sábado, 1 de marzo de 2025

EL FLORECIMIENTO DE LA MUERTE COMO FANTASMA DE UNA REALIDAD INCUBADA Y ENTRETEJIDA EN EL PENSAMIENTO POÉTICO DE JEANNETTE NÚÑEZ CATALÁN

 

Jeannette Núñez Catalán


EL FLORECIMIENTO DE LA MUERTE

COMO FANTASMA DE UNA REALIDAD INCUBADA Y ENTRETEJIDA

EN EL PENSAMIENTO POÉTICO DE JEANNETTE NÚÑEZ CATALÁN

 

Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.

JUAN GELMAN

 

nuestro destino se mantuvo cerca en sus silenciosas manos.

Cuando con orgullosa alegría levantamos el vino tinto de la vida

para beber profundo de la mística copa brillante

y el éxtasis a través de todos nuestros saltos del ser.

RAINER MARIA RILKE

 


La poesía es una suerte de río que cae sobre el mar, como dice Zurita.1 En este caso, un río que lleva consigo las aguas de la existencia. La poeta Jeannette Núñez Catalán después de concluir este poemario que ella ha intitulado «Florecimiento de la muerte», nos obliga con semejante tema a hacer una serie de reflexiones y conjeturas. El tema central del poemario de Núñez Catalán es la muerte, pero no como estamos acostumbrados sino como realidad incubada y entretejida que se cierne sobre la existencia humana y todo cuanto es materia viviente. Cada movimiento cultural ha tenido su propia concepción sobre este tema inherente en todas las literaturas, en el romanticismo, por ejemplo, La vida no es un bien, sino un mal. El alma romántica es un alma atormentada, triste,  moralmente   enferma,   en   busca   de   un   ideal   inalcanzable,   de   un sueño que no se ha de realizar. El pesimismo lo envuelve todo. Si se mira la juventud, el tiempo la destruye. Si se sueña con el amor, el desengaño lo carcome; si se cree en la riqueza o en la fama, pronto se desvanecen. Si se alzan los ojos al más allá, la duda y el misterio nos invaden. Si se cree que la sociedad puede salvarnos, la injusticia y el dolor ponen   su   nota   de   amargura.   Vivir ¿para   qué?   Una   angustiosa   melancolía, una incontrolable desesperación se sitúan en el corazón.2 En algunos de sus poemas, la presencia de la muerte es evidente, las imágenes nos hacen la referencia; en otros, la muerte avanza sutilmente señalando su inevitabilidad; y, en otros, la muerte está al acecho en el fondo del poema, donde se entremezcla con el amor. Para disminuir la atmósfera de misterio de la muerte y concretar su carácter abstracto, Núñez Catalán frecuentemente crea imágenes en que la muerte funciona en ambientes y circunstancias cotidianas, y así da al tema de su poemario la dimensión de lo contingencia inevitable. En modo alguno como agobio, la angustia del hombre por la esencia y el fin de la vida.

La complejidad humana configura la certeza de la verdadera condición de posibilidad de un encuentro con el otro. De la misma manera en que varían las formas de concebir el mundo y la vida cotidiana, las concepciones y experiencias en torno a la muerte revisten características múltiples y específicas, es decir, los términos que implementamos para nombrarla igualmente transitan el recorrido de la complejidad interpretativa; como también las narrativas de época que circulan alrededor de ciertos temas complementan la lectura cultural. Al decir de Mèlich.3 En este punto cabe destacar a poetas cuyo origen la unen: Armando Uribe Arce, Pablo Neruda, Mario Meléndez, Gonzalo Millán, Enrique Lihn en «Diario de Muerte», solo para mencionar a algunos. Y aunque es un tema con tanta elevación e intensidad, cada poeta hace su propio abordaje.

Luego tenemos el movimiento modernista que está marcado por cambios desde su concepción como tal hasta la entrada de la vanguardia. El Modernismo se caracteriza por la búsqueda de la belleza como placer espiritual, un mayor interés por la forma que por el contenido, la renovación del lenguaje poético al que amplía con nuevas palabras como unicornio, fauno o titán, el colorido y la musicalidad, el empleo especial de la métrica con el uso del alejandrino y del serventesio, la utilización de abundantes recursos literarios, la melancolía, el erotismo, la temática mitológica, exótica, medieval y clásica, la influencia del Parnasianismo (ensoñación, mitología, gusto por el pasado) y el Simbolismo francés (el mundo es sólo un símbolo de realidades escondidas, la misión del poeta es descubrirlas). Los símbolos modernistas más característicos son el cisne (belleza, elegancia, gallardía), el pavo real (colorido, vistosidad, fascinación), el búho (oscuridad, noche, muerte), el águila (fuerza, poder, riqueza).4

Siendo un movimiento hispanoamericano, debemos señalar a dos poetas prominentes, Rubén Darío y José Martí, El temor a la muerte es un tema constante en la obra de Rubén Darío y refleja una preocupación que tiene sus raíces en la juventud del poeta: «Ciertamente, en mí existe, desde los comienzos de mi vida, el pavor de la tumba, o más bien del instante en que cesa el corazón su ininterrumpida tarea y la vida desaparece de nuestro cuerpo»5  En Martí, no muy diferente a todos sus predecesores y contemporáneos, la concepción de la muerte en ocasiones se vislumbra con ciertos rasgos místico: abre los  brazos/ listo estoy, madre Muerte: al juez me lleva!  El verso revela la idea de quien anhela esenciarse con Dios en la magnificencia de la Creación al modo de la Santa de Ávila o San Juan de la Cruz, quienes veían en la muerte la consumación perfecta del goce divino. Para el poeta, el deseo de entregarse al misterio de la trascendencia acentúa el talante íntimo de su recogimiento espiritual.6

