida normal se acumula en el ojo
Mejor busquemos un poco de tierra
Y comenzamos a independizarnos del humus subterráneo
Y crecemos como parásitos robustos
En la boca de los gatos.
Amanece al borde de la calle
Pasiva,
Respira la humedad de planta subterránea
Con las ojeras más grandes que la culpa.
Asemeja una pregunta bajo el brazo.

Deja de silbar, pequeña conciencia.

Deja que el norte camine un poco más al sur.

Hay noches en que velar a los gatos es lo único que parece sostenerte,
Pero también los basureros guardan tesoros oxidados.
Olvidas que los perros te salvaron la vida
En el dibujo de aquel ocaso metamorfoseado.

Deja de olvidar,
El olvido solo mata 27 neuronas por hora
Y ya no puedes perder menos del doble.

Camina pequeña conciencia en los ojos del escarabajo de oro
Y restaras las horas de las arrugas que te dejaron los sueños.

Ya no queda más que volver a la inconciencia
Y desdibujar la cara
Volverse 1igual a 1
Y la suma vuelve a dar lo mismo,
Pero ya dejó de molestarte la comida fría.

martes, 15 de diciembre de 2009

cuatro sonetos de daniel eguizábal

Daniel Euizábal, El Salvador








Carta de pájaros





La noche proyectada en cada lágrima
junto al hilo más débil del insomnio;
llega el día goteando su aluminio
junto al sol desgajado en cada rima.

La tarde es colegiala boina roja
con piernas de un amor que se eterniza;
me seduce a robarla así de prisa
en la foto del verso en que se aloja.

Ay, vida de mi vida voy cansado:
por gloria del amor, gloria del dolor
la infancia de vivir enamorado.

Ay, la orilla de un número enroscado
trae la carta salobre del dolor
y un silencio que escarba equivocado.






Los espejos del azar





¿Quién me empuja a trotar entre la hierba?
¿Tú, Amor eterno; soga que te escondes?
¿Tú la onda quemante que responde
al filo del trinar que tanto enerva?

¿Y quién me envía andar sobre las aguas?
¿ El enfado de un gen que se resiste,
la palabra de un dios que me reviste
o este miedo a morir entre las aguas?

No sé quién llama a las puertas del azar
con la fuerza de un fuego indivisible
porque canta con canto irredimible.

¡ Que alguien dance sobre un río hasta alcanzar
la ruta de una onda navegante
o el sino atormentado y desafiante!







Las criptas y los bronces






¿A quién espero en lo alto de esta noche?
-húmedas criptas y un gemir de bronces-.
Un latir de alas bulle en su derroche
y alguien grita y me habla desde entonces.

No es cenizas el grito que palpita,
no es mano amiga, no es el pan, ni abrigo;
es grito que conozco porque agita
la sola luz que tengo por testigo.

No hay norte ni sur, ni hay fronteras,
esa lumbre es un cosmos que delira
y es eje de la esencia porque gira.

Gira y no sé cómo aunque quisiera;
pero sé que pregunta por mi lira
y es trampa de un ayer que si me mira.







Rascacielos sobre el río






De noches y auroras voy herido
como un río que cruza un rascacielos;
no sé si hay sol o luna en mis desvelos
o si huyo tras el túnel presentido.

La muerte me cabalga a todas horas,
la vida es el cristal que se me incrusta;
quiero ver al jinete que me asusta
transpirando el cristal por lo que llora.

Emboscados de ira los silencios
y a punto de gritar con gran demencia
violentan a la nada y me dan vida.

Caballo de fuerza el ayer marchito
cabalga como nuevo y es un mito;
como un duende que juega con mi vida.