sábado, 16 de marzo de 2013

POEMAS DE RENÉ CHACÓN LINARES

René Chacón Linares, El Salvador






Ángel Inocente  
¿Dónde está el Ángel
Que habitaba en mí?

Sonrisa inocente,
Escuálida delgadez,
Jugando sin censura
Entre sábanas y almohadas
A ser capitán.

Manos intentando
Tocar la torre de marfil,
Ombligo de la tierra,
Fuego de mi sangre.

El tiempo pasó,
Y aún tengo sueños
Insolentes,
Lienzos fogosos,
Envueltos en madejas
De araña.





Ángeles De La Muerte
Despacio cae la lluvia
Se confunde con las lágrimas.

¿Será la muerte que ronda?
¿El abrigo de la vida errónea que envuelve?

Una bruma densa y oscura
Borra los pensamientos.

Pasos perdidos se deslizan en las paredes.
El aire es más denso.
No es nadie, no es nada
Sólo el otoño ansioso de la primavera.

La muerte seduce,
No encuentra su guadaña,
?Las pasiones ciegan el corazón
?Reprocha―
La lluvia acaba, se esfuma la niebla
Entre cenizas y tortuosos senderos,
Este corazón añun sigue latiendo.





El Cuerpo De Un Ángel
Caricia,
Leve soplo,
Festín de pájaros
Que alborota al invierno,
Tierno lago que inunda mis placeres,
La ruta en que me pierdo al trópico,
Olas salvajes,
Que se niegan a estrellarse
En el acantilado,
Una jauría de fieras
Al acecho.

Muelle en que me embarco
Al sur de mis pecados,
Brújula que jadeante
Me arrastra hasta tu cuerpo.




Los Ángeles Amantes
Fatuos de la noche,
Sierpe de lo desconocido,
Provisorio de emociones.

Los ángeles amantes,
Llegan justo a la hora
Exacta de la soledad.

La voz entrecortada del deseo
Y su órgano mudo de proezas,
Es un valiente guerrero
Dispersando al enemigo,
Enredándose hasta escuchar
La dulce melodía del vientre.

Y en ese incierto
Pero cercano recorrido,
Mienten hasta ceñirse
Con hilos del amanecer.

El corazón no aprende,
Tampoco el cuerpo,
(Ambos desconocen
La palabra mordaza).

Y de nuevo la espera,
Ávido anzuelo de congojas eternas.




Mi Madre: Ese Ángel
Mi madre vino a la Tierra,
Con la esperanza
De romper lo malo y coser lo bueno,
Tijera y aguja en mano.

Su afán por matizar
Arcoiris y ternura,
Hizo un jardín de esperanzas
De donde brotaron tres espliegos,
Que a fuerza de arrullos,
Manos balsámicas,
Sortearon las travesías del pasado.

¡Qué cosas!
Estos corazones
No fueron humildes
Ni sencillos,
Como ella hubiera soñado.

Hoy,
Los días grises han desaparecido
Y nuestras almas se reencuentran?

Madre,
¡Ya no te afanes!

Ríete de la vida,
Olvídate de las dietas,
Y cosecha las flores con versos de amor,
Que nunca se escriben en vano.