Frente al romanticismo y modernismo, existe un antes y después. En este después converge la vanguardia y la obra de Jeannette Catalán. Por lo general las vanguardias se decantaron por temas como: la angustia existencial, los problemas sociales, las modificaciones culturales, la religión, las angustias de la época. Y, aunque prevalece la heterogeneidad en este punto, el tema ha sido abordado desde una estética divergente como proclama si se quiere del subconsciente. Tomemos el caso, de Lezama Lima: Muerte de Narciso es, en síntesis, un largo poema que parte del mito de Narciso para indagar sobre las relaciones entre poesía, imagen y realidad. En lugar de narrar la muerte de su protagonista, sin embargo, el poema se presenta como una sucesión de versos

aparentemente inconexos, operando a través de imágenes visuales, casi siempre estáticas y fragmentadas, y que a primera vista guardan muchas semejanzas con la atmósfera onírica proporcionada por la escritura automática de los surrealistas.7

La muerte en obra de Núñez Catalán está presente y lo está. Impone su presencia plena, pero no a la usanza en que estamos acostumbrados. Aparece de manera enigmática, diluida, impulsada irracionalmente, digamos que es la celebración del ser más que aserción a la negatividad. Así de manera audaz, la poeta nos dice: «Nada quedará olvidado / todo naturalmente se prepara para nuevas siembras / tierra que acuna semillas y devuelve la obra no somos lo que cultivamos / trae oculto el devenir mientras flamean espigas y amapolas libres.» (Florecimiento de la muerte: augurio).

Sus versos son como esquirlas que parecen aludir al vacío y a la vida: sus veladuras metafóricas, su verso libre extendido, sálmico, la hace compleja en cierto modo. Contiene en sí «iniciaciones agazapadas» que en lo personal me parecen deleitables en tanto cada verso y cada poema invitan a la lectura activa, a transitar de extremo a extremo embriagados de su singularidad arrolladora. El verso libre utilizado por la poeta no es el de Darío, Juan Ramón Jiménez o T.S. Elliot, sino el de Whitman, Apollinaire, Rimbaud e inclusive Dylan Thomas con libertad absoluta. Aunque este punto sea discutible, hay quienes afirman que «hay que tener en cuenta que la libertad total en el verso destruye su entidad rítmica, por lo que verso libre aparece entonces como un oxímoron o incluso como una clara contradicción». Es el caso que en nuestra poeta existe un patrón rítmico muy a tono a las «corrientes versolibristas del siglo XIX y, sobre todo, del XX.»

Otra de las características importantes en esta obra de Núñez Catalán es la combinación sin orden aparente de diversos elementos e imágenes. Diría de la poeta, lo mismo que José Martí, dijese sobre Whitman: «irregularidad aparente, que en el primer momento desconcierta, resulta luego ser, salvo breves instantes de portentoso extravío, aquel orden y composición sublimes con que se dibujan las cumbres sobre el horizonte.»

 

La incógnita

 

Luz encendida en la noche diáfana día

de antaño vive en mi pecho sin apagar los cisnes del lago

cerezos floridos hacen ronda reconocen la viajera

mi mano no lanzará una piedra

mi voz no será un muro en el profundo labio del sol

existencia suave como llegó suave se esfumará en los diagramas del paisaje

sin reclamar herencia buceare en el musgo con mi farola de siempre.

 

Debemos recordar que las construcciones sociales de la muerte —en interrelación con otras— gozan de altos grados de autonomía, porque los cambios en la historia de las mentalidades son muy lentos y siguen operando más allá de los marcos sociales que las generaron. Decíamos antes que cada poeta se caracteriza por aprehender el tratamiento poético de la muerte en su discurrir. La simbolización de esta nos lleva a lo discursivo, a la metáfora con sus axiomas y realidades. La muerte estructura nuestras posibilidades en una proyección a futuro en el marco de una trayectoria potencial de muerte 8, donde el proceso de morir y el significado de la muerte refieren a consideraciones socioculturales desde el momento en que la muerte encarna una pérdida permanente del ser de la persona (Mamo, 1999). Sin embargo, «no se habla de la misma muerte allí donde no se habla la misma lengua [...] cuando se pasa así la frontera de una cultura, se pasa de una figura de la muerte como tránsito a otra figura de la frontera entre la vida y la muerte»9

La poeta Núñez Catalán maneja hábilmente el encabalgamiento como versal del poema. Y este es un acierto que festejamos. Me atrevo a afirmar que este libro es, por lo mucho que muestra un pastel deseado en donde no hay fatalidad ni extenuación, sino una unidad cerrada, propia de una orfebre. «Tenía que pasar —nos dice ella —por el crisol que guarda el tiempo como hoguera palpitante / a quienes no visten uniformes»

 

Gratitud

 

He dormido junto a las fauces de la noche en un puerto los árboles en hilera acunan sus nidos

Cada vez que abro mi boca un torbellino de pájaros azules anida en el cielo

¿no me ves?

Con la yema de mis dedos hice figuras en el agua para que vieras

la ternura que se

dibuja la palabra frio no es de nieve

En mi recuerdo voy tejiendo estrellas para tu largo viaje.

 

Dice Carolina Mazzetti Latini que «Aproximarnos a lo “innombrable” es hacernos conscientes de nuestra condición de seres mortales; mirando la muerte desde la vida misma. Si se niega lo inevitable ocultando o desvirtuando la palabra, quizá se pierda gran parte del potencial transformador que encierra; porque nombrar es el primer paso para ordenar la conciencia, comprender de manera autónoma y accionar a partir de paradigmas de pensamiento que modifiquen armoniosamente el plano personal y colectivo.» La poeta talla y escucha su entorno y entre sus pies en tierra y sus manos, entrega y comulga con lo que amanece cada día: su oficio límpido no cojea, es en realidad un granero donde suena la vida. La casa ahí, del poema es un templo.

 

Regeneración

 

Veo mi árbol que durmió largo tiempo hasta que la luna susurro

                                                          [a mi oído la palabra vida

Estuve en lugares que no existen en la copia de un papel olvidado en un invierno

dibuje rosas en la boca de un gigante me enrede en las nubes de mis sueños

aparecì árbol pájaro voz, remedo los horizontes quebrados de mis pies salen raíces

con alas

No me esperes.

