viernes, 21 de septiembre de 2007

El poeta y su destino_Claudia Hérodier

Fotografía: Claudia Hérodier






EL POETA Y SU DESTINO


Ponencia: Claudia Hérodier
Presentación de libros:Pie en tierra y Oscuridad sin fecha de André Cruchaga



Antes de entrar de lleno en materia quiero explicar que para esta tarea de la presentación de dos libros que considero excelentes por su densidad temática como por la riqueza, lo punzante y mordiente de sus imágenes, como son Oscuridad sin fecha y Pie en tierra, me sentí llamada a recurrir a un filósofo, traductor, poeta y crítico literario argentino, como es Santiago Kovadloff, a fin de poder ponerme a la altura de la poética de André, y por ello acudirán en mi auxilio algunas de sus palabras.

Lo primero que me sorprendió al leer el prólogo de Oscuridad sin fecha, escrito por Escobar Galindo, fue el que calificase la obra de André como “Poesía en permanente oficio de autodescubrimiento, sin desgarramiento ni quebraduras” cuando, en realidad, es un profundo ge-mido que desborda la sensibilidad humana:

“Supe desde niño de la materia oscura
y así dibujé presentes omnímodos.”

dirá el poeta en Retrospectiva del miedo, a lo que añadirá en Eterno juego en los ojos:

“Una plegaria dulce palpita alrededor de los féretros.
La muerte es un sonido que espero
entre esta prisa de vivir bajo la zozobra
y una casa con sus techos caídos.”

Por otra parte, las palabras que Cruchaga puso al frente de su libro Pie en Tierra, amarraron mis curiosidades de lectora en un punto preciso, ahí cuando dice: “Jamás he sido poeta social en el sentido que nunca he tenido ─desde mi poesía─ la pretensión didáctica proselitista de los temas sociales; pese a ello, mi poesía aborda con fidelidad y plena conciencia artística los problemas de nuestro tiempo histórico”, así como el hecho de que al final de cada poema aparezca el nombre de un lugar imaginario, como espacio desde donde el poeta nos habla, seguido de la fecha en que escribió.

Por otro lado, al ponerme en contacto directo con los textos, empezaron a golpearme de tal modo las palabras, que tuve que suspender por un tiempo su lectura y relectura, a fin de darme oportunidad de asimilarlos integralmente. Mientras, leí otros libros, entre ellos ese de Kovadloff, que me había obsequiado Juan Sánchez (Los poderes del poeta [1] ) y descubrí que a cada tanto, a medida que avanzaba en la lectura, los versos de André me tenían sujetada del cuello, me rodeaban como abejas y el zumbido era un eco permanente de eso que leía… al punto que fui subrayando en los distintos ensayos que recoge, lo que consideré le calzaba a Cruchaga como un guante.

Poeta de sensibilidades múltiples, de un lirismo lúcido, anclado en una conciencia crítica que a su vez se finca en su yo-relacional (yo-psicológico en consonancia con los otros y lo otro, el yo-individual imbuido de lo colectivo, que construye su subjetividad en la medida que asume la otredad como algo propio), elige, en estos dos libros, la actualidad “como espacio privilegiado donde irrumpe lo poético”, como diría el autor argentino, al tiempo que opta por un “lenguaje verosímil”, en el que las imágenes y los contrastes (de belleza patética) ponen de manifiesto su ser común denominador de experiencias ciudadanas, tanto como del hombre del siglo XX.

En estos dos libros, el poeta no se sustrae de la “opresiva atmósfera” de lo cotidiano, enmarcada en los parámetros de lo occidental cuyo “extravío ontológico” lo ha llevado a implantar el “instinto de muerte” y a evitar con ello el canto del poeta, no su palabra. De ahí, quizás, que arranque su Pie en Tierra diciendo:

“Vida intensa la rosa que muere pronto.
El cuerpo mordiendo el grito en la boca.
Los días seculares. Los cuerpos cansados, sin reír;
la casa estrecha. Sin sombras y sin alma:
habitaciones sin muebles donde la aurora
es casi hoyo y la luz una bóveda”. (p.5)

y más adelante, en Cuestión de Conciencia, diga:

“Hemos llegado hasta la fosa de la barbarie
y respirado huesos y obsesos pálpitos de sombras.
Nada nos detiene aunque el dolor cubra el alfabeto.
Hay neblina en la palabra y lobos en el alma,
y, entre ambas, un cielo de grises y rastrojos.” (p.111-112)

