viernes, 22 de febrero de 2013

POEMAS DE ALFONSO QUIJADA URÍAS

Alfonso Quijada Urías, El Salvador.
Fotografía cogida de Artepoética





SEPTEMBER ELEVEN




Ciudad mía, bienamada,
eres doncella sin senos,
N. Y. Ezra Pound.



Y llegó de las alturas el fuego del dios del terror,
y aquellos que aún dormían despertaron sobresaltados
ante la pesadilla de lo real.
Ante sus ojos el fuego, las llamas que se elevan hasta el cielo,
fantasmas cubiertos de polvo, seres de carne y hueso,
presas multitudes de un pavor acariciado por un autor
famoso por sus geniales libros de suspenso.
Otra vez la realidad imitando la ficción, el pánico moderno,
urdido por un genio demente de la talla de O. Wells.
-Nunca en mi vida vi algo semejante, dice la periodista estrella
de CNN haciendo esfuerzos por contener sus lágrimas.
-Yo soñé esta tragedia, confiesa Norman Mailer, la mirada
azul estancada en su asombro,
mesándose la barba recien encanecida,
en mi novela el terrorista es un muchacho tímido, infiltrado
en el Pentágono.
Después de esta tragedia ya no seremos los mismos.
En la jungla de la vida ningún poder está salvo de los peligros
existentes;
Un escorpión puede matar un elefante.
De ahora en adelante ya no seremos los mismos.
La violencia es la misma, inhumana, brutal. No cabe duda
alguna,
de todos los animales, el más rabioso es el hombre.
Se necesita más sangre en los hospitales, aún no hay un total

de la ascendente pirámide de muertos.
Papeles, papeles, documentos secretos, seguimientos de la
política exterior, libros en clave, todo Manhattan cubierto de
papeles, basura, polvo y ceniza,
ceniza los secretos, la inteligencia, la trama de la política
mundial,
los datos fidedignos de fieles e infieles, sus marcas de identidad.
Nadie sabía hasta entonces, sólo los prebostes de la hermética
informática
del silencioso profeta de la violencia y su Satán.
Nada, muy poco de la fe del infiel musulmán
para quien la muerte se
fija en el momento que venimos al mundo,
nada, muy poco de su apego al Corán que fue siempre una
espada para manchar de sangre el poniente y la aurora,
una revelación que aniquila y convierte todas las cosas en su
terrible Dios.
Nada muy poco de la prosa alcoránica y el idioma infinito
de la arena.
Nada del sufí que danza hasta ver a Dios. Nada de esa batalla
eterna que dan cuenta la montaña y el desierto.
Nada del milenario burka que cubre el rostro de las mujeres
afganas.
¿Y por qué nos odian tanto? preguntan los hijos a los padres,
y los padres amnésicos no encuentran la respuesta,
Alzheimer se llama la enfermedad de nuestro siglo.
Humo, polvo, cenizas, alambres retorcidos,
materia deleznable, sangre inocente que baja por los
acueductos
y llega subrepticia hasta las aguas del Hudson, alborotando
los grasientos patos,
sangre de las víctimas de un dios convertido en asesino por
la acción de los hombres,
su siniestra, invisible mano que ante la impávida
mirada de la reina y el rey
redujo las imponentes torres a ceniza, nada.
Adiós luz del verano, el otoño se acerca,
todo aquello que yace bajo tierra lo está sacando el tiempo
a la luz del sol.
En una semana se agotaron las profecías de Miguel de
Nostradamus,
Aquel, quien antes de su muerte, acaecida en el año del
Señor
de l536, anunció la catástrofe.

lo que vieron nuestros ojos no lo verán otros ojos.
En guerra, en guerra los átomos, las substancias y esencias,
los elementos del desastre,
en guerra todas las cosas que en aras del progreso ha
inventado el hombre.
En guerra el pensamiento contra la guerra misma y su rentable
mercado que no se sacia nunca.
No le faltan enemigos al espíritu humano.
De aquí en adelante, todos somos sospechosos de envenenar el
agua y emponzoñar el aire
pues gracias al terror el mundo es cada día
menos seguro y menos libre.
Nacimos con las guerras moriremos con ellas,
hasta allí nos arrastran la arrogancia y sevicia del empeño
humano.
Adiós luz del verano, ya se acerca el otoño,
y el hombre solo, emperador de su impotencia, recogiendo
sus huesos y sus pensamientos
indaga al cielo, la nefasta nube.