 

Al final de cuentas, como expresa Morris Berman, la construcción poética de Núñez Catalán, «representa una rebelión en contra del principio de realidad, que ve como aplastando al espíritu humano.» Pero ella, hábilmente rearma desde el lenguaje cada uno de los espacios disonantes, a veces dolientes para avanzar. Por ello, siguiendo la tesis de Derrida, Butler y Lacan, Stuart Hall, subjetividad, que da cuenta de un yo “incesantemente performativo” que construye al sí mismo desde conceptos subjetivos en relación con su propia construcción, que incluye aquellas tachaduras dadas en el concepto de identidad.

 

Luminarias

 

Venimos de una misma fuente que lanza logotipos al aire algunos al sol

distintas formas como nubes en la hoja de papel la última palabra jamás será escrita

elevamos nuestros barcos por sobre las montañas serenos naufragan en una sola idea

No te pierdas

Diversos bosques tejen alboradas traen lluvias a tus ojos resecos la flor en su borde

cae al precipicio y aparecen hordas

noche negra cóncava suelta rayos de luz enciende luciérnagas alumbran el bosque

La fauce del lobo ha cerrado se sueltan cometas del cielo.

 

La obra de Núñez Catalán constituye un aporta importante a las poéticas de chile y aunque no es visible su filiación con la estética postdictadura, si hay un sustrato de ella en el subsuelo de la memoria, en los cementerios de la historia. «Para hablar de la muerte/ he de vivir la vida/ hablamos la vida muerte.» La construcción de sus poemas está cerca de la técnica del montaje. en esta las imágenes van emergiendo de manera yuxtapuesta, una detrás de la otra lo que hace que el contexto necesario para darles sentido o interpretación sea siempre difícil de confiurar.10 «Textos parecidos a las digresiones que va de una escena o paisaje a otro sin pretensiones ordenatorias, pero que revela a su paso una realidad.»

 

Alfabetos

 

Mis palabras puentes volaran por calles plazas y desiertos el mar arrastrará la voz

no todos los pájaros tienen alas rotas

Palabras derribaran muros y construirán ciudades por donde vuelen las aves

Del conocimiento alfombran las lenguas de ternura y aceptación

La luna caerá en una gota de agua las inundaciones llevarán nuevos barcos

La felicidad se tejera en todos los árboles como en los muros

Una mano abrazará a otra y tu boca perfumará el vacío.

 

En general, en estos textos la experiencia es vivida como una suma de episodios en el sentido que le ofrece la cotidianeidad. La memoria del poema es construida a partir de los fragmentos de la historia. Recuerdos de la percepción del tiempo, o bien, reconstrucciones subjetivas, electivas y selectivas del recuerdo. El lenguaje siempre le proporciona significado a los recuerdos, a las vivencias. La poeta, después de su vivencia, necesita de un espacio análogo (el poema) para proteger esa historia personal del yo poético. El poema es pues, una topografía, un territorio de representaciones e imaginación. La sintaxis narrativa de sus poemas concuerda con esos mecanismos subjetivos de la memoria, incluso aquellos que pudieran derivar o emerge de realidades traumáticas, lo que da paso a una identidad totalizadora. Acorde a esto, existe en la poeta Núñez Catalán, una articulación poética de la memoria capaz de producir una escritura de la reflexión del mismo modo hacer que su experiencia escritural no sea traumática como otros poetas que han abordado este tema. Su lenguaje es capaz de trastocar toda esa noción del espacio desde la cual se construye el poema. Siendo como decimos, su poética nos resulta innovadora en cuanto a la forma como a su eje temático. Lo escrito aquí está acorde con la realidad que nos cuenta como realidad incubada y entretejida. No es una poesía que le quiere dar sentido a algo, sino uno diferente. Y esa es la labor creativa del poeta.

 

Espejo ciego

 

La casa tenía ventanas tan grandes

que entraba la noche

no veía la mano arrancaba mi árbol

en pie como tótem inmortal

las lluvias no mojaron mi casa.

un pájaro ciego chocó en la ventana

más yo como barquito de papel

no supe leer tus desencuentros

los tormentos del hada que no hacía milagros

esta noche bebo del veneno amargo

se deshilvana el pecho no muere

Se suponía que debería saber leer todos los espejos

se suponía

Solo tengo uno a veces lo pierdo.

 

La poeta Núñez Catalán, mediante todos estos parajes de extroversión del yo poético, se vincula todo: mundo y tierra; sus pies echan raíces mientras rebasa su propia humanidad hasta lo visible y lo invisible. Así, atraviesa en oleadas su sangre situada con sensibilidad cósmica: «Caminé largo tiempo por ríos sin cauce / me llene del polvo del miedo de otros / mantuve la puerta abierta / mi copa seca no conoció el trino del ave / llegó el mar que todo lo arrasa / se llevó mis gentes y mi casa/ no le temo a la muerte / he de temer estar viva de esta manera siniestra / en el ocaso vislumbro las aves que vienen a mi copa / el mar sereno llega hasta mi puerta.» Ella se vive a sí misma alrededor de todo cuanto captan sus sentidos. Las grandes visiones surgen de poetas que experimentan, el murmullo, las armonías, los contrastes. «No hay realidad artística sin espíritu.» Sueño y pensamiento van de la mano, sin castigar, más bien salvar la vida entera en ese hoy infinito que señala muy bien la poeta. Quedémonos, pues, con su palabra: «Mi tiempo de hoy es un sueño sin muros saber volar los océanos caminar a campo / abierto sin que la mano busque un sujetador / abriendo mis ojos desde un pecho adormecido / incongruencias / el hoy es una plaza desnuda de pájaros silbadores / árboles cantores / y soles de duraznos / de las palabras expulsadas me quedo con la desechada / empiezo en otro cielo / mi tiempo es hoy.» 