Ya antes, en Oscuridad sin fecha, habrá dicho:

“El País que sueño arde en mi alma
con sus crudas huellas de muerte cotidiana.
Aquí nacieron mis ojos y vi el sol sobre la tierra,
girando sobre la retina de la noche y de la aurora.
No fue fácil tocar el fondo de sus labios:
para recorrerte miles de cuerpos cayeron sin resucitar,
heridos, ciegos, bajo una lluvia de ventanas.
País densamente hondo de féretros, de noches,
y sombras que se llevan las manos al pecho
para hacer creer que duele, punza, el recuerdo de la penumbra.” (p.30)

Así como en su poema Eterno juego en los ojos:

“Eran ellos y yo, todos los muertos
habitantes subterráneos del fuego,
de peces siderales con lámparas sangrantes.

Era yo cuando la sangre penetró otro espíritu.

Era yo frente a las luciérnagas del vacío.
Sigo siendo yo, es verdad, con otro corazón entre labios fugados
y una soledad con osamentas.” (p.66)

O bien como recoge el poema titulado Anticipo, del mismo libro:

“¿Adónde se va desnudo masticando el último beso?
No. No lo sé. No sé si Dios vive en esta agua oscura.
En este cielo duro bajo tierra…
Muchos me dijeron: Aquí comienza la vida eterna,
pero esto es extraño cuando uno se pierde
en los brazos hondos, sin origen, de la herrumbre.
Otros invocaron el misterio de Lázaro y fue inútil.
Sólo la tierra se movió con la pala del sepulturero.” (p.78)


Quizás por ello, “incapaz de reconciliar el sueño de la fe con el horizonte de la experiencia”, como diría Kovadloff, y por cuanto ese instinto de muerte ha impedido a su vez la existencia de un “espacio redencional” que le otorgue una esperanza, el poeta (como otro hombre en el mundo, o como un Dios), haya fundado su ser de poeta, su quehacer poético y su poética en un único principio rector que no es más ni menos que un “principio ético-estético”, entendiendo por ello lo que posibilita y da cuerpo al estar siendo del ser humano en el estar, y no al estar del mismo sin ser, tal como se desprende de la lectura del poema Dolor de patria:

“Patria, intangible eres. Infortunio eres.
Túnel eres: humo de la brasa donde gobierna la neblina
y los acantilados crecen como arbustos
de espesas montañas:
no encuentras más resquicio a la esperanza
que el aguacero que te arrastre al mar
donde acabe el dolor de estar sin ser>.

a lo que el poeta opone radicalmente otro poema titulado Oficio de poeta, en el que dice:

“La mirada amiga de tantos poetas,
está allí, lluvia en la frente,
universo humano de ventanas,
abriendo sueños en los labios del futuro.”

(…)“Hoy puedo nombrar y sujetar las palabras:
es mío el íntimo reflejo del ojo,
la fiel caligrafía de la herida
y el arcano gesto de la conciencia.

Lo demás es inútil. Inútil la muerte, la pistola
la navaja y la posesión ajena.
Inútil los caminos mudos.
Inútil el regazo si no tiene el halo pagano
que lo hiera.

(Luego el poeta vence al gusano tutelar de la vida
para ganar la luz irreversible de la mariposa)…

Mi oficio, entonces, es de insomnios, umbrales y cenizas.” (p.79)

Habiendo ganado la luz para los hombres a través de la vigilia, situado siempre en los límites de lo existente, haciendo acopio de los rescoldos de la Historia –de lo deshumanizado, el poeta restaura lo humano por su oficio y por ello vence a la muerte. El futuro, pues, se llenará de sueños de otro futuro más lejano y atestiguará que el poeta es un deber-ser ineludible del hombre en tanto conjunta humanidad. Es así que la “función ontológica” de la poesía y sus poetas (la ‘razón-de-ser’), queda sellada de manera irreversible.