NECESIDADES




Necesito a mi mamá, con edipiano amor,
sus desayunos humanísimos. La ingenua
libertad de ese niño en sus faldas
suspirando la culpa original. Aquel
domingo de misa, pan y sol y la
muchacha aquella burlándose de mi
amor tontísimo.
Necesito de Dios y su absurda existencia
para luego volverme materialista y
soñador.
Necesito de mi mal ponderada
familiaridad de padre, casarme una vez
más con la madre de mis hijos. Que me
digan lo pequeño que soy. Necesito de
veras volverme a ver en el espejo limpio
de la casa y cambiarme de ropa y salir a
esperar como un novio solemne a la
vida, esperándome. Necesito una vez más
que mi tata me pegue con los puños terribles de patriarca y que me
diga bruto, inútil, polvo de la noche
delirante y brutal.
Necesito que las gentes acudan a mi
paso. De veras necesito que me quieran.
Me besen todos los labios del mundo. Y
que me dejen, me dejen, por favor,
crecer un poco más con mi vejez de niño
atolondrado.





MANCHAS DE RUIDOS ANTIGUOS...





Manchas de ruidos antiguos en los rincones del patio: sombras
de la mentira
tomando la forma de tu cuerpo y su lugar. La luz te hace
creer en todo lo que alumbra
o devela la sombra del monstruo que habita la penumbra.
Toda palabra quema,
ceniza será después, rescoldos de aquel fuego. Ruinas del
tiempo, escombros, hollín y polvo,
la efímera materia que fue la eternidad.
Pequeña llama inmóvil, rememoración de la desaparición de la
fe en la sorpresa.
Del aire impuro del mundo están hechas las palabras, su
círculo vicioso,
toda pregunta es una piedra que se lanza al agua cuyas
ondas alejan la respuesta.
En corregir lo incorregible se te fue la vida, en buscar el error
y al tratar de borrarlo,
volverlo a cometer y la culpa otra vez de provocarlo.
Palabras, resplandores inéditos buscando su sentido
en lo sentido.
En la ventana el rostro de la dulzura pensativa:
una sonrisa ciega, en toda ella las frases y los gestos que nos
son elementales.
La fuerza que guía la mano en selva oscura, a través de la
página,
hasta encontrar la máxima potencia. El ojo que descubre
lo invisible
mientras crece la historia durante el sueño, la bestia echada
junto a la ropa triste del amor consumado,
todo aquello que amamos y por eso matamos lo más vivo
en nosotros.



martes, 19 de febrero de 2013

PARA CANTAR MAÑANA

Pedro Geoffroy Rivas, El Salvador.
Imagen cogida de Artepoética




PARA CANTAR MAÑANA, MEXICO, 1935




CANCIÓN DE LOS IZALCOS





Hombres de los izalcos
hombres altos y oscuros de las cumbres
sembradores silenciosos que os quedasteis así
con los puños en alto,
en ademán de sacudir el yugo
o de arrojar semillas a los surcos musicales del cielo
Yo cantaré canciones por vosotros
Yo
renuevo alegre de vuestra semilla triste y subversiva antihombre de hoy
promesa de hombre para un mañana
a la sombra de vuestro enorme y cálido recuerdo
quiero cantar canciones que digan el milagro del 23 de enero/
cuando el volcán izó rojas banderas en sus llamas más altas/ y vosotros bajasteis de las cumbres como ríos oscuros desbordados indómitos como ríos salidos para siempre del cauce doloroso
Yo cantaré canciones en tu nombre
indio Feliciano Ama
Yo gritaré el poema del corazón inmenso que latía en tu mirada/
en tu mirada vieja de siglos
con la que nos miraban nuevamente el abuelo Tutecotzimit/
y el tata Tacho Aquino
Yo cantaré la gloria de tu muerte vertical y suspensa
Hombres de rojo oscuro de sangre india caída
miradores de auroras lejanas
pulsadores del gran dolor universal
Yo cantaré en mi ardiente canción estremecida
los vuelcos de la angustia
la alegría del grito
la recia sacudida
con que un día rompisteis los cercos del oprobio
Hombres de los izalcos que dejasteis la tierra
preñada de la roja simiente
surcada por los lentos arados de silencios tremendos
ya llegará la hora del parto milagroso
cuando en peregrinación vayamos a buscar vuestro huesos/
para fincar con ellos los cimientos de nuestra nueva vida para afianzar con ellos las rojas barricadas
para labrar las cachas del corvo justiciero
Hombres rojos y oscuros de las cumbres
mañana
cuando la flor radiosa de los vientos
desparrame por todos los rincones de América
la mazorca simbólica
que creció en el sepulcro del negro Farabundo
cuando los hombres nuevos levantemos del polvo vuestro sueño/ vosotros
los bandidos de hoy
los criminales que erigisteis el soviet de Juavúa
seréis los santos rojos
precursores de nuestra felicidad
Yo cantaré canciones por vosotros
hombres de los izalcos