 

 

André Cruchaga,

Barataria, El Salvador, noviembre de 2022

Referencias bibliográficas

1.       Zurita Raúl. La vida nueva (versión final). Penguín Random House Grupo Editorial S.A.U, 2019. Pág.170.

2.      https://studylib.es/doc/6492939/la-muerte-en-el-romanticismo-la-vida-para-los-rom%C3%A1nticos

3.      Mèlich, J. C. (2012), Filosofía de la finitud, Barcelona: Herder.

4.      http://extremaduraxxisiglosdepoesia.educarex.es/index.php/poesia-modernista

5.      Obras completas (Madrid, Afrodisio Aguado, 1950), 1, pág. 223. Sucesivas

referencias proceden de la misma fuente y se indicarán con la abreviatura Historia y el número de la página entre paréntesis.

6.      https://www.nagarimagazine.com/la-poetica-de-la-muerte-en-jose-marti-jose-raul-vidal-y-franco

7.      http://revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana/article/viewFile/7253/7380

8.      Gómez Sancho, M. (2003), “La ansiedad ante la muerte. Decir o no decir la verdad. Las malas noticias” (cap. 31), en Avance en cuidados paliativos, tomo I, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 579-597.

9.      Derrida, J. (1998a), Aporías: morir-esperarse (en) los “límites de la verdad”, Barcelona: Paidós.

10.   Apablaza, Claudia. “La poesía es un llamado de alerta. Conversación con Héctor Hernández Montecinos”. La voz del escriba. Consultado última vez el 27 de junio de 2017. http://letras.mysite.com/hh120609.html

11.   Ayala, Matías. “Amarillo crepúsculo: de la lírica a la política”. Revista Intemperie. Consultado última vez el 27 de junio de 2017. http://www.revistaintemperie.cl/index.php/2012/03/21/

amarillo-crespusculo-andres-anwandter/


domingo, 23 de febrero de 2025

EL CIELO DIVIDO COMO CERTIDUMBRE DE REALIDAD Y EXPRESIÓN DE LA TEMPOREIDAD HUMANA

 

Perfil del tiempo, Salvador Dalí.


EL CIELO DIVIDO COMO CERTIDUMBRE DE REALIDAD Y EXPRESIÓN DE LA TEMPOREIDAD HUMANA

 

 

 

 

En el cielo que más su luz recibe
estuve, y vi unas cosas que no puede
ni sabe repetir quien de allí baja;

DANTE

 

Las palabras no valen más que

como mediadores entre la virtualidad del

pensamiento y la realidad de la acción. Y

hasta se puede afirmar que son las

palabras las que hacen real el

pensamiento, aun no siendo ellas todavía

más que una acción virtual.

LOUIS LAVELLE

 

Miladis Hernández Acosta, (1968, Guantánamo, Cuba), Poeta y ensayista con una vasta obra poética publicada, además de múltiples reconocimientos. Su obra ha sido objeto y merecedora de artículos diversos dentro y fuera de su país. Dicho esto, la idea de este correlato es transitar dentro de las dimensiones que encierra su discurso poético. Nuestra poeta expresa la identidad de su «yo poético» mediante un lenguaje que nos descubre, que la poesía funda la escritura autobiográfica más auténtica, dado que «pretende acercarse de la forma más directa posible a la identidad vital y espiritual de una conciencia individual»; su tono, siempre está aquí, de frente y no del otro lado del espejo. Su discurso más allá de los diversos matices viene a ser una representación de la escritura confesional y a su vez, lo distópico como nos lo sugiere el título del libro. Desde luego éste constituye un mérito, una verdadera escritura que rebasa los límites de las circunstancias bajo las cuales escribe la poeta este viaje a través de un cielo divido. Una voz íntima y robusta destinada al vuelo nos envuelve con su magia y arden hasta que sangra la magia de la palabra.

Contrario a lo que postula el maniqueísmo (desde la perspectiva religiosa) evidencia el aserto de que en general, la concepción monista de la realidad siempre ha dado por sentada la imposibilidad de que puedan ser reconciliables elementos apriorísticamente opuestos como el bien y el mal, la vida y la muerte, la conciencia y la inconsciencia. Esta actitud puede ser considerada como un claro ejemplo de lo que Jacques Derrida llama logocentrismo —concepto clave de la deconstrucción—, esto es, la búsqueda, de un centro generador para cualquier cosa. Adentrarnos en la visión maniquea del mundo, la cual es hoy muy actual y, desde nuestro punto de vista, ha sido utilizada para manipular a la masa. Traigo a cuenta esta referencia porque adentrarnos en la visión maniquea del mundo, es hoy muy actual y, desde nuestro punto de vista, ha sido utilizada para manipular a la masa, a un pueblo en virtud del Paraíso infierno, donde se usurpa la esperanza, la necesidad de creer en un futuro promisorio. La poeta lo avizora, lo construye y deconstruye, a partir de la visión que tiene del país que le robó sus sueños, su vida. Y en consecuencia a la imposibilidad de acceder a una sociedad más humana en el sentido más profundo del concepto.

 

Un vamos hacia la pérdida. Llegar a la yerma desventaja. ¿Congelación o huellas? Monturas para acercarnos a la desobediencia. Tenemos que expulsar las espinas o compadecernos. Grietas del ayer o de esta noche con líquidos mortales. Una puerta hacia la cueva. Un ante-paso. Letrero con sentido inverso o una engrosada fila de mujeres bellas. Aves de distintas manadas donde morir es esa coalición en la cueva o ese golpe que damos en las alturas para luego ir en retroceso. Morir es ese frío agujero donde entra una última conversación o las palabras divididas ¿Ruinas o sucesiones en el ojo incauto? Excitación que día a día se antepone. Vasijas. Un nardo. Un turbante. Una luna muerta.  La muñeca grita. Voy como antes con ese fiero níquel en la lengua. Voy en seguida o más tarde a morder el póstumo hueso del exterminio o esa luna ya muerta en cuarto creciente. (Poema Observatorio)

 

Ahora bien, la revolución trajo consigo un estado casi de culto y los problemas por los cuales se erigió, con el devenir se agudizaron e invalidaron inclusive la realidad nacional. En principio se tiende a idear una idea de futuro, a menudo muy remoto para el pueblo como la coyuntura dentro de la cual habrán desaparecido los obstáculos: esos esquemas plantados hasta la saciedad en la conciencia están lejos de ser un esquema cristiano como el llamado a instaurar el Reino de Dios sobre la tierra. Nada más falso, por supuesto. Ese pensamiento utópico que se implantó en su país estaba destinado a que la gente pensara en términos de un tiempo futuro, pero esa utopía no llegó ni estuve al alcance de todos. Si miramos alrededor nuestro con los ojos abiertos vemos solo esas condiciones de miseria, de explotación. ¿Dónde está el reino prometido, el Paraíso prometido en medio de un país que parece más un infierno? En realidad, la revolución nunca instauró una sociedad más justa, mas bien nunca se alejó del infierno precedente por lo que tenemos otro infierno de postergación. No se puede, entonces, tocar el cielo, vivir en el Paraíso sino en una especie de vórtice, mismo que la poeta rompe en este libro. El silencio roto, no alienado para conquistar la libertad. La poeta desmitifica, precisamente el mito y las falacias que lleva consigo el concepto.