Pero, volviendo a lo del principio, a aquello de ‘poeta social’, André me seguía dejando la interrogante siguiente: ¿No se nombra como poeta social porque no se concibe, en tanto poeta, como un “hacedor de lo real” sino como un “intérprete del mundo”? Ojo con esto, me dije, pues ciertamente pareciera al leerlo, en una primera vuelta, que no es un poeta propositivo con su mundo y, sin embargo, ya decodificando los elementos que intervienen en el acto creativo y su producto, en este caso su poesía, descubrí que: ya sólo el ámbito en el que el poeta se instala para ejercer su oficio, para devenir quien es, nos dice mucho acerca de la respuesta a mi pregunta, pues no se trata sólo del mundo con su diversidad de poblaciones, culturas, lenguas y costumbres, el país natal, con sus ciudades llenas de calles y problemas, las zonas rurales abandonadas, desposeídas y sufrientes, (todo ello como puede desprenderse de la temática que abarca y como ustedes comprobarán cuando lo lean), sino su ámbito real, el que opera sobre sí mismo y le da sentido en tanto realidad concreta al tiempo de extenderse a la ‘otra’ realidad, la de los otros y lo otro, aquello que el poeta ha adoptado como suyo, como constitutivo y raigalmente suyo, es una ínsula nominada y creada por Cervantes… y este hecho, este hecho de situarse precisamente ‘ahí’ es el que opera como ‘clave’ para descifrarlo.

Por supuesto, me refiero a la ínsula de Barataria en la que Sancho Panza fungiera como Gobernador. Pero, para comprender mejor lo que enseguida habré de decir, voy a compartir con ustedes algunos fragmentos de una clase de literatura de la Universidad Complutense de Madrid, que bajé de la Web [2], en la que se explica y aclara qué significa Barataria en la historia del mundo (no sólo el literario) y, sin duda, el por qué de la adopción de ella por parte del poeta, como un espacio interior en el que está cimentada su palabra, como ya dije, al tiempo que opera (y esto es lo interesante) como propuesta sutil para todos los hombres. Escuchemos pues:

Antes que nada, conviene decir que, por lo común, se cree que Don Quijote es el opuesto exacto de Sancho Panza, punto sobre el cual “Salvador de Madariaga acude a clarificarnos, "…esta línea antitética de primera impresión se resuelve en un delicado y complejo paralelismo cuyo desarrollo es una de las maravillas de este libro genial. Sancho es, en cierto modo, una transposición de Don Quijote en una clave distinta”.

Dicho esto, y entrando ya en lo de Barataria, ya cuando Sancho va a asumir su cargo como Gobernador, “Don Quijote previene a su escudero de los peligros que traen las altas magistraturas: "... que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones” (...y le aconseja) “no olvidarse de la humildad de su procedencia, "has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo. Del conocerte saldrá el no hincharte, como la rana que quiere igualarse al buey", "has gala de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores.”. (...Así) “Su humildad lo lleva a renunciar al “don”, será Sancho, Sancho a secas. “Refugiarse en su antroponímico sin trastocarlo es asumir su origen pero es también mostrar a sus súbditos cómo el hombre puede romper las amarras del determinismo y apuntar a la libertad.”

“Don Quijote le explica cómo aplicar la justicia: "Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico". Debe buscar la verdad "por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre" y ser piadoso con el que sufre. "Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones”. “Son famosos los juicios que lleva a cabo, tal es su trascendencia que a partir de allí los insulares "tuvieron a su gobernador por un nuevo Salomón”.

“También es significativo lo que piensa hacer después de empaparse de pueblo en sus salidas de ronda por las plazas, como aconseja Don Quijote en su carta: "Visita las cárceles, las carnicerías y las plazas; que la presencia del gobernador en lugares tales es de mucha importancia>. Dirá Sancho: "es mi intención limpiar a esta ínsula de todo género de inmundicia y de gente vagabunda, holgazana y mal entretenida; porque quiero que sepáis, amigos, que la gente baldía y perezosa es en la república lo mismo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que las trabajadoras abejas hacen”.

(Sancho) “Da pruebas de su honestidad y de no abusar de su poder : "desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano: quiero decir que sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés de cómo suelen salir los gobernadores de otras ínsulas”.

(Cervantes), “disfrazando de parodia el gobierno de Barataria, sugiere a los lectores de su tiempo que el hombre puede rasgar las ataduras de su estamento social y desde la libertad, construir la equidad.”

“Él enuncia una metáfora poética detrás de la cual se esconde una posible metáfora social: los Sanchos del mundo gobernando para los suyos, encarnando la búsqueda de verdad y justicia.”

“Al igual que su amo llega a la conclusión de que así no debe ser el mundo y a partir de eso trata de cambiar la realidad”. […] “La hazaña de Sancho es "el trasbordo de un mundo a otro, de uno ruin a otro noble" y eso mismo es lo que planteamos en la clase: la posibilidad de creer en una utopía y acercarnos a ella.”