NO VUELVAS AL CAFETAL




No vayas al corte hermano
aunque el café esté en sazón que hay sangre tuya en el grano
que le llevas al patrón
Soldados y nacionales
vinieron por los caminos
abonando cafetales
con huesos de campesinos
Y por la cal de esos huesos
por esa carne deshecha el patrón se hartó de pesos
duplicando la cosecha
Deja en las ramas los granos
y que se vuelvan carbón que lo corte con sus manos
si quiere café el patrón
Hasta que llegue otro enero
y entonces verás hermano
que se llena tu granero
y no el patrón con el grano





AHORA TENEMOS MUCHO




No teníamos nada y ahora tenemos mucho
Tenemos 10.000 muertos
Tenemos el recuerdo de 10.000 hermanos
que ofrendaron sus vidas
por enseñarnos a vivir
tenemos un dolor mucho más grande
que aquel dolor de ANTES.
No teníamos nada y ahora tenemos mucho
Tenemos 10.000 tumbas que gritan:
20.000 ojos sin vida que nos ven fijamente
Tenemos un anhelo sin límites
y una bandera roja en cada rancho.
No teníamos nada y ahora tenemos mucho
Hoy tenemos el grito ronco y áspero
y la angustia que late
como otro corazón dentro del pecho.
No teníamos nada y ahora tenemos mucho
Tenemos a Martí y al indio Ama.
tenemos un 23 de enero
y tenemos Izalco y tenemos Juayúa
y tenemos también a quien amar y a quien odiar
y para qué vivir y un tremendo para que morir.
No teníamos nada y ahora tenernos mucho




POR EL HERMANO QUE CAYÓ AQUEL DÍA




Por el hermano que cayó aquel día
hoy me corono de palabras crueles,
de palabras punzantes como espinas.
Una mañanita clara,
como él soñó los ojos del hijo que aún no le nacía,
lo llevaron junto al cementerio.
Nadie fue a despedirlo
y los maussers rezaron su oración tremenda.
Ahora duerme dentro de la roja caja
que unos cuantos amigos le llevaron
Una mujer preñada nos dejó en herencia.






ROMANCE DE ENERO





Viene la cívica hermano
con rifles y tartamudas, vienen los guardias de caqui
y los soldados azules.
Traen la muerte en las manos
y te buscan campesino
quieren beberse tu sangre
y la sangre de tus hijos.
Viniendo vienen, viniendo,
tremenda racha de muerte.
Al primer soviet de América
lo hicieron mierda a balazos.
El arzobispo Belloso
dijo misa de campaña
les perdonó los pecados
y les bendijo las armas
por Dios vienen protegidos
y a ti nadie te protege
no creas en Dios hermano
que en su nombre te fusilan
el cura que te robaba
los pollos y las mujeres
te mintió cuando te dijo
que es de los pobres el cielo
que cambiaras tus sudores
por una gloria hipotética
para qué quieres la gloria
si puedes tener la tierra
Trescientos años pasaste
mascullando tu amargura
y cuando al fin protestaste
a tu alarido tremendo
respondió la tartamuda
el jefe de operaciones
fue el general Calderón
en ocho días tan sólo
más de diez mil liquidó
la guardia barrió caminos
con escobas de metralla
limpias quedaron las sierras
y abonado el cafetal
La culpa la tienen ellos
(como escribió don Gabino)
por decirte que eras hombre y que tenías derechos.
Tu derecho, hermano, era
ir, por ejemplo, a votar:
por cada voto que dabas
te daban guaro y tamal
mas el café que cortabas
era del amo no más
de la milpa que sembrabas
nunca veías el máis
Pero un día en tu quebranto
rompiendo el yugo te alzaste
quisiste que fuera todo
de todos, como en el Cristo,
y en zanjas de veinte metros
te dieron ni comunismo
Yo te ofrezco estas canciones
camarada campesino
para que cantes mañana
cuando florezca tu grito en otro enero izalqueño