 

¿El mal o el bien te fortifican?

 Reducida fuga o presa que se antepone

O se pronuncia. Exalta el templo

O distorsiona en agonía.

¿Cuál reclamo o novena frente?

¿Cuál retroceso de un fallecido?

¿Musgos o espejos? Llamar un familiar.

¿Cómo orientarme en la fosa?

¿Ser un oprimido?

¿Cómo extraen el oro o el cascajo?

¿Quién hace las inhalaciones?

¿Quién conmigo se deteriora?

Lápidas. Masa neutralizada. Un cielo.

Todas nuestras vidas

Idas o dispuestas.

¿Quién de un lado a otro

¿Hace a solas las divisiones?

¿Cuál cesárea o anestesia?

¿Cuál inminencia? Legrado.

¿Casa o carrusel?

Canario con fiebre amarilla

En angosta jaula.

Mi nombre es lo que queda.

Mi nombre auspicia las separaciones.

¿Sombra o Ley?

(Extradición: Fragmento, poema III

 

«Al cielo divido», no es el cielo de Dante, en éste según se deduce del viaje que emprende con Beatriz que gozan de la paz y beatitud, algo que dista mucho del viaje que emprende nuestra poeta. Pero, al igual que él, pienso desafiar esos simbolismos, esas cosas que se encierran en el corazón para avanzar en este tránsito contundente de imágenes. Así, todo poema constituye un templo, en el cual está encerrada, el alma del poeta. Una obra, está orientada a un interlocutor, representa un acto bilateral (poeta-lector); y se determina por aquel a quien pertenece y por aquel a quien está destinada, aunque el sujeto a quien va dirigida sea impersonal. En este punto debemos acotar que cada palabra expresa a «una persona» en relación con la otra y es esta última la que hace real (depositaria) del pensamiento, tomando en cuenta que el contexto afecta lo que se dice o quiso expresar el poeta. Por otro lado, el poema es una entidad humana y como tal no se reduce a mero artefacto estético. Alrededor de su obra bien intencionada y depurada, hay una convicción de compromiso con la palabra.

Cuando hablo de certidumbre de realidad, en la poesía de nuestra poeta, me refiero al génesis de su poesía, a los temas que la hacen posible y que se realiza y concreta en el poema, asumiéndola como realidad histórica. En esta concepción dinámica y trascendental de la realidad, se fusionan todos esos microuniversos de nuestro entorno. Así nos lo advierte la poeta que los ve como «Una galería de ancianos famélicos/ Unos siervos o un cerco despuntando/ Luz cerrada que ha forjado la agonía». Ante lo inhóspito, ella lo dice «Sólo quiero resguardar la fuga». Asumir la realidad, supone una liberación, aunque la misma sea dolorosa y suscite el desarraigo, la duda, el amargor hacia lo que no se desea regresar. Por ello y en clave, la poeta nos lo dice: «Tener luego que volver/ A la entrada de la casa/ Para que la luz o la muerte/ Sigan haciendo de las suyas.» Constantemente la poeta hace alusión a «jaula» en sus poemas. Una manera muy sutil y capital de denuncia hacia lo que percibe su conciencia, su palabra garantiza la existencialidad de su realidad, tanto como la realidad de los otros. Su palabra desmonta el mito y hurga en ese ámbito de las ideas. De hecho, su poesía es de ideas lúcidas, una respuesta personal derivada del dogma al que está sometida toda una sociedad.

 

Voy transformándome por escasos montajes.

Ideologías de los semejantes o ancianos muertos

Van por esa calle

Con molares o cuadros rotos

Hablo o golpeo desde esa jaula severa

Estrecheces o reducción sobre esos canales

Que aseguran haberme dado por viva

Como quien hiere o se planta

No seré ese convite ciego ni esa lágrima

Limaduras o persecuciones

Recordar otras fragancias

Broqueles o tácticas suramericana

Vías para cruzar la amazona o perderme

Para conquistar a los perros

Aplástame por el centro

Formas de aplastar o llamar la atención

Recelo de construir o cargar con los tablones

Hierros o cruces

Cementerio de abetos o pinos

Para ser sepultado

Identidad del ser

Llorado

Cuán ajeno puedo ser

Cuánto cuesta mapear los huesos.

Fragmento del poema «Contorsiones»

El cielo aquí, me remite a paraíso (utopía), pero es la metáfora del entorno, del «yo poético»; nuestros pueblos (lo digo en plural), con sus problemas humanos y sociales en donde se institucionaliza la injusticia. Digamos, entonces, que lo que nos plantea la poeta es la máxima concreción de una realidad abstraída, internalizada que a su vez se constituye en ultimidad poética histórica. La poesía siempre supone al ser humano real, concreto, haciéndola más suya, más íntima en cuanto producto de la conciencia. Resulta que este cielo con el determinante «divido», nos reduce el ámbito y nos limita, si se quiere, nuestro correlato. Claro que, en «Al Cielo divido» hay más sustantivación e individualización con una riqueza propia y peculiar. En el fondo me parece que existe aquí una distopía. Y acoto: «el estado actual de ese modelo de discurso no hace otra cosa que subrayar un triunfo general del pesimismo que no permite habilitar una razonable parcela de porvenir que conquistar. Se podría decir de otra manera: vivimos un presente donde parecen haberse cumplido parcialmente muchas de las distopías más influyentes del siglo XX. »