Es, pues, desde una intra-metáfora (imitando a Unamuno), de una metáfora poética encarnada en sí mismo, que el poeta nos habla.

“He soñado, no lo niego. Pero los sueños
no existen más allá de la vida misma.
He soñado con una ciudad última:
-hacienda de pescadores justos-;”(p..26,Oscuridad sin fecha)

dirá el poeta en su libro Oscuridad sin fecha, aunque advierte, en los siguientes versos, cuán difícil y peligrosa es la tarea de pretender que los sueños se conviertan en realidad en un mundo como el nuestro, hijo de su tiempo, heredero de la filosofía de Descartes y por tanto de la Modernidad (y hablamos del siglo XVII), en la que se asume que por el hecho de pensar y pensarse (“Pienso, luego, existo”), el hombre es el garante de la existencia, y por ello crea devenir el dueño y señor de todo cuanto existe.

“El siglo XVII ─dirá Kovadloff─ asentó las bases de una epistemología a la que todavía estamos pagando tributo. Su tesis primordial, que es, a la vez, la más petulante de sus tesis, pretende que la lógica del entendimiento gobierne arbitrariamente la del mundo, y supone que la obsecuencia y el servilismo de la naturaleza hacia el hombre serán infinitos. Se establece así, entre las leyes de la observación y las que son inherentes a lo observado, un vínculo de dependencia a favor de las primeras: conocer significará dominar, saber querrá decir estar en condiciones de sojuzgar, y el progreso será homologado a la pura explotación. Desoída, y más que desoída, devastada, la Tierra es hoy un receptáculo de órdenes, el territorio de una cadena de abusos monstruosos practicados en nombre de una concepción de la vida que esconde detrás de eufemismos tecnocráticos, los impulsos de una sensibilidad criminal.” [3]

Por ello, siguiendo con lo del sueño y los pescadores justos, en los siguientes versos el poeta afirme:

“a cambio he tenido casa sin balcones, manos obscenas,
y una marea cuyo filo corta los labios.” (p.26)

O como dirá en Sombra del País (I), de Oscuridad sin fecha:

“De repente, alguien te cimbra un arpón de soledades;
esto, porque te consideran conspirador de la noche.” (p.28)

Sin embargo, y pese a que como dirá en el poema Mis ojos ahora, del mismo libro:

“A la mañana también le digo noche
y a los huecos del terror les digo paz” (p. 1º28)

y pese a que el “estatuto ontológico” del mal social de nuestros días viene, según el autor, de la conquista, y se formaliza legalmente a partir de la Independencia (con lo cual personalmente no estoy de acuerdo porque considero que obviamos el enunciado de la repartición del poder en la época pre hispánica, también raíz de nuestro mal), el poeta pida que resucitemos:

“Los que no han podido amar la vida,
resucitados sean, convertidos sean,
no serviles
a la cruz
ni a la trinchera
ni a la tumba.” (p.113, Pie en Tierra)

“Para aquellos que hacen estallar begonias sangrientas,
un rayo de luz haga
gotear pájaros de sus sienes...” (p.114, Pie en Tierra)

Opuesta así la resistencia del poeta al “instinto de muerte” que permea nuestra historia, abierto a la indagación del otro sobre su quehacer y su oficio, sabedor que este oficio es el garante de humanidad y de futuro, diga de pie sobre la tierra:

“Si alguien me pregunta, ahora, qué hago, yo digo que
cavar
en la tierra: busco la comunión del pensamiento,
para ello, extiendo los brazos y me interno, confiado,
en el bosque...” (p.125 Pie en Tierra)


Siéntete, pues, André, honrado de ser el depositario vivo de la frase de León Felipe con la que concluye la clase de literatura antes aludida:

“El poeta no es aquel que juega habilidosamente con las pequeñas metáforas verbales, sino aquel a quien su genio prometeico despierto lo lleva a originar las grandes metáforas:
sociales,
humanas,
históricas,
siderales ...”



Claudia Hérodier
Jueves 6 de septiembre de 2007




[1] Kovadloff, Santiago. Los poderes del poeta, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1991.
[2] Roxana Sosa y Alicia Brandou. Extraído de http://www.ucm.es
[3] Opus cit. pág. 47.




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