Si convenimos que la utopía articula sueños, la distopía nos ofrece la distorsión de ese sueño, el escenario distópico se mantiene desde dentro y fuera de la insularidad: la idea de pérdida de libertad, el entorno grotesco, en muchos casos decadente y que se profundiza desde la visión del exilio respecto al país de origen. El cielo divido se metaforiza, la realidad y sus elementos constitutivos se convierten en «residuos simbólicos» y ello afecta el imaginario de la poeta e incluso la manera de ver al mundo. Convengamos que vista así la poesía, ésta se ve forzada al desarraigo, al extrañamiento y al enajenamiento. Las alas son un recurso reiterado que Miladis Hernández Acosta, utiliza en sus publicaciones para salir, supongo de ese paisaje que no es propicio para el encantamiento. Su ya dilatada obra manifiesta siempre un compromiso con la realidad humana y en la dimensión existencial e histórica. Hay en su poesía una afirmación contundente de las afectaciones que emergen del exilio y que subyacen como coordenadas de su poética. Su voz poética en este contexto traza líneas maestras que signan el tono de su poesía y su perspectiva de búsqueda.

«Bajo la poesía se oculta (subyace) la personalidad de la poeta, su desgarro y alborozo, sus aspiraciones y relaciones con el mundo físico y la realidad suprasensible. Para expresar lo inefable, la poeta procurará recuperar cada una de sus vivencias porque en cuanto producto de una época, seguidora y renovadora de alguna corriente o línea de pensamiento, hace de su arte la expresión más profunda de lo vivido, lo sentido, lo soñado o querido, lo perdido, lo velado, lo vedado.» La escritura suele ser un arte de circularidad y ruptura en donde múltiples situaciones definen el complejo universo literario de la poeta. En su repertorio poético a menudo dotado de su territorialidad insular, encontramos una especie de diálogo transtextual que nos remiten a caminos inusitados de búsqueda, al tiempo que avivan su memoria para repensar los micromundos que habita. Intensidad y fuerza orbitan en su palabra. Ya Marcelo Pagnini nos dice: «El aspecto fundamental distintivo del mensaje poético se reconoce hoy en día con criterio bastante parecido, en la ambigüedad, que es precisamente la cualidad fluida, evocadora, del símbolo. En realidad, en virtud de este aspecto, el lector se hace partícipe de la fenomenología artística, y de su tiempo y en gran parte se debe a este margen sugestivo (en cierto sentido ad libitum) el que la obra pueda vivir fuera de su autor y de su tiempo para convertirse en íntima posesión de cada uno de los lectores». En todos los contrarios de la existencia, el vivir y el morir, la plenitud y el vacío.

 

[He aquí la mujer

Consumida por las ruinas que entran por la carretera

Puedo divisar que nos estamos muriendo o naciendo

Yo sólo giro hacia el hueco o hacia el tubo de humo

Sin más gloria que esa montaña de yerbas muertas

Después gritar que estamos encaramados

Uno sobre otros en ese nicho de tropical bandera.

 

He aquí los niveles o la involución

¿Miseria o grito?

Acaso una posible llovizna inmensa

Hongos o momias extintas

Cortaduras o cenizas. Estruendo o bisutería

Provinciana. Digo que me quedo en el Sur

Fragmento del poema de: «Santiago de Cuba a Guantánamo»

 

En el ensayo «Constantes temáticas en la poesía cubana: el tema amoroso en dos colecciones poéticas de Lucía Muñoz Maceo», publicado por la Universidad de Granma, Granma, Cuba.(Ver al respecto referencias bibliográficas), se dice: «En la creación poética de las mujeres cubanas se observan regularidades y rupturas que han hecho del proceso de la escritura un acto de continuidad, donde, a pesar de las evidentes diferencias formales instituidas por generaciones y movimientos literarios, es posible definir una noción de cubanidad y a la vez de feminidad que funden, sin que sean necesariamente visibles, las raíces de la identidad con las de la espiritualidad femenina. El hilo conductor se mantiene invariable en autoras de diferentes estilos o etapas y en las que el pasado y el presente históricos, la pasión, la nostalgia, la política, y sobre todo, sus vivencias humanizadas en cada realidad, resultan la génesis de temáticas comunes que apuntan hacia el doble reconocimiento de quiénes son como mujeres y escritoras americanas.»

          Por su parte, Reina María Rodríguez, en su ensayo, «Poesía cubana: tres generaciones», expresa entre otras cosas que: «…tiempo de éxodo, de pérdidas (como el suicidio de Ángel Escobar hace ya catorce años, y de Raúl Hemández Novás). “La nave que se hunde, siempre / da náufragos; y todos los náufragos son huérfanos/ y creen en los augurios / esas supersticiones que tienen los deseosos / pueden hacerlos llegar a otra costa, a una costa cualquiera: / calafatear otro barco y hacerse, / de nuevo, a la mar…hasta que la nave que cuidan sin melindres vuelva a hundirse. / Son además, tercos. No volverán a construirla / una nave y otra son la misma / porque tienen paciencia y orgullo, y saben que siempre fueron náufragos, que siempre fueron huérfanos…» Esta experiencia que es común del exilio es quizás clave para entender la poesía de Miladis Hernández Acosta porque marca un destino personal y geográfico, por ello, la escritura de esta poeta hay que verla en este horizonte de tiempo histórico. Memoria y esperanza siempre o casi siempre están entrelazadas: D. Pedro Laín Entralgo en «La Espera y la Esperanza, historia y teoría del esperar humano», no dice: «San Agustín descubrió para siempre la esencial conexión que existe entre la memoria y la esperanza Una y Otra constituyen, en último extremo, la expresión de la temporeidad humana; y la llamó “peculiar” porque en la realidad del hombre se entraman  de modo unitario y misterioso su visible y vívida temporeidad y su invisible y adivinada eternalidad, su tránsito terreno y su permanencia espiritual.» Más allá de la cita, la poeta nos muestra desde su perspectiva a un pueblo vencido, reducido, pero con ganas de resistir los embates que propicia el opresor desde su posición de poder.

 

La sed de lo humano. Sed inmortal. Sed de ese espejo o esas nubes que dan pena. Déjenme preguntar o estabilizarme. He pensado en ese muerto que velan en un cuarto obscuro. He pensado que antes estuvo en una ambulancia. Me reconozco en una esquina como un hecho imprevisto. Yo subí con la ley del hielo. Sujeta a los flancos endebles de una hermandad sin futuro. Yo subí viendo pasar a los muertos desde este umbral confiscado por la muerte. Somos todos los que somos y no lo que pudimos haber conseguido. Cuál es el ansia para abrirles paso a las bestias que tragan los sables blancos con que los hemos heridos.

Yo crecí desechando a un falso enemigo. Lo único cierto es contenerme o abrirme frente a un falso enemigo. He pensado en esa sed por lo humano. Yo misma doy la sed por lo humano.  Yo misma me vuelo la cabeza pensando en cómo sobrevivir cuando ese enemigo irredento baje conmigo.

Fragmento del poema: «Cioran. Cirrus»

Sus poemas son deslumbrantes porque nos marcan o señalan esa travesía y continua luz en desarrollo. La poeta Hernández Acosta entiende que la poesía está hecha de vidas y,  al mismo tiempo, de todos esos elementos que emergen frente a nuestros ojos. No hay, pues, contradicción al afirmar que como ser humano está dotada, «por una parte, de fuerzas y facultades naturales, que existen como tendencias y capacidades. Por otra parte, como ser natural, corpóreo, sensible, objetivo, es un ser sufriente, condicionado y limitado…» Para la poeta el regreso a casa supone, la poesía como camino, después de haber descifrado los enigmas y redimir todo lo pasado como diría Friedrich Nietzsche. Siguiendo un poco el pensamiento Max Scheler, la poeta se revela en su singularidad de ser humano destacando las múltiples paradojas del mismo, lo abisal dentro de la incertidumbre para emanciparse. Ella abraza «el oxímoron de la totalidad infinita». Desde la poesía, Miladis Hernández Acosta, se torna visionaria y buscadora de esa pérdida vital: anhelante y voraz para racionalizar la vida real.

          Darle una mirada a la poesía de Miladis Hernández Acosta, es hacer un viaje intenso que media entre la poesía tierra adentro y la del exilio, un viaje entre Baudelaire y toda esta visión que nos provee de otra sensibilidad, es relacionar su figura poética con lo contemporáneo y postcontemporáneo. Hay una zona, pues, que debe estudiarse desde el interior de sus mutaciones, justamente porque desencaja con la tradición y el cielo dividido al cual se enfrenta; juventud y madurez dan paso a un fuerte estilo que la poeta ha sabido delinear en este rico devenir evolutivo. Detrás de su poética hay un foco de espiritualidad sustancial, unificadora de sus vivencias de interioridad humana que le permite mostrarnos una realidad externa. Si bien la vida es compleja, ella, supera eso de que «la vida es tan horrible que sólo se la puede soportar evitándola.» La poeta la habita, convoca, la hace suya y la transforma en cada verso. La vive a la sazón con todos sus significados posibles. Octavio Paz diría que la suya es auténtica poesía en movimiento y que «oscila entre los dos polos más significativos de la historia: el pasado y el futuro.» El yo poético en su principio ético se abre a la realidad para hacerse cargo de ella como realización humana y poética.

 

El cadáver sabe derrumbar las tapias y guarnecerse ¿Hay un croquis de los calabozos? ¿Hay ponzoña o apatía sobre el clavel? Muertos expatriados en el reflector. ¿Cuál es el grado de violencia? Duda para lanzarse al terraplén. Inexperta abeja en la matriz ¿Roca o cuba visceral o guarida del sedoso riesgo? Recojo los cascajos absurdos. Recojo los nidos infecundos ¿Violación o ayuno separador? Reproducción –réplica- o cicatriz. Raíz medular de alta frente. Palabra que reservo para escapar de las prebendas. Con nociva bravura me cercenan las sienes ¿Cuál fetiche con los ruines y las aniquilaciones? ¿Cuál levadura o secuela?

Fragmento del poema: Coacción o trazo agitador

 

La poesía como creación y producto de la sensibilidad, es, en mi opinión, expresión de la temporeidad humana. Heidegger lo explica muy bien en su obra «Ser y Tiempo». El «Dasein», existencia, tan dinámica como la vida misma. Acaso símbolo del dinamismo, interrelación de la poesía con su misterio discursivo y trascendente. «…historicidad se refiere al conjunto de circunstancias que a lo largo del tiempo constituyen el entramado de relaciones en las cuales se inserta y cobra sentido algo, es el complejo de condiciones que hacen que algo sea lo que es: puede ser un proceso, un concepto o la propia vida.» La poesía supone una recuperación de la memoria, es más, siempre se escribe desde la memoria al presente como vivencia, los recuerdos que son la manera auténtica de haber sido. Así, Heidegger se refiere a una reapropiación del ente del «Dasein» que este ya es al asumir y hacer suya una de las posibilidades heredadas, un retomarse a sí mismo del «Dasein» que permite adelantarse hasta su más propio poder‐ser (horizonte abierto por su haber-sido). Dicho de otra manera, la poeta relaciona de manera audaz el texto con las circunstancias y su mismidad.

 

Avanzar sin ritos ni duelos. Adoratorio o cadena.  Preserva la petición de descifrar cuál corriente inhalas en la galera. Invierte la discordia o los remos del intercambio. La víctima se acopla en el bote. En el hundimiento de la lengua.  Insecto que apabulla enalteciéndose en la llaga. Crueldad para acudir al rodeo. Imposición de yacer o morder la ventana. Ley de Dios en horda vigorosa. Avanzar o convertirte en un inepto con  el liquen de la intransigencia. Inmunidad de no adaptarse a la galera. Víctima por desfigurar. Avanzar cuando cualquiera te intimida o te encarcela.

Fragmento del poema: «Procedimientos para entender a George Orwell, Segundo Paso»

           

Carlos Bousoño de la mano de D. Dámaso Alonso, nos dice: «nuestra representación interior de las cosas posee un aspecto triple: un aspecto conceptual, un aspecto sensorial y el aspecto constituido por nuestra reacción subjetiva frente a ellas (sentimientos, etcétera), aspectos, los tres, que se corresponden con nuestro triple modo de captar una realidad cualquiera, viendo lo que ella tiene de común con otras realidades de su género; 2~, lo que tiene de distinto, de único; lo que esa realidad es para mi desde el punto de vista de mi subjetividad.» Contrario al lenguaje común, en la poesía se nos produce la impresión de contemplar el contenido anímico tal como es, en su aspecto particular, sin forzar o invalidar la realidad vista desde dentro por la poeta. Para sus lectores este haz de poemas constituye un testimonio de su condición confesional, es parte de su memoria como necesidad de aprehender la totalidad de la realidad y de sí misma. El sentimiento siempre es un medio de búsqueda de su propia identidad con la identidad del mundo. En la articulación de sus poemas la extrañeza y los desasosiegos se conjugan para revelarnos las circunstancias de su poética.

 

Tal vez pueda arrasar esa celda cerrada.

Torbellino de cierva milenaria. Extranjera

Del agua. Ya quisiera yo reflejarme

O ir a sacar las estrellas de un río bajo

O los últimos glaciales de esa última mitad

Que aún debo protagonizar

Con espliego de un oro viejo

Todas las cosas que deben llegar

A mí. Yo que no soy culpable

De las ruinas. Ni antesala

Ni ninguna derrota. Caimán que protesta

Noche furtiva o inicua herida del hombre

Donde toda palabra o acción

Se malinterpreta ¿Cascabel o llanto?

Canción que se penaliza

Gladiolo o rocío de corsario viejo

Entre patria o vida

O antiguo lecho putrefacto.

Fragmento del poema: «Una página mayor»

 

En su poesía, Miladis Hernández Acosta, rompe el espejo de la vigilia como forma de resurrección de los recuerdos. Y lo expresa ella: «Angustia y fortaleza formando un nudo corrosivo en mi garganta. Sin poder gritar». En la conjunción de sus dos patrias, la concreción de su praxis poética desde la cual apela a la situación del ser humano. Esas zonas de realidad humana le dan sentido y coherencia a su poesía: ser e ideas, esenciales y purificadoras en las entrañas de su alma. En el reino de este mundo, rotos, los ríos profundos del cielo, el tiempo y sus variaciones, el mundo real orquestado por «furtivas alegrías», una poesía asimilada y construida desde la introspección, eficacia del lenguaje; en definitiva, una existencia histórica como prueba de vida en este cielo divido, acaso silabario con alas de musgo con sus ahogos tocando la tierra. «Tierra de todo y nada», como diría Enrique Lihn en «La musiquilla de las pobres esferas.» Hay en su poesía un viaje a Ulises y a Dante, un viaje con sus especificidades, esencial, configurado por su memoria, metonímico, intuido en la construcción y reconstrucción de su viaje poético. En su imagen de cielo y mundo, Paraíso-tierra, la gran antinomia, el vínculo de la imagen que se tiene (mental) y la imagen totalizadora de lo real. Toda esta realidad intuida se convierte finalmente en metáfora de su itinerario poético. «A final tal como lo expresa la poetallega la noche y todo comienza a encajar/ Porque en la noche conviven los alaridos/ La oscuridad no sana ninguna herida. Ni la palabra/ Que elegimos para poder despertar/ Sobre las ruinas que hemos construido.» Dentro de este fervor oscuro, lo que encontramos es «la realidad iluminada», su poesía. El horizonte de una poesía viva a voluntad de ese río interior que fluye y avanza como un «fenómeno luminoso». En esta poesía lírico-política Miladis pone sus propias convicciones para cumplir con su meta existencial espiritual no como «ciervo», sino en gran medida como proceso de lucha por la vida y la dignidad.

No olvidemos que la creación artística es una especie de autoanálisis de esos espacios de la memoria cuya poetización se vuelve catártica. Su poesía no obedece a ningún arrebato, sino a una especie de resistencia frente al progresivo desmán y caducidad del tiempo y de un sistema político, consustancial a las legítimas aspiraciones humanas. Ante lo insano, turbador, el cadáver, la madre muerta, la incertidumbre. En líneas anteriores expresé que la poesía de Miladis es de ideas, de ahí que coincida con Antonio López Eire. Él «concibe al emisor de un mensaje generando un texto emanado de una clara intencionalidad y adaptado a un contexto, a lo largo de un acto de habla con el que pretende cambiar la situación psíquica y mental o cognitiva del receptor y con ello influir decisivamente en su voluntad de acción.» Su poesía apunta siempre a la racionalidad en paralelo con una realidad caótica, contingente, voluble e intensa. A menudo percibo que el lenguaje le es insuficiente para darnos una imagen del ser desvalido, atrapado en la espiral de la muerte. Destaca en contraste a esta situación, la intensidad y sobriedad, la experiencia de primera mano, la impotencia radical frente al túnel de la pérdida.

Su escritura se debate, justamente, entre esa pérdida del Paraíso malogrado. Del cielo difuso y agotado, cada vez más extraviado y oscuro. Con realismo y vehemencia nos transmite el espejismo en el que sucumbió el país, su libertad. Toda su poética dibuja, delinea «una realidad sin verdad, sin libertad,» La relación de poesía y conocimiento conlleva desaparición y ausencia y activa en la poeta su postura ético-política. Estamos, entonces, ante una poesía que nos remonta a lo que fue, lo que fue y quiero. Pero techo y suelo siempre serán una utopía en este mundo. Su poesía es con toda propiedad una nueva mirada, o acaso, la misma mirada que revela con claridad esa huella de realidades y disidencias como otra forma de pensar el cielo, el paraíso, un país.

 

 

André Cruchaga,

Barataria (El Salvador, 22 de sept. de 2022.

 

 

 

 

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